Ha empezado diciembre con acelerada crispación preelectoral en los tendidos políticos de Gaigé. No ha trascendido mucho a nivel de calle, porque es difícil captar la atención de lo que sucede en el hemiciclo y sus alrededores, con el país polarizado hacia los desenlaces lúdicos. Nada más absorbente que tener al cerebro alimentado casi a diario (y, algunos días, con sesión doble) con la emocionante visión de acrobáticas evoluciones ajenas con un par de cervezas al alcance de la mano.
Nuestros representantes políticos han tratado, a pesar de las dificultades mediáticas, de llamar la atención. Los ministros de la coalición de gobierno que sostiene al presidente Sanchez (Pedro) han verbalizado sus discrepancias, tanto en relación con las interpretaciones en sede judicial de la precipitada Ley del Solo sí es sí, que ha provocado decenas de rebajas de las penas en reclusos condenados por violación y alguna excarcelación de quienes estaban ya próximos a cumplirla. La desafortunada defensa de la Ley por parte de su promotora, Montero (Irene), apuntando hacia el machismo de los jueces ha levantado ánimos judiciales y la repulsa de los medios y, dentro del hemiciclo, ha servido para que Vox, el único partido que votó en contra, saque pecho, aunque utilizando argumentos que no estaban expresos en su escrito de enmienda presentado a la mesa del Congreso.
Delicada situación puede llamarse aquella por la que atraviesa el Ministro de Interior de Gaigé, Grande-Marlaska (Fernando), cogido definitivamente en una mentira -no me atrevo de calificar si piadosa o temeraria-, cuando afirmó repetidamente que no se habían producido hechos delictivos -ni muertes- en territorio propio cuando se produjeron los terribles sucesos del último asalto a la frontera melillense, en el que fallecieron decenas (aún no precisadas) de migrantes subsaharianos. Se sabe ahora, indiscutiblemente, utilizando multiples visionados del VAR popular (además de la BBC), que, al menos, un fallecido fue arrastrado por los insensibles guardias marroquíes hacia su propio territorio.
Han aparecido durante la semana varias misivas deflagrantes en puntos sensibles en relación con la guerra en Ucrania, cada vez más cercana y confusa. Las embajadas ucrania y norteamericana, además de algunos ministerios, han sido receptores de esos involutos, cuyos efectos, sentido y procedencia, un joven secretario de Estado (magistrado en excedencia) Perez Ruiz (Rafael) se encargó de minimizar, con no mucha convicción. Nuevos involutos, ocultando ojos de animal y sangre, han llegado también a otros destinos europeos: Las intenciones deberían atribuirse a mensajeros del pánico (posiblemente, con malformaciones mentales), deseosos de llamar la atención sobre los efectos presuntamente peligrosos del apoyo europeo al pueblo ucraniano en su heroica resistencia contra la potencia rusa.
La ruptura en Ciudadanos está a punto de confirmarse, al manifestar Bal (Edmundo) sus duras discrepancias con Arrimadas (Inés), postulándose para dirigir, como un nuevo Lope de Aguirre, la balsa del partido hacia El Dorado. (Para no cinéfilos o desmemoriados, hago referencia implícita al film “Aguirre, o la cólera de Dios”). Como decidió comunicar su decisión a los media antes que a su jefa de fila, la tensión quedó expresa sin vuelta atrás.
El Partido Popular pierde lentamente fuelle, debilitándose el tirón inicial de Núñez Feijóo (Alberto), y ello a pesar de las manifestaciones públicas de afecto y unidad con los otros puntales de la derecha civilizada, de los que destacan Moreno (Juanma), Ayuso (Isabel) y Martínez Almeida (José Luis). Falta claridad en el programa y fuerza dogmática y agresividad desde la cúpula. Y, dado que Gaigé camina aceleradamente hacia la recuperación del bipartidismo, un análisis objetivo sobre las discrepancias no temperamentales con Vox.
El equipo de futbol nacional perdió, en fin, su buena estrella, frente a la selección de Japón, y gracias a que la de Alemania venció estérilmente para su propio beneficio, a la de Costa Rica, consiguió clasificarse sin méritos para la siguiente fase del Mundial de Katar (o Qatar). Quiso el destino burlón que le toque a la selección de Gaigé confrontar sus fuerzas -ahora muy mancilladas en ánimo y perspectivas- con las de la vecina Marruecos. Gane o pierda, se teme la reacción destructiva de los tifossi marroquíes sobre el mobiliario urbano de Madrid, amigos (como demostraron cuando ganaron a la selección belga) de armar tumultos que, por la cuenta que les tiene, ni se plantean provocar en el reino alauita.
En las primeras líneas de la formación socialista se evidencian discrepancias importantes con la gestión del Presidente de Gaigé. Lambán (Francisco Javier), presidente de Aragón y García-Page (Emiliano) son cabezas visibles de esas disensiones internas. Sin embargo, a la hora de votar en el hemiciclo, la lealtad corporativa se impone sobre la verborrea ante los micrófonos dirigida a sus electores locales.