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Dar visibilidad a los técnicos

24 noviembre, 2021 By amarias Deja un comentario

No creo que nadie tenga dudas de que las profesiones más visibles, con mayor proyección pública, son los futbolistas y los políticos. No todos, por supuesto, pero de ambos colectivos surgen, periódicamente, representantes que acaparan el interés o la curiosidad de la mayoría ciudadana.

El fútbol, por encima de otros deportes -al menos en nuestras latitudes- cumple una función importante, como sustituto del circo de la Roma clásica. No hay leones ni gladiadores, aunque la disputa por el balón de los jóvenes en calzoncillos alimenta tensiones y emociones en los graderíos. Pocos aficionados a ese deporte -de los que lo practican desde las gradas- admitirán que disfrutan igual del espectáculo cuando el equipo de sus devociones (o una figura de las muy destacadas por su habilidad haciendo filigranas) no está en el campo de disputa.

La política debiera moverse en otro escenario, pues las decisiones que tomen los políticos que hemos aupado a los centros de poder -en unas elecciones en donde nuestra capacidad, como ciudadano libre, está muy reducida-, nos afectan y, en algunos sectores, de manera decisiva. Sin embargo, la deriva hacia la vulgaridad de varios de los políticos más relevantes que ocupan el centro de la gestión de la polis, me lleva a admitir que los políticos se han unido a los futbolistas, cómicos y otros personajes del divertimento, para formar parte del mismo espectáculo.

Es, por supuesto, una situación gravísima, porque está dejando huecos terribles en la eficaz gestión de los problemas. Por fortuna, a pesar de la falta de calidad profesional, de conocimientos teóricos y prácticos de demasiados de nuestros políticos y su terrible sectarismo sin orientación real hacia la resolución de conflictos y a la potenciación de la capacidad global para afrontar el futuro con mejores opciones que las que están utilizando en el presente, existen otros profesionales que cuidan el engranaje.

Hace un par de días, en uno de los foros, siempre interesantes, del Instituto de Ingeniería de España, en el coloquio de una Jornada sobre Geoestrategia, se tuvieron unas palabras elogiosas para la actuación de los militares y los sanitarios en la confrontación contra la pandemia vírica, a la que se enfrentaron, con grave riesgo personal -al menos, al principio-, por el desconocimiento que existía -y me temo, en parte, subsiste- sobre la naturaleza del enemigo. La Unidad Militar de Emergencias (UME), junto a otras unidades militares y de policía, y, desde luego, los médicos y asistentes sanitarios, fueron designados como héroes en esos días de desconcierto.

Tirando de ese hilo, los asistentes reconocieron que también los transportistas, los proveedores de víveres y otras mercancías de primera necesidad, deberían figurar, por derecho propio, en el elenco de profesiones que estuvieron a la altura del problema, ayudando a resolverlo.

Atribuyo a Antonio Colino, Presidente de la Real Academia de Ingeniería, la observación de que los ingenieros también estuvieron en primera línea. Porque la concepción y mantenimiento de todos los instrumentos médicos precisan de la intervención de ingenieros; la logística para la óptima distribución de las vacunas en todo el territorio, supuso el trabajo de ingenieros; el diseño de los conductos de ventilación y fluidos en los hospitales, implica análisis técnico; etc. Solos o en colaboración con otras profesiones, la batalla contra el virus también colocó en primer lugar, aunque menos visibles, a los ingenieros.

Los ingenieros de minas estuvimos y estamos, también (y sobre todo) en primera línea. Porque la extracción de productos de la tierra (en minas y canteras con cuidadoso cumplimiento de la legislación ambiental y, muchas veces, yendo más allá que la prescripción legal), su elaboración posterior -en siderurgia, metalurgia, electrolisis, etc.-, la aportación de la energía necesaria -en centrales nucleares, de carbón, de ciclo combinado, aerogeneradores, placas fotosolares, centrales fotovoltaicas, etc-, la gestión de agua y residuos, la investigación aplicada en materiales de nueva concepción  tecnológica (cerámicos, de alta resistencia, derivados del grafeno, etc.), son campos en los que trabajamos los ingenieros de minas.

Son solo ejemplos, que abarcarían también, directamente, de haber querido ser exhaustivo, el ámbito sanitario, pues tenemos colegas integrados en equipos multidisciplinares, como ingenieros informáticos, biotecnólogos, ingenieros de mantenimiento, especialistas en materiales, etc..

Se necesita dar visibilidad a los técnicos, porque la creciente ignorancia que se está implantando en nuestra sociedad hedonista y frágil, ignora de dónde procede el bienestar del que disfruta. Se atribuye a un Ministro o Ministra de este Gobierno -no quiero ayudar a identificar al autor-, esta frase penosa: “Esta sociedad ha oído ya durante demasiado tiempo a los ingenieros. Hay que escuchar a otros colectivos”.

La falta de información de la realidad de las cosas ha cedido un primer lugar mediático a los que señalan el agujero y no lo que se extrae de él. El bienestar, aviso a los falsos ecologistas, trae consigo un cierto sacrificio momentáneo del paisaje.

Los ingenieros de minas -que, queda dicho, no solo nos dedicamos a la minería- somos responsables tanto de la óptima explotación de los recursos como de la restauración (rectius, rehabilitación) en lo posible, del espacio que haya podido ser afectado. La minería no solo significa trabajo y riqueza cuando actúa como brazo extractor, sino que ha demostrado que puede generar, cuando el recurso ya fue extraído, zonas de excepcional valor paisajístico y de ocio.

Dése visibilidad a los técnicos. Nuestra sociedad los necesita más que nunca.

Publicado en: Ambiente, Ingeniería, mineria Etiquetado como: ambiente, Antonio Colino, circo, ecologistas, fútbol, geoestrategia, ingenieros, ingenieros de minas, Instituto de Ingeniería de España, minería, política, Real Academia de Ingeniería, rehabilitación, restauración, técnicos, visibilidad

Explorando el Horizonte 2030

10 julio, 2021 By amarias Deja un comentario

Incorporo como Comentario a este Blog, el último Editorial que escribí para la revista ENTIBA, publicación del Colegio de Ingenieros de Minas del Norte de España, y de la que formo parte de su Consejo Editorial

“Cuando parece a punto de darse por superada –al menos, en los países desarrollados- la urgencia sanitaria causada por la crisis pandémica, es momento de tomar en serio el papel insustituible de la Ciencia, la Investigación y la Tecnología como pilares del modelo de bienestar y su desarrollo. La observación parece trivial, al albergar un argumento cuyo contenido nadie discute, que se podría considerar  plenamente asumido y compartido.

Pero la idea mantiene intacta su signo revolucionario. Asumir su potenciación como una necesidad ineludible, implica la puesta en entredicho de varios lugares comunes. 1) Niega la validez de apelar al voluntarismo o a la falta de planificación como factores con los que corregir el rumbo natural de los acontecimientos, que están poderosamente dirigidos por el segundo principio de la Termodinámica, es decir, por la tendencia al desorden. 2) Destruye la tentación de mantener confianza ciega en el impulso espontáneo de la imaginación colectiva como clave para mejorar el futuro. El mundo hace tiempo que no “va de lui même”, no avanza solo, como pretendían los fisiócratas del XVIII. 3) Incluso, cuestiona la petición de principio por la que se pudiera creer que la técnica, sin orientación ni directrices, acudirá a rellenar las carencias cuando se le ofrezcan incentivos y señuelos, como si fuera un atleta sin necesidad de preparación, siempre dispuesto para la carrera.

La sociedad ha vivido una conmoción de la que no se recuperará de inmediato, porque han quedado afectados y, en ciertos sectores, destruidos, principales sectores económicos. La solicitación recibida por el sistema de salud ha sido brutal, tensando la disponibilidad de los equipos para atención médica y la preparación y capacidad de resolución del personal  facultativo hasta límites no imaginados. La desorbitada cifra de infectados ha llevado al umbral del colapso la oferta sanitaria, y causado millares de muertos y enfermos crónicos, obligando a adoptar decisiones de urgencia bajo un régimen de presión emocional insoportable. Se han puesto de manifiesto las debilidades de la oferta de atención primaria y asistencial para abordar con solvencia absoluta una situación tan insólita, pero también ha permitido detectar las fortalezas y la capacidad de improvisación inteligente de los equipos facultativos, a todos los niveles formativos.

Junto con esas conclusiones de un análisis aún provisional y tensado por la emoción, sería erróneo pasar por alto que la descentralización de las competencias sanitarias hacia las autonomías ha perjudicado la dedicación eficaz de medios y la adopción solvente de decisiones rápidas, con discusiones estériles y dañinas, provocadas por la diversidad política más que por la controversia entre criterios científicos y experimentales.

Entender con alivio que la  crisis pandémica está razonablemente superada, y asistir con suficiencia a la recuperación vertiginosa de nuestra fuente fundamental de ingresos, el turismo, nos podría inducir a correr el riesgo de confiar, por analogía, que, con pequeñas intervenciones en otros sectores se conseguirá alcanzar en corto plazo las posiciones anteriores a la crisis sanitaria.

No será sencillo. Por la estructura de nuestra economía, con una base desproporcionada en empresas de pequeño tamaño y escasa aplicación tecnológica, la crisis sacó del mercado definitivamente un número  elevado de pymes y autónomos. Muchos agentes fundamentales por su participación en la formación del sistema económico y social que sustenta la estabilidad de los flujos de producción, distribución y consumo, han resultado dañados en número y calidad, viendo perdida su viabilidad, y generando bolsas de paro, con la necesidad para una parte de la población afectada por la pérdida de ingresos, de recurrir a la solicitud de prestaciones asistenciales.

La economía debe generar nuevas oportunidades y se ha de estar preparado para resolver demandas de empleo con cualificaciones desconocidas o poco comunes. La tendencia y fuerza real de la recuperación es una incógnita. Muchas empresas han agotado su liquidez y la digitalización, que supone contar con formaciones duales (en el sentido de conocimiento sectorial específico y en tecnologías de informática y comunicaciones), tensa el mercado de trabajo al demandar conocimientos de los que la población carece aún y en disciplinas que tienen poca difusión. Falta impulso empresarial. No pocos emprendedores han perdido sus ahorros, cuando no su patrimonio y no tienen ánimos de probar fortuna en otros campos. Hacen falta emprendedores cualificados, con capacidad de gestión en las nuevas tecnologías y con información sobre las necesidades inmediatas, es decir, oportunidades de inversión solvente.

Desde los sectores más afectados por la paralización pandémica, especialmente de los cercanos a los extremos de la cadena de producción y consumo, se reclaman ayudas inmediatas y a fondo perdido. Es, en cierto modo, una distorsión, un fondo de ruido que afecta a la adopción de decisiones. No puede dejarse a un lado que, además de los estragos sociales y económicos causados por la paralización forzada de actividad, se han producido graves daños ecológicos, dado el carácter de externalidad del medio ambiente, con manifestaciones ocultas o de difícil evaluación. La urgencia para cubrir necesidades vitales perentorias llevó a ignorar normativas legales o cuidados ambientales.

Al valorar la situación actual, se  podría, en fase de optimismo creativo, entender como magnífica opción que a España se le ofrecen oportunidades de construir un nuevo tejido industrial y de servicios sobre las tierras quemadas o agostadas en la postpandemia. No parece factible levantar de inmediato una nueva estructura socioeconómica sobre el campo de necesidades inmediatas. Por eso, será imprescindible valorar nuestras peculiaridades, en especial en relación con los países más avanzados de la Unión Europea, a cuyo carácter tractor habrá que acercarse y atender a forzar la reactivación impulsando principalmente esos sectores.

Como idea general, será preciso separar las actuaciones inmediatas, cuyos efectos no admiten dilatación, de aquellas de las que se obtendrán frutos a mayor plazo. Aunque hay medidas que deben tomarse de manera centralizada, como la rápida formación de expertos digitales, hay que confiar en que las decisiones empresariales e individuales asuman la necesidad de incorporar la digitalización a los procesos. También será factor de activación, el desarrollo de modelos de gestión y producción digitalizados, o, sin ánimo exhaustivo, el tratamiento de los riesgos y oportunidades relacionados con la protección climática.

Los planes de los países europeos para tratar de solventar los efectos de la crisis pandémica a medio y largo plazo, presentan una fuerte similitud, hasta el punto de que parecen copia unos de otros. Eso no descalifica su validez, sino que pone el énfasis en que lo importante no es trazar grandes líneas sino acomodar su realización a las posibilidades concretas de cada país.

Es seguro que, de la necesidad y la activación de algunas líneas de concentración de recursos intelectuales y físicos, surgirán innovaciones en muchos campos. Habrá que seleccionar, con análisis serenos, aquellas ramas con mayores oportunidades de crecimiento, y, sin dudar, protegerlas con medidas, agilizando los procesos regulatorios y burocráticos.

Los menores salarios medios y la menor relación en la aportación al pib per cápita ofrecen ventajas comparativas para España. Aunque es común expresar que tenemos bajos índices de productividad, apuntando a la falta de eficiencia o cualificación de la mano de obra, las diferencias con los países más productivos son más bien achacables a deficiencias de gestión y a la falta de equipamiento del mejor nivel. Disponemos –si bien en franca y lamentable recesión- de una elevada  capacidad formativa oficial, con algunos centros de excelencia reconocidos.

Aunque no somos un país con recursos propios singulares (a salvo del patrimonio histórico y los valores paisajísticos que potencian nuestra oferta turística y de ocio), tenemos materias primas de alto valor y creciente demanda, que sería preciso explorar.

Ante todo, para impulsar los ejes en los que apoyar el desarrollo inmediato con perspectiva de rápidos rendimientos, se han de corregir las deficiencias en Formación, Investigación, Creación científica y Desarrollo tecnológico.  El historial de Planes fallidos en Educación y Ciencia, la heterogénea cualificación del personal docente y científico –con media de edad muy alta, falta de definición de la carrera profesional, insuficiente financiación para dotación de equipos y material, así como deficiente orientación metodológica y escaso estímulo a la eficacia- debería forzar un análisis externo corrector de las carencias y que condujera a la potenciación inmediata de sus fortalezas, incorporando medios humanos y materiales allí donde sea necesario.  No es tarea sencilla, pues el sistema se ha poblado de vicios, conformismo y nepotismo, en coexistencia dramática con excelentes profesionales.

Algunas actuaciones son fáciles de enumerar, pero exigen una coordinación e impulso de gran alcance. Junto al impulso  a la investigación e innovación, deben incorporarse medidas para la incorporación y formación posterior de empleados, el desarrollo de facultades para adaptarse a las tendencias a la movilidad laboral, el impulso a mentalidades digitales en el trabajo individual y de equipo, tanto en los procesos de producción como en los servicios, la utilización personal de las nuevas tecnologías, la potenciación de habilidades soft (como la capacidad de comunicación verbal y escrita en la lengua propia y en otras extranjeras), la generación de una mentalidad flexible para atender al carácter disruptivo del nuevo mercado laboral, o la incorporación de la sensibilidad de protección ambiental como directriz general de actuación.

La correspondencia con los proyectos de nivel europeo, para aprovechar la capacidad de arrastre de los líderes tecnológicos, no debiera ser la única orientación, pues nos convertiría definitivamente en un país subordinado. Tradicionalmente, hemos visto en Alemania una referencia a imitar, y un aliado interesado, al que nos hemos asociado casi siempre de buen grado. Es evidente que, si se asegura el encaje sólido en estructuras más eficaces y de mayor envergadura, se favorecerá la búsqueda de la estabilidad del modelo de bienestar y calidad de vida que se pretende consolidar para el futuro, garantizando en teoría su viabilidad económica, ecológica y social, al vincularla a una fortaleza superior. Al margen de esta idea general, será conveniente actuar con cautela e inteligencia en la selección de prioridades.

Como país intermedio, España no puede pretender ser el paladín tecnológico en líneas de trabajo en donde ya confluyen intereses económicos extranjeros, alimentados por potentes empresas multinacionales con centros de decisión sobre los que no tenemos influencia. Arriesgaríamos, como sucedió otras veces, ser su banco de pruebas experimental.

Los Fondos Europeos del NextGeneration, con transferencias próximas a los 70.000 millones de euros entre 2021 y 2023, al aplazar las consecuencias inmediatas de la crisis, han de verse como un alivio momentáneo.

La obsesión por liderar la descarbonización puede pasarnos una alta factura. La Unión Europea ha aumentado la autolimitación de la  reducción de las emisiones de CO2 equivalente a un 55% en 2030, arrastrando a una fuerte subida el precio de la tonelada de CO2 que va camino de superar los 60 euros,  al reducirse el mercado de derechos de emisión que las empresas  que más contaminan deben comprar para seguir produciendo energía en sus instalaciones.

La voluntad de acelerar al máximo la descarbonización de la producción energética y el decidido sesgo ecologista de las decisiones estratégicas no debieran generar confusión respecto a la naturaleza económica del desarrollo. Las medidas restrictivas exigen ser compensadas con nuevos ingresos. La explotación ordenada de los recursos mineros del territorio  debiera forma parte de la planificación.

El sector reclama una estrategia para la minería y apoya la creación de una alianza estratégica europea de materias primas, que incluya la recuperación de residuos de algunos metales, como el cobalto y el wolframio. Confedem ha identificado trece minerales esenciales para la transición energética de los que España dispone de reservas: aluminio, cobalto, cobre, grafito, litio, estaño, manganeso, níquel, oro, plata, tierras raras, vanadio y wolframio, y así se lo ha comunicado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, para su consideración en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030.

Aunque España carece de empresas líderes en el sector minero, dispone de la zona más mineralizada de la Unión Europea. Gracias al cinturón de pirita ibérica, somos una potencia en la producción de cobre, de amplia utilización en la fabricación de vehículos y en el desarrollo de la energía eólica, con recursos cercanos a los 2,3 millones de toneladas. El wolframio, usado en baterías y acumuladores, tiene reservas similares. Los cátodos de las baterías de iones de litio han convertido al cobalto, subproducto en la explotación de los minerales de cobre y níquel, en elemento crítico. Actualmente, el cobalto es extraído en la República Democrática del Congo y procesado en China, con riesgos que no resultan asumibles para los productores de baterías que buscan acercar sus instalaciones de producción a los centros de mayor consumo. Los sistemas para almacenamiento de la energía intermitente de origen renovable han aumentado, por su parte, las perspectivas de un incremento en la demanda de vanadio.

En general, el buen conocimiento de los depósitos de muchos minerales (estaño, oro y plata) o los indicios suficientes para considerar otros del mayor interés (litio, cobalto, níquel), y la actualización de los datos disponibles (en el caso del grafito y del vanadio), ofrece saludables perspectivas en relación con las técnicas más modernas de valoración, extracción y uso de los materiales geológicos.

La identificación de yacimientos de alto valor estratégico viene tropezando, sin embargo, con la empalizada ideológica, de base temperamental, construida desde las presiones ecologistas y la obsesión por la defensa ambiental y la intangibilidad del territorio, que han conducido a exagerar la afectación minera, creando una opinión publica distorsionada, que desconfía de la técnica y del cumplimiento de la  obligación legal de controlar y reparar los eventuales daños. Se está paralizando la investigación y explotación de recursos mineros que podrían ser fuente de riqueza y empleo. Esta situación afecta, entre otros,  en la actualidad al yacimiento de tierras raras de Ciudad Real (Torre de Juan Abad) y al de Valdeflores (Extremadurra), con alto potencial en litio.

Los minerales estratégicos no solo son necesarios para la generación de equipamiento y materiales vinculados con la producción energética. Son también imprescindibles en la fabricación de impresores de alta definición, en la robótica, la aeronáutica, y, en general, todas las tecnologías digitales. Si no se obtienen en Europa, habrá que importarlos, creando así dependencias muy limitantes. Alemania ha firmado acuerdos con Chile y otros países que le permitirán garantizar el abastecimiento para su producción tecnológica.

El horizonte 2030 se moverá, obviamente, a medida que nos aproximemos a él. Por eso, debemos dotar de la máxima capacidad de adaptación a nuestra estructura formativa y económica, conscientes de que los hallazgos de la investigación científica, a los que estamos obligados a contribuir con eficacia, ofrecerán nuevas oportunidades y cambiarán la manera de abordar otras. Sirva como ejemplo puntual que la Sociedad Max Planck está investigando la sustitución del silicio en los paneles solares para mejorar su absorbencia, incorporando una película de perovskita.

Con seguridad, gran parte de lo que hoy nos aparece muy claro, se desdibujará al acercarnos a los objetivos, apareciendo otros retos. La Ciencia, la Investigación y la Tecnología seguirán estando en la base. Los ingenieros de minas estaremos siempre dispuestos a asumir un papel relevante. Son muchos los ámbitos en los que podemos colaborar. Queremos seguir sintiéndonos orgullosos del papel que, como profesionales, podemos representar para contribuir a despejar incógnitas de los brumosos horizontes que envuelven el futuro.

@Angel Manuel Arias para ENTIBA (junio de 2021)

 

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Superar la crisis económica

11 junio, 2020 By amarias 1 comentario

DESPUES DE LA PANDEMIA, UN UNICO OBJETIVO: SUPERAR LA CRISIS ECONOMICA

La pandemia provocada por el SARS-CoV-2, un maligno coronavirus que se ha colado como nuevo elefante en la cacharrería de nuestra existencia, no está plenamente atajada, según opiniones de expertos, aunque vivimos en España momentos de relax y relativa euforia, pues la mortalidad atribuida a la enfermedad se ha reducido drásticamente y se están aligerando las medidas de confinamiento. Pero se teme que el virus continuará con nosotros, incluso con posibles rebrotes de virulencia, salvo que ésta se vea atenuada por su propia deriva natural o se consiga dominarlo con una o varias vacunas universales.

En estos meses de forzado confinamiento, hemos aprendido mucha terminología en relación con los virus y la epidemia, si bien, la novedad, amplia difusión y tremenda agresividad del agente vírico ha provocado lagunas de oscuridad -algunas, persistentes- que dificultan entender aspectos sustanciales: origen del virus, forma concreta de propagación, niveles reales de protección de los diferentes tipos de mascarillas que se vienen utilizando, causas por las que presenta niveles de agresividad variables y forma de tratamiento efectivo de los infectados y de seguimiento de los dados de alta.

Todos los países, independientemente de sistemas económicos, han adoptado medidas similares, si bien algunos las adoptaron después de dudas y errores iniciales: confinamiento y distancia social. Pero, a salvo de la probada eficacia de mantenerse confinados, guardar distancias, utilizar mascarillas en lugares públicos y en el trabajo, y lavarse frecuentemente las manos, el riesgo de un repunte del ataque vírico subsiste. Que solamente de un 5 al 10% de los ciudadanos españoles manifiesten, a tenor de los ensayos realizados hasta ahora, haber superado la infección, nos sitúa lejos del objetivo de alcanzar esa “inmunidad de rebaño” que algunos epidemiólogos fijan como nivel de protección que garantizaría el autocontrol de una población en la difusión masiva del virus.

Valorando la crisis económica

Es difícil, en una situación con tan frágil estabilidad, con la preocupación política y ciudadana volcada, obviamente, en la protección de la salud, pretender disertar sobre la economía. Sin embargo, entiendo que es imprescindible hacerlo y abrir, con rapidez y sensatez, un debate que permita clarificar la selección de medidas públicas y sirva de orientación a los agentes sociales. El confinamiento masivo de la población, manteniendo solo algunos servicios esenciales, ha paralizado la actividad económica y causado un gravísimo daño inmediato a la generación y transformación de los recursos y, por tanto, al empleo.
Conseguida la contención de la propagación masiva del virus y su escalada de fallecimiento, se está abriendo la permisividad en todos los países, con fases medidas para el levantamiento del cierre de establecimientos y negocios, pero la evidencia irrefutable es que la caída de las economías ha sido brutal. En España, se cifra en más de un 10% la disminución del PIB y en más de un millón el número de empleos perdidos. Puede ser todavía peor.

En estos meses ha habido tiempo para leer, escuchar música, hacer gimnasia, pensar, lamentarse e incluso dejarse intoxicar ante el inmenso volumen de informaciones de expertos, aficionados y enredadores: contradictorias, interesadas; muchas de ellas, falaces. El confinamiento ha incrementado la tensión social, avivado las posturas políticas encontradas, exacerbado las críticas. La curva de evolución de los contagios y muertes provocados por el patógeno ha puesto sobre el tapete de la existencia al temor a la muerte propia y de los seres queridos. Aunque las nuevas cifras de infectados y la mejora en el tratamiento, hayan disminuido la tensión, el riesgo y el miedo al contagio, subsisten. La evidencia de que el virus se cebaba con preferencia en las personas mayores y en los que tenían patologías previas, ha cargado a algunos colectivos con un lastre aún mayor.

Entre los colectivos profesionales, la primera línea de choque, al tratarse de una crisis epidemiológica, ha sido ocupada por el personal sanitario. La superior exposición ha provocado una mayor proporción relativa de infectados en ese grupo e, incluso de fallecimientos. Fuerzas de seguridad, transportistas, empleados de la limpieza, farmacéuticos, distribuidores de mercancías, empleados de supermercados y tiendas de abastecimiento, que también se han visto especialmente solicitados, han contado como los héroes y heroínas forzados de esta pandemia, por su definitiva aportación a la recuperación y sostenimiento de la normalidad básica.

España aparece entre los países que han tenido que soportar el mayor número relativo de contagiados y fallecimientos (la pandemia se ha cobrado víctimas sobre todo en residencias geriátricas y entre personal facultativo que, al principio de la pandemia, creía estar confrontándose con una gripe episódica). No recuperaremos, desgraciadamente, a los muertos, y muchos de los sanados mantendrán secuelas de por vida, pero la respuesta a la pandemia nos obligará a extraer consecuencias, y la recuperación económica debe ocupar el centro de los objetivos inmediatos.

Tentación de volver a la situación clónica de la anterior

La tentación podría ser la recuperación de una situación lo más clónica posible que teníamos a finales de noviembre- diciembre del año 2019. Esto supondría otorgar ayudas a aquellas empresas, comercios y autónomos que han perdido actividad y cuota de mercado, para impulsarlos, con empuje oficial (subvenciones y exenciones, fundamentalmente), hasta que se vuelvan a situar donde estaban, sin cambiar su posición de riesgo ni sus líneas de trabajo.

Es una intención loable, pero creo que puede ser calificada de grave error. Como después de una guerra, aunque esta haya sido de corta duración, la recuperación de lo destruido es imposible, pero, además, en el actual contexto tecnológico y de competencia mundial, sería inadecuada. Es imposible, porque las exigencias de los mercados han cambiado, y es inadecuada porque los elementos de producción, los competidores desde el lado de la oferta, son otros o pueden serlo; los países que antes se recuperen de la pandemia vírica estarán mejor situados para ampliar su cuota de mercado, y las empresas (no solamente chinas o de países orientales poco afectados por ella; también de otros países europeos) aumentarán una penetración que había sido ya muy amplia gracias, tanto a la permisividad de la globalización, como a la calidad tecnológica y la variedad y atractivo de sus ofertas.

No se ha de olvidar que, antes de la pandemia, ya estábamos en crisis. Una nueva revolución tecnológica se había asentado entre nosotros, alimentando el desempleo en sectores que parecían seguros, afectados por el avance exponencial de las consecuencias de la globalización, lo instantáneo de las comunicaciones, la capacidad para tratar masivamente los datos, el teletrabajo, la incorporación de tecnologías y materiales sofisticados a los ciclos de producción, y la aparición de nuevas ofertas de consumo, cada vez más atractivas y baratas. Era evidente ya la polarización de los trabajos entre la alta cualificación y aquellos que precisaban poca o ninguna. La realidad del aumento del calentamiento de la superficie terrestre estaba cambiando, al menos en la Unión Europea, la deriva de la distribución de la producción energética hacia las energías calificadas de limpias, con repercusiones sociales y económicas que aún no estaban plenamente valoradas.

En lo tecnológico, pero no únicamente, la crisis epidémica se diferencia de anteriores escenarios económicos, no solamente en su complejidad, sino por haber afectado las cadenas de suministro y de manera prácticamente instantánea. Las carteras de pedidos se han vaciado, las expectativas coyunturales han variado bruscamente. Los criterios de reactivación que podían servir en otras coyunturas son calificados de insuficientes o inútiles por los afectados.

No se trata de recuperar un sector aislado, una empresa concreta o atender a una reconversión puntual. La mayoría de las empresas, no solo se han encontrado con la anulación masiva de pedidos, sino que, las nuevas demandas no pueden ser atendidas o solo de forma deficiente al faltar suministros esenciales que deberían provenir de proveedores sobre los que se ha perdido el control y llevan semanas inactivos. La recuperación se entreteje como una necesidad compleja a lo largo de las cadenas productivas, afectando simultáneamente a varios países y sectores, todos interdependientes.

Esta crisis es, por su naturaleza global, una compleja superposición de varias, que aumentará aún más la dualidad en el mercado de trabajo, favoreciendo en el corto plazo la colocación de especialistas y técnicos cualificados en sectores que necesitan cubrir necesidades inmediatas (especialistas en telecomunicaciones, informáticos, vendedores on line, diseñadores industriales, ingenieros mecánicos, agentes y procuradores de todo tipo, técnicos de seguros, médicos y enfermeros desde generalistas a intensivistas, abogados penalistas, distribuidores de mercancías a domicilio, reparadores de electrodomésticos, etc.), y aquellos que carecen de experiencia laboral o la poseen muy sesgada, que se verán obligados a aceptar cualquier trabajo para sobrevivir.

Crisis de la oferta y de la demanda

La duración de la paralización de la economía será también determinante, tanto desde el lado de la producción como de la demanda. Si los consumidores potenciales disponen de recursos, la recuperación de la demanda puede ser rápida y, desde luego, las necesidades básicas nunca han dejado de ser cubiertas, por lo que hay sectores que no resultaron apenas afectados. Los comercios al por menor, y las empresas dedicadas a proveer de suministros esenciales (alimentos, productos sanitarios, agua, electricidad, limpieza, incluso artículos de belleza, vestimento y calzado), se recuperarán pronto en la medida en que los consumidores de proximidad dispongan de efectivo. La reactivación vendrá por la línea del consumo y, siempre que no tengan que trabajar contra stock o consigan liberarse sus inventarios de la temporada perdida, no tienen por qué sufrir gran desgaste a corto plazo.
En cambio, la recuperación de la producción puede complicarse, en especial, en bienes duraderos y productos complejos, hasta que no se reactive la confianza del consumidor (aviones, barcos, automóviles, aparatos de alta prestación, equipos tecnoelectrónicos, etc.).

En muchos de estos sectores, entre los que añado las empresas de construcción, con alta capacidad de empleo, el período de inactividad será causa de inestabilidad social si no se arbitran medidas de apoyo, que pueden convertirse en necesidad permanente si las empresas pierden la competitividad que tenían antes de la pandemia.

La dependencia de los mercados internacionales es otra variable a tener en cuenta. La solvencia de muchos países se verá afectada y, aunque las necesidades subsistan e incluso se vean incrementados, el riesgo de impagos crecerá. Se abrirán grietas estructurales en la economía y aflorarán carencias que estaban antes ocultas o que se mantenían a la expectativa de una recuperación exterior que se confiaba en que se produciría y que no tendrá lugar, al menos, en los intervalos previstos.

Como proveedor, se ha calificado a China de la factoría-taller del mundo y, favorecida por la globalización, los bajos costes de la mano de obra y una calidad tecnológica muy mejorada, la afectación del virus a su economía arrastra la de otros países. En aquellas empresas con producción de elementos, equipos y sistemas sofisticados, en los que, además de haberse colapsado la demanda, se ha desmoronado la cadena de suministro, pueden surgir nuevas orientaciones y competidores desde los países mejor preparados en la recuperación de la pandemia, que conviertan en inviable el negocio. La mayor o menor importancia del suministro de componentes y piezas de recambio de terceros países, particularmente, de China, calificará la gravedad de la situación, ya que, además, el tráfico de mercancías y su circulación está momentáneamente afectada.

Elementos para recuperación de la crisis económica en España

La esencia de la capacidad productiva española reside en el sector servicios, en detrimento del peso del sector industrial. Con todo, lo más significativo no es el porcentaje de ambos sectores en relación con el PIB total, sino la menor entidad de este PIB per cápita en relación con otros países desarrollados. El valor añadido de nuestra producción es bajo y este bajo valor arrastra todos los indicadores básicos de nuestra economía: salarios, capacidad para atender a las medidas sanitarias, educativas, de investigación, infraestructuras, defensa, etc.

Hay que incrementar ese valor añadido con urgencia y el camino más sólido es mejorar los niveles educativos y la investigación. Estas carencias han quedado manifiestas, como en una foto robot, en relación con la pandemia. Aunque disponemos de individualidades notables en los campos de la ciencia, incluso los más avanzados, nos faltan medios económicos y equipos, físicos y humanos para conseguir la máxima eficacia. No desarrollaremos una vacuna, por ejemplo, y no por falta de capacidades personales, que las tenemos y muy brillantes, sino por escasez de cantidad, de masa crítica y, por supuesto, de la escasez de recursos dedicados a la investigación.

Si nos atenemos a la distribución del PIB por macrosectores, volveríamos en primer lugar la vista al sector turismo, y, en relación directa con él, a la hostelería, la restauración, el transporte, los seguros -y tantos otros servicios y actividades, incluidas la construcción o la artesanía -, así como una parte importante de la producción agraria y vitivinícola.

Las empresas españolas tienen una importante infraestructura en ese ramo, y si hubiera clientela y se eliminasen las restricciones de aforo, la recuperación seria, desde luego, sencilla. Pero no es en este caso la oferta la que falla, sino la demanda y desgraciadamente, así será durante algunos años. La desconfianza de usuarios (y de proveedores de los servicios) por el miedo a caer víctimas de un contagio no se va a corregir con facilidad. Para el llamado turismo sanitario, el desequilibrio asistencial que provocó la pandemia ha comprometido injustamente la idea extendida que en España teníamos la mejor sanidad del mundo.

La recuperación del turismo está vinculada con la erradicación de la pandemia y no con la credibilidad y variedad del sector. Seguimos teniendo la mejor dotación hotelera, una oferta variada y de calidad y no hay nada que perjudique, en un entorno sanitario de normalidad recuperada, una rápida vuelta al estado anterior, si se movilizara la demanda.

Es aquí donde aparecen también los efectos de las interrelaciones de las cadenas de suministro y servicio. Las compañías de viajes, las empresas de aviación, automoción y transporte en general, figuran entre las muy afectadas, dadas las prohibiciones para salir y entrar de los diferentes países o regiones, las medidas de control para el acceso y la restricción a la utilización de la capacidad de los propios medios. La disminución de la capacidad de carga de pasajeros por aeronave y tipos de transporte causa una falta de rentabilidad que puede ser disuasoria para las empresas. Si no se encuentran soluciones sencillas, habrá que poner a disposición más vehículos, lo que podría activar la fabricación de los medios de transporte y, en todo caso, lo relacionado con las medidas de seguridad de los pasajeros en ellos.

Los plazos para la recuperación dependerán del éxito de los controles sanitarios. Si se consigue la erradicación, la recuperación puede producirse -según los cálculos más optimistas- en la Unión Europea a finales del último trimestre de 2020 o principios del próximo año; Estados Unidos y China, como máximas potencias mundiales, actuarán de primeros reactivadores.

Ayudas a la reactivación

Las administraciones deben estar muy activas para impulsar la recuperación, ofreciendo liquidez a las empresas y protegiendo los puestos de trabajo. Pero debemos ser realistas: los medios no son infinitos y hay que prevenir el riesgo de un intervencionismo exagerado. Puede parecer tranquilizador escuchar que no se ahorrarán medios, que las medidas serán extensivas en el tiempo y no puntuales, aunque es sencillo conseguir el equilibrio entre el endeudamiento público y la subida de impuestos, porque se trata de paliar una situación coyuntural y no de aprovechar el momento para realizar un cambio de paradigma económico, lo que podría provocar una catástrofe social y un perjuicio económico aún mayor.

Las ayudas a la reactivación han de venir, fundamentalmente, de la Unión Europea, en la que el Banco Central Europeo ya anunció un programa de compra de deuda por valor de 750.000 millones de euros, llamado de emergencia pandémica, y la autorización a superar el endeudamiento límite que se imponía a los Estados miembros para controlar la inflación y su solvencia individual. Poner dinero a disposición no basta, porque hay que saber hacia dónde dirigirlo, y ahí está el quid de la cuestión. Si las ayudas se distribuyen de forma desordenada, sin un plan de reactivación detallado, la salida de la crisis será, no ya desigual entre los países europeos, sino que aumentará las diferencias entre ellos.

Es más importante ofrecer un marco de seguridad a las empresas, que les permita planificar a corto y medio plazo su actividad, recuperando las estructuras dañadas y robusteciendo las fortalezas. Los grupos multinacionales que tengan sus centros de decisión en el exterior es muy probable que atiendan en primer lugar a salvaguardar la producción y empleo de sus instalaciones principales, cerrando o disminuyendo la actividad de los centros en el extranjero. Por el contrario, las empresas con sede local, las pymes y autónomos precisan apoyos concretos, rápidos y efectivos (préstamos sin interés, pagos aplazados, reducción de impuestos), pues se encuentran en la base de la recuperación inmediata.

La emergencia climática sigue en el panel

Los próximos cinco años serán decisivos para el futuro de la humanidad. El peligro de una catástrofe climática no estaría conjurado si las medidas de reactivación olvidasen la necesaria protección del clima, proporcionando las medidas y ayudas adecuadas. Pero, nuevamente, debe procurar ser realista y no actuar con propósitos que estén fuera de las propias capacidades y recursos. Aquí, en especial, como país intermedio, España debe actuar con prudencia y serenidad. La Agenda 2030 debe adaptarse a las nuevas circunstancias y la canalización de recursos hacia las nuevas necesidades, pero, en mi opinión, debería activarse.

La lucha contra la pandemia ha hecho aflorar tensiones entre los gobiernos de las Comunidades Autónomas y del Estado Central y, en especial por la vigencia del estado de alarma, ha permitido tomar decisiones recuperando poder en esos ámbitos, cedidos a las regiones. Un Gobierno del Estado más fuerte arriesga corromper el ejercicio de las libertades democráticas, pero, también, para los nostálgicos de una mayor centralización, ha reverdecido los deseos de una mayor coordinación, igualdad de criterios de actuación y dotaciones por cabeza en sectores fundamentales.

No solamente la sanidad se ha resentido por la disparidad de políticas autonómicas; también la educación, las estrategias fiscales, las medidas de reactivación en el sector del turismo, del comercio y de las pymes han sufrido y están sufriendo, las consecuencias de las desigualdades. Tampoco se puede ignorar que las ciudades con mayor concentración de población, con mayor número de residencias geriátricas y con transporte público sobre solicitado han sufrido las consecuencias más duras de la pandemia, en lo sanitaria y en lo económico. A corto plazo, las necesidades sociales para proveer de un empleo inmediato que cubra las necesidades de las familias en situación más precaria obligarán a lanzar actividades de mantenimiento y reparación de infraestructuras públicas, y se impulsará la contratación de personal temporal para ciertas funciones urgentes.

En el área farmacéutica, la dependencia de India y China, de donde proceden más de la mitad de los fármacos de marcas blancas, se podría activar líneas de sustitución, que no solo eviten la ruptura de los stocks farmacológicos, sino generar nuevas fortalezas. Por su parte, la potenciación del teletrabajo abrirá líneas nuevas en muchos sectores: inmobiliario, gestión de equipos, conectividad, aprendizaje a distancia, envíos de mercancías a domicilio, nuevas formas de socialización, etc.

El reto imprescindible de conseguir más capital para la reactivación plantea algunas incógnitas. La caída bursátil ha provocado la disminución drástica del valor de las acciones cotizadas y algunas empresas sustanciales se han convertido en piezas apetitosas para los inversores especulativos. La financiación de circulante puede y debe conseguirse por vía de préstamos bancarios -interesante la reactivación de líneas de financiación para el comercio exterior-, pero generar atractivo al capital propio y extranjero para invertir en líneas estratégicas, implica definir estas con suficiente precisión y comprometer apoyos públicos a medio y largo plazo. La reducción de la deuda en relación con el PIB supone estímulos y reformas que signifiquen la generación de mayores valores añadidos, y no la consolidación de subidas de impuestos a las empresas y trabajadores, que no puede ser una solución estratégica de reactivación.

No es momento para criticar formas de abordar el problema o polemizar si una propuesta es superior o inferior a otra. Es momento de consenso y apoyo, ya que la situación es de incertidumbre y es muy difícil generar un escenario inmutable. Hay que ayudar a los ejecutivos pragmáticos a que se produzca una convergencia rápida, pero garantizando que no se les abandonará en el proceso. Porque la instalación de la precaución, la desconfianza y la prudencia, retrasará la recuperación y aumentará las tensiones.

Sectores por reforzar

Entre los sectores que deberán ser reforzados, a la vista de la experiencia pandémica, se encuentra el sector sanitario que, además, goza de la prioridad que le concede el que tanto la población como las administraciones públicas han detectado la importancia sustancial de tener una sanidad pública (y privada) muy eficiente, y no solo en relación con su personal. Se aumentarán las dotaciones hospitalarias, la preparación para control de situaciones de estrés sanitario, la atención primaria, y se revisarán equipos y protocolos.

La crisis ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad precisamente por la excesiva dependencia del mundo exterior, para atender a las necesidades tanto de producción como de consumo. Esta situación debe ser corregida, aumentando los porcentajes de producción propia en los procesos, incluso a costa de encarecer los productos finales, aunque no se debería desatender el avance decidido en la automatización y en la distribución de producción de piezas y elementos que deberán después ser ensamblados en otra factoría.

La seguridad y la defensa ante posibles ataques deben reestructurarse. No se debería desatender la posición estratégica en una Europa de la Defensa, máxime cuando la polarización de las relaciones entre China y Estados Unidos puede convertir esta región del mapa en campo de experimentación para liberar tensiones entre colosos. Este sector, además, ha sido tradicionalmente una punta de lanza de desarrollo si se potencian las llamadas capacidades duales (civiles y militares).

La activación de una salida verde de la crisis puede generar cientos de miles de puestos de trabajo en el sector de las energías limpias, pero no podemos olvidar que no existen razones para abandonar la producción de energía con base nuclear, y deberíamos mantener la cualificación de nuestros técnicos en esta materia. Sería fundamental que se aprovechara esta ocasión para reactivar proyectos en la minería y la industria que pueden ser estratégicos para la recuperación y que habían sido bloqueados por injustificables posiciones de obstrucción con pretensiones ecologistas.

Entre las medidas que hemos venido proponiendo en otras ocasiones, volvemos a enfatizar sobre la necesidad de seleccionar algunas líneas preferentes de desarrollo tecnológico y, además de volcar recursos públicos y privados sobre ellos, recuperar o imponer para ellos la máxima coordinación en todos los centros de investigación y desarrollo, incluidas las Universidades, potenciando uno de los ejes ya existentes. Se trata de evitar la dispersión de recursos. No hará falta, seguramente, crear ningún centro nuevo, porque en todas las áreas tenemos ya un Centro de Investigación o varios, ya sea en oncología, en nuevos materiales, en enfermedades pulmonares, en productos agrarios, en energías alternativas, etc. Lo que cabría preguntarse, y resolver, es sobre su eficacia, sus resultados y tratar de enderezar, cuando proceda, el rumbo para que se potencie su actividad en la línea del éxito y la competitividad internacional.

Hay tanto por hacer que el riesgo mayor es sucumbir ante la perspectiva del inmenso trabajo. Pero no podemos desfallecer. Además de la utilidad del camino ya recorrido, cuya senda de eficacia debe recuperarse, allí donde se hubiera perdido, algo no puede faltar nunca: el empuje de las nuevas generaciones. A ello, añado por mi cuenta la obligación de los ancianos de la tribu de ofrecer su experiencia para que las equivocaciones sean menores y menos costosas.

Se lo oí decir recientemente al oncólogo Mariano Barbacid en un debate online con investigadores de la COVID-19:” Nada impide biológicamente seguir activo intelectualmente a partir de los setenta y muchos ancianos de edad son más creativos que algunos jóvenes que están en la primera línea de la exposición mediática”. En una sociedad que presume de lozanía, frescura y juventud, la pandemia viene a ofrecer ocasión de recuperar a los mayores, no solo para lamentar su contagio en los geriátricos, víctimas de la COVID, sino para pedirles su apoyo para la rápida solución de la crisis económica que provocó.

Mayo de 2020

@angelmanuelarias

Nota.- Este Documento fue redactado como Editorial para la revista Entiba de mayo. Por razones de espacio, tuvo que ser reducido a la mitad. Lo ofrezco aquí entero por si los lectores del blog lo siguen encontrando de interés

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Ecologistas, a la calle

20 enero, 2019 By amarias Deja un comentario

¿Queda alguien por ahí que aún no se haya enterado que los minerales y rocas forman parte esencial de nuestro bienestar desde que el hombre tomó consciencia de que mejorar su existencia como ser inteligente dependía de cómo aprovechara los recursos de la naturaleza?

Puede. Incluso es seguro que sí, que haya muchos coetáneos que crean que la minería -en especial, la que se practica a cielo abierto, o quizá solo ésa- es una operación perniciosa para el medio ambiente. Estos protectores oficiosos de la naturaleza impoluta, abominan de cualquier operación por la que (según su peculiar sistema de valoración) se afecte por los seres humanos al “paisaje natural”.

De nada servirá argumentar, por especialistas, historiadores y sensatos en general, que la minería es imprescindible para la vida y, sobre todo, para el mejor bienestar; que la tecnología minera ha alcanzado -por supuesto, no sin parciales derrotas: así es el íter humano hacia lo óptimo- niveles de gran excelencia, que permiten garantizar con probabilidad cercana a la certeza, la seguridad de los trabajos, la máxima eficiencia en la extracción de los recursos, la mínima afectación posible del entorno, la mayor proporción de empleo cualificado y…cuando se acaben los trabajos mineros, se encargará de asegurar, en tiempos predecibles y bajo cumplimiento de las ordenanzas y restricciones legales,  la restitución del paisaje a niveles de disfrute incluso, con frecuencia, superiores a los de origen.

¿Hay dudas del valor de la minería? Las hay. Cuando se anuncia que una empresa está en disposición de iniciar trabajos de exploración de un recurso minero, y solicita los permisos necesarios, no faltan grupos que echan mano del argumentario, aplicándolo sin compasión ni rigor sobre la pretensión.

Todo vale: los niveles freáticos se contaminarán, habrá desprendimientos de tierras, el hermoso paisaje se verá irremediablemente afectado, el transporte de los materiales deteriorará caminos y levantará polvaredas nocivas, los explosivos empleados causarán destrozos en las viviendas, la fauna salvaje y la cabaña doméstica adquirirá enfermedades desconocidas e incurables, los humanos, aunque algunos pocos consigan empleo en la deplorada explotación, padecerán desgracias sin cuento, en tanto una multinacional ávida del verdadero recurso, el dinero, se enriquecerá a costa del empobrecimiento ajeno.

Sería de agradecer que la minería tuviese sensatos y serios defensores, y no solo lo sea por los ingenieros de minas, los geólogos y los responsables de empresas mineras. Sería lógico que, conscientes de su valor, los políticos, los comentaristas, los científicos en general, los sociólogos y los sensatos, defendieran que la explotación de recursos minerales es una necesidad, una oportunidad, un logro de los avances técnicos. Y que todos se concienciaran que disponer de un recurso explotable, técnica y económicamente, en cantidades importantes y con un mercado apropiado, es un regalo de la naturaleza.

Los seres humanos tenemos a nuestra disposición, para utilizarlos sabiamente, multitud de recursos, a los que debemos poner en valor con nuestros conocimientos crecientes. No se trata, desde luego, de destruir lo que tenemos de forma irreversible, sino aprovecharlo para mejorar nuestro disfrute. Y, por supuesto, hacerlo cumpliendo las leyes, con la mejor tecnología disponible. La crítica e, incluso, la oposición, a las pretensiones egoístas, excesivas o erróneas, es imprescindible. Pero no se deben hacer trampas en la argumentación, ni engañar en las consecuencias, ni destruir sin alternativas.


En Madrid, como en algunas otras capitales europeas, se ha mejorado la implantación de la recogida separativa de residuos con un nuevo contenedor: la basura exclusivamente orgánica. Tenemos, por tanto, los ciudadanos de algunos barrios madrileños, que realizar la selección de los siguientes tipos de desechos: papeles y cartón; vidrio; basura orgánica; resto de residuos domésticos. La ropa y el calzado usados y ya no deseados por sus primeros dueños, también pueden encontrar un segundo destino en contenedores adecuados. Además, hay que separar para llevarlos a un punto limpio, los aceites consumidos, los enseres inútiles según su naturaleza y composición (madera, metal, electrodomésticos, pilas, etc.).

Los contenedores de papel y los designados para recoger ropa y calzado, se han convertido en lugar preferido de su prospección callejera para grupos organizados que, con camionetas destartaladas y la celeridad de quienes trabajan a destajo, vacían los unos y hurgan en los otros, dejando a su paso los restos de su actuación apresurada.

No son estas gentes -supongo que necesitadas para actuar de ese modo y por tales sitios- las que llaman mi atención de citadino escéptico. Son los de esos otras gentes con mayores medios, educadas para el respeto ambiental, concienciadas, por vocación y origen en la defensa ecológica, que mantienen perritos que llenan las aceras y alcorques de cacas abandonadas, que tiran cigarrillos, latas y papeles en cualquier sitio distinto de las papeleras, que surcan las ciudades a toda la velocidad y con máxima potencia acústica de sus cacharros.

Y, sobre todo, como lo demuestra esta foto obtenida de una calle cualquiera de Madrid, me decepciona saber que, a diario, hay miles de conciudadanos a los que importa un pito que existan contenedores concretos para residuos específicos y puntos limpios para acoger a materiales desechados. Convierten, a su antojo, en vertederos irregulares justamente los sitios destinados a conseguir que nuestras ciudades sean más limpias, pasándose por su arco triunfal los desvelos de quienes cumplen con las normas y están serenamente concienciados de que la basura tiene su lugar, y no es la calle.

 

 

 

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Carta abierta a la Ministra Teresa Ribera

28 diciembre, 2018 By amarias 1 comentario

Querida ministra para la Transición Ecológica:

Tengo que empezar reconociendo que se me hace muy difícil entender las razones por las que se eligió ese nombre metafórico para caracterizar un Ministerio que se ocupa de temas tan sustanciales para la economía y el debate público como la Energía, el Medio Ambiente y el Cambio climático. La denominación del Ministerio parece evocar más un cuento de hadas que el impulso a actividades tan íntimamente relacionadas con la producción de bienes y servicios, la generación de empleo y riqueza y el bienestar de la ciudadanía, como son la minería, la generación de energía, o la producción industrial.

Pero…¿cómo podría poner en duda que el nombre del Ministerio es de tu pleno agrado, Ministra? Tu trayectoria curricular, brillante como pocas, te relaciona con los Desarrollos Sostenibles y los Cambios Climáticos, además de caracterizarte como experta jurista y brillante profesora. Y bien es cierto que poco importa el nombre del Ministerio si quien lo conduce tiene clara la senda por la que aplicar las competencias trasladadas al órgano administrativo.

A partir de esa experiencia personal y por lo que has traducido de tus convicciones técnicas y sociológicas, deduzco sin dificultades que la transición ecológica en la que empeñas tus capacidades ministeriales supone convertir a España en un modelo en relación con la producción limpia, el respeto total al medio ambiente y, en suma, la supresión de toda actividad contaminante. Es decir, una Arcadia con tipos meríficos, un país sin mácula en el que apetezca aún más vivir a los que puedan permitírselo, un ejemplo para la Humanidad concienciada con el amor universal, el consumo sostenible, la producción de suma cero y todas las ventajas que contrae la bendita ecología.

Si te propones que los objetivos sean ambiciosos, para conseguir que los logros reales aparezcan como detectables, a pesar de ser los fines fantasiosos, no seré yo quien critique de antemano esa opción. Si señalas la luna, no miraré el dedo.  Como estudioso de nuestra Historia, (en cierto modo, como tú: sé que te gusta tomar enseñanzas del pasado), me arriesgo a advertirte que el trazo de las grandes líneas de futuro tiene muy pocas posibilidades de permanecer visible de forma duradera en España.  Particularmente, en esta democracia asintótica que hemos destruido entre todos, la descomposición ideológica de las opciones partidarias supone la desgraciada garantía de que cada Gobierno nuevo estará ansioso de poner patas arriba lo que haya pretendido hacer el anterior.

Tendrías razón en argumentar que -gracias sean dadas- como jamás he estado dirigiendo un Ministerio y, para más inri, vengo de vuelta donde tú aún tienes amplio recorrido, la experiencia que haya acumulado en mi modesta trayectoria puede estar tan rancia como un trozo de tocino dejado durante meses a la intemperie. Dejaría el camino abierto a los más jóvenes, si no fuera porque algunos tenemos las posaderas peladas de experiencia internacional que nos vemos obligados a compartir, aunque no nos la pida nadie.

Cuidado con proponerse propósitos tan amplios y ambiciosos que, en su misma complejidad, se vayan por el agujero de la semántica. Aún resuenan en las marismas académicas las hermosas palabras del entonces presidente Rodríguez Zapatero (hoy perdido por los recovecos venezolanos) acerca de la Alianza de Civilizaciones. Era una idea tan magnífica como ingenua, es decir, irrealizable.

Como también resultó peligrosamente letal (para muchas empresas y no pocas administraciones confiadas) la estupenda concepción acerca de vivir un mundo globalizado, en el que todos los Estados pudieran compartir sus adelantos tecnológicos, sus producciones y consumos sin barreras.

Era un idílico panorama, en el que perdieron plumas, en especial, quienes pusieron la fe sin tomar precauciones. Y los que creyeron encontrar la vía para lanzarse al vacío exterior sin paracaídas (vale también la metáfora de salir al campo sin cinturón ni tirantes, creyendo que todo el monte era orégano), están lamiéndose las heridas, con pérdidas económicas insuperables.  Hoy sabemos que el gran beneficiario de esta apertura de los mercados ha sido China. Aunque circunstancialmente concentrada en aumentar su consumo interno ha conseguido establecer profundas raíces en los países menos desarrollados, incluido España.

No tengo autoridad para darte consejos, ni seguramente los admitirías. Tampoco es esa la intención de esta carta abierta que, como es obvio, no solo va destinada a ti, sino a mis colegas, conocidos y amigos y a todos aquellos que sientan la curiosidad por mis reflexiones, libres de las trabas de la responsabilidad e impregnadas de la sinceridad con la que se habla con alguien a quien se aprecia.

Recuerdo bien (y lo tengo recogido en mis notas) tus opiniones acerca del éxito de la COOP 21 de París, en la visión que dabas de la reunión allá por mayo-junio de 2016. Entonces era el momento de sacar pecho, y presentar el conato de Tratado como un aldabonazo a las conciencias, un transformador universal, que permitiría reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para que el incremento de temperatura media del planeta no superara los 2 ºC antes de 2100 y, preferiblemente, se mantuviera por debajo de 1,5ºC.

Era un relato muy hermoso, pues se apelaba a la solidaridad de la Humanidad por primera vez en la Historia (desde la maldición bíblica de la Torre de Babel). No se iba a dejar a nadie atrás. Todos los  Estados se iban a sumar a ese gran proyecto común, unos como aportadores de medios económicos y tecnológicos y otros como receptores concienciados. Habría un sistema de vigilancia centralizado de los cumplimientos, y la transparencia multilateral garantizaría la coherencia de las medidas internacionales y el control de las cuentas rendidas.

Fue un sueño precioso. Por fin, se aceptaba que un tema transversal como el calentamiento global no podría ser resuelto a niveles de Estado individual. La contaminación, por fin, se había comprendido que no tenía fronteras geográficas. Se retomaba aquella filosofía tan carismática como ineficaz del comunicado “We the world leaders…” ¿recuerdas?.

Se habría de implantar una metodología de financiación y se involucraría a toda una amplia panoplia de agentes, públicos y privados, en el objetivo común irrenunciable, por fin. ¡Qué momento tan dulce! Aunque el presidente Obama no pudo aterrizar en París por una tempestad, Estados Unidos y China se daban la mano. Rusia estaba dispuesta a cooperar y la Unión Europea, rompiendo su tradición histórica, aparecía como paladín de la armonía mundial, campeón de las medidas restrictivas, poniéndose a la cabeza de los sacrificios en loor al control del clima que, de seguir con nuestras aficiones pirogénicas, nos calentaría en demasía. Todos se habían convencido, sin fisuras, de que las previsiones del Panel del Cambio Climático eran dogma de fe…o eso parecía.

Sabes mejor que otros lo que pasó. En apenas dos años, el panorama mundial cambió. Estados Unidos se ha convertido oficialmente en negacionista del cambio climático y defensor de la autarquía, la suya. Rusia se siente muy próximo a China, pero no tanto por sus voluntades de contaminar menos, sino en la preparación de un estadio nuclear que garantice el dominio universal o, en su alternativa, la Destrucción Total del enemigo (es decir, la Hecatombe Mundial). Específicamente, China, que juega también al pacifismo integral,  se ha impuesto como campeón mundial de la globalización, bien entendida en su caso como la garantía de penetración masiva de sus productos en todos los mercados, desde el de cercanías al de las altas tecnologías.

Mientras tanto, existe un acuerdo tácito internacional en dejar que aumenten las diferencias entre los más ricos y los más pobres, entre los adelantados tecnológicos y los consumidores (mientras puedan pagárselo). La Unión Europea también es capitana en ese aspecto.

No hace falta bola de cristal para reconocer que el objetivo de reducir la velocidad por la que el mundo se encamina hacia el sobrecalentamiento no se cumplirá. De nada valdrá que la Unión Europea -con cada vez menos músculo y menor credibilidad- se manifieste dispuesta a incrementar incluso su objetivo particular de llegar al 2050 c0n un 40% de su producción con energías renovables, subiendo la apuesta en un 15% más.

El clima seguirá empeorándose, por tanto. Hay, y habrá, más tormentas (cada vez menos tropicales), subidas del nivel del mar, inundaciones y catástrofes (cada vez menos naturales). Si hay que dedicar medios inmediatos, y remedios consistentes frente al cambio climático ya presente, deberían ser para la construcción de diques defensivos, para conseguir alejar a la población de las zonas inundables, para incrementar los sistemas de alerta y los medios de protección.

Leo en la prensa que el Ministerio que presides tiene avanzada la creación de un marco jurídico que señale las prioridades del Ministerio en una Ley de Cambio Climático y Transición Energetica (ya no Ecológica, algo se ha mejorado en la transparencia de la concreta dicción). Debía estar aprobada, según previas declaraciones tuyas a finales de 2018, pero no va a ser posible y…me alegro.

Me alegraría también de que se rebajase la intención de llegar a la descarbonización  de nuestra producción energética e industrial en 2050, y que se aliviase la meta de conseguir la pretendida reducción del 20% de los GEI (respecto a 1990) en 2030.

Me alegraría también (entiéndeme, Ministra, solo en aras de que venza lo práctico, lo realizable), si el objetivo de impulsar a las energías renovables, en detrimento de la energía nuclear y las centrales de carbón y ciclo combinado, instalando un mínimo anual de 3.000 megavatios (MW) de potencia, se aligerase hacia lo alcanzable y, sobre todo, se hiciera tras un análisis profundo y pactado entre los agentes, no impuesto desde la cúpula ni aplaudido a regañadientes, con el propósito interno de escribir los acuerdos en la barra del hielo.

¿De verdad se ha estudiado, comprobando todas las consecuencias, -técnicas, industriales, sociales, económicas, financieras- lo que implica “dar el carpetazo” a los combustibles fósiles, negar autorizaciones de investigación y explotación de hidrocarburos, abominar de la fractura hidráulica, desdeñar la producción nuclear (en la que disponemos aún de técnicos y experiencia a nivel mundial)? ¿Es tan guay confiar en que la producción con biometano y combustibles sintéticos servirá para completar el mix energético como nos quieren vender los ecologistas de manual que parecen estar entre tus mejores asesores?

Sí, estoy convencido de que habrá un Plan regional de Energía y Clima, con la condición imposible de que el gobierno de Pedro Sánchez aguante en su equilibrio inestable, negándose, agarrado a la tabla de planchar, a convocar unas elecciones anticipadas que, por supuesto, no despejarán el panorama político pero pueden significar un cambio de Gobierno y tu vuelta a la empresa privada y a las clases universitarias.

Los que te conocen, dicen que eres testaruda y en algunos círculos (no muy complacidos) se refieren a ti como “la talibana”. Querrás poner en pie lo que imaginas correcto. Solo que el reloj señala tiempos cortos para acoger el lanzamiento de proyectos demasiado ambiciosos y, si falta el consenso, el monstruo devorador de buenas voluntades se encarga sistemáticamente de volver a poner, en nuestro país, las cosas en el sitio en que se siente más cómodo: en la ineficiencia, la improvisación y el pequeño caos de todos los días.

Te pediría que no olvides, en todo caso, de ordenar que se incluyan los instrumentos financieros precisos, y unos objetivos claros que sirvan para medir la eficiencia de las medidas. No lo dejes todo en la confianza del marco legal o jurídico, por favor. Que, aunque no se lleve jamás a efecto, tenga un aspecto muy sólido. Que ese Plan, si finalmente ve la luz y aunque arriesgue morirse en el postparto, no omita la previsión de actuaciones correctoras, la presentación de un sistema de indicadores y que cuanto se relacione con la ejecución del mismo, sea controlado por un comité independiente, y con un calendario exigible.

Y, si quieres ser, como estoy seguro que deseas, honesta con los resultados, consigue que te asesoren los mejores especialistas. Los tenemos en España, lo sabes. Algunos son funcionarios. Muchos, nunca lo han sido, y ven las cosas desde el lado de la competividad descarnada. Hazlos participar a tu lado, no los pongas en tu contra.

Creo que me he extendido demasiado. Debiera haberte escrito también sobre la necesidad de impulsar la minería en España, la producción tecnológica con valor añadido, la investigación cualificada orientada al producto y no a la endogamia universitaria. Seguro que tienes información sobre lo que opina Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Energía, plasmado en un artículo de obligada lectura para tecnócratas: “Raw materials: Holy grail of 21st century industrial policy”.

Me pregunto, y te pregunto, querida Ministra: ¿No podíamos organizar nuestras actuaciones políticas, en combinación con el empresariado más activo y leal, contando con técnicos independientes y capaces y, en lugar de dar pábulo a la obsesión española de ser los mejores de la carrera, situarnos al nivel de lo que corresponde a nuestra preparación y medios?

Un abrazo, Teresa. Quiero dejar constancia pública de que respeto y admiro tu coraje y, si te sirve de algo, aconsejarte calma en el transitar por la senda de la Transición Ecológica, que presiento saturada de faunos, brujos, hadas malas y encantadores de serpientes.

Te deseo que tengas un buen final en tu tarea como Ministra, coherente con el buen principio por el que entraste en esa importante labor por mejorar lo que nos conviene a todos. No se puede cambiar el mundo con reuniones en la Moncloa ni actuaciones desde el Paseo de la Castellana, pero sí dificultar que nos lo hagan más difícil quienes solo miran por sus intereses desde el otro lado de la frontera.


Un pico picapinos (dendrocopus major), macho -distinguible por la mancha roja en la parte posterior del píleo- curiosea el interior de una oquedad en uno de los árboles frente a mi domicilio en Madrid. Para los aficionados a la ornitología, no sorprenderá mi afirmación de que en un pequeño jardín urbano, y dependiendo de la época del año, pueden identificarse hasta veinte especies de paseriformes. Observarlos desde la ventana de mi despacho es una delicia, y…por momentos, arriesga convertirse en obsesión.

 

 

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Qué pasó en el pozo Emilio del Valle

30 octubre, 2013 By amarias2013 3 comentarios

El gravísimo accidente en el que murieron seis mineros de la plantilla de la Hullera Vasco Leonesa que se encontraban trabajando a unos 700 m de profundidad en el pozo Emilio del Valle (en Santa Lucía, León), ha vuelto a desatar las especulaciones, no ya respecto a la seguridad de la minería, sino respecto a su misma necesidad.

Los primeros análisis de lo sucedido indican que se produjo una liberación de gas metano en la zona de trabajo, que no explosionó -es decir, no se produjo la “explosión de grisú” que está en la primera línea de culpables de los accidentes mineros en las minas de carbones bituminosos. Fue tan repentina que los fallecidos no tuvieron tiempo para poner en funcionamiento los equipos de auto-rescate que llevaban, y que les hubieran permitido un período de autonomía respiratoria de entre 20 y 30 minutos, suficiente, en principio, para escapar.

La mezcla de metano y aire es explosiva cuando el primero se encuentra en una proporción entre 4-5% y 14-15%. Por ello, cabe deducir que, aunque el grado de metano era superior al nivel explosivo, no había ninguna llama activa cuando se produjo la fuga (lo que se me antoja lo más probable). Los mineros estarían realizando labores de preparación, y alguna actividad en otro nivel o, simplemente, la cedencia espontánea del terreno agrietó uno de los hastiales, provocando la fatídica fuga.

Otra opción, que descarto, sería que la proporción que se alcanzó era inferior, pero de suficiente entidad y, sobre todo, aparecida con excepcional rapidez, como para que los mineros que se encontraban próximos al punto en el que se produjo la fuga la respiraran, por un corto espacio de tiempo.

Como son cuatro los mineros que se encontraban en las proximidades que ya han obtenido el alta hospitalaria (un quinto sigue en la UCI, aunque, por fortuna, se está recuperando), podrán dar una versión aquilatada de lo que sucedió.

Mientras la investigación del accidente hace su trabajo (una Comisión independiente ha sido nombrada al efecto), será bueno que los “falsos expertos” se abstengan de alimentar las especulaciones genéricas acerca de los males de la minería. En particular, me refiero a aquellos que asocian el accidente a los riesgos de la fractura hidráulica, y aprovechan la oportunidad para avivar la campaña en contra de la recuperación del gas metano subterráneo.

La minería del carbón español está sometida a un reglamento muy estricto, y las normas de seguridad de obligado cumplimiento son rígidas. Los mineros afectados por este accidente fatal eran gente experimentada, inteligente, joven -menos de 45 años- y sana. Si hay algún culpable, que sea la casualidad. Esa parte de lo natural que, a pesar de los avances técnicos, no siendo posible prever, no nos queda sino acotar en el terreno de la tutela del santoral.

Santa Bárbara, patrona de los mineros, y Maruxina de mi vida, mirai cómo vengo hoy, tengo la camisa rota y el ánimo descompuesto por la muerte de seis compañeros. No tengo ánimo para cantar, obviamente.

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Cuento de otoño: La sugerencia que no llegó a ser analizada

13 octubre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

En Valgamediós estaban preocupados. No todos, desde luego. Pero sí la mayoría, y, en especial, la mayoría silenciosa.

Pasaba el tiempo, y la situación empezaba a ser insoportable.

Para algunos, resultaba muy molesto, pero por razones poco relevantes, aunque expresaban su disgusto torciendo la cabeza, y mirando hacia otros lados. Había pobres por todas partes. Les resultaba muy difícil caminar tranquilamente por la calle sin encontrar algún pedigüeño, lo que afeaba el lugar. A las puertas de los supermercados, de las iglesias, de los Bancos, de los restaurantes, había siempre alguien con la mano extendida.

El número de necesitados crecía, ya que, por algo que conocían como efecto llamada, venían incluso de otras poblaciones en las que, al parecer, aún estaban peor.

Eran numerosos los valgamediosanos a los que resultaba bastante duro resistir, pero confiaban en que las cosas volvieran a ser como antes. Añoraban los tiempos recién pasados, aunque ignoraban cómo la situación podría enderezarse, porque les resultaba muy complicado entender lo que había pasado.

-Nosotros, que conocemos cómo funciona el sistema, os prometemos que todo cambiará cuando las economías de los pueblos vecinos de Immererfolgreich y Nousavanttout, salgan adelante. También hay que esperar que al Presidente de Wetheworldleaders se le ocurra algo brillante. Su éxito nos arrastrará, y, hasta que esto suceda, invitamos a los jóvenes más capacitados a que busquen empleo en esos lugares, triunfen, y vuelvan a casa con nuevos ímpetus -era el mensaje que difundían, acompañado de música celestial, los altavoces instalados en los lugares oficiales pertinentes.

En realidad, hacía años que en Valgamediós no se creaban puestos de trabajo y, por tanto, no era posible cambiar, como antes, el tiempo, las habilidades y los conocimientos por dinero, en los mercados locales. Al contrario: las empresas de Valgamediós, despedían todos los días a miles de empleados, que pasaban a engrosar las cifras de los que ya estaban parados, que es la manera de expresar que se habían vuelto estupefactos.

Especialmente afectadas estaban las empresas que eran propiedad de pequeños comerciantes, gentes cuyos nombres eran conocidos, si bien lo que recogían los periódicos locales eran las protestas de los despedidos de las empresas más grandes, que armaban mucho alboroto.

-Ha cerrado la tienda de ultramarinos de la esquina, que llevaba en el barrio desde 1903 -comentaba la tía María a su vecino, jubilado.

-En esta calle, solo queda en pie la Expendeduría de Lotería -apostillaba otro, que se encontraba trabajando de extranjis en una mueblería.

La economía se había sumergido bastante, desde luego, y quien más quien menos, se había estado arreglando con alguna chapucilla, al menos, mientras cobraba el subsidio de desempleo. Pero incluso bajo el nivel del dinero que circulaba al aire libre, es decir, en las alcantarillas del sistema, escaseaban las oportunidades. Los salarios bajaban y bajaban.

Un buen día, el Controlador de Cuentas expuso la situación con crudeza:

-No hay dinero para mantener el Estado del bienestar. Los ingresos son muy inferiores a los gastos. A partir de ahora, viviremos en el estado del estar. Simplemente.

Pronto se supo que ese estado de estar era el equivalente a sálvese quien pueda. Y, para algunos, resultó incluso entretenido. Tenían liquidez, y surgieron nuevas oportunidades, porque a ellos, les bastaba solamente aprovecharse del estado de necesidad de otros, lo que proporcionaba beneficios interesantes. Compraban, a precio de saldo, lo que otros se veían obligados a vender.

Desde los Centros de Propuestas y Elucubraciones Imaginables, no faltaron ideas, pero el problema estaba en la dificultad de ponerlas en práctica. Para todas, se necesitaba dinero; para muchas de entre ellas, experiencia; para la mayoría, conocimientos de los que no se disponía.

-Tenemos que cambiar las reglas del mercado, porque solo sirven para que unos se enriquezcan a costa de los que carecen de información -escribió un experto en Historia de la Humanidad, en un artículo publicado en un periódico de tan escasa difusión, que apenas si vendía los ejemplares que compraban los que expresaban sus ideas en él.

-El mal está en el exceso de corrupción de los que dirigen y controlan, no en el sistema. Un poco de corrupción es tolerable, pero por encima del diez por ciento, es insoportable -explicó, con varios ejemplos imaginativos, un profesor de Ética Universal, que disponía de un importante patrimonio conseguido gracias a inversiones realizadas en productos altamente contaminantes y que vivía en un chalet adosado a su complacencia.

-Debemos fomentar la explotación de los recursos naturales, y puesto que nosotros sabemos disfrutar de la naturaleza, debemos desplazar las fábricas contaminantes a aquellos lugares en donde sus habitantes no tienen nuestra educación ecológica y no están acostumbrados a nuestros altos niveles de calidad de vida -apuntó un miembro distinguido de la Fundación para Proyectos Nimby, que contaba con muchos seguidores dispuestos a movilizarse a las primeras de cambio, reclamando la defensa del medio ambiente.

Incluso apareció un grupo la mar de interesante que defendía el uso de la imaginación para crear el propio puesto de trabajo, como fórmula que se aplicaba en los países más avanzados del orbe. El problema estaba en que la imaginación de los que solo tienen buena voluntad queda limitada por fronteras que se alcanzan muy pronto, y se encuentra con muros insalvables: la insuficiente formación, la escasa financiación, el largo tiempo de maduración de los proyectos, el miedo a fracasar porque el que cae una vez es estigmatizado para siempre y, sobre todo, se topa con un cúmulo de dificultades inextricables, que se fabricaban y perfeccionan por las noches, como hilos de Ariadna, en múltiples centros de mantenimiento del orden establecido, que colaboran con la indolencia y la apatía, hierbas que crecen libremente en los lugares donde nadie vigila.

Así estaban las cosas, cuando alguien anónimo escribió con spray rojo, en la misma Vía del Desánimo, por la que los valgamediosinos acostumbraban a pasear a diario, una sugerencia de apariencia muy elemental.

-Si queremos disfrutar del mayor bienestar posible, ¿por qué desperdiciamos las capacidades que tenemos? Dejemos de lamentarnos por lo que hemos perdido, y dediquémonos todos a trabajar en lo que sí podemos conseguir.

Seguramente al autor le pareció larga la parrafada y como debía tener tiempo para escribir un estrambote, antes de que lo descubrieran los vigilantes del lugar, había terminado con este lacónico mensaje:

“No necesitamos que nos enseñen a vivir y no nos dejaremos morir.”

Era otoño, y las hojas caídas de los árboles cubrieron casi de inmediato la propuesta. Por la tarde, un camión de la limpieza, provisto de mangueras que lanzaban chorros de agua a presión junto a un poderoso detergente, borró la propuesta en un santiamén.

-No era una mala idea -murmuró para sí el conductor del vehículo, mientras se dirigía a otros lugares que también le habían señalado como necesitados de un buen fregado.

Las luces de Valgamediós seguían apagándose sucesivamente.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: análisis, angel arias, colaboración, confianza, consenso, crisis, cuento de otoño, emigración, empresa, empresario, exportación, minería, paro, recursos naturales, salida, soluciones, sugerencia, túnel, Valgamedios

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