Al socaire

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Venezuela en el foco mundial

2 febrero, 2019 By amarias 1 comentario

Mañana, día 3 de febrero de 2019, se cumple el plazo impuesto por algunos países de la Unión Europea, entre ellos España, para que Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, convoque elecciones o reconocerán a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y autoproclamado presidente interino con el apoyo de una parte de la población, como máximo mandatario del país.

Se ha generado una situación extremadamente complicada en el país, que parece preludio de una guerra civil. La confianza de Guaidó y quienes lo apoyan desde dentro -al parecer, varios millones- es que el Ejército venezolano se mantenga neutral, aceptando como buena la promesa del presidente interino de que no se realizarán cargos ni se tomarán represalias contra los militares que no apoyen a Maduro. Ese deseo no va a cumplirse, aunque han aparecido algunas fisuras entre los altos jefes de la república bolivariana.

Pero el presidente Maduro sigue agrupando en su entorno a la mayoría de la cúpula militar, formada, sin duda, `por estómagos agradecidos, que han expresado en sus apariciones públicas y en algunas declaraciones privadas, que apoyan al incalificable sátrapa, un endiosado personaje, manifiesto incompetente para dirigir un país, pero experto en latrocinio de los bienes públicos en beneficio propio y de sus secuaces y poseedor de un verbo fluido, incendiario y voluntariamente indocumentado, que se ha evidenciado muy capaz para movilizar a millones de individuos, muchos de ellos sin formación ni información, crédulos con cuanto emana de la dicción con cuño de soflama del déspota sin escrúpulos.

Podía extenderme en calificativos -no precisamente laudatorios- respecto a la personalidad y actuaciones del presidente Maduro y, en la línea de juzgar como antidemocrática su voluntad de perpetuarse en el poder, cuestionar su legitimidad como presidente de un país al que ha estado esquilmando de los resultados de su mayor riqueza natural (el petróleo).

Sin embargo, lo que me pregunto hoy, ahora, en la fecha llena de simbolismo para el pueblo venezolano del dos de febrero, en que están convocadas sendas manifestaciones encaminadas a demostrar al mundo y, sobre todo, a los sufridos naturales de ese hermoso país, que tanto Maduro como Guaidó cuentan con el mayor respaldo popular, es ¿por qué el mundo “civilizado” ha creído llegada la hora de tomar postura respecto a la terriblemente deteriorada situación venezolana, capitaneada por la hiperinflación, la hambruna y el descrédito de su gobierno militar?

Otros analistas con más información que yo podrán responder, seguramente, con mejor tino y mayor acierto a la cuestión. Yo, simplemente, estoy convencido de que Guaidó y los venezolanos que le apoyan desde el exilio (también algún destacado líder de la oposición a Maduro, exiliado, represaliado o encarcelado, del que Antonio Ledezma, Henrique Capriles y López  de Mendoza  aparecen como más significados) han conseguido,- antes de actuar en una maniobra que pretende desestabilizar el régimen del tirano del que muchos Estados supuestamente defensores del mundo civilizado y demócrata, el plácet del gobierno norteamericano de Donald Trump.

El apoyo de la Unión Europea, lamentablemente, resulta, por las declaraciones de algunos mandatarios europeos, una vez más incapaces de ponerse de acuerdo, haber sido buscado tardíamente, a contrapié y construido de forma improvisada, lo que explicaría, que no justifica, su carácter heterogéneo y friable.

El en otras ocasiones desconcertante Donald Trump (cuyo único lema de acción, si existe, ha explicitado con la aporía: America first, entendiendo por América, solo Estados Unidos, por supuesto), ha echado mano de una lógica militar al afirmar, ante el hecho consumado de Guaidó de haber encendido las mechas de la simpatía o rechazo ante su levantamiento cívico, que “no excluye ninguna actuación” al respecto. En lenguaje paladino: “no solo te animo a tener firmeza, amigo Guaidó, sino que estoy dispuesto a apoyarte con lo que haga falta, incluso a riesgo de involucrarme en un conflicto armado”.

El descuido  premeditado del consejero de Seguridad Nacional John Bolton -curiosa denominación la de su puesto para quien se ha puesto en primera línea de las declaraciones contra Maduro- dejándose ver con dos líneas de su bloc escolar, en la que todos pudimos traducir  “5.000 tropas a Colombia”, alimenta la deducción de que los grandes Estados Unidos de Norteamérica están preparados para una intervención armada en Venezuela: la frase sería un aviso para los navegantes que apoyen a Maduro.

Vaya, pues. Los asesores de Trump saben bien que, además de la fuerza propia, (bien educados sus mandos y muchos de sus efectivos en la fidelidad que dan los garbanzos garantizados), Nicolás Maduro,  cuenta con la intendencia y el saber militar sobre el terreno de miles de curtidos militares cubanos, hoy destacados en el país amigo, que forman un contingente preparado, no para luchar en el exterior, sino para defender con las armas, si fuera preciso, el orden tiránico del sátrapa.

No va la cuestión de ideologías (el régimen putrefacto del Sr. Maduro carece de ellas),  sino de la capacidad de persuasión de la bota puesta sobre el cuello del pueblo inerme sometido, emanada de un grupo armado y entrenado para apoyar un régimen que se ha especializado en aprovechar el poder para apropiarse de los beneficios del petróleo, cambiando dólares por boliviaranitos sin valor. ¿La fórmula? Controlar la información exterior, perseguir toda oposición y utilizar como álibi eficaz la eficaz cortina de humo que proporciona a las vísceras sentimentales la figura del “enemigo yanqui”, paradigma del capitalismo más apestoso, según el manual chavista.

Permanezco atento a la pantalla, porque no veo claro el desenlace. Preciso: no veo un desenlace sencillo, salvo que Maduro y parte de su cúpula más significada fleten un avión y se vayan con su viento fresco y los ojos cerrados de la opinión internacional a algunos de los paraísos fiscales en donde han ido amontonando, sin empacho ni vigilancia exterior,  el dinero hurtado a su país.

La posición del Gobierno español, concediendo un plazo de ocho días a Maduro (que acaba el lunes, cuatro de febrero) para que convoque nuevas elecciones o reconocerá la legitimidad de Guaidó, al no contar con pleno apoyo de todos los Estados de la Unión Europea, aparece doblemente delicada: cabe preguntarse cómo se ha pensado actuar si el cuestionado presidente venezolano no se aviene (como bravuconamente ha anunciado) a aceptar la presión y…qué se pretende, en realidad, conseguir si el deplorable dictador convoca elecciones, que, como su anterior proceder ha demostrado varias veces, convertirá en un nuevo pucherazo, a despecho de los observadores internacionales.

Más aún. Incluso en el caso de que Maduro adopte el camino de tomar las de Villadiego, la cuestión que me hago es si se les prometerá impunidad o se les ofrecerá inmunidad frente al Tribunal Penal Internacional, por sus muy evidentes crímenes contra la población civil, a la que ha dejado, con ayuda de sus cómplices y palmeros, en la miseria. Venezuela está hoy necesitada de una recuperación de la estabilidad y el camino del progreso, surgiendo de un pozo tan profundo que solo se puede comparar (aunque, en este caso, con ventaja para Maduro) con los descalabros a la decencia y a la ética protagonizados por otros tiranos de parecido pelaje de adulterado doctrinario marxista-cristiano, próximos geográficamente (habitan en Nicaragua, Bolivia, Cuba, …)


Me gusta esta fotografía, con la que pretendo aliviar algo la tensión que me provoca, y provocará con seguridad a cualquiera interesado en Venezuela y en la paz mundial, el momento venezolano.

La he publicado ya en otra ocasión. Un zorzal común (turdus philomelos), que en Asturias conocemos como malvís, dedicado a devorar el fruto del tejo, uno de sus predilectos proveedores de alimento, allí donde se encuentra. Un ave pequeña más que su pariente el mirlo común, distinguible por sus motas ventrales y, en el amanecer y atardecer (sobre todo) de los días primaverales, identificable por el hermoso canto, lleno de notas vibrantes, de gran melodiosidad.

El fruto del tejo es dulce y sabroso (animado por mis amigos pueblerinos en mis días de vacaciones veraniegas, cuando maduraba, ya a final de verano, tuve ocasión de probarlo, temerariamente. Escupíamos las pepitas, venenosas, como lo son también las hojas del emblemático árbol de los celtas.

 

 

 

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A alinearse tocan

20 junio, 2018 By amarias 3 comentarios

Debo reconocer que la vida me ha favorecido con muy buenas oportunidades de conocer a gentes excelentes. Algunas no están ya aquí, aunque su ejemplo, amistad y maestría espero residan en mi para siempre conmigo.

Me concentro más, desde la experiencia y la necesidad de cubrir la inmediatez que da la edad, en los amigos con los que comparto el presente. Carlos Yárnoz, periodista, es uno de los más perspicaces, de los que tomo con asiduidad referencia, para opinar mejor.

Escribe hoy Carlos, en la página 5 de El Pais, que leo mientras espero mi sesión oncológica, bajo el título “Alinearsr: por Eutipao contra Europa” y concluye que, con la crisis de la coalición alemana, en la que la CSU ha dado un ultimátum a Merkel, para que acuerde sobre migración en la UE o cierre fronteras, “Europa ha tocado fondo”.

No voy a enmendar la plana trazada de forma coherente por Carlos Yárnoz, aunque me atrevo a opinar que el fondo es tan inseguro que puede desmoronarse en cualquier momento.

Porque Europa ya es un mosaico de incongruencias y el egoísmo seudo patriota pero anti solidario nos ha crecido por doquier. Se esgrime que Europa es hegemón en la defensa de las libertades, pero se ha perdido la homogeneidad y están creciendo los enanos del antiguo circo de buenas voluntades.

Y si, lean los amigos de este blog a Carlos Yárnoz. Sus opiniones siempre merecerán la pena. Hasta servirán para discrepar con calidez respetuosa.

——

La foto que incorporo a este Comentario se explica por si sola. Lo que dice el pleito enjaulado no se oye y, por eso pongo palabras a la ausencia de sonido: Quo vadis, Europa?

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Sociedad sobrecalentada

8 diciembre, 2016 By amarias Dejar un comentario

pavo real absorto en su mismidad

En otros momentos de la Historia, sin duda, colectivos humanos concretos han sufrido situaciones dramáticas -guerras, hambrunas, esclavitud, explotación o pestes-, aunque me expongo a afirmar que en ningún otro momento como el actual la sociedad en su conjunto estuvo tan presionada por la necesidad de resolver urgentemente sus contradicciones.

Si la sociedad humana tuviera un motor, diríamos que se encuentra sobrecalentado. En estas particulares condiciones, si fuéramos los conductores de un vehículo de nuestra propiedad, y sin necesidad de consultar a especialistas en mecánica o termodinámica, detendríamos de inmediato el vehículo ante los síntomas de calentura. Levantaríamos el capó, nos encaramaríamos al espectáculo amenazador de incendio inminente que delatarían los humos del cárter, verteríamos agua sobre las partes calientes y cruzando los dedos, esperaríamos a que la máquina motriz se enfriara.

Luego, cuando la generación de  humos se calmara y la temperatura de las piezas metálicas no hiciera daño a la mano, llenaríamos de agua al radiador, aceite hasta el nivel de la muesca, rezos a los santos de devoción y llevaríamos a marcha lenta el vehículo de inmediato al taller más cercano, confiando en que la avería apareciera como subsanable y que el diagnóstico del experto local, cuyos conocimientos pueden ser invocación al premio de una lotería, resulte lo bastante certero y rápido para no tener que suspender la itinerancia.

Los efectos de la globalización económica y la amenaza de un calentamiento terrestre irreversible nos han hecho sentir que, por las buenas o por las malas, nos encontramos aupados todos en un vehículo colectivo (pocos, al volante; un par de miles de millones agarrados al pescante y a las manijas, otros mil millones recluidos en el maletero, mientras unos centenares de millones cantan incluso aquello de “si eres conductor de primera, acelera”, sin importarles que otros cuantos miles de millones tengan que aguantar incomodidades, humos y la incertidumbre de no saber donde nos llevan).

El asunto tiene sus bemoles, dentro de la extraordinaria complejidad, porque los del volante se empeñan en ignorar los síntomas y los gritos de quienes claman que hay que parar, porque cada vez son más los que se quedan en la cuneta.

Que en el país que pretende ser líder mundial, se haya elegido presidente a un negacionista de la globalización y del cambio climático, es, no ya significativo, sino dramático. equivale a romper las cartas de la baraja. Desde luego, no soy de los que confían en que una cosa es lo que se dice y otra lo que se hará, porque los intereses puestos en evidencia son palmarios: cerrar puertas a compartir beneficios económicos, despreciar la contaminación producida por el desarrollo ilimitado, alimentar el consumismo interno sin importar el coste, potenciar la generación de recursos bélicos y prestar oídos sordos a las necesidades ajenas.

Me uno a los que reclaman mayor protagonismo para Europa, en tanto que mantenga y perfeccione el perfil de apoyo a los principios de solidaridad, defensa ambiental, apoyo a los pueblos menos favorecidos. Obviamente, se trata de poner de relieve valores que, en el pasado no muy lejano, los europeos no tuvieron, que incluso hoy son cuestionados por algunos colectivos.

Pero si renunciamos a defenderlos, si dejamos que el vehículo social sea conducido por el egoísmo de los más fuertes, y el desprecio a los que exigen que es preciso detener la marcha para poner de manifiesto lo importante y recuperar a los que se han dejado en la estacada, la sanción será terrible. No, no vendrá por el lado del desarrollo tecnológico incontrolado; tampoco provendrá -¡ay!- de la sublevación de los oprimidos, reclamando a sangre y cuchillo que se les atienda.

La sociedad se ahorcará con la misma cuerda con la que algunos pueblos pretendían gozar de mayor libertad. Esta visión catastrofista no es improvisada, ni tiene raíces bíblicas. Puede que aún resista varias generaciones. Aunque, desde el mismo momento en que la gravedad de la situación ha sido detectada, pesa sobre nuestras conciencias, sobre la ética universal a cuyos principios nadie puede sustraerse sin negarse humano.


La foto pone de manifiesto el descanso de un ave singular, admirada por el despliegue de su belleza. El pavo real es ornato de muchos parques ciudadanos, a la espera de que abra el abanico de su plumaje. El espectador humano puede pensar que es el destinatario del arco multicolor que este animal pone a la vista, en un ejercicio de musculatura al servicio de la ostentación. No es así, claro. El macho de pavo real necesita la presencia próxima de hembras de su especie (es, además, señaladamente polígamo) para entregarse a esa ceremonia de seducción, cuyo objetivo no es otro que la cópula, por más que pocas veces sus galanteadas parecen prestarle atención.

Si la naturaleza ha respetado el principio de proporcionalidad dotando a esta galliforme de la carga de arrastrar un pesado plumaje para conseguir algo que otras especies tienen más a la mano, es un misterio, como tantos otros. Por su belleza, tanto en la India, de donde proceden estas gallináceas, de la familia de los faisanes,  como en muchos lugares, durante siglos, los machos de pavo real fueron seleccionados como manjar para distinguir a los héroes y como comida elegante para las mesas de los magnates.

Los siervos, criados y gente de los estratos sociales inferiores, cuando podían permitírselo, se contentaban con cocer o cocinar pollo, notablemente más sabroso.

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¿Un huevo de ave Fénix?

25 abril, 2016 By amarias Dejar un comentario

En los cuentos, aunque sean de macroeconomía, hay que dejar siempre lugar para el misterio, o si se quiere expresarlo de manera más acorde, para la fantasía. Caperucita y su abuela salieron indemnes del estómago del lobo feroz y la bella durmiente superó los cien años de letargo y vigilia sin que una sola arruga mancillara su donosura.

En la parcela de la Granja dedicada a la vieja Europa, esa apelación mágica lleva el nombre de Unión Europea, y tiene por modelo, orientación o trasunto, los Estados Unidos de América. Si el objetivo final fuera equiparable al del estatus norteamericano, es una quimera, porque entre otras cosas, supondría la superación del concepto de nacionalidad propia, algo irrenunciable quienes se han estado matando, se matan o están dispuestos a matarse, generación tras generación, en defensa de ese arcano.

Daniel Cohn-Bendit y Guy Verhofstadt en un librito titulado “¡Por Europa!”, cuya intención es transparente, señalan con razón que “en el credo nacionalista solo hay un pequeño paso de distinto a enemigo”.

La integración de los estados europeos en una Unidad común no es algo que interese, además, al gallo de la quintana norteamericano. En su momento, la creación de la OTAN pretendía establecer una línea de contención al probable expansionismo de la URSS. Esta idea de crear una protección bélica para Europa no tiene sentido ahora, en donde los puntos serios de conflicto mundial están muy alejados de esta parte de la Granja.

La tercera guerra mundial tiene muy altas probabilidades de desatarse lejos, en el Mar de la China Oriental, lugar de tránsito marítimo de gran interés estratégico, y en donde confluyen, como en un delta ficticio, los sedimentos del ansia de dominio mercantil, energético y sociopolítico, de China y varias potencias asiáticas emergentes, con una densidad de población muy alta, y el sueño imperialista norteamericano.

Sin política exterior común detectable, sin ejército propio, con una colección de nacionalismos irreconciliables e incluso emergentes, Europa tiene poco papel que jugar en la globalización como conjunto. Curiosamente, menor que el que de algún Estado comunitario, actuando de manera independiente.

Lo que se había presentado como un avance hacia la integración, la moneda única -que no aceptó Gran Bretaña, que se ha especializado en rentabilizar su diferencia- se convirtió en una rémora. Porque un euro no vale lo mismo en los diferentes estados europeos que lo adoptaron, ya que las economías internas no se comportan de igual manera -tejidos productivos, prestaciones sociales, niveles educativos, productividad, salarios, etc., desiguales. La tasa de paro es muy distinta de un país a otro y, en la pretensión de una Europa sin fronteras, el arraigo de los ciudadanos en su territorio natural está sometido a una tensión permanente.

No es, ni mucho menos, evidente, detectar, desposeyéndolos de todo sentimentalismo, cuáles serían los elementos de unión principal unos Estados Unidos de Europa. No sería la lengua común -hay más de 30 idiomas y seguramente centenares de dialectos en el seno de la Unión-; no lo es la religión cristiana, aunque cumplió su papel -incluso como elemento de tensión bélica-, pues la separación entre Iglesia y Estado se ha ido imponiendo, por fin, aunque, nuevamente aquí la singularidad de Gran Bretaña. en la que S.M. Isabel II es cabeza de la iglesia anglicana, resplandece con rancias características propias.

Es, por otra parte, la laicidad oficial europea, unida a la filosofía de la tolerancia (con tufos a dejación) la que favorece la implantación en su seno de colectividades unidas por la religión, que actúan como aglutinante extra-nacional, lo que queda demostrado por el avance de la religión musulmana en Europa; la posible integración de Turquía, cuya aconfesionalidad oficial parece goma elástica,  en la deslavazada Unión de naciones, añadirá más incertidumbre a los teóricos elementos que pudieran servir de cola de pegar.

No quiero aparecer maximalista, pero la única opción válida para el futuro de los Estados Unidos de Europa es la de trasladar competencias desde los Estados a los órganos centrales comunitarios. Es decir, seguir -como un tactismo, una orientación, no como atraídos a sus teorías por un imán- J.M. Keynes y a J.K. Galbraith antes que a F. Hayek y a M. Friedman, al menos, hasta que se produzca la consolidación de una estructura básica de la Unión que fuera suficientemente resistente. (1)

El germen fértil de ese huevo salvífico, ha de estar en el eje Francia-Alemania. Doy por admitido que Gran Bretaña tendrá su “corazón partido” entre ambos Estados Unidos, ya que sus dirigentes (y su población) aparecen más vinculados a los beneficios económicos de una infraestructura propia independiente que a los que se derivarían de la solidaridad con un renacimiento europeo.

El abrazo del oso de un saliente presidente B. Obama a una caciller casi en campaña, A. Merkel, animando a profundizar en esa Unión Europea, no debería mover a engaño. La zona de la granja europea tiene asumidos como si fueran de su exclusiva responsabilidad, conflictos que no lo son. La globalización está fracasando, por razones externas. Los problemas generados por la presión migratoria siria, libia o afgana (como más significativos en número) no son europeos, si bien la proximidad de la región nos hace sentir más cerca el calor (incendiario) de la situación desestructurada de esos países.

A la zona de la granja en la que se distribuye el grano islámico dedicaré otro capítulo. Aquí bastará con indicar lo elemental: hay que reconstruir, con una actuación internacional rápida, la paz en Siria, y ello implica eliminar la ambigüedad y no alimentar la tensión interna con apoyos exteriores a ambas partes del conflicto. España ha sido, en 1936, idéntico campo de experimentación.

Por otra parte, el espejismo de las “primaveras árabes”, concreción de la obsesión por aplicar como fórmula infalible, el modelo propio a lo que sucede en lugares muy diferentes y con distintas motivaciones, de historia, religión y cultura, ha provocado más pobreza, desplazamientos, tensiones, guerras civiles, y repartido nuevas desgracias.

—

(1) Con un presupuesto aprobado para 2016 de 155.000 Mill. € en “créditos de compromiso” y 143.900 Mill. € en “créditos de pago”, y un PIB de la zona euro inferior a 19,5 billones, se comprende de inmediato el limitado campo de acción de la Unión respecto a los Estados miembros.  (Zona euro: Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos y Portugal).

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Estrategias salvajes (Epílogo): Propuesta de estrategia para civilizados. Previsiones (2)

26 marzo, 2016 By amarias Dejar un comentario

La facilidad con la que los países occidentales, y especialmente los europeos, se han concentrado en problemas particulares, a los que, además, no alcanzan a resolver, es un elemento que permite definir con alta probabilidad cuál será su trayectoria a medio plazo (siglos XX y XXI, como ya tengo escrito). La del perdedor.

La trayectoria reciente de la Unión Europea, en si misma, resulta preocupante por la falta de coherencia entre principios y praxis. A pesar de lo que intenta reflejar su nombre, la desunión y disparidad de criterios entre los gobiernos (es decir, entre los países) ha crecido, produciéndose el crecimiento anti-natura de posiciones egoístas, nacionalistas o partidistas. La amenaza del Brexit, el trato dado a la crisis griega y la incorporación precipitada y no digerida de países del Este con ejemplos que, en lugar de ayudar a la cohesión, han añadido incertidumbres sobre la coherencia. En España, el resurgir de los ímpetus independentistas catalanes y vascos, apoyados por genuinos síntomas de insolidaridad, ha puesto en nuestro territorio el problema de la revisión permanente que pretenden los egoismos de cualesquiera identidades compartidas.

No solo en la falta de coherencia interior se muestra el resquebrajamiento de la idea de una Europa unitaria. La debilidad internacional de sus estructuras comunes apuntan hacia la conclusión inequívoca de que, no será protagonista de ninguna de las actuaciones relevantes globales -ya sean acuerdos pacíficos o guerras de posición-. Continuará consumiendo valiosas energías en tratar de resolver problemas interiores de cohesión, discutir campos de competencia privilegiada  para los grupos empresariales dominantes, y se anquilosará en los análisis de posibles actuaciones que no llegarán a ponerse en práctica o perderán su oportunidad.

Es una lástima. Considero irrenunciable el mantener como guía de la actuación de la especie humana la ética universal, lo que exige una coherencia plena entre lo expresado como principio y lo ejecutado. La Unión Europea tiene ahí, bien a la vista, no ya sus serios problemas de identidad, sino su falsedad doctrinal. La posición que adoptó la UE respecto a los refugiados sirios es incoherente con sus principios, éticamente inadmisible y perfectamente encajable con la filosofía Nimby, en la que los objetos a los que se considera como basura indeseable son seres humanos.

La Unión Europea no parece, sin embargo, ser consciente de sus problemas de coherencia deontológica cuando se  presenta como paladín mundial en las medidas de contención del cambio climático. Por eso, ahondando en la credibilidad de esa postura, podrían descubrirse raíces oscuras. Los objetivos de aumentar la participación de las energías renovables en el mix energético propio, apoyados, en especial, por Alemania y Francia (España, actuaría aquí en coherencia con su vocación de tonto útil), tendrían como fundamento comercial la posibilidad de obtener importantes beneficios empresariales en la implantación de las “energías limpias”, cuya tecnología dominan, en áreas internacionales con gigantesco potencial desarrollo (1)

En fin, la estrategia salvaje de la Unión Europea sería la de perseguir o ahuyentar de su territorio a los gorriones, en lugar de entender la importancia que representan para su propia existencia. En esta tragedia, los exiliados forzosos de los países en conflicto en Africa, los desplazados por la necesidad y por el atractivo de una vida teóricamente mejor, ocuparían el metafórico papel de los gorriones, y el mensaje sería el de: “Que no pasen” .

No me engaño, sin embargo, en la relativa falta de importancia de este efecto para desfigurar las conclusiones del análisis. La Unión Europea es una zona económicamente agotada, no tiene trabajos ni bienestar que ofrecer  al contrario) y su única trayectoria futura previsible es el declive.

He escrito en otros lugares, con mayor extensión, que el crecimiento en la implantación de las tecnologías de información y comunicación (TICs) está provocando un cambio profundo en la forma de concebir los servicios y su comercialización, que arrastrará pérdidas de empleo masivas, no recuperables.

No tiene recursos, su tecnología, siendo importante, no es puntera en sectores clave, y la industria contaminante y primaria, incluso de semitransformados, está ya externalizada o en vías. Me resulta inconcebible la aparente ceguera con la que se está viendo la cuestión, y, siendo evidentes los síntomas, solo encuentro justificación en los intereses que están detrás de los que afirman que las TICs crearán empleo, o que la sustitución de la industria pesada y de transformación por otras mucho más automatizadas o con materiales más ligeros, generará actividad local. El lema sería: “Aguanta mientras cobro”.

La destrucción de puestos de trabajo en los sectores bancario, en la contratación de paquetes turísticos, en la comercialización en todo tipo de sectores (ahora cada vez más centralizados por internet y con capacidad de contratación autónoma desde el propio hogar o la oficina) será creciente. Exponencialmente creciente, y en menos de una década. Y no será recuperable por otros sectores, ni  nuevos ni, por supuesto, el impulso a los tradicionales. La capacidad de consumo europea estaría vinculada a la generación de puestos de trabajo y riqueza y, parodiando una frase histórica: En los hogares europeos no cabe más, solo cabe mejor, pero…no tienen con qué pagarlo.

La incorporación de tecnologías avanzadas (sean las que fueren, o que el lector quiera considerar), no generará empleo neto. Cierto que se crearán puestos de trabajo más cualificados, pero no en número suficiente para todos los que aspiran a ellos. La dicotomía del mercado laboral en los países hoy tenidos por desarrollados y, especialmente, en Europa, está servida: se creará un inmenso gap, un vacío, entre los trabajadores con altos conocimientos (y bien pagados) y los que ocupen la escala inferior, como servidores de aquellos o del Estado. En el medio, estará la gran masa de población, viviendo de las subvenciones del Estado, mientras aguante .

La única salida de escape o descongestionadora sería la de desplazamiento de medios hacia los países en desarrollo, ayudándoles a crecer desde el terreno, en una cooperación abierta. El potencial sería, en efecto,  muy alto.

Para encajar en la puesta en valor completa de esa potencialidad ajena, hace falta una gran capacidad financiera, la existencia de estrategia cooperativa, en la que los beneficios mutuos estén claros…y se precisa resolver, también, un hándicap sicológico: el hospedante debe tener la certeza de ser el más beneficiado. El cooperante occidental debería asumir que su aportación será superior al beneficio obtenido,porque no se trata para él de crecer, sino de subsistir.

Hay un problema adicional, el más importante, para que la Unión Europea pueda tener sitio de relevancia en esa carrera por la subsistencia. Los sitios de primera está ocupados por potencias mucho más fuertes: China y Estados Unidos, en ese orden.

Habría que adoptar una posición conjunta, y de cánido domesticado. Mover la cola y contentarse con lo que caiga de la mesa. No existen aquí estrategias salvajes de las que tomar ejemplo, ni siquiera como aproximación provocadora. La cooperación en términos de igualdad entre animales es inexistente, y los ejemplos que se pudieran aportar serían solo aparentes.

Porque los animales solo actúan juntos: 1) como medida de defensa ante los depredadores (es el caso de las cebras y los antílopes frente a los leones, cocodrilos y otros carnívoros); 2) en casos excepcionales de unión aparente, porque mejora sus capacidades de ataque hacia las presas ; 3) por aumentar sus posibilidades de supervivencia en caso de ataque (cardúmenes de varias especies, cuyo tamaño está en relación con la subsistencia de especímenes si son masacrados por un ejército de tiburones, delfines y orcas); 4) porque una especie se subordina a la otra, ofreciéndole un servicio que la beneficia (garzas e hipopótamos); o 5) porque no pueden librarse de un huésped aprovechado (rémoras y tiburones, anémonas y cangrejos, lapas y mejillones).

Podría justificar este pesimismo crítico en que es hoy Sábado Santo, celebración cristiana caída en el olvido, salvo para justificar un período vacacional, y que la mayor parte de mis compatriotas parecen ocupados en la diversión fútbol, conciertos masivos, vacaciones, asistencia pasiva a procesiones, etc), en la confianza de que los problemas se resuelvan solos, por arte de birlibirloque (formación de Gobierno, reconstrucción de una red industrial con potencial de crecimiento, revisión inmediata de las fórmulas de enseñanza, sostenimiento del estado social, generación o potenciación de la cooperación empresarial, etc.).

Quizá espera que refugiarse en la propia concha, como hace el caracol cuando el tiempo está seco, traerá un tiempo húmedo… Esa no es, desde luego, una estrategia inteligente.

(continuará)

 

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Vergüenzas públicas, beneficios privados

16 septiembre, 2015 By amarias Dejar un comentario

globalización y compromiso
globalización y compromiso @angelarias, 2010

Todos admitimos que de la teoría a la práctica hay un gran trecho, que, en no pocas ocasiones, se convierte en un abismo. Cuando se trata de hacer declaraciones de propósitos, particularmente en política, las promesas invaden el discurso; no se atiende, en general, a los costes, y se detiene la perorata en los propósitos que, alcanzado el poder, tienen alta probabilidad de ser incumplidos.

De entre todo el argumentario internacional, hay dos temas que, en mi opinión, representan lamentablemente bien esta dicotomía perversa. Están imbricados, en realidad: derecho internacional y globalización. Ambos conceptos se han convertido en un recurso dialéctico estupendo para sepultar las buenas intenciones nominales entre los oscuros intereses particulares. Se habla, por ello, de un mundo global y del imperio de la ley y del derecho, como si se tratara de cuestiones admitidas por todos, y, en especial, por los gobernantes de los estados más poderosos de la Tierra.

Y no es así, y, por supuesto, la Historia reciente nos proporciona continuamente ejemplos, por lo que no es preciso recurrir a lo que otros nos han contado. El caso de Siria se está convirtiendo en paradigmático. Desde hace cinco años -escribo ésto en septiembre de 2015- el país está inmerso en una “tremenda guerra civil”, que empezó siendo algo parecido a una revuelta callejera, aprovechando la mecha ilusoria de la llamada “primavera árabe”, desde la fontanería occidental.

Resulta incalificable que lo que, en un primer momento, movilizó a Estados Unidos y a Europa para apoyar el derrocamiento de Yasser Al-Assad, caracterizado con ligereza pero con interés económico, como un dictador impresentable, y presentando su eliminación de la escena política (y hasta del mundo de los vivos) como un objetivo similar a los de Sadan Husein, o Gadafi, se haya trocado ahora en un maremágnum experimental.

Porque como experimento cabe caracterizar el que dentro de Siria, se haya consentido la formación de un conflicto armado virulento entre el ejército islámico heredero de AlQueda, que busca conquistar territorio y los defensores del estado sirio, parapetados en torno a la legitimidad democrática del último Al-Assad. Ambos grupos contendientes, con armas proporcionadas por las potencias europeas, Rusia y Estados Unidos, pueden pretender que se está librando una guerra civil, pero la realidad es que la población civil es sufridora de las consecuencias del conflicto, del que nada puede obtener, más que dolor y miseria.

Siria era un país de 20 millones de habitantes, próspero según todos los indicadores, con elevado nivel cultural y buenas universidades. De pronto, la Unión Europea parece descubrir lo que está pasando, cuando siente la presión de una imprevista oleada de migrantes sirios, que no para de crecer. Pueden ser quinientos mil, y llegarán a ser -¿se teme?-millones. Jordania ya ha acogido/absorbido a más de un millón de desplazados (no solo sirios), por ejemplo.

Hemos estados escuchando, supongo que atónitos, discursos lamentables por parte de los responsables de países europeos respecto a los riesgos de recoger a una cuota excesiva de estos desplazados que se han ido acumulando en las fronteras de la Unión Europea. Responsables de la gestión de sus Estados -también en el campo internacional, puesto que la política exterior de esta agrupación es, como se sabe, incoherente- que han estado haciendo alarde en los discursos anteriores de la voluntad de hacer del organismo el modelo y paladín avanzado de la globalidad, guía para el entendimiento entre los pueblos, y, en fin, ejemplo en la aplicación del derecho internacional, incluido la repulsa activa al genocidio y el asilo humanitario.

En la plasmación práctica, se discute con vehemencia el reparto de migrantes entre países, se han asignado cuotas, se han aceptado exclusiones, se toleran tratamientos vejatorios, se ignora o desprecia a los sufrientes, reduciéndolo todo a una traducción en cifras -como si se tratara de ganado, bienes o perjuicios-.

Alguien ha hablado -¿pretendiendo convencer a los reacios?- de las “ventajas para la economía” de incorporar a asilados de tal o cual cualificación y otros se han atrevido, ya que no a cerrar sus fronteras con concertinas (1) o emitir prohibiciones drásticas (que todo ha valido), a imponer restricciones a la ideología de los que pueden acogerse.

Esta historia solo está empezando, y desconozco el final. Me vienen, persistentes, a la memoria, los versos de un poeta demasiado olvidado, que influyó en el perfeccionamiento anímico de varios poetas de mi generación, y del que, en su momento, leí mucho. Se llamó Gabino Alejandro-Carriedo. Así terminaba un relato dramático: “Estoy roto de llorar, y no sé qué hacer”.

(El dibujo, de pequeño formato, sin título, está realizado con otra ocasión: Una mujer lleva sobre su hombro, el espectro de un niño negro; en el fondo, en una barca neumática se atisban varias sombras. Por la dirección de la proa, debemos caer en la cuenta, de pronto, que se están yendo de la escena. ¡Somos nosotros!.  @angelmanuelarias, 2010)

—

(1) Nombre de resonancias musicales para una riestra de navajas o cuchillas que tiene por objetivo acallar las conciencias de los que las ponen y toleran y generar ayes de dolor a los que las ven como una muralla que deben franquear para alcanzar una supuesta vida mejor.

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Carajal energético urbano

31 mayo, 2013 By amarias2013 1 comentario

El RD 235/2013, aprobado en abril, sirve perfectamente para reflejar el terrible desorden que se ha instalado en la administración española, como resultado combinado de la incapacidad y la improvisación propias de nuestro pequeño país y la presión de la Comisión Europea, pertechada en Bruselas con las armas de un herramental jurídico potente, que está puesto al servicio de la troika centroeuropea, y que se cocina como un guiso infumable que combina los intereses propios con la idea parcialmente atrabiliaria (1) de servir de modelo al desarrollo mundial.

Veamos: tenemos un España instalada una crisis insoportable, con un número de viviendas que rondará los 10 millones, construídas en los últimos quince años, de las que unas 500.000 (por lo menos) están en el limbo de haber sido terminadas o haberse encontrado a punto de serlo desde hace tres o cinco años, pero sin comprador, y, por tanto, deteriorándose. Tenemos, además, uno de los índices de viviendas en alquiler más bajos de Europa. Además, mantenemos una ley de arrendamientos urbanos que deja, a la primera, desprotegido al arrendador al que su inquilino no paga el alquiler prometido, por lo que es normalmente mejor mantener un piso vacío que exponerte a que te lo destrocen, y, además, no puedas echar al que no cumple lo pactado sino tras un largo, costoso y exasperante proceso judicial para recuperar la posesión del inmueble.

La necesidad de implantar, con el Reglamento de aplicación correspondiente, la Directiva europea 2010/31/UE, para no exponerse a sanciones por incumplimiento de plazos, ha llevado al Gobierno español a aprobar a la trágala el citado Real Decreto, dejando abiertas tantas indeterminaciones, que lo ha convertido en terreno abonado para la especulación, el chanchullo y un lugar de caza de desorientados por parte de aprovechados de varios pelajes. (1)

No se ha explicado el R.D., ni sus objetivos, ni los plazos para aplicación. No se sabe quiénes serán los técnicos competentes para la emisión de la certificación energética, ni el contenido o alcance de los certificados y, desde luego, tampoco para qué servirán, más que para presionar a la baja el precio ya lastrado de los pisos propiedad de particulares. Se ha abierto la puerta a certificaciones manipuladas sin ningún decoro, emitidas por jetas que carecen de la formación y de los medios para responsabilizarse de nada.

Se desconoce por qué organismos y con qué procedimientos se otorgará la calificación de técnico competente para la certificación, y se ha iniciado ya una guerrilla entre colegios profesionales para llevarse al agua la mayor parte del botín, cuyos paganinis serán, como otras veces, las clases medias (y, en este caso, los propietarios ancianos que se planteen, por ejemplo la hipoteca inversa de sus viviendas).

Un carajal energético nuevo. Urbano, esta vez. Y si Vd. quiere vender un piso o alquilarlo, solo puedo darle un consejo: no haga caso, de momento, a ninguna de las ofertas de certificación que se le hagan. Deje que se aclaren, primero, los que han sacado de la chistera un R.D. que, más que conejo, es un gato, y, por lo inmóvil que lo veo, muerto. (2)

—
(1) La R.A.E., siempre a su bola, no reconoce todavía “carajal” como palabra digna de figurar en sus diccionarios, aunque como habla de carajo y caraja como forma utilizada en ciertos países hispanoparlantes para evitar nombrar a hombre y mujer de comportamiento poco recomendable, la explicación me puede servir para definir carajal como la tierra en donde se mueven, crecen y pululan tipos con los que uno preferiría encontrarse de día y con más gente.

En cuanto a ser solo por mitad atrabiliario, la idea me viene también de la R.A.E., que dice que tal término ha de aplicarse a quien tiene genio destemplado y violento; no encuentro violentos a los funcionarios que chinchan desde Bruselas, pero, vaya si los encuentro faltos de mesura, y vaya si los tiempos que nos crean los juzgo destemplados…

(2) Estas ideas me han sido inspiradas, además de haber echado mano de mi experiencia personal, por la conferencia pronunciada el 29 de mayo de 2013, en el Salón de Actos (Claustro) de la ESIMM, por María Cubillos, co-propietaria y gerente de SinCeO2, organizada por el CEMA y que llevaba el título: “La nueva normativa para la eficiencia energética de edificios”

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Climas a la carta

18 abril, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

No se si los organizadores deseaban desarrollar un acto serio, pero resultó divertido. Desde luego, es difícil reunir en la mesa de intervinientes a personajes más variopintos, y exponiendo, con la misma o parecida convicción (que no juzgo), argumentos tan dispares, sin que se les moviera un átomo de la ceja.

Se trataba de la presentación en España, como se había anunciado en la convocatoria, de la campaña “El mundo que quieres, con el clima que tú quieres”, impulsado por la Unión Europea. El lugar, el Aula Magna de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. Fue un día caluroso de primavera de 2013, el 17 de abril.

El rector magnífico de la Universidad confesional, Julio L. Martínez Martínez,  no tuvo reparos en expresar, en sus palabras introductorias, que “los jesuítas tienen mucho que decir en eso del clima, porque en las acciones humanas de esa naturaleza nunca faltan las relaciones morales”.

El no menos magnífico Ministro de Agricultura y diversos, Miguel Arias Cañete, al hacer propaganda de las actuaciones de su Gabinete, no olvidó indicar que “hay que modifcar comportamientos colectivos e individuales”, aunque su momento estelar lo alcanzaría en el debate (o lo que aquello fuera) cuando afirmó que “antes de ser Ministro era un derrochador de agua”, lo que había corregido ahora, duchándose con fría.

Fue la sincera, aunque extravagante, contestación a la apuesta irreverente de un interviniente del público que ofreció “café con churros” a cualquiera de los miembros de la mesa que le demostrara que actuaba respetuosamente con el clima en todas sus acciones diarias. La revelación del Ministro provocó un espontáneo “¡Sorprendente confesión!” de la Comisaria europea.

Luego intervino la danesa Connie Hedegaard, actual Comisaria de la UE responsable de Acción por el Clima, que en un perfecto inglés para oídos españoles, ofreció su visión de que había que lidiar con tres crisis (económica, ambiental y de recursos), y que las tres estaban interrelacionadas y, por tanto, había que resolverlas al unísono. Nada que objetar, sino fuera porque, demostrando su voluntad para agradecer la hospitalidad y su concomitancia ideológica con los conservadores en el Gobierno español, deslizó, entre gestos un tanto aspaventosos (es una política expresiva) que “Spain is a good example to proof that”, lo que, ahora que lo remiro escrito, tal vez se puede interpretar en un doble sentido.

Si los asistentes que no éramos alumnos de la Universidad y que, por tanto, no estábamos allí en la sala para conseguir créditos de libre disposición, no tuviéramos bastantes muestras de lo variado de objetivos del elenco, el “embajador de la Campaña en España, Sergio Peris-Menchet“, contó, para delimitar sus espacios,  que el provenía de Green Peace y estaba convencido de que la “crisis ambiental no solo estaba producida por razones antrópicas sino por el modo de producción capitalista”.

Una patada hacia los otros miembros de la mesa, aunque era también una afirmación con sesgo dual, pues no conozco a ningún capitalista con forma que no sea la humana, aunque, en algunos, alcance a ver comportamientos inhumanos.

Lo mejor, sin embargo, de la intervención de Peris-Menchet fue la lectura de algo así como un poema-relato (“para ocupar sus diez minutos”), en el que, si no lo entendí mal (que puede) exhortaba a la revolución anticapitalista, esto es, al cambio de paradigma, es decir, a un volver a las cavernas y al amor libre, con velas, miradas poéticas a la luna desde la Puerta del Sol (¿habrá más encanto?), y tal vez un poco de marihuana para soportar la previsible Apocalipsis.

Cuando el moderador del coloquio (que fue el propio “embajador” –your new title, satirizó la Comisaria-) invitó al respetable -y doy fe que había gentes que no estaban allí por hacer méritos, sino para hablar de lo que les pica- a plantear preguntas, levanté el primero la mano tan alto como pude, pero no me vió y les pasaron a otros la pelota del micrófono.

Fue una suerte que así fuera. Habría dicho lo que se me había venido a la cabeza, y me hubiera convertido en un agente más del espectáculo: “Es difícil reunir en una sola mesa a representantes tan precisos de las contradicciones que tenemos en nuestra sociedad. Enhorabuena, pues, pòr habernos divertido.”

Aunque no tuve esta vez oportunidad de expresar en directo mi opinión, no faltaron representantes de las Asociaciones de Renovables, de Productos derivados del Petróleo, y de la Universidad y el periodismo críticos, que expusieron sus ayes, recogiendo, como es habitual en actos de esta naturaleza, su botiquín de apósitos (o de apropósitos), emitidos por facultativos ya muy endurecidos por el clima reinante.

Cuarentena intelectual que ha de servirnos de preparación para el clima que nos espera, que tiene cada vez menos que ver con el que algunos quisiéramos.

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Para qué nos quiere Europa

18 febrero, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

Seguramente por no abrir demasiado pronto la caja de hojalata donde guardamos nuestras preocupaciones caseras (1), el PSOE ha decidido iniciar con un debate sobre el futuro de Europa, un ciclo que recogerá varios “diálogos con la ciudadanía“.

Si las versiones acerca de lo que se discutió el 26 de febrero de 2013 son correctas, el comienzo ha sido ilustrativo para reflejar lo que pensamos de Europa desde nuestra silla mal emplazada del patio de butacas, con la visión dificultada por la columna de los Pirineos y la desagradable sensación de habernos perdido el primer acto de la representación.

Por una parte, Rubalcaba y Valenciano escenificaron la opinión de que Europa “no nos quiere” y que, para los españoles “Europa es más una pesadilla que un sueño”. Expusieron, por tanto, la opinión desde la silla esquinada, del espectador mal encajado.

Por otra, Solana (Javier) y Almunia, discreparon de esta opinión derrotista, reprochando a sus compañeros de partido la desafección, y defendieron que Europa ni impone, ni dicta, ni deja de querer o no querer a España. Lo que sucede, en su opinión es que las instituciones europeas no reciben una consideración diferente de los ciudadanos de la que dispensan a sus propias instituciones. Reflejaron, pues, la opinión, desde el escenario, de los autores o responsables del teatro.

¿Para qué nos quiere Europa?. No tengo respuesta clara. Podía elucubrar con el tópico de que se nos ve como propietarios de un territorio agradable para instalarse en vacaciones o como pensionistas, con una buena comida y un paisaje variado. Somos consumidores poco exigentes con una tendencia señalada al gasto en alimentación y, paralelamente, a lo superfluo…

Supongo que la principal característica que se percibe desde fuera es que somos vulnerables, fáciles de convecer, ignorantes del valor real de lo que poseemos. Tal vez la respuesta más atinada nos la esté proporcionando un tal Sheldon Alison, que ve la situación desde otra galaxia, que es la del dinero: somos el lugar ideal para encajarnos cualquier metáfora, y rentabilizar esa fantasía en propio provecho (o sea, en el ajeno).

En Asturias, ese centro de experimentación de lo que acabará sucediendo a escala o dimensión hispana, se ha vivido de una ilusión similar hace ya un par de décadas. Se la llamó y llama -porque ha pasado a formar parte del lenguaje chungo- “el Petromocho“, una supuesta inversión multimillonaria árabe y que resultó ser un engaño. Si Eurovegas se convertirá en un Euromocho madrileño está por ver, pero los comportamientos locales recuerdan demasiado a tufos de aquel sueño, que tuvo un despertar mojado en orines calificables de infantiles.

No fue, sin embargo, la única pelota que le colaron a esta querida región por el ángulo de la ingenuidad defensiva. Fue, incluso, la que menos coste le supuso, porque se descubrió a tiempo la fantasía. Otras, siguen echando humo, consumiendo trasiegos, generando agujeros a la ilusión y al empleo, empujando al Paraíso natural hacia el abismo de un futuro más pequeño.

Ay, si se pudiera trasladar de sitio la silla para sortear la columna que nos impide ver qué se cuece en el escenario…Pero, cada vez que intentamos cambiarnos de asiento, para ocupar una de las butacas que vemos vacías y que nos ofrecerían mejor visión de lo que pasa, viene un acomodador y nos da con el chuzo en la cabeza, y…oficialmente, con maneras de chicos aplicados, nuestros representantes se prodigan en tímidas sonrisas, en lugar de dar puñetazos y patadas a las puertas que se nos cierran.

—
(1) Me refiero al debate sobre la necesidad de una Reforma constitucional, o, como ya empieza a denominarse en ciertos círculos, sobre la forma de plantear una “Tercera Transición” (si supiéramos dónde estamos y, por supuesto, hacia dónde queremos ir).

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