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Cuadragésima Segunda Crónica desde el País de Gaigé

28 noviembre, 2022 By amarias 2 comentarios

Decir que la semana de Gaigé estuvo dominada por los encuentros que la selección de fútbol libró en Qatar, sería menospreciar los significativos efectos de la polarización política, en la que se perfila una horquilla de intereses variopintos, hábilmente instrumentalizada por el presidente Sánchez (Pedro), para ah0gar las posibilidades de crecimiento del equipo que lidera Núñez Feijóo (Alberto).

El Presidente ha conseguido el reconocimiento de la Internacional Socialista europea, que le ha aupado como su líder incuestionado, apoyando de esa manera su labor como director o muñidor de los destinos de la nueva izquierda moderada. Después del último semestre como Presidente del Consejo de la Unión Europea, Sánchez (Pedro), si no consiguiera la mayoría o los apoyos suficientes para seguir en el Gobierno de Gaigé, tendría el camino expedito para prolongar su vida política a alto nivel, trasladando su experiencia para pactar con ángeles o diablos.

La aprobación de la tramitación de la Ley que reforma el Código Penal en lo que respecta al delito de sedición, aprobada de forma unánime por el bloque de gobierno y sus apoyos de legislatura, ha servido para escenificar también la unidad sin fisuras de la bancada socialista, que han realizado una performance, levantándose al unísono de sus asientos y emitiendo una perorata que quería poner de manifiesto su apoyo. El Partido Popular había pedido el voto con llamada directa a cada diputado, en un intento de que alguno de los socialistas que habían manifestado su disconformidad o reservas ante la modificación legislativa, rompiera la disciplina.

El Congreso ha concentrado esta semana parte de la atención que no llenaron los comentarios sobre el Mundial de futbol, queriendo destacar, en esta Crónica informal de Gaigé, la polémica generada por el supuesto insulto a la ministra de Igualdad, Montero (Irene) emitido por la diputada de Vox, Toscana (Carla) que, en su vehemente alegato  contra la “precipitada aprobación de la Ley del sí es sí, desoyó los dictámenes de prestigiosos juristas” (que no citó), porque “solo analiza en profundidad a Pablo Iglesias”, su pareja. Su soflama -aplaudida con vehemencia por sus co-religionarios- estuvo en un tris de provocar las lágrimas de la apelada y obtuvo el reproche unánime de todos los demás partidos, demasiado calientes los ánimos para analizar, como sí hizo algún comentarista politico, que la frase no merece tanta atención y está, incluso, muy por debajo de la áspera animosidad ad personam que utilizan los portavoces, de la que no están, sino muy al contrario, libres los representantes de la izquierda, tanto la moderada como la extrema.

La formación de atletas que representa a Gaige en el rico feudo de Qatar, proporcionó a principio de semana la alegría de ridiculizar a la muy digna selección de Costa Rica, a la que arrolló con siete goles frente a cero. El equipo de Alemania se encargó de bajar el nivel de euforia de aficionados y futbolistas, haciendo sufrir el 27 de noviembre a los chavales que manda Martínez (Luis Enrique). Por su parte, los atletas del balón-pie que defienden el honor de Costa Rica (en el supuesto que este móvil etéreo pueda medirse en un campo de deportes), recuperaron el suyo venciendo a Japón y, poniendo de manifiesto, de paso, que el azar también tiene colores.

La semana ha traído vientos de protagonismo para el equipo que dirige la ministra Ribera (Teresa), que ha vuelto de la celebración de la COP 27 en Sharm el Sheikh con buenas vibraciones. Tuve ocasión de oir a la responsable de la Oficina Española para el Cambio Climático -Ulargui, Valvanera-, invitado por Sust4in2 (es decir, Viegas, Marcio), pronunciarse sobre la necesidad de cambiar la estructura el sistema financiero internacional para salvarnos de un incremento de temperaturas que, según los datos, no tiene actualmente coto. De la experiencia de los últimos encuentros de los representantes de casi todos los países en estas cumbres tan mediáticas, mi opinión es que se pueden sacar muchas consecuencias, pero pocas optimistas.

Provocada por el aumento de temperaturas a nivel global o producto de una ocasional disminución del período de lluvias, el campo ha visto la reducción de sus producciones respecto a otras temporadas y en zonas como Cataluña -sin que quepa por ello atribuir la culpa en este caso a la gestión de su Generalitat- se han impuesto restricciones en el uso de agua.

En el Ministerio por la Transición Ecologica, la titular presentó esta semana la Hoja de Ruta para Materias Primas Minerales y anunció la puesta en proceso de opinión pública de una revisión a fondo de la Ley de Minas. El salón de Actos estaba lleno con varones encorbatados que, a petición de la Ministra, antes de comenzar el acto propiamente, se pusieron en pie para guardar un minuto de silencio -me pareció algo largo- en memoria de las víctimas de violencia de género, en el Dia Internacional contra esa lacra social y cultural que tanto alarma a Gaigé y a otros países de nuestro entorno civilizado, que cuentan por decenas con lógica alarma, las muertes de mujeres a manos de sus parejas. Mientras tanto, millones de mujeres son maltratadas, vejadas o ignoradas oficialmente en sus derechos más elementales, en países que siguen defendiendo que la mujer es un ser inferior al varón.

No es este lugar ni espacio para valorar las dos importantes decisiones juridicas con gran efecto económico y social en las que se embarca la Vicepresidenta Tercera del Ejecutivo en su último año de gobierno que, junto a otros cambios legislativos propiciados por el Gobierno de Gaigé, parecen responder al viejo principio de conseguir que a este país no lo reconozca ni la madre que lop parió, y que sirvió de motto al primer gobierno socialista de la hoy declinante democracia.

El partido Ciudadanos lucha por la subsistencia con sus dirigentes alternando navajazos y abrazos. Bal (Edmundo) expresa con mayor claridad cada vez que habla su falta de sintonía con Arrimadas (Inés). La lideresa reprocha a Bal no haber detectado a tiempo, desde su pedestal de abogado del Estado en excedencia, que la Ley del sí es sí tenía un agujero por el que están obteniendo la excarcelación temprana o la rebaja de sus condenas, reclusos condenados por violación. El minipartido de Ciudadanos votó con la mayoría aplastante la aprobación de la Ley, que solo fue rechazada por Vox, que saca tajada del asunto.

La guerra en Ucrania sigue sin que se atisbe un final. El invierno, con su cohorte de frío y hambruna tienen, cada vez con más fuerza, la palabra. La diplomacia, la sensatez, los principios humanitarios más elementales, han sido incapaces, hasta ahora, de convencer a los contendientes de la necesidad de acudir al derecho internacional, a la ética universal y, sí, a la religión, antes de hundirse y hundirnos a todos en un caos de exterminación irreversible.

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Mi septuagésimo cuarto Cumpleaños

7 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

Cada siete de julio desde 1948 es mi cumpleaños. Normalmente, lo celebro con la familia, unas pocas con amigos (inolvidable el show que me organizaron los Egüez en Santa Cruz), alguna la pasé en una habitación de hospital, atiborrado de analgesicos.

Hoy pude reunir a algunos de mis hermanos, que nos acompañaron a mi mujer y a mí en un almuerzo lleno de recuerdos y ternura. Hubo tarta, aunque no soplé ninguna vela. Han sido bastantes las llamadas de amigos y los mensajes recibidos desde el whatsapp y por las redes sociales. Muchas más reacciones de afecto e interés, desde luego, que si lo comparo a los tiempos anteriores a la era digital, porque hoy los enanos informáticos se encargan de recordar cada cumpleaños. ¿Quién, en ese pasado que cuesta ya imaginar, fuera de los padres, abuelos y hermanos y algunos tíos atendía a las fechas de nacimiento de los demás? Hoy nos felicita hasta el taller a donde llevamos el coche hace cinco años, el Banco que juega en su propio beneficio con nuestro exigüo depósito y, por supuesto, el grupo de gimnasia que hemos abandonado hace meses.

Cuando empecé a escribir este Comentario, directamente en el blog como hago siempre, tenía la idea de hacer un repaso (ligero) de mi vida hasta ahora. Por supuesto, desde la consciencia de que a nadie le interesaría un pimiento, aunque no me faltarían los diez o doce me gusta en Facebook, algunos incluso emitidos antes de que llegara a terminar mi elucubración.

Desistí sobre la marcha. Debería escribir un poema, o algo así, improvisado y tierno con esa melancolía que impregna la edad. Creo que podría encontrar el tono poético (o así creo) si tuviera la tensión suficiente. Pero no la tengo ahora.

Recuerdo cuando, por Navidad, utilizando la amistad que Arturo Solís tenía entonces con la directora del Ateneo de Avilés, Tomás Recio y yo improvisamos una performance (¿se diría antes así?) en la que el Niño Jesús se transformaba en un pavo y (metafóricamente) nos lo comíamos. Pensábamos que todo el mundo se iba a escandalizar pero nos aplaudieron bastante. Obviamente, nadie entendió ni la osada metáfora ni la dicción farfullada y nerviosa que teníamos entonces, correteando por los diecisiete o dieciocho años.

Cumplo setentaycuatro mientras hay guerra por Ucrania y cuando el Gobierno de este país que llamo Gaigé, (pronúnciese Kaiché) -porque he vuelto a estudiar chino- está al borde de su disolución como azucarillo y Nadal se ha retirado de Winbledown y  un tal Boris Johnson acaba de dimitir como Premier después de  haber sacado a su país de la Unión Europea y solo por haberse tomado unos cuantos maltas junto a su gabinete cuando él mismo había prohibido festejos porque estaban guardando confinamiento por librarse del primer coronavirus.

En realidad, tenemos millones de ejemplos, y mucho más convincentes, de caciques, primeros, gobernantes, papas y papesas, etc. que emiten o emitieron leyes, decretos leyes, edictos, soflamas o fatuas a través de sus esbirros y mandatarios, que incumplen las prohibiciones que ellos han emitido con el solo propósito de tener controlados a los demás. Casi todos los que mandan algo tienen en algún momento de su periplo por el poder la tentación de prohibir, ya sea desde religiones, gobiernos, empresas o familias, y ellos se saltan sus prohibiciones a la torera.

(Por cierto, aunque no venga a cuento, en la iglesia de la Virgen de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda hay un letrero con variada información sobre el templo, en el que también se indica que lleva catorce milagros en su haber. Es una vergüenza. Hay que aplicarse, lugareños. Hay santos que la superan ampliamente. Cuando yo estudiaba bachillerato, Champagnat era solo Beato y Escribá de Balaguer era solo un proyecto de camino a la virtud)

No me quiero desviar demasiado. Tenemos, si queremos, mucho de lo que preocuparnos, si bien los optimistas siempre encuentran motivos de alegría. El futuro aparece bastante complicado para todos, aunque debe ser especialmente complejo si estás en medio de un desierto y no tienes ni agua o se te ha metido en la cabeza que se vivirá mejor en Alemania  estás dispuesto a llegar hasta allí cruzando mares y concertinas. Pero si los alemanes están preocupados con eso de la energía, y están hablando en todas partes de recesión y un tal Putin dice que su presión sobre los amigos de un tal Zelenski no ha hecho más que empezar, y parece que no necesita utilizar sus misiles de cabeza nuclear (tal vez son de carton piedra) para hacérnoslas pasar canutas. Este Vladimir tiene como primo de Zumosol al chino que me ca la impresión que está más dispuesto a ayudar a los amigos que nuestro primo norteamericano, que cuando aparece es para colocarnos más armamento en las bases que le hemos prestado y vetar nuestro jamón y aceitunas, equivocándose porque a quien quería dar un sopapo era a los franceses.

No estoy seguro de poder  cumplir un año más, porque tengo ya doble metástasis y por más que el equipo médico está muy animado por lo bien que respondo a los venenos que me van dando, soy consciente que el cuerpo aguanta lo justo, los años pesan, no en vano y las vírgenes de la caridad y los santos de devoción están para atender a cosas más importantes.

Ayer en una conferencia virtual en la que fui solo oyente, y que estuvo muy bien, en la que se hizo un repaso sobre la desalación, como estábamos guardando los cinco o diez minutos de respeto para que lps rezagados pudieran conectarse (que no sé porqué hay esa costumbre hispánica de esperar por los rezagados haciendo perder el tiempo a los que llegamos puntuales), me dio por decir, porque el silencio me levanta ampollas, que el futuro estaba complicado para nuestros nietos. Todo era por cubrir el tiempo de desespera, pero Antonio Colino, que es presidente de la Real Academia de Ingeniería y tiene seguro mucha mejor información, me aclaró que todas las generaciones encuentran su porqué, y que no teníamos que preocuparnos, que seguro que se les ocurriría algo, porque tampoco teniamos nostros televisión en casa ni ordenador ni móvil con videoteléfono cuando éramos niños y mira a dónde habíamos llegado.

Y yo miré para mis adentros y me d cuenta que tenia razón, pero que en la televisión y en el ordenador o en el móvil veía cosas que antes, solo con la imaginación, me parecían hermosas y ahora las veo rancias y sin gracia. Claro que yo no inventé nada y solo llené los papeles para dos patentes por puro compromiso.

Pongo la foto de un reyezuelo común, Es un ave pequeña y simpática, que si tiene la oportunidad de verla de frente tiene aspecto entre inocente y mala leche. Se me metió en el salón y me costó mucho sacarlo de allí, por su querencia a colgarse de la lámpara.

 

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Ética en Ucrania

30 abril, 2022 By amarias Deja un comentario

No se está hablando o escribiendo demasiado (y debería ser el caso) sobre la ética en la guerra de Ucrania. Quizá, emocionados por contarnos -sobre todo, a los espectadores occidentales- la evolución militar de la contienda, los avances y retrocesos de uno y otro de los contendientes, los estragos producidos después de más de setenta días de lucha destructiva, los cronistas piensan que los aspectos éticos de esta guerra no son tan interesantes.

En algunos aspectos sí parece que la mayoría está de acuerdo. Se trata de una guerra y o de una invasión, aunque es evidente que Rusia ha invadido territorio ucranio. Pero los ucranios, de forma masiva y prácticamente unánime, bajo las directrices del presidente legítimo Volodomir Zelenski, se han opuesto con armas a la agresión territorial y, por tanto, están en guerra con Rusia.

Se trata de una guerra peculiar por sus características militares, territoriales y en relación con los apoyos exteriores y el empleo de armas y medios destructivos; también en cuanto al comportamiento de la población civil y a la utilización de la misma por el agresor para provocar mayor presión sobre la defensa del agredido.

Para algunos analistas, es una guerra civil, con el significado de que en ambos lados de la contienda, los militares son eslavos y, aunque desde hace algunos años Ucrania es un país independiente, reconocido por la comunidad internacional, los lazos que mantuvo con Rusia eran particularmente intensos hasta poco antes de la contienda. Ciudades como Karpov, hoy gravemente afectadas por la destrucción, eran consideradas como centro cultural ruso. En Mariúpol, centro de los ataques de la fuerza rusa, arrasada hoy y controlada por los agresores (salvo la acería de Azovstal, en donde se concentran unos cientos de soldados ucranianos, asediados y en condiciones vitales precarias) el jefe separatista de la autodenominada República Popular de Donetsk declara estar preparando a la población, niños incluídos, para desfilar por sus calles el 9 de mayo próximo, como un nuevo Día de la Victoria.

En un brillante artículo, Araceli Mangas Martín (vicepresidenta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas),glosa en el diario El Mundo del 22 de abril, algunas de las graves infracciones del derecho y de la ética internacional de esta “Guerra sin cuartel”. La misma expresión de la intención de “aniquilar” la defensa ucrania en Mariúpol, teatralizada por el sátrapa del Kremklin con su Ministro de defensa hace unos días, indica, según la catedrática de la UCM, la existencia de ubn “crimen de guerra”, con vulneración de Reglamento de la Guerra Terrestre-Convenio de la Haya y su protocolo Adicional de 1973, del que Rusia es parte.

Muchas son las violaciones de normas internacionales que Rusia -no solo Putin- acumula en esta guerra, con sus ataques a las poblaciones y la negación de protección a los prisioneros de guerra. Llama la atención, porque se ha negado con ello la capacidad de mediación internacional, el incumplimiento de la obligación (Convenios de Ginebra) de “nombrar potencia protectora”, un Estado de la respectiva confianza de cada uno de los combatientes, que supervise la correcta aplicación de los Convenios y el auxilio a las víctimas. Que haya que lamentar también alguna infracción por parte ucrania (disparar a los pies de los soldados rusos ya rendidos, denuncias por confirmar de vejaciones y mutilaciones a prisioneros o a delatores) no debilita ni compensa el grado de crueldad ejercido por los invasores en esta guerra que conmociona Europa.

En todo escenario bélico, mientras la contienda se mantenga y no se consolide un vencedor, la intoxicación es parte del material esgrimido por las partes y la propaganda sirve al efecto de alardear de avances propios y la exhibición de derrotas y deserciones del contrario, con la intención de minar la moral del enemigo y consolidar el clima de apoyo de los simpatizantes de parte. Putin ya cantó victoria varias veces, y en la venta de éxitos, Zelensky no se queda atrás. El apoyo moral y armamentístico que le están prestando los Estados occidentales, sin que -hasta el momento- hayan superado (a los ojos de Putin) la línea roja de su participación activa en la guerra, no deja lugar a dudas en que nos movemos en un campo especial, al borde del peligro de que, por error o a sabiendas, se produzca el ataque a alguna ciudad fuera de las fronteras ucranianas.

Resulta muy interesante introducir en el análisis la opinión, difundida en Rusia y en los países que simpatizan con los invasores (o que mantienen un difícil equilibrio de supuesta neutralidad) que se apoya en que Putin no es el agresor, y que la hipótesis de que pretende reconstruir la “gran Rusia” es una invención occidental, y que, por el contrario.  ha sido la OTAN la que, con su posición de integrar a Ucrania en su órbita, ha desestabilizado la situación. En esa línea argumental, un gobierno títere, con Zelensky como juguete significativo, ha dado un paso intolerable para el sentimiento patriótico ruso, al comunicar su deseo de incorporarse a la Unión Europea y a la OTAN. Obviamente, la calificación de tal acción como “ofensa” implica no admitir ninguna capacidad de autonomía a Ucrania.

Cierra este análisis apresurado sobre los principios éticos vulnerados en este guerra “sin cuartel”, la apreciación de que se trata, también, de una disputa religiosa, por las creencias de las poblaciones respectivas. La religión mayoritaria en Ucrania es el cristianismo, con más del 86%  considerado practicante. Como ha destacado Pilar Bonet, hace ya varios años, el enfrentamiento entre Kiev y Moscú afecta también a la religión. No es tan sencillo descubrir todos los hilos de esta discrepancia, que está vinculada al patriarca de la iglesia ucraniana y su negativa a someterse a Moscú. El anterior presidente proruso Petró Poroshenko, fue el impulsor de una nueva Iglesia ortodoxa en Ucrania, cuya deriva deseada hubiera sido la advocación y dominio del patriarca de Moscú, el patriarca Cirilo, cuyo apoyo a Putin es manifiesto. La petición del Papa Francisco para que Cirilo instase al Kremlin a detener la guerra no tuvo ningún resultado.

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Duodécima Crónica desde el País de Gaigé

24 abril, 2022 By amarias Deja un comentario

La semana que termina el 24 de abril ha sido pródiga en pequeños acontecimientos a los que se ha dado una gran trascendencia en Gaigé.

En mi opinión, el más significante de entre los protagonizados por el presidente Sánchez ha sido la visita a Kiev, en donde se encontró con el presidente ucranio, metido éste de hoz y coz, después de dos meses de defenderse de la invasión del sátrapa Putin, en una guerra sin fin. Sánchez, ya en campaña electoral frente al crecimiento del nuevo PP de Feijóo, ha prometido camiones y vehículos ligeros.

El rostro cansado de Zelenski agradeció el detalle, pero volvió a pronunciar su deseo explícito de lo que necesita su país: Más armas. No solo se enviará material de transporte, sino también especialistas en neutralización de minas y en la identificación de señales de tortura o trato vejatorio en los cadáveres que la retirada (momentánea) de las tropas rusas, bielorusas y chechenas han dejado al descubierto en Buscha y otras ciudades abismadas por la furia expansionista del loco del Kremlin y sus secuaces.

Por cierto, que se ha juzgado en círculos militares como un desliz imperdonable desde el punto de vista de la estrategia militar, un crecido presidente de Gaigé haya filtrado que el envío de apoyo bélico se realizará por medio del buque Ysabel y a través de la frontera con Polonia, en un viaje que iniciará de inmediato y que durará una semana, pues expone a éste a un ataque ruso.

La tensión política en Gaigé suben enteros cada día. La amenaza de ruptura de la coalición de gobierno parece ya un leit motiv del panorama. Por una parte, se debe registrar la oposición de algunos miembros del Gabinete a enviar armamento y apoyo estratégico (y hasta sicológico) a Ucrania. Muy expresivamente, ante esa resistencia expresada por ministros como Montero y Garzón, la ministra de Defensa (convertida, a su pesar, en ministra de la Guerra) Margarita Robles, ha indicado que “si alguien cree que se puede negociar con Putin por la vía diplomática, que lo haga”.

El otro y nuevo punto de tensión lo conforma el “caso Pegasus”, por presunto  espionaje (según indicios, por el CNI) a los independentistas catalanes, hoy socios de gobierno.

Como era de sospechar, el asunto de las comisiones lujuriosas por mascarillas y guantes al inicio de la pandemia, entra en la fase del “y tu más”.

El nuevo Presidente del PP se ha aupado a su puesto con tanta energía que parece haber estado allí toda su larga vida política. Sin sentirse frustrado por la reunión sin acuerdos que mantuvo con Sánchez hace apenas una semana, ha elegido la vía singular de enviarle una carta al “Querido Presidente”, con más de cien puntos, entre los que destaco la exigencia de reducción de impuestos, la prolongación de la vida de las centrales nucleares y la renta mínima a las clases más necesitadas. Un golpe  bajo la línea de flotación de la incómoda singladura que se prevé para el resto de la legislatura.

La victoria de Macron en Francia sobre Le Pen, que le garantiza cinco años de presidencia pero no un Paramento a la medida (al contrario), abre incógnitas sobre el liderazgo en la Unión Europea, perdida para la Historia la canciller alemana Merkel, que ha cedido los trastos de ordenar el girigay europeo en un gris Scholz y, sobre todo, habiendo recibido un golpe irrecuperable por su amistad con Putin, en el que confió el futuro energético de Alemania.

 

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Novena Crónica desde el País de Gaigé

3 abril, 2022 By amarias Deja un comentario

Empieza abril en Gaigé con amenaza de fríos intensos que la climatología real no consolida. Luce el sol en Madrid, la capital del Gaigé, ciudad donde los dirigentes del Partido Popular (alternativa al Gobierno de coalición entre socialistas y fuerzas exóticas a la democracia) se enzarzaron, hace ya un mes y medio en una disputa autodestructiva, de la que, por el momento, es solo Díaz Ayuso (Isabel) la que sigue en activo, protegida por su condición de Presidenta de la Comunidad madrileña.

El primer fin de semana de este mes tuvo lugar la elección por aclamación del nuevo Presidente de los populares, Núñez Feijóo (Alberto) en Sevilla, y el nombramiento de nuevos primeros espadas -o cuchillos de pescado-, más acordes con el impulso -¿nuevo?- que el extraído de su feudo gallego pretenda dar al partido después del desaguisado que se llevó por el desagüe del olvido a Casado (Pablo), quien mantuvo el tipo (sin llorar ni mover más pestaña que las veces imprescindibles) durante todo el Congreso cuya único objetivo era sustituirle.

Mientras Ucrania se desangra en un guerra sin cuartel en la que la Rusia de Putin está empeñada en destruirla con la saña de un  perverso matarife, aprovechando que la Unión Europea -y, por detrás, la OTAN- están alimentando temerariamente su resistencia heroica, el presidente de Gaigé ha tomado varias decisiones importantes, con el criterio que parece seguir, y que tan buenos resultados le viene dando, de complicarlo todo para que se resuelva por sí mismo o se olvide lo que nos llevó hasta allí.

La huelga de transporte ha desembocado en una huelga de gasolineras. Ambas parciales. No se llamarán oficialmente huelga, sino parón patronal, pero hay bastantes gasolineras que no expenden combustible. En la que tengo más a mano (Arturo Soria) me decían ayer que solo vendían fluido al “precio de antes” del apurado decreto que bonifica en 20 céntimos el litro, porque no tenían liquidez . Así que, al menos en ésta, solo venden periódicos, naranjas y chucherías.

Aunque desde Moncloa se reclama calma y se repite que todo está bajo control, se respira en la calle una inquietud espesa. como en las horas previas a una tormenta de verano. Siendo Gaigé país de los Despropósitos pero de talante acogedor y tranquilo, el malestar solo tiene reflejo en las tertulias improvisadas de los bares de vecindad y en el interior de los taxis, si el cliente solicita apagar Radio Libertad Digital.

Me ha resultado conmovedor leer que Valcárcel (Ramón Luis), ex vicepresidente del Parlamento Europeo, se presenta como precursor de lo que se avecinaba en Ucrania, pues estando de visita en Kiev a principios de 2014 tuvo que huir de la ciudad ante la terrible inestabilidad del país, que se había cobrado la vida de algunos ciudadanos, asesinados por francotiradores. No parece una intuición propia de un adivino con poderes mágicos, ya que el país que ahora trata de guiar entre bombas y destrucción al país hacia la imaginaria tabla de salvación europea un maestro de la supervivencia llamado Zelinski (Volodomir), lleva en búsqueda de una identidad propia -fuera del ámbito soviético- desde, por lo menos, 1991.

Tiene el gobierno de Gaigé un conflicto con Argelia, que se traducirá en la subida del gas natural que importa de ese país árabe.

De poco han servido las visitas previas a Argel de ministros muy cualificados -Ribera (Teresa) y Albares (José Manuel)- cuya intención era garantizar la estabilidad del suministro, una vez que el susceptible Mohamed VI había cerrado el paso del gas por el territorio de su señorío y retirado a su embajadora -la española Benyaich (Karima)- (1), muy enfadado porque se había hospedado secretamente al líder saharaui (perseguido como prófugo de la Justicia española por una acusación de violación) para curarse del coronavirus en Valladolid.

En una sorprendente decisión estratégica, el Gobierno de Gaigé ha enfadado al presidente de Argelia, Tebboune (Abdelmadjid) con una carta dirigida por misteriosos canales a Mohamed VI (el líder religioso y político de Marruecos), llena de errores gramaticales que no pueden ocultar un gigantesco error estratégico.

En esa carta, al parecer destinada a recuperar las relaciones con el país vecino del otro lado del Estrecho de Gibraltar, se indica que se abandona la postura de defender el derecho del Sáhara Occidental a la autodeterminación, entregándolo como una Comunidad autónoma a Marruecos. Por supuesto, el concepto de Comunidad autónoma bajo la dictadura monárquica vigente en ese país magrebí, no tiene nada que ver con lo que en Gaigé se entiende como la libertad de gestión y decisión otorgada a sus Autonomías.

La reacción argelina fue anunciar la revisión del precio del gas que suministrará a España-Gaigé. Una decisión que afectará, por supuesto, al precio de la energía en este país (sometida a vaivenes especulativos insoportables para la industria y particulares). Se ha solicitado a la Comisión Europea, en una propuesta conjunta con el gobierno portugués -cuyo primer ministro es Costa (António), que se saque del cálculo estricto de precios para el mix energético a ambos Estados, autorizando un precio máximo repercutido para el gas de 80 euros/Mw-hora, durante un período transitorio.

La respuesta de la Unión no ha sido inmediata, estando pendiente de la decisión del directorio respecto al tope de precios admitido, aunque ha aceptado el sacar a ambos países del esquema de precios, lo que no impidió que el canciller alemán -Sholz (Olaf),  al que le tienen que doler los oídos por el conflicto ruso-uraní, que ha afectado de lleno a su economía y al suministro gasista, dependiente de Rusia- manifestara que “le parece un error intervenir los precios del gas”.

La inflación de prácticamente dos dígitos actual en Gaigé, junto con la amenaza de las proyecciones (que el Gobierno no considera aceptables) de entrar antes de final de año en la senda de una inflación consolidada que minará brutalmente el poder adquisitivo de los españoles. La llegada del contingente de desplazados ucranianos y la perspectiva, no ya de una guerra larga en el este, sino de reordenar suministros esenciales en el país de los Despropósitos, exigirían una planificación seria, nada improvisada (aunque flexible) y estricta de las ingratas decisiones que deberán tomarse para que el rumbo no se desbarate.

La oferta de cooperación del nuevo líder del PP al Gobierno, coincidente con el desapego manifestado por las facciones sustanciales que lo han conducido hasta aquí, necesitará depurarse de las simples palabras corteses. Gaigé está pronto a atravesar un desierto en la que abundarán la incertidumbre y desagradables sorpresas. Tiene razón Núñez Feijó al explicitar que “no se trata de ser más españoles que nadie”. No será fácil sacudirse del populismo y del insensato independentismo y no bastarán, me temo, las buenas intenciones.

(1) Karima Benyaich Millán es marroquí y también española, hija de una española y de quien fue médico de Hassan II, que falleció en un atentado contra el monarca y que fue acogida como miembro de la familia en recompensa a la entrega (que culminó con su propia muerte) de su padre.

 

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Hacia la postguerra en Ucrania

26 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

La guerra en Ucrania atraviesa por una fase, sin duda, diferente. El empático Zelenski anuncia el 25 de marzo de 2022 “avances significativos en el frente”, dando a entender que, al menos en algunos puntos de combate, el improvisado Ejército ucraniano está doblando el brazo en algun sentido, a las fuerzas rusas, cuya descoordinación, desde el punto de la estrategia militar parece por momentos demasiado evidente para ser creíble.

Podría ser, más bien, la consecuencia de que la guerra se está prolongando demasiado y alguno de los apoyos del sátrapa Putin se están debilitando, como lo confirma la deserción de Anatoli Chubais, enviado del Kremlin como representante para negociar acuerdos sobre el cambio climático, que, además de figurar en el equipo de confianza del dictador, fue asesor económico de Yelsin en los 90 e incluso tiene en su currículo el baldón de haber sido anterior jefe del actual presidente ruso. Chubais cogió las maletas y se largó, junto a su esposa, de Rusia.

He leído, con la atención debida, un escrito del ex ministro de Exteriores español, Josep Piqué, cuyos análisis lúcidos sobre geopolítica siempre me han parecido interesantes, además de excelentemente documentados. Se extiende en su artículo del 24 de marzo, que titula “Preparar la posguerra” (Mis apuntes sobre el escenario después de la invasión), después de reconcoer que el desenlace final de la guerra es aún muy incierto, en un argumento que viene exponiendo desde hace varios de sus ensayos sobre el tema, y es que Putin “ha perdido la guerra”.

Se refiere, obviamente, al personaje y las razones de esa afirmación, totalmente compartibles, apuntan a la increíble orden dada por Putin de la invasión de un país libre y democrático, utilizando burdas artimañas y enviando a un Ejército poco preparado y nada concienciado de su labor de purga y arrasamiento de un país hermano, en contra de la opinión internacional y de la creciente contestación en su propio feudo.

Da por supuesto Piqué la continuidad terrestre de la guerra en el Donbás y Crimea y la pretensión de controlar el mar de Azov, que Putin querrá mantener en caso de negociación de un armisticio. Pero la integridad de Ucrania, indica el politico, debe mantenerse y corresponde la decisión solo a los ucranianos, lo que conduce a un referéndum en el que sea la población afectada la que opine sobre el particular.

No voy a glosar aquí el artículo completo, cuya lectura no dudo en sugerir, para poner el énfasis en la propuesta de que el marco para cooperación con Rusia (eliminado de la escena Vladimir Putin, en operación que, dado el diplomático conducir de Piqué no puede ser otra que su dimisión o la destitución por el Kremlin) es revitalizar los acuerdos de Herlsinki. por el que se constituyó en 1975 la Organización para la seguridad y la Cooperación en Europa (la OSCE, antes CSCE). Esta asociación para la convivencia, creada en plena guerra fría, funcionó hasta la intervención rusa en Georgia -en 2008- y murió en 2014 con la anexiónilegal de Crimea.

Es muy evidente que la situación de tensión con Rusia no puede mantenerse y, descartada, como afortunadamente parece, una escalada que conduzca a la tercera guerra mundial, a pesar de que China sigue mirando hacia otro lado y que el envío de armas, material, ayuda humanitaria (y ahora también, equipos de alta tecnología para interceptar comunicaciones, hackear redes y localizar efectivos militares, incluída la captación de misiles y su destrucción preventiva) por parte de la OTAN y la Unión Europea ha aumentado significativamente.

Putin puede seguir pensando que apretar el botón nunclear es una opción pero sus asesores del Kremlin están cada vez más lejos de imaginar que esa opción es factible. Solo un enajenado puede creer que esa es una forma brillante de terminar el conflicto. No puedo menos de indicar, desde mi modesto coleto, que la estúpida proliferación de armamento nuclear en el mundo ha supuesto embarcarse en un juego peligroso que ha pretendido ignorar la ley de la guerra: “El armamento que se tiene está para usarse algún día. Si no es en agresión a otros, será en defensa”.

No está esa máxima en el libro de Sun Tzu (Arte de la guerra) y a lo mejor no se atrevió nadie a formularla de forma tan agresiva, pero así lo veo yo, incluso como argumento para no actuar como buenista pacifista si no se quiere, algún día, ver al propio país atacado y sojuzgado por ambiciosos sin escrúpulos.

En fin, la asignatura de la agresión rusa a Ucrania no terminará con un armisticio, ni con una tregua, ni siquiera con un acuerdo post-guerra. Estoy de acuerdo con Josep Piqué en que hay que reintegrar a Rusia en una Alianza donde todos nos sintamos cómodos y renunciemos -al menos, por un tiempo largo- a tirarnos bombas a las cabezas. Hay que poner el cascabel a ese gato, y Putin nos sobra.

Publicado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: Anatoli Chubais, Josep Piqué, OSCE, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

La guerra en Ucrania moviliza los afectos del mundo occidental

25 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Cuando la guerra en Ucrania se prolonga por un mes y un día (la ominosa invasión rusa tuvo lugar el 24 de febrero de 2022), es necesario hacer una clarificación de la situación, tratando de incorporar el análisis de lo que pueden ser más que matices, para valorar correctamente la situación.

Quizá lo más sorprendente es el reconocimiento de Rusia de que no se plantea nuevos objetivos militares. Después del arrasamiento inhumano de Mariúpol, y haber destruído innumerables edificio públicos y privados y causado miles de víctimas, el Kremlin parece dar por conseguidos sus propósitos y anuncia la disminución de la presión sobre el territorio invadido (recojo la declaración con toda reserva, que están difundiendo apenas hace media hora cuando escribo esta Crónica, los medios internacionales).

No será todo tan sencillo. Por una parte, y dando credibildad a las informaciones que llegan del campo de lo agredidos, las tropas ucranianas han recuperado terreno en Kiev, alejando a los rusos a más de 30 km y consiguiendo cercar a 4.000 soldados del Ejército invasor.

La solidaridad internacional a favor de Ucrania y del versátil líder Zelenski alcanza cotas muy emotivas. El Presidente Biden se ha acercado a Polonia para manifestar su apoyo a los refugiados que huyen del país arrasado por el déspota, El aislamiento de Putin es total si nos referimos a la Unión Europea.

Desde la OTAN se apoya a Ucrania con ayudas humnanitarias y material bélico, aunque procurando que esa intervención parezca indirecta. Se ha pedido a China (de momento, sin aparente resultado positivo) que no apoye a Rusia en su invasión  y “promueva una solución pacífica, defendiendo el orden internacional, absteniéndose de cualquier acción que ayude a Chuna ” -aunque no han indicado expresamente que “condene la guerra”.

Se continúa ejerciendo presiones económicas “sin precedentes” (en expresión del secretario general de la OTAN, el noruego, Jens Stoltenberg) y, aceptando por buena la dramática observación de los servicios de inteligencia de Estados Unidos que advierten de que Putin estaría preparando ataques con armas químicas, con misiles espceciales y bombas termiobáricas, concentrándose en el control del Este de Ucrania antes de ofrecer la negociación para parar la guerra.

Hemos asistido con emoción a las manifestaciones de solidaridad de multitudes en casi todas las ciudades importantes de Europa y algunas de Estados Unidos. “Stop de World” y “Putin, Hitler” son gritos de repulsa unánimes. Las miradas hacila la población rusa para que se exprese claramente contra la masacre sin sentido, se tornan confiadas en que -en un plazo corto- Putin pierda el apoyo actual.

Incluso algunas voces puntuales -siguiendo la línea del senador republicano Lindsey Graham, que proponía, ya a principios de marzo, el “asesinato de Putin” como solución a la guerra, expresión temperamental de sentimientos que fue de inmediato rechazada por la oposición en el gobierno, como impropia de un pueblo que “defiende los valores éticos y la vida humana” (lo que no deja de tener también una connotación cínica).

Mi apreciación actual es que la guerra continuará durante semanas, sin llegar a un alto al fuego. Seguirán muriendo soldados de ambos lados. En el caso de los ucranianos, en que la población masculina de 18 a 60 años está movilizada forzosa (calculo que serán más de diez millones de hombres) no puede hablarse de población civil. Son víctimas de una guerra sin sentido, insuficientemente preparados para combatir y en la situación desventajosa de tener que repeler una agresión con material bélico inferior. Habrá, pues, más destrucción, más muertes, más refugiados. Más palabras de ánimo a Volodomir y sus valientes. Más presión económica. Mayor apoyo de material bélico, incluído protecciones ante misil y misiles de mayor alcance para Ucrania.

Mayor riesgo de una tercera guerra mundial, porque el dictador está acorralado y, como el alacrán ante el fuego, tratará de lanzar su aguijón a todas partes. La intervención clara desde China para parar  la guerra es imprescindible, porque Occidente no puede mediar (no quiso entender los mensajes de Putin en su momento, y ahora carece de capacidad). Ucrania seguirá existiendo, recortada -no debe perder el acceso al mar, en ningún caso- y con necesidades inmensas para su reconstrucción.

El mundo está amenazado por varios flancos y las tensiones florecen en múltiples puntos calientes. En el Gran Premio de Dakar, se produjo hoy un ataque con misiles de los insurgentes yemeníes sobre el aeropuerto de Yehda y las autoridades de Arabia Saudí no han podido interceptar a uno de ellos. Se plantea, pues, la suspensión de la competición, decisión que parece lo más lógico para salvaguardar la seguridad de los conductores, equipos de apoyo y aficionados locales.

Publicado en: Actualidad, China, Guerra en Ucrania Etiquetado como: China, Putin, Ucrania, Volodomir Zelenski

La guerra en casa

23 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Al terminar el día 23 de marzo de 2022, mientras el Kremlin sigue bombardeando ciudades ucranianas sin piedad, con la rabia de quien había imaginado doblegar a su atacado tras una breve escaramuza victoriosa y se ha empeñado en una guerra de desgaste en la que el improvisado Ejército blaquiamarillo está demostrando una resistencia herorica (también se debe reconocer que estratégicamente inteligente), se puede decir que todo ha ido a peor.

Por una parte, casi cuatro millones de ucranianos -mujeres, ancianos, niños- están protagonizando una Egira inimaginable en el siglo XXI. Se trata de desplazados forzosos de sus lugares de origen, expulsados de sus hogares sin más compañía que su soledad, desnudos de todo apoyo, con el dolor añadido -si es que aún cupiera más dolor- de los varones en edad de combatir, que han quedado en el campo de batalla dispuestos a “resistir o morir”.

La pandilla de secuaces de  Putin no ahorra amenazas contra la OTAN si se decidiera a intervenir de manera directa, prometiendo una catástrofe global, una guerra atómica. Las apariciones, cada vez más dramáticas, de Zelenski, desde un lugar ignoto, ante las Cámaras europeas, reclamando más ayuda y más compromiso, como quien ve que su barco está a punto de zozobrar pero no está dispuesto a abandonarlo por su voluntad, llenan de ecos angustiosos las pantallas de televisión, y los aplausos cerrados con los que es despedida la conexión, con los diputados y senadores puestos en pie, suena más bien a la despedida fúnebre de un héroe que se hubiera despeñado al intentar alcanzar una cumbre inexpugnable.

Mariúpol se ha convertido en una muestra terrible de la intención devastadora de Putin y su pandilla de desalmados, empeñadps en transformar una pacífica y próspera población ucraniana en un cementerio de desolación y terror. Con su tremendo y cruel bombardeo sistemático, lo que estos canallas, culpables de lesa humanidad sin necesidad de que nadie los lleve a ningún Tribunal Penal Internacional, pretenden es construir la conexión entre el Donbás y Crimea, dejando así meridianamente clara su intención de anexarse ese corredor bordeando el mar de Azov a la Rusia actual, como resultado satisfactorio para su invasión.

Los efectos de la guerra han llegado, cómo no, a España y, dada nuestra debilidad económica (aún no nos habíamos recuperado de la recesión post Covid), se están notando en sectores clave. La subida del precio de los carburantes, de los abonos y de los piensos, en particular, ha arrastrado la de muchas otras materias de primera necesidad. Los transportistas autónomos han sido los primeros en iniciar un paro indefinido, exigiendo una rebaja sustancial de los carburantes. Al ser mayoría en el sector, la paralización de aspectos sustanciales (recogida de la leche, carne con destino al matadero o la reposición de los anaqueles en los supermercados) se ha hecho notar rápidamente.

La facción socialista del Gobierno parece estar actuando con desorientación. No se entiende de otro modo el envío de una carta al rey de Marruecos, cuy contenido se ocultó incluso a sus socios de la coalición, por el que se deduce el abandono de la defensa a la autodeterminación  de los habitantes de las tierras del Sáhara Occidental, antigua colonia. Apelar, como se ha dicho después por el ministro Albares, a que así se termina un conflicto de casi cuarenta y cinco años y se atiende a las directrices de la OTAN (en realidad, del secretario de Estado norteamericano), es incomprensible.

Nos esperan momentos muy duros, pues las consecuencias de la guerra se harán aún más evidentes. Hay que atender, quizá, a centenares de miles de refugiados que deberemos acoger en nuestro país, y los efectos de retorno de las medidas contra Putin y los oligarcas rusos serán mayores. La falta de consenso entre los miembros del Gobierno en aspectos sustanciales (internacional, energía, sanidad, educación, impuestos) permite pronosticar momentos muy difíciles, tal vez, la disolución forzada del Congreso y convocatoria de nuevas elecciones. No puede ser más inoportuno el disenso, pero el debate en el Parlamento se ha convertido en un espectáculo repetitivo. Si no es posible un acuerdo de Estado entre los dos partidos mayoritarios (y espero que sigan siendo el PSOE y el PP). es preferible un gobierno de uno solo de estos grupos políticos y no una coalición contra natura.

Vuelvo a Putin. La situación no puede prolongarse. No tiene sentido ver cómo el fuego de la resistencia ucraniana queda sepultado bajo las cenizas, las lágrimas, el dolor irrecuperable. Hay que lanzar un ultimátum al energúmeno que se aposentó en el Kremlin. Imagino que, con su gran potencia de geolocalización, tendrán perfectamente controlalda la situación del personaje desde el Pentágono. Ergo…

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Festejando la infamia con adictos

20 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Mientras las tropas rusas continúan machacando la férrea resistencia ucraniana, incorporando cada vez más efectivos (el Pentágono, que tiene monitorizada esta guerra en su menores detalles irrelevantes calcula que en 23 días de guerra, el Ejército ruso ha lanzado 1.000 proyectiles sobre el suelo ucranio), el dictador Vladimir Putin ordenó el viernes, 18 de febrero, convocar a funcionarios del régimen y a simpatizantes de su estrategia de recuperar la Gran Rusia, reuniendo así en el estadio de Luzhiniki a doscientas mil personas, que le rindieron un homenaje de exaltación a su política de destruir Ucrania.

Fue también una cuidada aparición pública del dictador, cuyo aspecto físico desmintió que se encontrara enfermo o agotado. Se presentó exultante, dichoso de su hazaña bélica imaginaria con la que presume liberar de nazis y mafiosos al hasta hace poco pueblo hermano eslavo, al que hoy no tiene problemas, en su elucubrante empeño, en dejar sin recursos.

Naturalmente, la lectura que hace el pueblo ruso de a invasión, desinformado consciente o no de lo que pasa en el país vecino y sometido sicológicamente a la presión que supone la aniquilación permanente de cualquier disidencia, no es la misma que se hace o puede hacer desde Occidente. Mecido entre la ignorancia, el desinterés y el miedo a aparecer como rebelde y ser purgado sin piedad, el ruso medio no tiene -o no quiere tener- los elementos de juicio para comprender el alcance del genocidio perpetrado por el jerarca.

Como sucedió en Alemania. Mientras Hitler y sus huestes arrasaban el resto de Europa -y la Rusia de Stalin-, los alemanes se convirtieron en una dócil mayoría connivente, ignorantes a sabiendas de lo que pasaba con los vecinos judíos desposeídos de sus propiedades, embarcados en vagones que los llevarían a un destino desconocido (el exterminio con gas letal). El pueblo medio germano se mantenía aletargado por la envidia, el rencor y la pócima bien dosificada del odio ancestral a los judíos, dejando así el camino libre a los dirigentes nazis se tornaban cada vez más ávidos de acaparar los máximos resultados por su latrocinio.También prendió entre los alemanes que apoyaban ciegamente a Hitler la idea elucubrante de convertir a su país en el ombligo de Europa. La gran Alemania. La gran Rusia.

La resistencia ucraniana es impresionante, y el empeño de no dejarse avasallar, está aumentando la ira del orate y de sus generales que, metidos ya de lleno en la ignominia de los crímenes de lesa humanidad, ciegos de las consecuencias, necios, no vacilan en bombardear edificios (el teatro de Mariúpol, por ejemplo,a tacado el miércoles) donde se refugian miles de mujeres y niños, hospitales, industrias de referencia, zonas de avituallamiento, incluso los pasillos -humanitarios, les dicen- por los que pretenden escapar de los horrores de la guerra y la barbarie quienes hace apenas un mes tenían una vida normal, esto es, como la nuestra.

Una vida en la que se mezclaban las preocupaciones por acabar el mes sin agobios, acudir a la cita del maestro para enterarse de rendimiento escolar de los hijos, preparar las vacaciones, criticar o defender al Gobierno, pasear, leer un libro, ver la tele, llevar a los nietos al Parque, jugar a la petanca y hacer cola en el ambulatorio local para recoger las medicinas para la artrosis. Ahora la vida de los ucranianos en las trincheras consiste en intentar sobrevivir, matar al enemigo o ser su blanco objetivo, despedirse quizá para siempre de la mujer, de los hijos.

La larga conversación que mantuvieron el viernes, 18 de diciembre, Biden y JinPing no aportó ni esperanzas ni municiones nuevas para la paz. En lo que transcendió, más bien parece que ambos se comprometieron a no intervenir (visiblemente) en el conflicto, realizando un voluntarista himno por la paz.

Quienes interpretan la estrategia rusa en lo que se adivina como una metódica destrucción de la capacidad de superviviencia posterior de Ucrania, creen que se pretende poner al gobierno de Zelenski y a la opinión pública ucraniana (que es la europea) ante este terrible dilema: o se rinde sin condiciones o se confrontará, paso a paso, con un país crecientemente esquilmado, quemado, roto.

Sabemos bastante más de Ucrania, de sus ciudades, de sus gentes, que hace un mes. Ha crecido en nosotros, como una ortiga en camposanto, el odio contra Rusia, como trasunto del desprecio hacia el dictador y la simpatía hacia los ucranianos, encabezados por ese cómico convertido en general experto en coordinar la voluntad de un pueblo, Volodomir Zelenski. No basta. La opción de que la guerra termine por caída del sátrapa se abre camino hacia un horizonte de esperanza, mientras aquí también se empiezan a notar las consecuencias de la guerra. Todos somos más pobres, pero tenemos muy claro de qué lado estamos y quién va a perder, a la larga, una guerra que se libra en tantos frentes, que contará con tantas batallas,

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Me equivoqué. No volverá a suceder

16 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Mientras Vladimir Putin sigue manteniendo la presión sobre Ucrania, con bombardeos en varias de sus ciudades, en un escenario donde crece la desinformación y el exceso de interpretaciones interesadas, ha ido aumentando sin embargo la corriente de solidaridad y simpatía con el país invadido. Las siempre curiosas -una cóctel de lo interesante, lo emotivo y lo estrambótico- declaraciones del forzado antagonista en tales circunstancias, Volodomir Zelenski, son celebradas con la misma devoción que si se tratara de un demiurgo, convertido en un lider mundial del pensamiento positivo, revelado como orate genial que solo tuviera la visión volcada hacia el interior de sus deseos, dispuesto a inmolarse en la hoguera de su resistencia heroica.

Nadie cree, por supuesto, que el presidente ucraniano y sus esforzadas milicias de chicha y nabo sean capaces de ganar la guerra, aunque están demostrando ser capaces de resistir y ponérselo difícil al expansionista ruso. Nadie puede explicarse que el poderoso Ejército ruso, al que recordamos de exhibiciones armamentísticas llenas de equipos, lanzamisiles de cabeza nuclear y aviones hipersónicos con carga destructiva sin parangón, -si de veras hubiera querido involucrarse con plenitud en una guerra contra un enemigo tan menor-, no hubiera conseguido poner de rodillas cualquier resistencia del país invadido en cuestión de un par de días.

O bien Putin está conteniendo el uso pleno de su fuerza, reservándola para ocasiones más duras, si surgieran en la deriva de los acontecimientos, o calculó mal el tiro en esta ocasión.

He estado analizando, pues ha sido ampliamente difundida, la justificación ofrecida por los dos generales -Serggiy Knyazev y Andriy Kryschendo-, encargados de la defensa de la capital del porqué a los rusos les está costando tanto apuntillar al toro ucraniano, en el supuesto que (valga el símil) esto haya pretendido ser un remedo hiperbólico de una corrida de toros con el torero Putin dispuesto a cortar las dos orejas del Miura Zelensky y dar cvon ellas la vuelta al ruedo internacional.

Kiev es una ciudad extensa, abrazada por el río Dnieper y centenares de arroyos y afluentes, que provocan que existan muchas zonas pantanosas, de turba infranqueable. Los ucranianos han destruído los puentes que daban acceso a la ciudad y para los noveles soldados invasores, construir nuevos pasos sobre esas ciénagas no es sencillo, pues los francotiradores apostados en lugares estratégicos están allí y en cualquier parte, para abatirlos sin piedad.

Ucrania necesita, dice y repite Zelenski, fuerza aérea para desnivelar la guerra y apurar la victoria hacia su lado, el de los buenos. La OTAN no está por la labor de dárselA y solo le suministra, al principio a cuentagotas y ahora se diría que a tutiplén, armas defensivas (concepto que, dicho sea de paso, se me escapa, pues ignoro por qué la cualidad de un arma no es intrínseca sin depnder del criterio de quién la maneje).

Voces autorizadas de la Corte Penal Internacional apuntan a que, dado el conocimiento que se tiene de que los invasores han bombardeado hospitales y lugares donde se resguardaban niños y mujeres, llevarán a varios de los mandamases de este despropósiro bélico a juicio por crímenes de lesa humanidad.  Macron, siempre optimista, reclama que las conversaciones que  mantiene con Putin -telefónicas, lástima, pues nos vendría bien aprovechar un acercamiento físico de fuerza amiga para contaminar con plutonio el lado de la mesa en donde se sentara el dictador-van consiguiendo, casi en su sola opinión autorizada, efectos positivos.

El prestigioso diario norteamericano Washington Post, deseando contribuir a la consecución de la paz, ha publicado que existen quince puntos que, si fueran aceptados por el presidente ucraniano, provocarían el inmediato cese del hostigamiento. No ha trascendido el contenido de ese memorial de posible entendimiento, pero sí el desmentido tanto por parte rusa como ucraniana de que tal documento exista, aunque parece que las negociaciones por la paz sí que son ciertas, misteriosas, con interlocutores de ambos bandos no identificados y mediadores desde varios lados del interés porque esto pare.

Incluso algún erudito en estos temas delicados, después de analizar varias opciones, ha apuntado que Putin se contentaría con que se declarara´independiente al Donbass y que la Ucrania reducida se comprometiera a no entrar jamás en la Alianza Atlántica.

Siguen muriendo soldados rusos y ucranianos en suelo de Ucrania. Las fuerzas invasoras  siguen asesinando civiles, destruyendo edificios, bombardeando fábricas, amenazando con cortes de energía. Siguen huyendo personas de los desastres de la guerra. Más de tres millones han buscado refugio en Polonia, Turquía, Hungría,…hasta en Bielorusia. Una columna de necesidad llega hasta España donde se movilizan miles de voluntarios para recoger víveres, enseres, medicinas, ropas de abrigo y tratar de acercárselas a los que, de golpe, han sido desposeídos de lo más elemental.

Ojalá mi crónica de mañana sea para escribir que la guerra ha terminado. Presumo que no será así, sin embargo. Y, como tuve ocasión de comentar en un grupo de amigos interesados en polemizar sobre la guerra, la tercera guerra mundial empezó hace bastantes años. Es hija de la globalización, y heredera de la ambición por el dominio económico que rige los destinos de la Humanidad desde que el mundo es mundo.

No tengo ninguna esperanza de que Putin, imitando con descaro a nuestro Emérito cuando volvía -roto- de cazar elefantes con su concubina, nos obsequie con una muestra de autoflagelación, interpretada aquí como el más calamitoso de los ridículos: “Me equivoqué. No volvera a suceder”.

El Rey de antes quiso hacerlo mejor, abdicó cuando no se lo pedía nada y se metió en un pozo de equivocaciones aún más profundo y ya sin la protección del cargo impune. Puede que Putin llegue a la convicción de que, esta vez, se equivocó al calibrar las fuerzas de Ucrania y creer que el mundo occidental dejaría solo a la doncella desdichada, facilitándole así repetir la historia de Crimea. Lo volvió a intentar.

Si no se le hace asumir plenamente la derrota, lo volverá a intentar. Puede que mejor.

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