Al socaire

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Nos guarde Dios

28 agosto, 2020 By amarias 5 comentarios

Está claro, incluso para el lector más distraído, que el titular de este comentario hace directa referencia a los conocidos versos de Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

La situación por la que atraviesa nuestro pequeño país -aún más recortado en su dimensión comparada por la terrible afición al genocidio cultural, empresarial y hasta afectivo que es marca de clase de nuestro empobrecido ambiente social- es muy dura. No necesito siquiera detallar los muchos problemas que nos acongojan, basta con enumerarlos para que cada uno ponga el énfasis donde le parezca mejor: crisis pandémica, económica, política, ética, médica, técnica, investigadora…

Pero, sobre todo, lo que más nos está afectando es el desánimo. Languidecen los ánimos generales, y los rostros, ocultos desde hace meses por las máscaras, nos convierten a la mayoría en extraños, en fantasmas que vagamos por las calles con miedo a encontrarnos con alguien conocido, porque cualquiera puede ser portador del virus que mata.

Nuestra sociedad está poseída por el desconcierto y el miedo, aunque lo principal que diagnostico es que se encuentra aletargada, desanimada hasta límite de la paranoia, exangüe como quien viene sin fuerzas de una batalla que ha perdido. Salimos de casa lo justo para comprar alimentos o para ir y venir del trabajo -quienes aún lo tienen-, pero hemos renunciado al abrazo de la familia y los amigos, a las salidas al teatro o al cine, al restaurante y al ocio.

Ah, no es esa limitación ambulatoria lo que me parece más importante. Lo grave es que se ha perdido fuerza para expresar las opiniones, han decaído los foros de discusión, vamos camino de la uniformidad viscosa que produce el estar cociéndonos en nuestra propia salsa ideológica y sentimental. Nuestra desorientación, lo monocromo de las opiniones que recibimos sobre los hechos nos está polarizando. La televisión y la radio, los únicos medios de información que entran en nuestras casas y monopolizan nuestros cerebros nos va uniformizando, agudizando la polaridad de las creencias. Estamos en el camino de ser A o B, favorables al Gobierno o contrarios, rojos o azules, monárquicos o republicanos, necios de un lado o del otro.

Es ya un tópico enunciar que tenemos un Gobierno falto de iniciativa e ideas, incompetente y falaz por parte de una sección importante de la población. Cierto que la papeleta con la que le ha tocado lidiar a este Gobierno frankestein, con más ministros que iniciativas, es dura. Ha cubierto la incapacidad y las dificultades de encontrar solución a los problemas, con ocultación y mentiras, ahorrando explicaciones y haciéndonos mirar al dedo antes que a la luna. No lo aplaudo sin más, porque, en lugar de tender puentes, buscando la colaboración con las fuerzas de los que disienten pero están dispuestos a colaborar, profundiza en el disenso, aumenta la concordia.

¿Estaríamos mejor si el manejo de la situación correspondiera a la oposición? No lo creo. El ánimo pendenciero es contagioso, se ceba en sí mismo, y en lugar de manejar ideas, se expresan improperios. Los partidos de la oposición -en especial, el Partido Popular- vociferan continuamente el “así no”, pero no oigo propuestas elaboradas, que sean válidas por la contundencia de su elaboración y  la fuerza de la idea que los impulsa. ¿Formas de crear más empleo? ¿Maneras de atajar el crecimiento de los casos de pandemia entre nosotros? ¿Vías de esperanza para soportar la tensión emocional que nos agarrota?. No las hallo, sólo ideas generales, peticiones de principio y de confianza en temas que supondrían cooperación y no esgrimir los garrotes.

La tensión recíproca llega hasta el punto de abandonar a su antojo, como apestados, a nivel regional e incluso municipal, a la corporación que tiene la responsabilidad de gobierno, criticando su incapacidad con saña. La fórmula es la misma: zaherir y menospreciar al que dirige, desde la oposición, del signo que sea ésta.

¿Ayuso y Almeida se equivocan en lo que hacen en la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid?, ¿Illa y Celáa yerran y carecen de capacidad de liderazgo? La capacidad para generar críticas se autoalimenta incluso en la coalición de Gobierno de España, en donde parecen haber encontrado la forma de coexistir, para destruirse, maneras de gestionar España.

Estamos en épocas de mudanza, por decirlo de manera suave y la práctica teresiana y la costumbre aconsejan gran templanza. No es la prudencia lo que domina. Más bien, la voluntad de sacar la cabeza con el exabrupto correspondiente, para que los correligionarios aplaudan. En Barcelona, la corporación de la ciudad condal, como si no tuvieran problemas graves que resolver, han censurado al Rey de antes, eliminando sus honores y tratándolo de apestado, acogiéndose, supongo, al derecho que les da la pureza de su propia sangre y trayectoria. La república, como ente casposo y sin la pureza que debería acompañar a toda opción de gobierno seria y decente, toma posiciones aquí y allá, que e conducen, cada vez con más fuerza, a la anarquía y al desorden. El revisionismo incompetente domina la esfera política, mientras nos hundimos más hondo.

Después, o por encima de todo, está el virus. No quiere irse esta Covid 19, que está encantada de habernos conocido, de haberse encontrado con una colectividad amiga de la juerga, del jolgorio, del contacto social intenso, y que cuenta con suficientes individuos para mofarse de cualquier consejo o medida profiláctica. No vale lo que les digan ni expertos en virología, médicos, investigadores o pacientes. El empeño de esos pocos, pero suficientes, para conseguir que nos situemos en las primeras posiciones del ránking de contagios, de enfermos graves, de fallecidos es insuperable.

No soy un adivino, por supuesto, pero vaticino que con la vuelta al cole viviremos una escalada de casos de contagio, habrá que cerrar escuelas y colegios, uno tras otro, y tendremos un otoño-invierno vigilando nuevamente las cifras de evolución de la pandemia, hasta alcanzar esa cresta del pánico que, ojalá, nos coja mejor preparados sanitariamente.

Ayer, uno de los oncólogos del Ramón y Cajal donde me tratan de mi cáncer metastásico, me comunicaba que este mal que habita en mí, había empezado de nuevo a moverse, a reclamar su lugar en mis preocupaciones. Como en esas obras teatrales en los que todo va mal hasta que alguien llega con la varita mágica de la componenda feliz, sube para mí la tensión en este rompecabezas maligno.

Aunque, como hace décadas que no me creo el centro del mundo (abandoné la idea interesante cuando tenía cinco años), estoy seguro que, tarde o temprano, España encontrará una vía de escape de esta hiperpandemia, vírica, económica y social. Saldremos con heridas y destrozos, pero saldremos. Entretanto, mantengo helado el corazón, y confieso que no sé de qué lado cojeo. No es que una facción me guste más que otra; no me gusta ninguna. Los dos costados me duelen por igual. Las dos Españas me hacen daño.

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Magma en ebullición

13 marzo, 2020 By amarias Dejar un comentario

Como el resto de europeos afectados por la pejiguera del coronavirus, estoy alarmado. El 12 de marzo de 2020 (ayer) pasé el día escuchando noticias versando sobre este diminuto pasajero de nuestra nave cósmica, leí varios periódicos, me sumergí en múltiples cifras, comparaciones y proyecciones temporales de indocumentados, consejos y arrebatos verbales desde varias esquinas de la web global y el resultado final es que me intoxiqué.

Tengo una intoxicación media, que no necesita tratamiento por ahora, pero que puede acabar necesitándolo si continúa la escalada de despropósitos, enmiendas y recomendaciones de primero de parvulario inmunológico. Por eso, desde el mismo principio de este Comentario, aclaro que no voy a escribir sobre pandemia, sino sobre filosofía. Sobre filosofía vital, sobre ética, al fin y al cabo.

Si alguien prefiere estar conectado a la red verdaderamente viral, seguir atendiendo con creciente espanto a las cifras que ilustran con desmedido plácet el aumento de infectados, fallecidos, las previsiones de atascos hospitalarios, las premoniciones de subid al Armageddon, y quiere compartir las angustias de pacientes e impacientes, remojarse en rencillas entre partidos políticos exacerbadas por la tóxica oportunidad de criticar al que está en el gobierno, como cabría suponer, desbordado por las circunstancias imprevistas, adelante.

Le sugiero que busque otro lugar donde excitar su nerviosismo, replicar su miedo, aumentar su intranquilidad a base de profundizar en la ignorancia colectiva de cómo vérselas con un alienígena del que aún no conocemos su identidad, aunque le hayamos puesto nombre y que no sabemos aún cómo tratar, aunque haya miles de prestigiosos centros de investigación farmacológica, inmunológica y epidemiológica, quemándose las pestañas en una carrera loca contra el mal.

La filosofía que estoy inyectándome es la del estoicismo, y reconozco que he tomado las dosis básicas de un libro magnífico que, si no estuvieran cerradas las bibliotecas, aconsejaría aplicar de inmediato a los cerebros más calentados por la intoxicación: “Cómo ser un estoico” (Editorial Ariel) , del que es autor Massimo Pigliucci. Este filósofo italiano explica, en un lenguaje lleno de sentido común e inteligencia práctica, las consecuencias de sus hipotéticas conversaciones con Epicteto, uno de los maestros de estoicismo.

Utilicemos con inteligencia y prodigalidad lo que tenemos ahora, sin preocuparnos por el pasado y, sobre todo, sin que nuestros temores del ahora nos impidan razonar para lograr un futuro mejor, más solidario y eficiente. Y, si a pesar de nuestros mejores esfuerzos, no consiguiéramos nuestro propósito, no nos atormentemos: al fin y al cabo, somos solamente un corpúsculo insignificante en un inmenso magma de materia y energía del que seguimos ignorando casi todo.

Van dos muestras de la sabiduría de Epicteto pasada por la exprimidora jugosa de Pigliucci: “Deberíamos pasar por la vida igual que los generales romanos durante la celebración oficial de los triunfos en la Ciudad Eterna: co alguien que susurra continuamente en nuestro oído “Memento, homo” (Recuerda, hombre) ” (pág. 198). “(…) debemos plantear como objetivo algo que esté realmente en nuestro poder y que ni siquiera el destino nos pueda robar: jugar el mejor partido que podamos, sin importar el resultado, o recuperar el mejor dossier de promoción posible antes de que se tome la decisión” (pág, 202)”. A esa última actitud filosófica la denomina Epicteto-Pigliucci: “Cláusula de reserva”.

Mi cláusula de reserva personal ante esta situación magmática, en la que todo parece apuntar a la responsabilidad hacia el pobre chino que se comió el pangolín (figura metafórica donde las halla), miremos al dedo de nuestra propia incapacidad para entendernos sin odios, ser solidarios sin mentiras, apoyar a tiempo la creación científica y técnica y reconocer que la globalización no supone beneficiar más a unos pocos para exprimir mejor a los que tienen menos (o mucho menos) , ni favorecer la implantación de individualismos miserables como defensa mezquina de nuestra pretendida superioridad.

—

(¡Ah! El dibujo corresponde a una de las láminas que incorporé a mi libro Sonetos desde el Hospital. El repartidor de cristales, es su título.

Como se han suprimido las presentaciones de Madrid y Avilés, para las que había reservado algunos ejemplares, si alguien desea adquirirlos, puedo enviárselos si se utiliza la conexión segura que incorporé a varios de mis Comentarios en este blog. Si estás interesado, no dudo que la encuentras buceando en mis pasadas entradas. Tenemos tiempo, …)

 

Archivado en:Actualidad Etiquetado con:coronavirus, desorden, estoicismo, estoico, filosofía, gobierno, magma, Massimo Pigliucci, pangolín

Cuento de Otoño: Dando explicaciones

5 octubre, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

El padre de todos los vicios entró en la habitación donde sus hijas Envidia y Maledicencia dormían plácidamente, y las despertó, furibundo:

-¡Es ya muy tarde para estar en la cama!. Ya hace un buen rato que Competencia y Mérito estarán trabajando.

Envidia abrió un ojo y se revolvió en el lecho, perezosa.

-Déjame, papá, dormir un poco más. Tú sabes muy bien que cualquier cosa que puedan hacer en años esos dos, nosotras se las podemos desbaratar en cuestión de segundos.

Maledicencia, que era más obediente y, sobre todo, porque disfrutaban haciendo que las cosas fueran a peor, se levantó de inmediato, y sacó del armario uno de los trajes que más le gustaban, aunque era de su hermana mayor, Mentira.

No hacía falta ser muy observador para darse cuenta de que en aquella casa tan grande, dominaba el Desorden, que era el hermano mayor. Posiblemente aquejado del síndrome de Diógenes, amontonaba en su cuarto montones de cosas, que también podían encontrarse, atravesadas, en los lugares más inesperados.

Desorden tenía pretensiones de grandeza y no era exactamente un mal tipo, y, en realidad, cortejaba a alguna de las Virtudes, pero carecía de atractivo. No encontraba las palabras, confundía hechos y circunstancias y, aún peor, nunca sacaba conclusiones.

Pues bien, en ese pueblo imaginario, la situación que más preocupaba en el momento en que me dispuse a contar esta historia, era que, desde hacía tiempo, el grupo de las Virtudes y los Méritos estaba ganando la partida.

No eran muchos, en verdad. Estaba Trabajo, que era muy serio y, por lo general, competente. Su mejor amigo, Estudio, salía poco de casa, pero cuando lo hacía, resultaba brillante y todos querían estar a su lado, porque se le ocurrían ideas inolvidables. Competencia y Mérito eran los dos hermanos pequeños, gemelos univitelinos.

Tenían una tienda de Resultados y Posibilidades y les iba bastante bien. Tenían clientes muy buenos, como Futuro y Sociedad y otros que, al menor descuido, se marchaban sin pagar, como Política y Coyuntura.

Enfrente del comercio, que era el más antiguo de la ciudad, había otra tienda, que pretendía hacerles la competencia, y que se llamaba de Cuentos Chinos. No era, al contrario de lo que su nombre pudiera indicar, de propietarios del Este, sino de los de andar por casa, pero, aunque su mercancía estaba, por lo general, deteriorada, vendían a mansalva. Sobre todo a los Vicios y a los recomendados por ellos, que obtenían una comisión sustanciosa.

Aquel día, Envidia, que ya estaba plenamente despierta, después de haberse desayunado con rabos de lagartijas y malos pensamientos, fue a buscar a Inteligencia que estaba, como siempre dándole vueltas a las cosas, para encontrar su lado bueno.

-¿Qué haces, Inteligencia, que no comprendo a qué viene tanto esfuerzo? -le preguntó, provocadora, la de la mirada torva.

-Pues, ya ves. Buscando soluciones, que es la manera de avanzar. -fue la respuesta.

-¡La verdad, no es ninguna tontería! Otros pensarían que es una pérdida de tiempo, pero es absolutamente necesario lo que haces. ¡Ay, si todos hicieran lo mismo!…

Envidia se acercó a ver lo que estaba haciendo Inteligencia, aparentando prestarle mucha atención, y, en un descuido de ésta, le echó arena en el engranaje y unos alambritos de zancadillas.

-Bueno, te dejo, que llevo prisa, porque me han llamado del Palacio de los Principios, para que les organice la fiesta de Primavera. Nos vemos.

Envidia se fue con viento fresco y cuando Inteligencia puso en marcha el proyecto en el que había estado trabajando, la arena y los alambres que había introducido la pérfida, provocaron un cortocircuito.

FIN

Archivado en:Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado con:angel arias, competencia, cuento de otoño, desorden, envidia, estudio, inteligencia, méritos, obediencia, pérfida, trabajo, vicios, virtudes

Mi Diccionario desvergonzado (19): indumentaria, desorden, despacho, formulario, explicación

4 julio, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

indumentaria: 1. Forma estrafalaria de cubrir la desnudez humana, utilizada con el objetivo de integrar anónimamente a los individuos en grupos, haciéndoles portadores de varias prendas idénticas, denominadas, conjuntamente, uniforme, y que cuentan como elemento central, un gorro o capirote para poder distinguir la posición de la cabeza. 2. Término de uso familiar, muy poco usado en la actualidad, ya que su empleo se limita prácticamente a la frase: “¿Dónde vas con esa indumentaria?”, dirigida por las esposas a sus maridos cuando no les gusta la corbata que acaban de coger del armario; no confundir con ropa ni trapito.

desorden: 1. Colocación natural de los papeles en un despacho. 2. En plural, calificación que realiza la autoridad de las manifestaciones de descontento por parte de la población, cuando ha dado instrucciones a la policía de disolverlas.

despacho: 1. Antiguamente, lugar de la casa en el que no podían entrar la esposa ni los niños, en donde había una mesa en uno de cuyos cajones “el señor” guardaba una pistola y revistas pornográficas, y que utilizaba para recibir a clientes y otras visitas. 2. En la actualidad, sitio en la esquina del salón-comedor en donde se encuentra una mesita de ruedas con un ordenador portátil y en donde uno de los miembros de la pareja realiza una actividad, poco o nada remunerada, llamada trabajo en casa. 3. Espacio muy amplio, en edificio oficial o sede empresarial, reformado recientemente por su nuevo titular, que dispone de mobiliario de oficina, sofá cama, dos puertas de entrada y salida, y aseo completo en un lateral, y que tiene varios usos, dependiendo de la hora del día y la persona o personas que lo ocupen transitoriamente. Véase: edificio oficial.

formulario: 1. Conjunto de preguntas íntimas a las que hemos respondido cientos de veces y cuyo fin es proporcionar a la Administración, a una entidad financiera o a una compañía de servicios públicos, información relevante para controlar a los integrantes de la clase media, imprescindibles para el sostenimiento del sistema. 2. Cuestionario normalizado, en varios idiomas, para cuya cumplimentación es costumbre consultar al vecino de al lado, que en lugar de contestar “no tengo ni puta idea”, respondará explicaciones según le venga en gana, por lo que seremos posteriormente puestos a caldo por un funcionario que actúa protegido por una ventanilla. Véase: funcionario, administración pública, ciudadano.

explicación: 1. Justificación ininteligible que se ofrece a la pareja cuando se ha pasado la noche fuera de casa. 2. Conjunto de frases normalizadas por las que se aclara al jefe de un departamento el informe que se le acaba de entregar, dando por seguros de que no las entiende. 3. Manera hábil de sacarse de encima a un curioso impertinente, al que no se tiene ningún respeto. Véase: pareja, informe, resumen ejecutivo.

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Carajal energético urbano

31 mayo, 2013 By amarias2013 1 comentario

El RD 235/2013, aprobado en abril, sirve perfectamente para reflejar el terrible desorden que se ha instalado en la administración española, como resultado combinado de la incapacidad y la improvisación propias de nuestro pequeño país y la presión de la Comisión Europea, pertechada en Bruselas con las armas de un herramental jurídico potente, que está puesto al servicio de la troika centroeuropea, y que se cocina como un guiso infumable que combina los intereses propios con la idea parcialmente atrabiliaria (1) de servir de modelo al desarrollo mundial.

Veamos: tenemos un España instalada una crisis insoportable, con un número de viviendas que rondará los 10 millones, construídas en los últimos quince años, de las que unas 500.000 (por lo menos) están en el limbo de haber sido terminadas o haberse encontrado a punto de serlo desde hace tres o cinco años, pero sin comprador, y, por tanto, deteriorándose. Tenemos, además, uno de los índices de viviendas en alquiler más bajos de Europa. Además, mantenemos una ley de arrendamientos urbanos que deja, a la primera, desprotegido al arrendador al que su inquilino no paga el alquiler prometido, por lo que es normalmente mejor mantener un piso vacío que exponerte a que te lo destrocen, y, además, no puedas echar al que no cumple lo pactado sino tras un largo, costoso y exasperante proceso judicial para recuperar la posesión del inmueble.

La necesidad de implantar, con el Reglamento de aplicación correspondiente, la Directiva europea 2010/31/UE, para no exponerse a sanciones por incumplimiento de plazos, ha llevado al Gobierno español a aprobar a la trágala el citado Real Decreto, dejando abiertas tantas indeterminaciones, que lo ha convertido en terreno abonado para la especulación, el chanchullo y un lugar de caza de desorientados por parte de aprovechados de varios pelajes. (1)

No se ha explicado el R.D., ni sus objetivos, ni los plazos para aplicación. No se sabe quiénes serán los técnicos competentes para la emisión de la certificación energética, ni el contenido o alcance de los certificados y, desde luego, tampoco para qué servirán, más que para presionar a la baja el precio ya lastrado de los pisos propiedad de particulares. Se ha abierto la puerta a certificaciones manipuladas sin ningún decoro, emitidas por jetas que carecen de la formación y de los medios para responsabilizarse de nada.

Se desconoce por qué organismos y con qué procedimientos se otorgará la calificación de técnico competente para la certificación, y se ha iniciado ya una guerrilla entre colegios profesionales para llevarse al agua la mayor parte del botín, cuyos paganinis serán, como otras veces, las clases medias (y, en este caso, los propietarios ancianos que se planteen, por ejemplo la hipoteca inversa de sus viviendas).

Un carajal energético nuevo. Urbano, esta vez. Y si Vd. quiere vender un piso o alquilarlo, solo puedo darle un consejo: no haga caso, de momento, a ninguna de las ofertas de certificación que se le hagan. Deje que se aclaren, primero, los que han sacado de la chistera un R.D. que, más que conejo, es un gato, y, por lo inmóvil que lo veo, muerto. (2)

—
(1) La R.A.E., siempre a su bola, no reconoce todavía “carajal” como palabra digna de figurar en sus diccionarios, aunque como habla de carajo y caraja como forma utilizada en ciertos países hispanoparlantes para evitar nombrar a hombre y mujer de comportamiento poco recomendable, la explicación me puede servir para definir carajal como la tierra en donde se mueven, crecen y pululan tipos con los que uno preferiría encontrarse de día y con más gente.

En cuanto a ser solo por mitad atrabiliario, la idea me viene también de la R.A.E., que dice que tal término ha de aplicarse a quien tiene genio destemplado y violento; no encuentro violentos a los funcionarios que chinchan desde Bruselas, pero, vaya si los encuentro faltos de mesura, y vaya si los tiempos que nos crean los juzgo destemplados…

(2) Estas ideas me han sido inspiradas, además de haber echado mano de mi experiencia personal, por la conferencia pronunciada el 29 de mayo de 2013, en el Salón de Actos (Claustro) de la ESIMM, por María Cubillos, co-propietaria y gerente de SinCeO2, organizada por el CEMA y que llevaba el título: “La nueva normativa para la eficiencia energética de edificios”

Archivado en:Energía Etiquetado con:carajal, certificación energética, desorden, edificación, energía, R.D. 235/2013, Unión europea

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