Al socaire

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Homenaje a los fallecidos por la Covid

16 julio, 2020 By amarias 1 comentario

Antes que los recios calores del tórrido julio doblegaran las cabezas, tuvo lugar un emotivo acto en memoria de los caídos por la Covid, la pandemia mortífera que se cebó cruelmente con España, a la cabeza desgraciadamente en el número de fallecidos y contagiados, por cifras relativas a la población total.

Fue una ceremonia civil, sin misa católica ni cualquier otra advocación a creencias religiosas. La presidió Su Majestad Felipe VI, que compareció junto a su esposa e hijas. No faltó ninguna autoridad española a la cita. Estuvieron presentes todos los miembros del gobierno plural,  los responsables autonómicos, antiguos presidentes (salvo Felipe González), alcaldes y miembros significados de los centros de poder, líderes de casi todos los partidos políticos. Vinieron también autoridades europeas, que dieron al acto un aspecto muy especial de adhesión, complicidad y condolencia con el pesar que agarrota la sociedad española.

Fue una ceremonia sencilla, con tiempos medidos, y palabras sobrias -las del hermano del periodista José María H. Calleja, fallecido por la enfermedad, las más emotivas-. Se leyó un poema corto, intenso, de Octavio Paz, que dio paso al minuto de silencio. Un pebetero con su llama duradera dejó testimonio de la invocación a los dioses, de la desesperación del ser humano,  pequeño pero resistente, frente a una adversidad que tuvo que soportar pero que sabe que no le va a vencer.

Quiero tener un recuerdo aquí, nuevamente, a todos los fallecidos por el ataque del virus SAR-Covid 19 (entre ellos, nombres de famosos, gentes que fueron sorprendidas en un momento cualquiera de su felicidad y su lucha por existir; junto a todos, y más alto en mis afectos, mi gran amigo Rafa Ceballos).  No ha habido disculpas, ni reivindicaciones. Ignoro si se estimó que no era el momento.

Para los familiares y amigos de los fallecidos, para muchos de los que aún luchan contra la enfermedad o padecen sus secuelas, para los que estamos pendientes, con el corazón encogido. sobre su evolución, sabiendo que no está dominado el mal, ni mucho menos, hubieran sido de agradecer algunas palabras de humildad, cercanas a la petición de perdón, por parte de políticos, científicos, bacteriólogos, microbiólogos, médicos, técnicos, informáticos, economistas, etc.

Se muy bien que la ciencia no es perfecta, y que no sabemos casi nada de lo que sucede a nuestro alrededor, en los aspectos importantes que afectan a la muerte y nuestra fragilidad. Precisamente por eso, en ese homenaje, me hubiera gustado que alguien -cualquiera, alguien con representación de todos los seres humanos que estábamos atentos a la pantalla- hubiera dicho unas palabras como éstas:

Pedimos perdón, en nombre de la comunidad científica, de todos los políticos, de todos los que han tomado y tenemos que tomar decisiones sobre la sanidad, la enfermedad y el tratamiento y curación de cuantos males nos amenazan, por no haber podido salvaros. Pero allí donde estáis, en lo profundo de nuestros corazones, quiero prometeros, quiero prometer, que seguiremos luchando, con mayor denuedo, con todo el esfuerzo, con más dinero, para ir quitando terreno a la improvisación y al mal.

Y, tal vez, deberíamos haber llorado. Por pura catarsis, por no fingir que lo controlábamos todo. Para que no se confundan los ingenuos.

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¡A techado!

10 marzo, 2020 By amarias Dejar un comentario

La sociedad española ha entrado en un bucle de desasosiego, intranquilidad e intoxicación informativa, que es sinónimo de desconfianza. Los supermercados se enfrentan a colas de gentes que acaparan productos con la intención vana de protegerse ante un eventual desabastecimiento. Se anulan convocatorias de conferencias, reuniones, congresos y exposiciones.

Desde mañana, miércoles, día 11 de marzo de 2020, los colegios, Universidades, guarderías y centros públicos de las Comunidades de Madrid y del País Vasco, cerrarán sus puertas. Será un sálvese quien pueda, puesto que a pesar de las llamadas a la calma, la repetición como en un disco rayado de que todo está bajo control y de que los estudiantes no perderán sus clases discentes, los docentes deberán acudir a los lugares de escolarización y las empresas facilitarán medios para que se pueda trabajar desde casa, sabemos bien que esa situación apacible no se producirá.

Habremos avanzado un poco más hacia el caos, porque los niños sin clase se irán a jugar a jardines y parques infantiles, los universitarios de asueto organizarán reuniones privadas de relajación y divertimento, y los profesores liberados se irán a sus segundas residencias o al pueblo de los papás.

Me gustaría decir que estoy tranquilo, que puedo contribuir modestamente a saber qué es lo que nos pasa. No sé, no puedo, ignoro razones y alcance de medidas. Me importan poco las estadísticas y creo que las cifras que se están difundiendo hasta la exasperación confirman que los casos detectados por el coronavirus -la enfermedad de este siglo, la plaga del Génesis actualizada, el mal selectivo de Gedeón y sus ejércitos- tienen un alto índice de mortalidad. Mi instinto de investigador ante una enfermedad que, hasta ahora, se ha propagado sin medidas de contención y que tiene un período de incubación (dicen) de más o menos dos semanas, es que el número de infectados debería ser, ya, mucho más alto.

Pero me voy a detener en intuir las razones por las que se está apoyando la creación del pánico. ¿A quién beneficia? ¿A quién perjudica? ¿Estamos en una situación de riesgo global y las acciones que se están presentando como necesarias, tienen la posibilidad de ser eficaces?

Acabo de escuchar por la Sexta (la TV que difunde pensamientos de la izquierda ácrata, republicana y revolucionaria, en el mejor estilo de los años setenta del pasado siglo, dicho sea escrito de paso), a un investigador de algún lugar de Cataluña, revestido con la autoridad de su bata blanca, anunciar que se nos avecinan tiempos peores y que él (y otros) ya venían avisando de que el gobierno debería haber tomado medias mucho antes.

Me pongo a techado mientras llueven chuzos de punta. En el gimnasio, hoy éramos tres. Mi conferencia de mañana, once de marzo, en el Instituto de Ingeniería de España, sobre “El cáncer, instrucciones de uso” ha sido anulada (reconozco que me preguntaron si quería mantenerla, pero no me vi con fuerzas para enviar al patíbulo del contagio viral a mi familia, amigos y simpatizantes). Fui a dar un paseo a media mañana por el Retiro y estaba lleno como un día de fiesta, con gentes de todo tipo que manejaban al azar los términos de: coronavirus, riesgo, mascarillas, farmacia, comida y qué se puede hacer.

Por cierto: si alguien ha llegado hasta aquí en la lectura y quiere que le envíe las notas que tengo preparadas para la Conferencia, e incluso, del libro “Convivir con un cáncer”, cuya redacción está en proceso de revisión pero del que agradezco sugerencias de mejora y comentarios, estoy a la orden.

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Esperando Conclusiones de la Cumbre del Clima

9 diciembre, 2019 By amarias 2 comentarios

No es necesario alardear de dotes de adivinación para concluir, sin que aún haya finalizado la Cumbre del Clima de Chile 2019, celebrada en el más bien frío y lluvioso diciembre de Madrid (España), que esta COP 25 pasará sin pena ni gloria, agrupándose con sus antecedentes, ante la indiferencia general.

Tan grave afirmación venida de un ambientalista no negacionista como me siento, debería tener explicación, pero me encuentro cansado de oir repetir las mismas cuestiones y haberme convertido yo mismo en eco de los manidos tópicos: las Cumbres del Clima no sirven más que para poner de manifiesto la falta de unidad entre los países, y la terrible grieta que existe entre los países más desarrollados y los que aún tienen algo de naturaleza por consumir para apoyar su propio crecimiento.

Esta esquemática apreciación no necesita contar con el permido de la activista mediática Greta Thumberg y de los intereses (oscuros o no) que mueven su sencillo doctrinario y fundamentan su exótico peregrinaje en exhibición de que no sabemos cómo evitar la producción de CO2 equivalente sin renunciar a lo que nos gusta.

Leeremos así, dentro de unos días, que los líderes del mundo (a salvo de los mandatarios de Estados Unidos, China y Rusia) expresan su voluntad de tomar medidas contra el avance de la temperatura media de la Tierra; que Brasil, la India y otros países con grandes masas de población empobrecida y déficits democráticos importantes, solicitarán apoyos económicos sustanciales para preservar la parte de foresta que aún les queda. Y, en fin, leeremos magníficos manifiestos con grandilocuente terminología, por el que se nombrarán nuevas comisiones para analizar las urgentes medidas que se estima son necesarias para contener el avance de las aguas marinas sobre las costas debido al deshielo polar y al impulso fortalecido de corrientes hialinas y mareas gigantes, el aumento de depresiones en altura e inundaciones catastróficas en bajura y, en fin, a la apelación a la necesidad de solidaridad internacional para que los más pobres y habitantes de las zonas deprimidas de la Tierra no padezcan más hambrunas, más guerras, más silencios.

Ayer, mientras contemplaba desde mi casa, sentado en mi sillón preferido (el único que tengo) el inútil periplo de la adolescente Greta. acompañada de su cohorte de periodistas ambientales y decenas o quizá miles de concienciados ciudadanos por el ambiente (los mismos que dejan cacas de perro en las aceras, conducen vehículos todoterreno por las ciudades, fueron de viaje de novios a Mali y no perdonan acudir cada año en avión a la llamada de su merecido relax vacacional), dibujé en mi libreta de notas el dibujo que ilustra este comentario. Justicia para el clima: la pedimos nosotros, sus verdugos y los cómplices de su deterioro.


Podéis comprar aún mi libro de Sonetos desde el Hospital. Con sus beneficios, no ayudaré a la disipación de la amenaza climática, pero contribuiremos, con un grano de arena simbólico, pero de contenido poético, a la lucha contra el cáncer. Gracias por colaborar.

Compra el libro “Sonetos desde el hospital”

 

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Conjeturas (2)

17 marzo, 2019 By amarias 1 comentario

El independentismo catalán ha elegido un sábado de marzo de 2019, (el 16) para fletar unos cuantos autobuses hasta Madrid. No son muchos para lo que podría haber sido. La capital del Reino está hermosa en este falso comienzo de primavera, y merece la pena aprovechar unos días de asueto para acercarse desde provincias a disfrutar del ambiente de tolerancia, cosmopolitismo, cultura y simpatía que expele esta villa, capaz de codearse con otras grandes capitales del mundo sin mover una pestaña.

Viene la expedición turística catalana, -además de para hacer compras, pasear por la calma, visitar tal vez algún museo y comer un buen cocido-, para armar ruido, y contraponer presión sobre la sombra alargada hacia el trullo de los cabecillas no fugados del fallido procés. El opaco  presidente de la Generalitat, (Joa)quim Torra, títere del escapado Puigdemont, se ha aupado a la cabeza de esta expedición turístico-recreativa, para espetar al resto de los españoles que España debe escuchar a Cataluña, preguntarse qué hizo mal (aquélla), y respetar su deseo de libertad y justicia (de ésta).

La conjetura catalana es falsa como la falsa moneda, va a contrapié de la solidaridad necesaria para escapar de las tormentas, resulta ajena al hecho histórico español y al modelo europeo, y es perjudicial para todosuy, pero más para las ilusos que se han creído que siendo cabeza de ratón podrán defenderse mejor de las garras leoninas del capitalismo voraz.

Cierto que a esa conjetura solo puedo oponer otra, que es que a la mayoría de los encausados por el intento de sedición y/o rebeldía se les impondrán penas de cárcel. Esta presunción no tiene que ver con mi firme creencia, que comparto con la inmensa mayoría de españoles, de que los catalanes forman parte de España, y que están y estamos todos mucho mejor juntos que a la greña. Radica en mi convicción de que las leyes deben respetarse y que quienes inviten a violarlas desde las instituciones, no importa si estando convencidos o sufriendo alucinaciones, incluso aunque pretendan defender la voluntad de un par de millones de ciudadanos, merecen respeto pero no un trato de favor.

Los hechos ya no son presuntos, sino ciertos, aunque los matices puedan ayudar a valorar la gravedad de las intenciones y discriminar las culpas. Pero ni el sentimiento de lástima que llega a sobrecoger al verdugo sirve para justificar que le tiemble la mano, ni la compasión como espectador implica apoyar la indulgencia, porque el Estado de derecho no es distinto para unos y otros.

Así que, después de un juicio que valore la gravedad de sus actos, los cabecillas de la insurrección habrán de pasar unos años en la trena, que les rediman, ya que no reparando el daño ni posiblemente arrepintiéndose ni rehabilitándose, al sufrir la pena de la privación de libertad.

Permita el lector que me zambulla en otra conjetura. No hace tantos días, poco antes de este desfile anticonstitucional, y poco después de la ocupación de las calles del centro de Madrid por los taxistas que reclamaban que se ahogase la libertad de contratación de los vehículos de ocupación concertada (VOC) con una ley mordaza ad hoc, el 8 de marzo de 2019, miles de mujeres y algunos hombres se manifestaban en la capital y en muchas ciudades del Reino, reclamando la plena igualdad del antes considerado sexo débil, pidiendo también, como es costumbre para todo grupo vociferante, libertad y justicia y, ya en deriva, en ciertos sectores, esgrimiendo carteles y gritando eslóganes de pelaje entre chusco y deplorable.

Tengo la conjetura de que las manifestaciones, al menos la de Madrid, estaban organizadas en sus elementos básicos por personas que saben bien cómo movilizar a las masas. Se prendieron mechas en distintos puntos del bosque de los ideales feministas y así se consiguió que ardieran muchas más hectáreas. Solo que, para mí al menos, se perdió gran parte del sentido reivindicativo leal y serio, difuminándolo en una fiesta más bien grotesca.

Dentro de mi conjetura, quiero suponer que algunas relevantes integrantes de la manifestación de Madrid participaron en ella, confundidas, es decir, confusas. En la primera línea del frente de exhibientes, había miembros del Gobierno socialista (y la esposa del presidente de Gobierno), que no se limitaron a llevar una pancarta y avanzar en silencio.

Contagiadas por el ardor multitudinario y víctimas propiciatoria de la organización revoltosa, saltaron y botaron sin sentido, y dejaron que sus voces se confundieran con insultos, eslóganes y soflamas tabernarios.  Dijeron algunas de esas figuras del Gobierno que actuaban en el ejercicio del derecho a la expresión individual.  Solo que, desde mi conjetura, se convirtieron también en portavoces de aullidos que nada tienen que ver con la igualdad, el feminismo y el derecho a no ser discriminadas por haber nacido sin pene, aún disponiendo, por evidencias crecientes, en general, de una superior inteligencia de los portadores naturales de ese adminículo de poco uso.

Tengo, en fin, una conjetura que extraigo de tamaño batiburrillo de ideologías, creencias e intereses: arriesgamos avanzar por el camino de lo peor, creyendo ir por la senda de querer estar mejor.

El independentismo nos empobrece y genera barreras económicas y sociales que nos hunden en la miseria de la no recuperación; encrespa y abre barreras de incomprensión y hasta de odio entre quienes deberían poner los hombros unos junto a otros y los cerebros y las manos a empujar los mismos carros.

El feminismo vociferante y pre-bélico no ayuda a avanzar en la consecución de esa igualdad, justa, legítima y, además, beneficiosa para todo el colectivo humano. Ni siquiera sirve para acelerar el ritmo porque, como bien sabemos los que peinamos canas (muchos de ellos en la generación de las yajus, los ya jubilados), ha alcanzado velocidad de crucero en las últimas décadas, abriendo y derivando barreras.

Hemos ido juntos, hombres y mujeres, en esos avances. Cierto que queda camino por hacer pero los varones no somos, sin más, el enemigo. Quiero creer, también, que la mayoría de las mujeres saben valorar que, con limitaciones del modelo y circunstancias, la mayoría más significativa nos hemos colocado al lado de nuestras compañeras, desde el respeto, el afecto y la comprensión, apoyándolas en su justa carrera, no solo con aplausos, sino eliminando rémoras cuando estaba en nuestra mano.


El ave que vuela en el limpio horizonte castellano es un juvenil de golondrina común (hirundo rústica). Cuando los niños de entonces estudiábamos Ciencias Naturales en el bachillerato, la golondrina era uno de los animales que, elegidos como ejemplo de su categoría (en este caso, las aves) nos enseñaban a distinguir entre morfologías, aparatos digestivos, músculos o huesos.  La golondrina común es de todas las aves voladoras con l< cola ahorquillada, la única que tiene manchas blancas en la cola y una garganta de color naranja con anillo ocular oscuro.

Bécquer poetizó a las oscuras golondrinas, aunque esas aves, tan conocidas, solo parecen oscuras vistas desde arriba. Vistas desde el suelo, es característico elemento diferenciador de la familia de las Hirundinidae, la cola: Ligeramente amilanada en el avión zapador (y collar marrón), redonda con manchas blancas, en el avión roquero, con largas pestañas (más cortas en el joven) en la golondrina común y en la dáurica (ésta, con dorso y obispillo naranja y zona ventral completamente negra) y, en fin, el avión común, con cola negra amilanada, obispillo y zona ventral blancos y tenue collar gris.

 

 

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El derecho a la huelga de los taxistas

25 enero, 2019 By amarias 1 comentario

La magnífica red de transporte público de Madrid-capital, mi concienciación ambiental sin resabios tecnicistas de que hay que restringir a lo indispensable la utilización del vehículo propio  y, no en último lugar, la drástica reducción de mis ingresos por la engañosa jubilación activa, me han desconectado bastante del mundo del taxi como usuario.

Sin embargo, el tratamiento experimental (fármaco vs. placeb0) que recibo desde hace un año y su intenso seguimiento -sufragado por Roche y la Unión Europea-, me acercaron al funcionamiento de las plataformas VTC; es decir, de Uber y Cabify.

De esa experiencia personal, surgió la convicción de que el “gremio del taxi” tiene bastante que aprender en punto a la calidad ofertada. Los conductores de los vehículos que me atendieron en este año (más de cien viajes), todos sin excepción -españoles como extranjeros- respondían a una base de homogeneidad de muy alta gama, eran el resultado eficiente de una concienciación de que debían brindar al usuario un servicio irreprochable.

Tengo suficientes familiares, amigos y conocidos entre los usuarios del servicio público del taxi en Madrid o Barcelona para poder afirmar que el mundo del taxi no ha conseguido eliminar, sino al contrario, las ha exacerbado, las actitudes negativas, molestas, incluso desagradables, de algunos individuos que se dicen taxistas porque ocupan un auto con licencia para ese cometido.

La amabilidad, corrección en la vestimenta y cortesía de los conductores de TVC, la limpieza exquisita de los vehículos que usan (privados como de las empresas), la puntualidad del servicio (incluida la llamada al móvil si el estado de la circulación provoca el mínimo retraso), la atención general al pasajero sin la menor interferencia del capricho del conductor (temperatura, emisora de radio, velocidad, lugar de parada, etc.), la conversación respetuosa o el silencio concentrado a voluntad del pasajero, parecen ser las normas principales que rigen la actuación de quienes conducen los impecables automóviles, soportados, puede uno imaginar sin esfuerzo, por una estructura que funcionaba sin fisuras.

Qué alivio saber que el conductor del coche que me recogía en el aeropuerto, en los Juzgados o en el Hospital, para conducirme a casa no mascullaba improperios cuando le comunicaba la dirección, quejándose porque había tenido que esperar nosécuántas horas para conseguir aquel miserable viaje que yo le estaba demandando. Qué tranquilidad saber que no tenía que tapar mis pituitarias para evitar, en lo posible, el flujo del tabaco o del sudor que impregnaban el vehículo. Qué agradable sensación poder indicar, antes de iniciar el viaje, si deseaba o no escuchar esa música, o ese comentarista radiofónico o concentrarme en el silencio. Qué maravilla resultaba advertir que el conductor recogía mis pertrechos del maletero y los depositaba con cuidado en la acera e, incluso, se ofrecía a llevarlos hasta el portal.

Por supuesto, aunque no conozco a todos los taxistas de Madrid o Barcelona, doy por seguro de que una mayoría son serios, educados, responsables y cumplen con lo que cabe exigir a su profesión, como servicio público. El Ministerio de Transporte ha dado a conocer que existen 65.973 licencias de taxi en España frente a 13.125 licencias de los Vehículos de Transporte Concertado (VTC). Sabemos también que en Madrid son 15.576 los taxis frente a los 6.559 vehículos VTC(es decir, el 29,6% del total)  y en Barcelona, respectivamente, 10.991 frente a 2.283 (el 17,20%). No parece que las cifras alcancen características de escándalo.

Escribo estas líneas el 25 de enero de 2019, cuando los taxistas de Madrid y Barcelona llevan en huelga de varios días. No tengo muy claro lo que piden exactamente, aunque me esfuerzo en entender que su exigencia fundamental es que se implemente una regulación que restrinja la libertad de contratación de vehículos a las plataformas de transporte concertado. La regulación del transporte es competencia transferida las autonomías, que son las que se encuentran con la patata caliente de esas reivindicaciones.

En la Comunidad de Madrid, donde aún gobierna el Partido Popular con el apoyo de Ciudadanos, la patata quema las manos de mi colega de carrera de ingeniería Angel Garrido,  emparedada su capacidad de acción entre el gobierno central donde aún coaligan PSOE y las fuerzas separatistas y oportunistas y el equipo local de la supermagistrada Carmena, ocupada en la prolongación de su mandato en la alcaldía con nuevos mimbres. En la Comunidad catalana, el desbarajuste competencial ha puesto el protagonismo para resolver el conflicto en la incalificable Ada Colau y las mareas.

Puede que los taxistas tengan alguna razón, pero la razón que tienen debe ser poca, y la poca que tienen, la han perdido, para mí al menos, por la forma de reclamarla.

Porque, como ciudadano, como usuario del taxi cuando lo necesite o me de la gana y como trabajador autonómo o empleado que no tiene forma de presentar sus deseos, y argumentar sobre sus derechos más que en los tribunales de justicia o por la vía de los representantes políticos legítimamente votados, no quiero ser rehén de nadie, y menos aún de quienes detentan la responsabilidad de ofrecer un servicio público.

No puedo quitar de mi cabeza el rostro de un par de energúmenos (desconozco su posición en el gremio de taxistas madrileños, pero debe ser importante) gritando blasfemias, amenazando a otros ciudadanos, envenenando la imagen exterior del país, enfrentándose a las fuerzas del orden -que hacen su trabajo, nada fácil, de garantizarlo-, paralizando vías públicas y dificultando con ello el transporte a los aeropuertos y estaciones ferroviarias, a las Ferias y Certámenes, y, en fin, quitando tiempo para ir al trabajo, al ocio a a sus hogares a cientos de miles de inocentes, ajenos a su problemática, como los taxistas son ajenos a la suya particular.

Hay que revisar el derecho a la huelga, señores legiferantes. La huelga de los taxistas ha puesto, otra vez, el dedo en la llaga de un derecho demasiado laxo, incompatible con la necesidad de mantener servicios públicos y con la honestidad y seriedad exigible a quienes están obligados a ofrecérnoslos sin mácula. No quiero que se me utilice como rehén de ninguna pretensión, por legítima que parezca a quien la ponga sobre la mesa. Ni controladores de vuelo, ni conductores de metro o autobús, ni pilotos de aviación, ni encargados de seguridad de centros públicos, ni, sin pretender ser exhaustivo, taxistas. Como no sería tolerable -ni imaginable, seguramente- encontrarnos con una huelga de guardias civiles, militares o policías nacionales.

La huelga de taxistas ha significado un aldabonazo sobre la democracia, la libertad económica, la capacidad de negociación de los políticos y el uso torticero de medios para conseguir lo que un colectivo reivindica como justo. De todos esos factores, hemos sido rehenes, lo estamos siendo mientras dure la huelga de los taxistas.

En mi opinión, además, se han disparado un tiro en el pie. Salgan como salgan del conflicto, habrán perdido.


Este ave que sale del agua dando aletazos apresurados, es un charrán común (sterna hirundo), con su plumaje de verano, distinguible sobre todo, en este caso, dado el ángulo de la toma fotográfica, por la “boina” negra de la cabeza, que le llega a la altura del ojo; aunque no se aprecie claramente aquí, el pico del ave es rojo anaranjado, que pasa a ser de color gris negruzco en invierno. Las primarias interiores, traslúcidas, contrastando con las exteriores, más oscuras (formando una cuña) y el comportamiento cuando está pescando, pues se cierne y zambulle con brusquedad cuando detecta una presa, son otras características de este ruidoso y simpático miembro de la compleja familia de los charranes.

 

 

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El 70

5 enero, 2019 By amarias 2 comentarios

El 70 es un autobús. En realidad, más precisamente, una línea del transporte de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) de Madrid, la que hace el recorrido desde el Alsacia hasta la Plaza de Castilla.

El 70 es el autobús que más utilizo para desplazarme, de todas las líneas de este medio en Madrid: une dos focos de mi atención, de uso muy frecuente, por dos razones principales: en dirección hacia Alsacia me lleva hasta Alcalá Norte, al lado de la biblioteca municipal en donde me proveo de los libros que no pienso comprar y de los vídeos de las películas que me perdí cuando se proyectaron en las salas de cine; en dirección Plaza de Castilla, me deja donde el transbordador que me permite conectar con la línea 135 que me dejará en el Hospital Ramón y Cajal.

Ese itinerario del 70 es también mi preferido para caminar o correr, bien en sentido de ida y vuelta de y hasta mi casa, bien en solo un sentido y servirme del paso del autobús en una parada del trayecto, y tomarlo hasta otra que me acerque adonde vivo.

Ya, ya sé que hablar o escribir de una línea de autobús es excepcionalmente aburrido. No conozco gente que, fuera de las paradas y mientras espera que llegue el que debe coger, dedique minutos a un tema tan soso. Eso sí, cuando estás en la parada y el vehículo tarda en aparecer, lo normal es que se pregunte (si no se tiene la aplicación que te indica, más o menos, cuánto hay que esperar) si hace mucho que pasó.

El 70 tiene un comportamiento misterioso. Igual tarda en aparecer veinte minutos que, de pronto, aparecen dos juntos, uno detrás de otro, como si fueran un trenecito. La gente que sabe de qué va la cosa, deja pasar de largo el primero y se sube al segundo, que circula casi vacío. El récor que tengo registrado son tres autobuses 70 a la par. Anoté la efemérides en una libreta que debe estar en alguna parte.

He elucubrado un poco y, la verdad, no tengo ni idea por qué, en un trayecto tan predecible, pueden acumularse dos autobuses de la misma línea. ¿Estarán haciendo carreras los conductores, a ver quién es el que se salta más semáforos? ¿Tiene la EMT pocos autobuses de esos largos, de cremallera (que, si vas de pie y te descuidas en estar agarrado como mandan los cánones, puedes quedar estrellado contra la pared o un vecino, en cualquier frenazo) y, por ello, los envía de dos en dos?

Seguiré investigando. He preguntado a bastantes usuarios y la mayoría coinciden (ignoro si pasa lo mismo en otras líneas y en otras ciudades): El 70 es impredecible.

Recientemente han instalado en algunas paradas unos paneles indicadores del tiempo que tardará en aparecer el autobús de tus deseos. No me ha resuelto el dilema, pero al menos puedo saber con cierta antelación si me dará tiempo a tomar un café o hacer toda la compra del día, entre el próximo autobús o el siguiente.

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Esta hembra del alcaudón común (lanius senator) jugaba a ocultarse entre los álamos de la orilla del Guadalquivir, en Sevilla, en abril de 2018. Debía tener su nido cercano. Respecto al macho -la foto que pude, al fin, obtener de su pareja, resultó borrosa- se distingue por resultar algo más apagada en el manto y el antifaz característico menos negro, manchado con blanco sucio.

La especie tiene el pico ganchudo y, premiados por la paciencia con la que suelen apostarse inmóviles para acechar el paso cercano de insectos voladores o avistar saltamontes y escarabajos, resultan buenos cazadores. Cuando tienen exceso de provisiones y no hay aún crías que alimentar, suelen ensartar sus víctimas en espinas de matorrales, convirtiéndolas en reservas de proteína que no solo sirven para ellos, sino para otras aves, ladronzuelas.

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Porqué en Catalunya: Cuarta entrega

27 octubre, 2017 By amarias Dejar un comentario

Escribo esta Cuarta entrega en un día que aparece como crucial para acelerar, ya que no el desenlace, sí la generación de un máximo de tensión en relación con la declaración de independencia de Cataluña por parte del actual Gobierno de la Generalitat.

Es la mañana del 27 de octubre de 2017, y todos los interesados en el tema que aún no se encuentren saturados por la escenificación del nivel de desencuentro entre las posiciones de ambos gobiernos (central y regional), han podido contemplar ayer lo que parece el último acto antes de la declaración de independencia por el Parlament catalán y la autorización de la aplicación del art. 155 en el Senado de la nación.

La cuestión, es pues, gravísima y no hace falta usar ni una pizca de imaginación para deducir que la salida a la misma no puede resultar ni previsible, ni pacífica, pues el timón de los acontecimientos ha sido trasladado a la calle. Las manifestaciones de los partidarios de la independencia, dirigidos y alentados en Cataluña por personajes con indudable relevancia mediática y carisma personal, han ocupado los espacios públicos (y la TV3), y los lemas se repiten machaconamente, pivotando sobre los términos Libertad, Democracia, Independencia del Estado español, República.

No hay opciones para la discusión parlamentaria ni para la modificación pacífica -es decir, legal, con base en las mayorías cualificadas imprescindibles, necesarias- de aquellos artículos de la actual Constitución española que pudieran ser objeto de revisión. En ningún caso, a tenor de las expresiones de intención de la mayoría de los españoles encuestados y de los partidos que representan la mayoría parlamentaria, esta modificación podría afectar a la forma de Estado (monarquía) ni a la unidad territorial (España es indivisible, reza la Norma Suprema).

Se podría hablar, pues, de modificaciones de  la Constitución actual, en relación, sobre todo, al modelo territorial y al reparto de competencias entgre el estadio Central y las regiones. Algunos, si nos correspondiera opinar con relevancia, defenderíamos la remodelación de las actuales regiones -demasiadas, y muy desiguales-, permitiendo la federación de Comunidades Autónomas, prohibida expresamente por el art. 145, o la agilización, al menos, de la posibilidad de acuerdos o convenios  entre ellas, sometida a la autorización de las Cortes Generales, en el apartado 2 del mismo artículo. El número óptimo de Autonomías o regiones, no debería superar a seis o siete.

Un asunto muy importante es la recuperación de la óptima gestión de los recursos, demoliendo o revisando con espíritu crítico -dimanante del interés general, hoy perdido en el limbo de los intereses partidistas y localistas- la cesión de competencias a las Autonomías. Enormes despilfarros, decisiones de inversión y gestión sin objetivo serio ni coherente, afectan hoy a todos los sectores básicos: enseñanza, comunicaciones, sanidad, etc.  Es imprescindible reconstruir un Estado central fuerte, en beneficio de todos.

Naturalmente, no tengo la menor idea de lo que va a pasar en concreto. Para mí, como para muchos, que vivimos la situación desde fuera de Catalunya, resulta inextricable el cosmos catalán en este momento, una madeja revuelta y enlodada. Seguramente, habrá disturbios importantes en las principales poblaciones catalanes. Con alta probabilidad, se disolverá el Parlament y se encausará a los cabecillas de la insurrección, quizá se detenga a algunos de los más significativos. Las revueltas callejeras producirán heridos, detenidos, y más tensión. Hasta que estalle.

¿Era esto necesario? En absoluto. ¿Tienen legitimidad suficiente los independentistas? Por supuesto que no. ¿Saben a dónde van? Lo dudo. ¿Causan un daño irreparable? Sí, lo han causado y aún lo provocarán en mayor grado, por su voluntad de persistir en el empeño secesionista hasta que la explosión de la situación en la calle, con víctimas directas y colaterales, les obligue a claudicar, y, ojalá, a preguntarse, qué hemos hecho.

¿Por qué en Catalunya? Se ha dado, de forma excepcional, atípica en relación con el momento que se vive en las democracias occidentales, de la connivencia entre dos facciones socio-políticas habitualmente enfrentadas: a) la burguesía medio-alta (proclive a apoyar, sin convicción ideológica, por pura intuición de lo que resultaría mejor para ella, a los analistas  teóricos y aficionados que, en momentos de crisis, critican, sin ofrecer soluciones, cuanto dimane del sistema oficial, y en la que figuran como exponentes cualificados muchos funcionarios, seguidos a ciegas por pensionistas, rentistas y parados)  y b) la izquierda revolucionaria, atenta siempre a movilizar a los descontentos y oprimidos por el sistema dominante, y en la que militan, a la búsqueda de protagonismo, profesores universitarios, licenciados en paro, ecolojetas, visionarios, ilusos, y, por supuesto, por necesidad o convicción, todos cuantos sufren la marginación laboral y personal, que son, desgraciadamente, millones de personas en este momento de crisis (más de 5 millones).

Si, además, sumamos a) la corrupción destapada y puesta a la amplia luz de la sociedad y, en parte, de la justicia, de algunos políticos, empresarios y funcionarios, cuyo máximo exponente es precisamente el actual partido en el gobierno central ; b) la necesidad perentoria de ocultar la pésima gestión y la incuria de no pocos dirigentes catalanes y sus antecesores, incluso como Presidente de la Generalitat o consellers, c) el atractivo para muchos jóvenes sin ocupación de salir a la calle para protestar sobre cualquier cosa y quemar adrenalina (ya que no solo en los campos de fútbol, dándose porrazos con afectos (?) a otros clubes, o contra las fuerzas del orden,  d) la simpatía propia de un modelo de independencia (liberación del yugo opresor) vendido como solución y no como problema desde las instituciones y media locales y e) la presión del vecino, del colega, y de agentes de movilización experimentados y sin especiales escrúpulos para infringir el orden y las leyes…¿qué tenemos?

La destrucción de la armonía, la implantación del caos por un período de tiempo, el triunfo de los depredadores, a costa de los catalanes y del resto de los españoles.

 

 

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Sexta carta a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid

11 junio, 2016 By amarias 1 comentario

Alcaldesa,

Esta será mi última carta, al menos, por ahora. No quiero que se interprete, como algunos de los que se asoman a estas páginas están haciendo, como que defiendo una opción política determinada y que critico su gestión o la de su equipo de Gobierno municipal por ello. No es el caso.

Además, mi actitud personal es conocida por personas de su entorno y se conoce mi disposición permanente a colaborar. Con todas las Administraciones, independiente de su signo ideológico, siempre que sea por la evolución de la sociedad. No tengo por qué justificarme.

Le quiero hablar hoy, en fin, de los ingresos del Ayuntamiento de Madrid. Tomo como punto de partida los Presupuestos de la ciudad. También pretendo aprovechar que el Manzanares pasa por Madrid para expresar algunas ideas acerca de la reactivación de la ciudad en aquellos sectores a los que concedo mejores perspectivas de futuro, a medio plazo.

Ese futuro al que, por nuestra edad, ni Vd. ni yo -mal que nos pese- puede que no alcancemos a ver ni disfrutar pero del que todos debemos sentirnos, en la medida de nuestra capacidad de actuación y dirección, responsables.

Poco se puede hacer con un presupuesto tan exigüo como el de Madrid, y tan comprometido para mejorar la preparación ante ese futuro. Durante una década larga de bonanza (que resultó aparente, pues hubo que pagar la mayor parte de las cuentas atrasadas, y con intereses), se hicieron nuevas infraestructuras viarias sin estudios de rentabilidad y uso, se compraron terrenos y levantaron edificios para dependencias administrativas que luego no fueron trasladadas, se contrató personal o se firmaron contratos de servicios con alegrías que se hicieron rémoras.

Un predecesor suyo que quiso modernizar la ciudad para comodidad de un medio de transporte que el tiempo está próximo a sancionar con crudeza -tal vez con el ojo bizco mirando a Carlos III, “el mejor alcalde de Madrid” (pro cierto: ¿qué le parece que un Rey, con el apoyo de reformistas ilustrados, lleve ese título honorífico, justo antes de la Revolución francesa?)-  Alberto Ruiz Gallardón, invirtió en Madrid 10.000 millones de euros de los que no se disponía, con el ladino principio político de “quien venga detrás, que arree”.

Unos llevan la fama y otros cardan la lana. Tenemos que agradecer -qué cosas- a la sucesora de aquél, Ana Botella, de la saga de los Aznar, que, aguantando el tipo de su incompetencia, bajara esa deuda, a base de inhibición que no precisamente de eficacia gestora, hasta poco más de 4.600 millones. Así que cuando su equipo de “fuerzas del cambio” se hizo cargo de la alcaldía, con la ayuda de un genio de la informática presupuestaria apellidado Sánchez Mato,  al que veo sentado ante un ordenador haciendo simulaciones como loco con un mapa de la ciudad y algunos datos del consumo por áreas del agua y del vino, hizo posible que solo precisara en 2016 dedicar un 12% del presupuesto (560 millones de euros) a la amortización de la deuda, la mitad que lo dedicado en 2015.

Aparte de los impuestos y tasas, la partida más importante de los ingresos de Madrid son las llamadas Trasferencias corrientes, que resultan de la participación en los tributos que recauda el Estado central y de la ayuda por el fondo complementario de Financiación. Para la ciudad, este montante alcanza los 1.420 Mill. de euros, y permanece prácticamente constante desde hace años (depende de la población, de la recaudación total y de fórmulas imaginativas para llegar a una cantidad adelantada que se liquida posteriormente con datos reales, y que ha abierto, por supuesto, una vía permanente de litigio entre las Administraciones).

No me voy a calentar la cabeza (ni la suya) calculando cuánto queda libre por madrileño para inversiones reales en cada Ejercicio. Nada. Podemos encubrir el carácter de las partidas dedicadas a mantenimiento, conservación y renovación presentándolas como inversión, pero la realidad será que si Madrid puede invertir algo (poco) será detrayéndolo de otras necesidades. Y si en época de crisis económica -situación que, no por pesimista, sino por haberlo analizado, considero irrecuperable- se decidiera aumentar los impuestos o tasas, habrá que actuar con sumo cuidado para no provocar mayores desigualdades aún o un airado levantamiento de patas de la clase media, que es la que sostiene en este país, el edificio de la solidaridad.

Permítame lo que parece una boutade, pero saldría con más cuenta ponerse de rodillas ante la presidente del Banco de Santander, entidad que ha declarado 6.000 Mill. de euros de beneficio en 2015, para que movilizase una parte de esa cantidad en Madrid, que hacer elucubraciones sobre cómo rascar unas decenas de euros de un presupuesto de la ciudad para acometer nuevas inversiones. Teniendo ya detectadas bolsas de miseria y precariedad tan importantes, y contando con la presión tabanera de los movimientos sociales, cualquier dinero que pueda reajustar a base de encaje de bolillos, entre partidas, desaparecerá en su mayor parte en el camino intrincado que va desde el estudio de oportunidad hasta las áreas de necesidad.

Incluso los 725 millones de euros de beneficio en 2015 declarados por ACS, propiciarían más de una charla con Florentino Pérez, que podría servir, de paso, para convencerle de la necesidad social de que dedicara a actuaciones conjuntas los casi 60 millones de euros de beneficio que prevé en la temporada actual ese gran club que lleva el nombre de la ciudad por el mundo y, de paso, que tome ejemplo de equipos más modestos que no necesitan fichar a atletas de museo que cobran como dioses para divertir al personal.

¿Líneas de futuro para la ciudad? Creo que nadie como el Ayuntamiento con mayor poder de convocatoria como para reunir a un grupo de analistas, empresarios, profesores, economistas, informadores, etc., para que debatan sobre el impulso conveniente a la ciudad. La Universidad sería uno de esos ejes, en efecto, aunque hay que revisar tanto la composición como los resultados de su Consejo Económico Social. Queremos ver sus conclusiones.

La CEOE sería otro eje de aportación de iniciativas e ideas: hay que estudiar, con decisión y transparencia, qué se imaginan como desarrollo para Madrid: ¿más restaurantes? ¿espacio para zonas comerciales y de ocio? ¿intensificación en la formación en fontanería, cocina y jardinería? ¿aumento de la productividad laboral con incremento de la amenaza al despido?…tal vez…¿ayudas a la rehabilitación energética de edificios? ¿inversiones públicas de apoyo a los sectores en situación delicada? ¿mayores incentivos a la investigación aplicada?

Mi propuesta es mucho más sencilla: transparencia y honestidad ante los demás agentes sociales.

No faltarán bancarios a las  reuniones: ellos deben saber dónde circula el dinero y a qué huele. Ni, claro, dejarán de estar invitados: asociaciones de vecinos y padres, ni representantes de partidos políticos, ni empresarios autónomos, portavoces de colegios profesionales, responsables de enseñanza pública y privada, gerentes de Hospitales, responsables de oficinas de desarrollo local y de empleo, etc.,

Me apunto, si me lo permite. Y, si no molesta a nadie, me apunto también para invitar, si nadie quiere hacerlo, eso sí, amablemente, a que ceda su sitio a otro, si alguno de los convocados en primer lugar no aporta nada, y solo se contenta con calentar su silla y tomar notas.

Necesitamos gentes que, en el plato común de los huevos con chorizo, aporten tanto un ingrediente como otro, aunque merecen mucho más respeto los que entreguen parte de su esencia, se comprometan.

Tambié le doy una pista de por dónde van a ir los tiros del futuro, aunque seguro que pensó Vd. o alguien de su equipo más de una vez en ello.

No son buenas noticias. Habrá más necesidades y será cada vez más difícil sostener el estado de bienestar. Qué digo: imposible. Habrá menos trabajo a repartir, de más cualificación y más apuntados a los beneficios sociales. El número de empleos destinados al servicio asistencial o de terceros dependerá, exclusivamente, de la fortaleza y cuantía de los empleos de alto nivel.

Madrid precisará, por tanto, conectarse -de verdad, no de mentirijillas, desarrollando toda una red de interacción- con la élite mundial del desarrollo tecnológico (en biomedicina, en nuevos materiales, en robótica, aviónica, farmacia, biotécnica, etc.) o no será más que una ciudad en rápido retroceso y con graves tensiones sociales.

Confío bastante en la Universidad y en la colaboración con las empresas, si bien dándole un giro sustancial. Tan sustancial que o se consigue incorporar como catedráticos y profesores a gentes con verdadera experiencia empresarial, aunque no sean doctores ni hayan tenido currículum docente, o la Universidad no saldrá de su círculo vicioso.

Hay que conseguir que los egresados universitarios sepan cómo crear empresas. Las tesis doctorales han de tener aplicación práctica, no responder a una reproducción harto endogámica y sin destino extraacadémico. En este sentido de activación, me parece notable el modelo de la Politécnica de Catalunya. ¿Lo conoce?.

No niego que en Madrid seguirá habiendo un hueco para la sociedad de servicios, y se mantendrá, en competencia dura, como foco turístico (sobre todo, interior), pero…el espacio para esas actividades tiene una tendencia de cuarto menguante.

Me alegra haberla conocido, alcaldesa. Sí, ahora que lo pienso, también estoy muy satisfecho de ser como soy.

Angel, un ciudadano de Madrid

 

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Quinta carta a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid

9 junio, 2016 By amarias 1 comentario

Alcaldesa,

Si por casualidad leyera esta carta, seguramente será la que le resulte menos agradable. No tanto porque a Vd., a la que supongo curada de espantos y de llantos, vaya a molestarle, sino porque imagino molestará a algunos miembros de su Corporación y a parte de los funcionarios y del personal empleado del Ayuntamiento.

No pretendo, sin embargo, ofender. Escribo desde lo que observo y, como nunca tuve un cargo en el Ayuntamiento de Madrid, que me posibilitara conocer y, tal vez mejor comprender su funcionamiento desde dentro, puede que esté total o parcialmente equivocado. En tal caso, -que solo dejo abierto en beneficio de la duda que debe asistir a todo el que sea juzgado y, especialmente, por la protección que merece quien es destinatario genérico de deducciones y presunciones ocasionales -, el problema estaría repartido entre la torpe visión del ojo que percibe, como en la falta de claridad con que muestra su eficacia quien está obligado, por su posición al servicio de los demás o garante de ella, a ser intachable.

Tratándose de servicios públicos, el oscurantismo es falta lamentable, ya que conduce a errores, elucubraciones y torpes deducciones del que juzga u opina, y sume en la intranquilidad al que es administrado. En particular, a este último, al que se le hurta información imprescindible, no solo sufre las consecuencias, sino que paga por un servicio cuyo nivel de eficacia real en relación con lo que le cuesta no tiene elementos para valorar, pues ignora si se está despilfarrando el gasto o si la calidad sería mejorable.

Todo esto es pura teoría. Dirigir un Ayuntamiento como el de Madrid es tema tan complejo que exigiría una formación y experiencia gerenciales de las que pocos dispondrían y de la que, no se ofenda, Vd. no dispone. No es grave. Tampoco se la concedo a sus antecesores. Todos ellos, y allá va Vd. por tanto, han debido contentarse con actuaciones puntuales hacia dentro y se concentraron en exhibiciones hacia fuera: actos públicos, inauguraciones, discursos más o menos rimbombantes, etc.

Un caldo de cultivo excelente para que los equipos de personal adquieran comportamientos y vicios propios, para que el análisis de las funciones y cometidos de los servicios se enfoque más desde la teoría o la analogía con otros municipios que desde la eficacia.

No le voy a descubrir nada nuevo si afirmo rotundamente que Vd. ha heredado un Ayuntamiento con focos abiertos de corrupción, bolsas importantes de ineficacia y, también, con asignaciones de personal en diferentes secciones o capítulos de actividad que no están basados en objetivos o funciones. Madrid no es la capital de la incompetencia hispana, pero sí concentra más por metro cuadro por simples efectos de su tamaño.

Hay tradición de la falta de transparencia y la impunidad acerca de lo que se cuece en las Administraciones públicas y, especialmente, en las locales, en la que se reparten favores -desde contrataciones de personal o servicios, hasta la confección de planes urbanos a medida de intereses particulares,  recalificaciones urbanísticas, asignación de zonas verdes y equipamientos, etc.- que no están o no se vieron sometidos a las intervenciones que hubieran sido imprescindibles. ¿Lo dejamos así? ¿Va a favorecer a algunos en detrimento de otros, vengan de donde vengan, incluidos los que la apoyaron?

Vaya, vaya. Presiento que algunos se han levantado airados de sus asientos para acercarse a darme un coscorrón y alegar que estoy muy, pero que muy equivocado, porque la corrupción y las corruptelas se concentran en el ala derecha del espectro ideológico.

Pues no me lo creo. La corrupción surge allí donde se le deja oportunidad, y no tiene marca política, pues surge de una de las debilidades de lo humano cuando no se siente vigilada. Ante todo, aclaro que no estoy acusando concretamente a nadie; como abogado, me tiento la ropa antes de apuntar sin fundamentos seguros a personas determinadas, tomando como precaria  para las conclusiones, informaciones obtenidas solo de algún proceso u episodio concretos, y por tanto, sesgadas, o de comentarios entre amigos, más o menos de café.

Pero bastaría pasearse con tranquilidad por las calles de la ciudad para percibir vestigios de corrupción, que, como fósiles en la geología, han dejado su huella para que el investigador saque sus deducciones. No se han cumplido los diversos Planes de Ordenación Urbana y no se están cumpliendo: hay flagrantes situaciones que han causado la disparidad de alineaciones de alturas en edificios de la misma calle o manzana, se han demolido edificios singulares a cambio de una torpe placa recordatoria, hay feas fachadas suplantando allí donde había artísticas terminaciones….

Más, y para no volar alto: se están realizando multitud de obras de reforma de interiores de edificios, locales comerciales, clínicas, casas particulares -detectables incluso por contenedores en la vía pública en la que se amontonan restos de tabiquería, junto a los más variados enseres- que apostaría que se hacen de tapadillo, mintiendo sobre la cuantía y carácter de las mismas y, a lo que parece, en su mayoría por personal extranjero, por lo que me permito, además, dudar de la legalidad de la situación laboral y residencial de la mano de obra ejecutante, de la honestidad de los funcionarios e inspectores de obra que han visado y revisado las obras..

Veo junto a clubs y otros locales de alterne (¿vamos a seguir admitiendo que la prostitución no se puede prohibir?), restaurantes, zonas de ocio y comerciales, colegios públicos y privados, establecimientos bancarios, clínicas, etc., (estén señalados con prohibición de aparcar o no), vehículos atascando el tráfico en doble y hasta en triple fila; no será la primera vez que observo cómo pasan ante ellos diligentemente, solo que de largo, agentes de la policía. Tampoco seré yo el único que ha detectado unas cuantas veces, más vehículos de policía o Samur de los que puedo contar con una mano, ocupando calle y aceras…sin que se haya producido accidente alguno ni nada que oficialmente lo justifique…tal vez estarán sus ocupantes tomando el aperitivo, visitando a un amigo, o haciendo las compras para la semana.

No tengo nada contra la policía municipal, ni menos para los bomberos o el Samur. Al contrario, puedo dar muchos más ejemplos de su comportamiento eficiente. Las muestras de botón no dan para hacer una camisa, pero son parte de la imagen, y el ser humano se guía por excepciones, que son las que hay que cuidar. Tampoco tengo porqué ser crítico con esas colas de funcionarios fichando para disfrutar. simultáneamente, de su pausa de bocadillo, o esas largas bancadas de personal y mesas vacías, que nos encontramos los visitantes cuando penetramos en los entresijos de cualquier dependencia municipal…Alguien los controlará, ¿verdad? ¿o no?.

La multitud de grafittis, letreros (no todos son reivindicativos: muchos ofensivos y obscenos) que ensucian edificios singulares, fachadas, cierres comerciales, escaparates, vehículos públicos, estaciones de metro, etc., demuestran dos cosas: que existe un núcleo nada despreciable de imbéciles en esta ciudad -provistos de herramental adecuado para plasmar sus necedades sobre las propiedades ajenas, ya sean públicas como privadas- y que no hay vigilancia ni sanción suficientes. ¿Es tan difícil identificar a esas manos pintoras? ¿No son siempre los mismos?

Ya ve que su corporación no tiene por qué sentirse culpable de casi nada de lo que enumero: es una herencia enquistada en la ciudad y en sus comportamientos adquiridos, y Vds. solo llevan un año. ¿Poco tiempo? Para cambiarlo, tal vez, para detectarlo y empezar a corregirlo, no.

Y no voy a mirar solamente hacia un lado: esta ciudad tiene miles de cierres de terraza realizados a la Buenadedios, supongo que para aumentar la utilización de las viviendas más allá del volumen edificable autorizado; miles de marquesinas que interrumpen, sin sentido, el tráfico peatonal; miles de señales de pintura sobre las aceras y calles, anunciando, desde hace años, que alguna misión especial ha marcado de este modo, las irregularidades las tapas de alcantarillado, en los accesos a las redes públicas, y faltas de alineación, baldosas rotas, agujeros en las calzadas, etc.; no hay dinero, pero ¿es ésa sola la razón? ¿existe un plan para corregirlas?

He presentado, ante mi constatación de diversas irregularidades y riesgos para la seguridad de personas y cosas, peticiones de inspección concretas -me preocupa especialmente el tránsito de mercancías peligrosas por la ciudad y los depósitos de gases licuados y líquidos inflamables-, que han tenido como respuesta, el silencio, la pérdida de los expedientes, o contestaciones de salida de pie de banco. Si soy el único ante el cual se comportan así algunos funcionarios, he tenido muy mala suerte, sino soy el único, como tengo la seguridad, habrá que reforzar las inspecciones internas y detectar qué está pasando y obrar en consecuencia.

No le pongo más ejemplos, porque no voy a entrar en detalles, incluso aunque me los pidiera Vd. personalmente. No tengo vocación de pertenecer a la reinvención de una Stasi local. Quede dicho que, junto a una mayoría de empleados que son o quieren ser eficientes y se muestran solícitos ante las demandas del ciudadano (también me pregunto por qué, en algunos casos, algunos de ellos me han animado a presentar denuncias y solicitar reiteradamente entrevistas con concejales de distrito y otros responsables), hay núcleos oscuros.

“Como en todas las organizaciones”, se me dirá, pero estoy hablando de la que Vd. ahora dirige, y en un momento en el que quiere/queremos dar la vuelta a muchas cosas. En mi caso, como también estoy convencido en el suyo, de forma razonable, ordenada y pacífica. Tenemos una trayectoria personal que, cada uno en relación con las responsabilidades que hemos tenido en nuestra vida -ya en su fase final- nos avala. Hago votos porque Vd. pueda contener los impulsos de los “mozos y mozas del martillo” que figuran en su equipo improvisado.

Voy a volver aquí, aunque no corresponda plenamente con el resto de lo expresado en esta carta, con el asunto clave de la actividad económica y empleo de Madrid.  Ya le comenté que los 25.000 empleados del Ayuntamiento, con sus nóminas, suponen una importante inyección al consumo de esta ciudad, obviamente orientada hacia el apoyo indirecto al comercio, la restauración o el ocio. Necesitamos disponer de un mapa concreto de la distribución de actividad en Madrid, de los empleos que se generan por ellas, y de sus perspectivas de crecimiento. Se más de Londres, París, Dusseldorf, Copenhague u Oslo (por ejemplo) que de Madrid.

Me gustaría conocer exactamente cuántas viviendas en Madrid son de alquiler o habitadas por sus propietarios y, de éstas, cuántas están sujetas al pago de hipotecas. Hace diez años apenas era muy sencillo conseguir una hipoteca por el cien por cien del valor (entonces) de una de ellas, a devolver en treinta años. Hoy, esas viviendas valen incluso menos que lo que resta de los créditos y muchos de sus propietarios han visto reducidas sus capacidades económicas. Pagarán mientras puedan, pero si no mejora la situación económica y suben los intereses, no podrán.

Para los propietarios, por otra parte, las pérdidas patrimoniales han sido de más del 40% y los rendimientos por el capital aportado -si las tienen ya abonadas en su totalidad-, las tengan alquiladas a terceros o las ocupen directamente, son negativos. Antes de castigar a los propietarios de viviendas que constituyen su único patrimonio o la mayoría de él, con subidas de ibi, que alguien haga un estudio serio sobre lo que significa y a quién está perjudicando. Lo mismo sirve para la tentadora idea de subir las tasas por vehículos, aumentar las multas, incrementar los espacios de estacionamiento limitado, etc. Cualquier medida recaudatoria solo debe ser aprobada después de haber analizado su repercusión social.

Y si quiere hacerme caso, solamente en algo, además de escuchar las voces de las asambleas de vecinos, de atender a las reclamaciones de okupas, de defender la  actuación de titiriteros, de asistir a actos de toda índole sin que alguien le establezca claramente la repercusión de su asistencia a ellos (cambiar horas de análisis, supervisión y control por imagen y relaciones), de ofrecer su visibilidad aquí y allá con sonrisa de abuelita comprensiva (que me gusta como marca de identidad, pero me inquieta cuando la veo entre lobos), etc. etc., entretenga algo de su tiempo en seleccionar un equipo de ciudadanos que, gratis et amore, utilizando su experiencia y capacidad, le orienten sobre cómo seleccionar las prioridades.

Puede no hacerles caso, porque ese es su derecho -para algo es la alcaldesa- pero, al menos, que lo hayamos intentado.

Tenga un buen día,

Angel, un ciudadano de Madrid.

 

 

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Cuarta carta a Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid

8 junio, 2016 By amarias 1 comentario

Alcaldesa,

No me la puedo imaginar leyendo las 327 páginas de la Memoria e Informe Económico-Financiero del Proyecto Presupuesto General Ayuntamiento de Madrid 2016, y no es porque albergue dudas sobre su capacidad intelectual o de trabajo, al contrario. Solo que hay documentos que, por su naturaleza y extensión, parecerían destinados a ocupar directamente un lugar en las estanterías y , fuera de sus autores y algunos especialistas en hurgar en datos y cifras, no serán muchos los esforzados que les saquen utilidad y rendimiento.

Una Memoria y un Presupuesto anual son, ante todo, una propuesta de actividades y, una vez aprobado, un documento de trabajo. Para la ciudadanía interesada, hubiera sido aconsejable que sus autores hubieran hecho un Resumen Ejecutivo. Supongo que un documento de ese tipo sería el que se sometió a su revisión, el que recogió sus directrices generales -si las hubo- y alcanzó su plácet.

Como no he encontrado en la red telemática un Resumen del Presupuesto del Ayuntamiento, voy a dedicar esta carta a realizar una breve reseña de lo más significativo, en mi opinión, como paso previo para extraer algunas consecuencias y, tal vez, sugerir ciertas indicaciones pragmáticas. Vaya por delante mi felicitación a la Corporación por la voluntad de transparencia, como demuestra, de por sí, la posibilidad de acceder íntegramente al documento.

La previsión de Gastos para 2016 del Ayuntamiento de Madrid es de aprox. 4.500 Mill. de euros. Hay una disminución de 340 Mill. por “inversiones reales” y una partida de 600 Mill. por”pasivos financieros” a las que convendría dedicar más tiempo de análisis. Pero me quedo con lo que me parece más significativo: los Gastos de personal ocupan 1.150 Mill. de euros (es decir, la cuarta parte), y los Gastos corrientes en bienes y servicios, llegan a los 1.600 Mill. Entre ambas partidas, pues, se llevan más del 60% del gasto.

El Ayuntamiento es una gran empresa madrileña. Tiene una plantilla de 25.410 personas, y si se añade la de los organismos autónomos adscritos a su estructura (3.260) se llega a los 28.669 puestos de trabajo. Un potencial tremendo, al que hay que asignar funciones correctas, estimular, controlar. Una fuerza difusora de energía sobre la ciudad y, si no se consiguiera convertirlos -total o parcialmente- en aliento expansivo de ilusiones, un freno, una rémora, allí donde transmitieran desánimo, desilusión, reivindicaciones incomprensibles para el resto de la ciudadanía. Por cierto, si no me equivoqué al dividir, con 45.275 euros/año de coste medio por persona, la plantilla del Ayuntamiento de Madrid está relativamente bien pagada.

Hay en la Memoria alguna obsesión con pretensiones justificadoras que se me hace duro compartir. La más áspera de engullir es la preocupación por la “feminización” de las actuaciones, y el replanteamiento de las mismas en relación con el número de hombres y mujeres asignados a cada una. Como tanto Vd. como yo venimos de una época en la que había menos puestos de trabajo total y muchas familias vivían de solo un sueldo, seguro que hemos tenido ocasión de meditar muchas veces que la incorporación de la mujer al trabajo ha supuesto, sobre todo, una ventaja para las empresas (pagan menos por cada función).

No es lugar éste para traer este asunto a discusión, aunque no me dejaré engañar por “las ventajas” de que todos trabajemos de forma asalariada. Hay que investigar aportaciones no remuneradas en dinero a la colectividad y, alcaldesa, Madrid puede encontrar ahí una forma estupenda de dar ejemplo, como una smart city (ciudad inteligente) que saque ventaja de muchos ciudadanos dispuestos a ofrecer su trabajo, su tiempo, su experiencia, a cambio de satisfacción personal y reconocimiento, no de dinero.

Pero sigo con el Presupuesto. De los diferentes Programas previstos para ejecución, se llevan la palma económica unos pocos. Son los dedicados a “personas mayores” con 250 Mill. euros (ayuda a domicilio para las 190.ooo personas en situación de dependencia, de ellos, un 50% mayores de 80 años, y en un 66%, mujeres; centros de día propios y concertados, centros residenciales, etc.); está la “limpieza viaria”, que recibe una aportación de 220 Mill. euros, y las “instalaciones deportivas”, a las que se aplican 115 Mill. En conjunto, se llevan 580 Mill. de euros, que es casi la mitad de lo presupuestado para los Programas en que se desagrega el Gasto (1.260 Mill. de euros en total).

En cuanto a las necesidades asistenciales para lo que se llamaba tercera edad, en la que Vd. y yo nos encontramos de hoz y coz, las perspectivas son fáciles de proyectar. El 20,5 por ciento de la población de Madrid (650.000 personas) tiene hoy más de 65 años; y, como podría decir un vendedor de alarmas, “y creciendo”.

Poca atención parecen merecer, lo que me sorprende, incluso en una situación restrictiva de gasto, pero dada la grave crisis de empleo, las “políticas activas de empleo municipales”. Están dotadas con algo menos de 30 Mill. de euros, que se destinan a cursos de formación. Visto así, y dado que no me creo nada (o muy poco) de las ventajas de formar a la trágala a grupos de desempleados, habrá que felicitarse de que el despilfarro no sean mayor.

Según recoge la Memoria que me estoy permitiendo despiezar, los nuevos contratos laborales registrados de junio de 2014 a junio de 2015 fueron, de manera casi exclusiva, temporales y precarios: camareros y camareras (143.000), peones de transporte (conductores de furgonetas de reparto?) (28.000) y mujeres de la limpieza (sic) (76.000). Paupérrimo balance. En cuanto a indefinidos, se han generado 24.000 empleos en el servicio doméstico, 20.000 puestos de camareros y 6.500 para vendedores. Si alguien no quiere ver hacia dónde vamos, está ciego.

En mi opinión, las mejores políticas de empleo son las que difunden oportunidades empresariales, información estructurada de sectores, líneas de crecimiento económico y de formación de largo alcance, que se desea estimular desde las Administraciones. Siempre, elegidos en cooperación con los sectores empresariales, los centros de formación oficiales y los representante sociales (partidos políticos, representaciones vecinales, ONGs, etc.). Hablar cuesta menos y tiene un efecto multiplicador muy grande.

El Programa de inclusión social previsto pretende evitar, según dice, entre otros riesgos, la “feminización de la pobreza”. Atenderá a algo más de 18.ooo personas, con ayudas que se concentran en apoyos económicos de emergencia, o asignaciones periódicas a mujeres en necesidad. Escasa dotación económica para un problema que parece detectado y en expansión.

El desglose en Programas del gasto puede hacer incurrir en el error de no atender a los conceptos concretos en que se distribuye éste. Por ejemplo, al importante capítulo de la limpieza de la ciudad, se dedican 440 Mill. de euros, -incluyendo 190 Mill. de euros que se asignan al Programa que ya comenté antes-, pero también 135 Mill. de gestión ambiental urbana y 78 Mill. para el Parque Tecnológico de Valdemingómez.

Me gustaría haber tenido espacio para analizar más partidas, pero por dejar algo indicado respecto a los Ingresos del Ayuntamiento, expreso solamente que de los 4.500 Mill. de euros necesarios para el equilibrio presupuestario, 2.700 Mill. de euros (el 60%) son tributarios (y de ellos, el 84%, impuestos directos). Solo que no es cuestión de dejar tratado un tema tan importante con solo una pincelada, por lo que habrá otra carta en la que volveré sobre este asunto y conexos.

Tenga un buen día,

Angel, un ciudadano de Madrid

 

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