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Hacia un nuevo PSE

7 mayo, 2021 By amarias 3 comentarios

Resulta evidente que la actual dirección del Partido Socialista Español (PSOE, en sus siglas completas en la actualidad) se encuentra en busca de una nueva identidad.

Los síntomas internos son varios: antiguos dirigentes -aún vivos- han marcado distancia respecto a actuaciones del partido (Felipe González, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, etc.; se ha abierto expediente de expulsión a personas que fueron referente en su momento (Nicolás Redondo, Joaquín Leguina, etc.); miembros relevantes han sido condenados por prevaricación o están bajo sospecha por haber actuado en beneficio de la militancia (José Antonio Griñán, Manuel Chaves, etc.); la lucha interna por el poder es también ideológica (Susana Díaz, Emiliano García-Page, etc.). Algunos altos cargos están silentes o actúan por su cuenta (Cristina Narbona, Josep Borrel, Eduardo Madina, etc.)

Los índice externos son clamorosos. El PSE no tiene el atractivo que mantenía para el votante. Las causas más aparentes de ese distanciamiento son la connivencia con el separatismo y con el populismo de índole marxista/egoísta. Pero hay otra más importante: la imagen prepotente, aislada de la realidad y trufada de un tufo a primero de la clase orgulloso de haberse conocido, que esgrimen, desde el propio Presidente y su alumna predilecta, la catedrática de Constitucional Carmen Calvo y la mayor parte de sus ministros, ministras y ministres.

El último detonante que impone la obligación de remodelar el edificio (muy maltrecho) de la sede ideológica del PSOE es el descalabro recibido en las elecciones para la Presidencia de la Comunidad de Madrid, celebradas el 5 de mayo de 2021, y que han dado amplia victoria a Isabel D. Ayuso, del Partido Popular.

Puede el partido perdedor hacer risas de la falta de programa de la Presidenta y ridiculizar su pretendido concepto de la libertad (he seguido la entrevista, magnífica, que le hizo el genial Alsina en Onda Cero y la entonces candidata ofreció muchas opciones de respuesta a la pregunta filosófica acerca de lo que significa la libertad; apuesto a que ninguno de los ministros socialistas puede responder con tanta variedad y gracejo a la pregunta de lo que es el socialismo).  Isabel Díaz Ayuso ha barrido con absoluta claridad a las demás opciones, y aunque haya recogido muchos votos de Ciudadanos, la mayoría de los nuevos adeptos a su estrategia de defender “Madrid is different” provienen del desnortado PSOE.

No se confunda el aparato de poder del partido, con Carmen Calvo a la cabeza mediática, de despreciar al madrileño como si se tratara de un enajenado mental amigo de la juerga y de no pagar impuestos. Nunca como ahora Madrid representó a España. El candidato por la opción socialista, el muy digno catedrático Angel Gabilondo, convertido en monigote de una campaña destinada al fracaso desde el principio, ha anunciado que no recogerá su acta de diputado. Víctima propiciatoria, macho cabrío ofrecido al sacrificio del dios Sánchez. El secretario general de la agrupación socialista madrileña, José Manuel Franco, que pasaba por allí, ha sido forzado a dimitir; parece destinado a ser el recoge bofetadas, el “ahí me las den todas” del núcleo duro del poder sanchista.

Resulta significativo que, estando hospitalizado Gabilondo como resultado de una arritmia coronaria, detectada casualmente cuando había acudido a mi hospital de referencia para que lo vacunaran contra la Covid, la persona que ha dado explicaciones de su estado físico ha sido ¡Ayuso! quien lo visitó en el centro de salud inmediatamente de tener noticia de su internamiento, manteniendo con él, dice, una conversación amigable. No, no han sido los miembros dirigentes del PSE (al menos, alguno de los residentes en Madrid, que tanto no tendrán qué hacer, digo yo). Ocupados en el debate interno por dotar de nuevo sentido a las siglas que han heredado, al parecer, desde hace casi ciento cincuenta años, se estarán preguntando qué les queda de ellas: ¿Partido? ¿Socialista? ¿Obrero? ¿Español?

Tengo curiosidad por el desenlace, del que no ha trascendido el final, aunque hay quien opina que será cruento y doloroso. Aprovecho para desear al profesor Angel Gabilondo una pronta y completa recuperación. No se merecía este papel de comparsa de la debacle.

Publicado en: Actualidad, Madrid, Política Etiquetado como: Angel Gabilondo, Ayuso, campaña, Carmen Calvo, Ciudadanos, elecciones, ideología, Madrid, partido, programa, PSE, PSOE, Sánchez, socialista, victoria del Partido Popular

Partidos sin política

30 marzo, 2021 By amarias Deja un comentario

Vencido ya el mes de marzo de 2021, el año largo de confinamiento causado por un virus cuyo origen seguimos sin aclarar, las consecuencias económicas se perfilan como desastrosas para la supuesta hegemonía occidental. A medida que la desorientación, la falta de unidad en la adopción de estrategias, la disparidad e incógnitas de los resultados de unas vacunas que han debido ensayarse teniendo como población muestral a la población total, pocos dudarán que el vencedor de esa guerra biológica es China.

Podía verter negras tintas sobre el panorama estrictamente virológico (si es que se puede emplear este término para caracterizar los efectos de la pandemia exclusivamente desde la perspectiva del control del agente causante:
a) aunque se consiguiera, después de varios meses de probada ineficiencia en la distribución y aplicación de las vacunas disponibles, controlar la difusión del virus entre los países más desarrollados, la incógnita que debe resolverse es la contención de la pandemia en los países pobres; poco y mal se está haciendo en ese sentido, quizá en la confianza que exista una autoinmunidad producida por la miseria;
b) estamos todos empachados del éxito de las grandes farmacéuticas en poner en marcha en tiempo récord, correctamente envasadas, sus fórmulas secretas para inmunizarnos, y emocionados por los altos porcentajes de inmunidad frente a las cepas conocidas, pero ha pasado a ser secreto de Estados preguntarse cuál es la mejor, cuáles son las garantías de protección frente a posibles derivas de las cepas de la Covid-19 y, en fin, por qué no se han podido presionar a las productoras, ya que se trata de una emergencia mundial, a que vendan su vacuna a precio de coste, sin beneficio alguno.

Sin embargo, adormecidos como estamos por el largo confinamiento y sin capacidad de respuesta ante los cantos de sirena de virólogos, inmunólogos y políticos (formando una escalofriante amalgama de opiniones e intereses, en la que es imposible distinguir quién dice verdad y quién tiene el conocimiento), lo que ahora se nos ha impuesto en el duro existir de la Comunidad madrileña (ha dejado de interesarme la cuestión catalana: que la resuelvan los catalanes como les peta), la encomienda de tener que elegir los diputados de la Cámara regional para los próximos dos años (que es lo que queda de legislatura).

Me he tragado sin problemas el argumento de la Presidenta Ayuso (ahora en funciones) de que había que disolver la Cámara y convocar elecciones porque el PSOE y Ciudadanos estaban a punto de hacerle la cama. Supongo que a estas alturas ya es consciente la sastrecilla valiente -perdóneseme, que sé que es licenciada en periodismo y la tengo por muy lista- de que va  tener difícil la reelección. Y no por su culpa, pues va a aumentar el número de diputados conseguidos por el Partido Popular (el suyo) en los anteriores comicios, sino porque Ciudadanos (incluso aunque se manifieste el nuevo candidato, Bal, dispuesto a restañar las heridas) está en vertiginosa caída libre de credibilidad y liderazgo y los diputados de Vox no le va a ser, por sí solos suficientes para alcanzar la mayoría si, en una terrible ceremonia consecuencia de morir de éxito, el empuje, encanto y carisma de Doña Isabel dejan a sus posibles aliados con menos votos válidos y, por tanto, con menos diputados si las fuerzas de la derecha estuvieran más igualadas.

He oído al candidato del PSOE, el catedrático Don Angel Gabilondo, maestro en soserías y artes de Perogrullo, que, si saliera elegido (no con este Iglesias, con otro, mutación en la que el camaleónico ex vicepresidente del Gobierno no tendrá el menor problema en incurrir), no cambiaría  nada, porque no merece la pena cambiar las cosas por solo dos años, que se reserva para poner todo patas arriba, a las próximas elecciones. Es decir, pretende que le dejemos poner su rostro en lugar de la cara de Ayuso, para seguir haciendo lo mismo. Pues, Sr. Futuro Defensor del Pueblo, si así va la cosa, tenemos claro cuál es el perfil más agradable.

Estas elecciones regionales parecen enfocadas a una abstención escalofriante. El auto-cesado Iglesias se postula como candidato a Presidente regional para capitanear los restos de la coalición Unidas-Podemos, confiado en su tirón mediático y su labia, para superar el fatídico cinco por ciento que dejaría a su grupo fuera del hemiciclo pequeño. Como lo verá de mal que apela al voto de los top manteros y irregulares (no se cómo arreglará que los que están como residentes ilegales puedan ser votantes), incorporando a su lista al portavoz del sindicato de manteros y miembro de la Asociación de los Sin Papeles, llamado Serigne Mbayé.

Con este panorama, me parece que el asunto se va a decidir entre los que voten a la agrupación de Errejón o Monasterio, del partido de Abascal. Por lo menos, son los únicos que dicen las cosas claras y no necesitan ni precisar objetivos locales ni cambiar programa electoral. Ya los conocemos. No van de comparsas, aunque son conscientes de que solo se cuenta con ellos para hacer el caldo más gordo al amigo de Zumosol.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Abascal, Angel Gabilondo, Edmundo Bal, elecciones, Errejón, Isabel Ayuso, Madrid, Monasterio, Pablo Iglesias, programa, sastrecilla valiente, Serigne Mbaye, Vox

Independientes como cabezas de lista

13 mayo, 2019 By amarias 2 comentarios

La incorporación de “independientes” de las formaciones políticas que ocupan la responsabilidad de Gobierno es práctica habitual, y no debería causarnos extrañeza. Se entiende que esas personas, debido a su experiencia específica en un campo determinado relacionado con las competencias que asumirán, ofrece una ventaja significativa sobre otras opciones que supondrían nombrar para el cargo a alguno de los militantes.

Dado que los programas electorales son ambiguos, imprecisos o inexistentes, el que un profesional con conocimientos y experiencia muy por encima de la media ocupe una Cartera ministerial, habría de verse como una garantía de que se tomarán decisiones adecuadas en el complejo mundo real, ante las oportunidades y problemas que aparezcan, y su capacidad de gestión brillará a la altura que demanda el compromiso público asumido.

Que esto no esté sucediendo en no pocos casos, y que las personas que ocupan las carteras ministeriales y las secretarías de Estado sean personas que más bien parece que utilizan la oportunidad de encontrarse mangoneando los intereses públicos para empingorotarse en las opciones privadas que posteriormente, cuando dejen sus cargos, se les ofrecerán, es harina de un costal al que no voy a referirme en este Comentario, aunque lo dejo apuntado.

Lo que me llama ahora la atención, en este período en que tenemos, nuevamente que decidir, en una elecciones específicas, quienes serán los concejales y parlamentarios -autonómicos y europeos- en los que delegaremos la gestión de los intereses más próximos a la ciudadanía, es la frecuencia con la que los independientes aparecen como cabezas de lista. Dejando a un lado que los alcaldes son elegidos, en realidad, por la Corporación municipal una vez constituida y que los presidentes de los Parlamentos autonómicos -como el central- son resultado de votaciones específicas en las Cámaras, me gustaría plantear algunas reflexiones sobre el significado de esta cuestión, desde mi perspectiva.

Podía utilizar otros ejemplos, extraídos de la realidad electoralista, pero me voy a detener en los candidatos Angel Gabilondo y Pepu Fernández, que se presentan como independientes en las listas del PSOE para la Presidencia de la Comunidad y para la Alcaldía de Madrid.

He oído decir al primero, en una de sus apariciones públicas por mor de la campaña, que “como independiente” tiene “su propio programa” y, en otro momento, que los partidos políticos (habrá que entender, de los que le hacen oposición), son “sectas”. Respecto al segundo, no puedo menos de admirarme de la febril diligencia con la que, por lo que me cuentan algunos “sectarios” del partido que lo apoya, visita las agrupaciones de su feudo, en donde utiliza ejemplos deportivos para llamar la atención de su grey, y caerles simpático.

Que Manuela Carmena, aún alcaldesa de Madrid (en funciones) como resultado de una agrupación de forzados intereses con la que ahora no se presenta a revalidar su puesto de representación, mantenga su halo de independiente después de cuatro años de sostener el cetro municipal, tomando decisiones y dirigiendo un equipo de previos desconocidos para ella , haya llevado a cabo su propio programa (que ha venido improvisando con aceptable solvencia y notable disgusto de sus opositores), y ahora quiera seguir haciendo lo que mejor le parezca con nuevos colaboradores, no me extraña. Carmena, a cada ocasión que se le presenta, esgrime con cierto deje orgulloso que es “independiente”; vamos, que hace lo que le parece bien según los vientos.

De la lectura de los libros de Manuela Carmena en los que narra su periplo judicial y del análisis mismo de su carrera como magistrada, la independencia -obligada por Ley y adornada con su talante peculiar- parece haber sido su guía de actuación, y a su edad, ya no la cambiará nadie.

Que esa cualidad de independencia, valor reconocido para la alcaldesa en funciones de Madrid sea un mérito esgrimido por otros candidatos de muy variados partidos, me sorprende.  Puede que en España los marginales, folklóricos, excéntricos, viejitos y kamikazes -elíjase según gustos- son muy apreciados.

Repaso las listas regionales y municipales de candidatos a las suaves poltronas o duros sillones de las responsabilidades públicas y encuentro muchos independientes encabezándolas. Y me hago las preguntas siguientes:

  1. ¿No tienen los partidos, entre sus afiliados, personas competentes y teóricamente capaces para proponerlos como futuros alcaldes y presidentes autonómicos? Si los tienen, ¿por qué no los presentan? ¿Qué piensan los afiliados de esa situación que los margina y convierte en simples colocadores de carteles y pasquines y en clacs revoltosas en los mítines?. Y si no los tienen, ¿a qué esperan? ¿Se han preguntado por qué no consiguen atraer a personas de solvencia reconocida? ¿Cómo valoran que tengan sus partidos tan poco atractivo para los “independientes”?
  2. Si los candidatos independientes, incorporados como cabezas de lista, alardean de tener sus propios programas, ¿es que los partidos están admitiendo que sus programas propios no existen o su cumplimiento carece de importancia práctica. ¿Qué esperan que votemos los electores que debemos, sin embargo, decidir entre opciones políticas? Y, por último, ¿nos toman, en verdad, por dóciles borregos que votaremos según posos ideológicos, temperamentales disquisiciones propias de un quirófano intelectual o…creen que votaremos al independiente sin fijarnos en el resto de la lista?No tengo más preguntas, Señorías.
    —
    Un rascón europeo (rallus aquaticus) sale de su escondrijo para cambiar de carrizo, andando rápidamente sobre el fango. La foto permite distinguir las características del especie en este ejemplar adulto, sorprendido en las marismas de Doñana, con su cuerpo, gordinflón en reposo, estirado para correr a toda velocidad.
    Su largo y fino pico, de color rojo, revela un adulto: los jóvenes lo tienen casi en su totalidad anaranjado. El manto es pardo oliváceo, moteado de negro y los flancos los tiene barrados en blanco y negro; el pecho, de un color gris azulado, color que, en el adulto, llega hasta el cuello. Su voz, inconfundible, cuando se  le molesta, recuerda inicialmente a un lechón. Por la noche, el macho es mucho más explícito en sus cantos de cortejo y aviso de posesión de territorio a sus congéneres.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Angel Gabilondo, cabezas de lista, independientes, Manuela Carmena, partidos, Pepu Fernández, PSOE

De políticos y canciones

1 abril, 2015 By amarias 1 comentario

Una de las obras maestras de la literatura, de esas pocas creaciones de las que se puede disfrutar aunque por ellas hayan pasado siglos, guerras, pueblos y costumbres, es la Canción de Rolando (La chanson de Roland). (1) Sin detenerme a detallar el argumento -que los jóvenes bachilleres de mi generación recordarán, al menos, a grandes rasgos- apunto aquí solamente, para los que se contentan ahora con un par de brochazos, que el anónimo cronista detalla una traición y una proeza.

El héroe Rolando muere, junto a sus seguidores, tras sostener una imposible batalla contra un enemigo (no importa hoy al caso que allí sean seguidores de Mahoma), muy superior en número y que, además, por la felonía de un alto noble, familiar envidioso del elogiado, cuenta con la ventaja de la sorpresa.

Rolando se resiste valerosamente, vende cara su segura derrota y, solo cuando conoce que su muerte, herido ya mil veces, es inmediata, accede a la súplica de los suyos de pedir ayuda a Carlomagno, que está volviendo con el grueso del Ejército a sus palacios, y cuya retaguardia estaba protegiendo. Toca el olifante; el emperador acude y venga su muerte, consiguiendo una victoria total.

La Canción que aquí se escucha más en esta época no es la de Rolando, sino la de Robando. No es, por supuesto, ésta última, un episodio épico, ni arrastrará gloria alguna para sus protagonistas, que no son héroes, sino villanos.   No hay gesta, sino malicia. Se baten, sí, utilizando artilugios y artimañas, pero contra las mesnadas de la verdad y la justicia. Sus recursos son la esperanza en la superación de los plazos, la prescripción de sus delitos, la confianza en una artificiosa defensa legal, el beneficio del preciado indulto y, a no desdeñar, el cansancio colectivo, el olvido de los pecados, la redención por la expiación singular del tú-también.

En esta batalla trapacera, constituida en ceremonia de la confusión, en la que casi nada es como parece, y las promesas de ayer no son más que espejismos, y es imposible conocer si la solución está al alcance y si los que están al mando han tocado el cuerno para pedir más auxilios para ellos o para todos, se precisa que alguien ponga serenidad, ofrezca calma.  Ya está bien de mensajes en que los buenos son siempre los nuestros y los malos, los que militan con los otros.

Las elecciones de mayo, al menos en Madrid, ofrecen una oportunidad excelente para probar la capacidad de ciertas personas, a despecho de partidos, e incluso de ideologías.

Se trata de poner fin a la Canción de Robando, y recuperar, sino a los héroes, al menos, a los honestos y serios. Con su ejemplo, los demás ciudadanos, volveremos a las tareas propias despojándonos de la obsesión por criticar las ajenas. Necesitamos obtener la tranquilidad de que al mando del sistema tenemos personas creíbles, capaces de controlar la presumible presión de sus partidos, eficaces coordinadores de sus equipos, geniales impulsores de las ganas de todos, empeñados en hacer las cosas bien, y en obligarnos a todos a que hagamos lo que nos corresponda lo mejor que sepamos.

Hay una remota posibilidad de que Angel Gabilondo (cabeza de lista por el PSOE para la presidencia de la Comunidad de Madrid) y  Manuela Carmena (encabezando la variopinta relación de inquietudes que aglutina Podemos/Ganemos Madrid/Etc.), resulten ganadores en las elecciones de mayo.

No hago propaganda de partidos, que no me interesan. Tampoco me prodigo en el elogio de personas, aunque la vida me ha proporcionado la oportunidad de conocer a muchas, varios miles.

Me refiero a los dos citados porque son gente culta, y dan una imagen tolerante, inteligente, pacífica. Resultan ser gente experimentada, abierta, tranquila. No los veo fanáticos, sino aficionados al arte de pensar qué será mejor, y tratar de llevarlo a término.

Si no tuvieran un partido detrás, los votaría sin dudar. Supongo que bastante gente los votaría también. El que sean cabeza de lista de una agrupación política, me obliga a analizar con sumo cuidado el resto de los que la forman, sus tensiones internas, su homogeneidad ideológica, la trayectoria de sus miembros, sus declaraciones y experiencia concretas; por no hablar, de la coherencia de sus postulados con lo que yo entiendo que es practicable, razonable, oportuno…Muy complicado.

Y ahora viene la mayor carga de arena. Temo que, si los que indico más arriba fueran elegidos en las urnas, no duren en sus puestos mucho tiempo. Intuyo que, cansados de no poder hacer aquello que pensaban, desanimados por la tensión que provoca tener que avanzar entre zancadillas más que contando con apoyos, acabarán dimitiendo. Mayor probabilidad de tal posibilidad de abandono atribuyo, claro está a Carmena que a Gabilondo. No en vano este último ha sufrido ya en sus carnes la desilusión de no llevar a cabo lo que le parecía sensato, y le creo, por ello, más curtido en aguantar las heridas de la falta de acuerdos.

¿Conseguirán resistir los embates? ¿Seguirán fieles, como Rolando, al mantenimiento de su posición (que no de su puesto), sosteniendo su credibilidad? ¿Aguantarán traiciones, felonías, deserciones? ¿Elegirán a sus equipos de entre aquellos que estén dispuestos a luchar hasta el fin, o sucumbirán a presiones? ¿Tocarán el cuerno para pedir ayuda demasiado pronto, demasiado tarde, nunca?

Si se produce ese imposible de tener a dos personas de ese peculiar talante a la cabeza de las  instituciones más próximas a los madrileños, se abrirá un período muy interesante.  También por su edad (que otros juzgarán provecta), debe venir la enseñanza de serenidad que echamos de menos en la caldera de la crispación que otros alimentan.

—

(1) Rolando es, en la adaptación habitual al castellano, Roldán. Pero a mí me gusta recordar el original más fielmente.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: alcaldía, Angel Gabilondo, carmena, elecciones, Gabilondo, Madrid, Manuel Carmena, mayo, política

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