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Cuadragésima quinta Crónica desde el País de Gaigé

20 diciembre, 2022 By amarias Deja un comentario

Poco que celebrar hay en Gaigé, aunque el domingo, 17 de diciembre de 2022, el país se paralizó durante un par de horas, para contemplar la emocionante, por lo igualada, final del campeonato mundial de fútbol entre las selecciones argentina y francesa. El presidente Macron no pudo entregar la copa de vencedor al equipo de su país, por un quítame allá un penalty. Como el presidente argentino no compareció en Qatar, el emir regaló una capa principesca a Mesi (Lionel), consagrado como el mejor futbolista mundial.

La semana política sirvió para poner en evidencia el aumento de las tensiones entre los dos bloques en que se ha partido el panorama de la representación pública. Lo novedoso es que se ha llevado la discrepancia a los Tribunales de Justicia y, en concreto, al Constitucional, al que el Partido Popular solicitó la suspensión cautelar del proceso legislativo que, con la aprobación de la Cámara Baja, pretende dar carta final de naturaleza a la eliminación del delito de malversación y la reducción de las penas por el de sedición. No es, sin embargo, este asunto el meollo por el que se debe pronunciar el Alto Tribunal, sino por la intención del legislativo de colar en este trámite la renovación de los jueces de lo penal y del constitucional, cambiando por esa Ley Tranvía la forma hasta ahora legal de decidir y nombrar los candidatos.

La batalla verbal en el seno del Congreso y en las comunicaciones de los representantes de los partidos ha dado la impresión de que Gaigé se juega mucho en el envite. Algunos ministros de verbo caliente han hablado de “intento de golpe de estado” por parte del Partido Popular y “revolución de las togas”, con palabras muy duras, que enmascaran, en realidad, lo que se dilucida.

Y lo que se dilucida es la voluntad del equipo de Gobierno de dar un paso sustancial en el control de la ideología del órgano de representación de los jueces y, por tanto, de promover su disciplina de voto en relación con temas sustanciales que afectan, más que al orden y bien público general de Gaigé, a intereses partidistas. La cuestión es muy grave, porque ha quedado transparente a la ciudadanía, que la independencia de los jueces, en algunas cuestiones, queda sometida a sus criterios ideológicos y no a la estricta aplicación de la Ley.

Como jurista (de medio pelo, pero disciplinado y estudioso), este cronista de Gaigé no puede menos que lamentar que la disputa en las alturas -que involucra a partidos políticos y se ha trasladado al seno de los órganos judiciales- suponga que el resultado de algunas votaciones importantes (relativas, por ejemplo, a la modificación del Código Penal, sanciones a golpistas y malversadores, inclusión de leyes oportunistas sin conexión con la Ley de Presupuestos, etc.) aparezca mancillado por la calificación de “jueces conservadores” o “jueces progresistas”.

Con sabia veteranía, el presidente Sánchez (Pedro) ha dejado el grueso de la defensa en la calle mediática de las posturas que vienen marcadas por la necesidad de mantener contento al bloque independentista y a los exóticos ministros populares, a sus huestes gubernamentales más fieles. Se distinguen en el empeño de repetir vacuidades, aunque con palabras y ademanes densos, López (Patxi), desconocido portavoz de lo que queda del Partido Socialista, Rodríguez (Isabel), portavoz de la parte socialista del Gobierno, si bien la disciplina corporativa ha incorporado, mancillando así su credibilidad profesional, a respetables técnicos, como Calviño (Nadia) y Ribera (Teresa), que no dudan en incluir en sus análisis, palabras de menosprecio al partido Popular, imputándole maneras de anticonstitucionalismo.

Verdad con marchamo de pasar a dogmática la expresada por Borrel (Josep) de que “Europa es un jardín”, en relación con el resto del mundo, dominado por la selva. En una versión anterior, menos egocéntrica, de la misma idea, “el mundo se divide en un jardín con mil millones de personas, rodeados de selva en donde viven siete mil millones”. Solo que el jardín se encuentra cada vez menos cuidado, y hay parcelas habitadas por tipos sin escrúpulos que han cavado grutas en donde almacenan el producto de sus satrapías.

Los atletas de Gaigé no han tenido éxito en el mundial de fútbol, y casi es de agradecer. A la vuelta a sus países, los representantes lúdicos de Argentina casi son engullidos por más de cuatro millones de forofos que les impidieron acercarse por tierra al Obelisco -emblema en Buenos Aires conmemorativo de la fundación de la ciudad-, al que sobrevolaron en helicóptero. Hubo muertos, heridos y peleas en la inmensa aglomeración, que consolida a Argentina como excelsa competidora de Gaigé, la Tierra de los despropósitos.

 

Publicado en: Actualidad, País de Gaigé Etiquetado como: Gaigé, Isabel Rodriguez García, Josep Borrel, Nadia Calviño, Núñez Feijóo, Patxi López, Pedro Sánchez, Teresa Ribera

Putin está a punto de ganar su batalla para hacerse con Ucrania

4 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El criminal de guerra Vladimir Putin está a punto de ganar su batalla con Ucrania. Pero está perdiendo todas su guerra contra la libertad y provocando un aislamiento económico y politico de su feudo que se traducirá en el mayoritario desprecio internacional hacia su persona (que acabará, y no se lo remediará nada ni nadie, siendo juzgado por sus crímenes en la Corte Penal Internacional enjuiciado por genocidio, e infracción múltiple de principios del derecho internacional), y en el deterioro que sera difícil de recuperar en la imagen del pueblo ruso, empañada por el apoyo de los plutarcas rusos y de su gobierno y el silencio cómplice de gran parte del pueblo ruso.

La sensación de estar reviviendo, en aspectos sustanciales, la época nazi que provocó la segnda guerra mundial es imborrable. Otros personajes, otro pueblo perseguido, un parecido mirar hacia otro lado de la población de la Rusia ocupada por el dictador de la KGB, no queriendo conocer la realidad que se esconde en la invasión a la libertad de otro pueblo eslavo,

Ha habido vencedores, y no precisamente pírricos, sino muy consistentes, El presidente Volodomir Zelenski, desde luego, es un vencedor moral en esta falsa disputa provocada por el criminal invasor. Ojalá que su vida salga indemne de tanto ataque lleno de odio e incomprensión hacia lo que representa: la libertad de Ucrania, la defensa del deseo legítimo de de un pueblo de decidir su destino. Ha vencido Josep Borrel, el alto Comisionado Europeo, quien desde un principio del ataque del ruso a Ucrania (y antes de él, con clarividencia que le honra) ha detectado el riesgo que significaba Putin, su obsesión armamentística, y la debilidad de la Unión Europea por carecer de una Fuerza de Defensa propia y depender exclusivamente de la protección que Estados Unidos pueda ofrecerle, a través de ese mecanismo heterogéneo y ya decadente que significa la OTAN.

Ha ganado puntos Joe Biden, aunque sus primeras comunicaciones resultarn ininteligibles y parecieron débiles para atajar a tiempo la determinación genocida del dictador ruso, aunque hay que entender ahora que una parte sustancia de la población norteamericana se mantiene intoxicada por su orate local, el expresidente Donal Trump y, desde luego, la convicción de que Europa no estaba haciendo lo que debía por protegerse, con su insuficiente colaboración a la dotación del presupuesto de la OTAN. También cuenta en su descargo que una decisión de involucrar en mayor medida a la Alianza, enviando a militares norteamericanos a la posibilidad de morir en una nueva guerra sentida como ajena.

Hoy, 4 de marzo, nos hemos enterado de que la planta nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa,  ha pasado a ser ocupada por los invasores y las tropas rusas se han hecho cargo de la gestión de la central, después de un ataque que provocó un gran incendio en las inmediaciones que, en este momento, parece controlado. El espectro de Chernobil ha vuelto a aparecer, pues se desconoce la capacidad de control de una instalación de alta tecnología y subsigiente riesgo de desastre en caso de caso de mal funcionamiento. Tanto Biden como Boris Johnson (el primer ministro del Reino Unido) han identificado el ataque a la central como una amenza direcra a la seguridad de toda Europa.

A nivel muy local, es decir, nuestro pequeña tierra de Taifas, se ha perfeccionado hasta límites de sonrojo, la discrepancia en el Ejecutivo español sobre cómo actuar contra el sátrapa ruso. A discrepancia de la vicepresidenta Yolanda Díaz, que se ha expresado en apoyo de la decisión de Gobierno de apoyar con armamento a los defensores ucranios, la ministra Ione Belarra, la ministra María Jesús Montero, el ministro Alberto Garzón y otros portavoces de los partidos de la izquierda desorientada y falsaria, proclaman su apoyo sentimental a la Ucrania invadida, pero discrepan profundamente de cualquier apyo que no sea la negociación para “parar la guerra”.

Quieren ignorar estos personajes ahítos de buenismo que las condiciones de Putin para detener la guerra son que Ucrania reconozca que ha perdido la guerra, se deponga el gobierno legítimo, disuelva su Ejército y renuncie a entrar en la Unión Europea y, por supuesto, en la órbita de la OTAN. Es decir, que pierdan la libertad, los derechos humanos más libertades, sucumba el derecho internacional. Da vergüenza que tengamos a estas gentes de ministros y portavoces de partidos que se dicen activos militantes por la mejora del nivel de vida de los españoles.

Publicado en: Actualidad, Rusia, Sociedad, Ucrania Etiquetado como: Alberto Garzón, central nuclear, Donal Trump. Boris Johnson, Ione Belarra, Joe Biden, Josep Borrel, María Jesús Montero, OTAN, Ucrania, Unión europea, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski, Yolanda Díaz, Zaporiyia

Estrategia sin proyecto

8 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

La tremenda exposición mediática de los ministros del gobierno de España, está dando como primer resultado -lógico- el incremento del desconcierto. No sería honesto negarles buena voluntad para hacer las cosas bien, pero a su falta de experiencia y conocimientos (ya nos hemos acostumbrado que el paso por las Administraciones públicas es un camino hacia la puerta giratoria), se une la falta de coherencia en temas importantes.

En política internacional, la desafortunada gestión del asunto Delzy Rodríguez -la vicepresidenta del gobierno de Maduro que tuvo la desfachatez de venirse a España pretendiendo contrarrestar la visita del presidente encargado Guadó- ha provocado no solo el descrédito del ministro Abalos (enredado en su deslavazada y mendaz explicación de lo que sucedió en el aeropuerto de Adolfo Suárez, en Barajas), sino que también ha arrastrado la credibilidad, ya bastante erosionada del propio presidente Sánchez.

Poco importa que la verdad se vaya cebando sobre las mentiras acumuladas: es mucho más grave que la equivocada exposición del ministro de Transportes y los apaños verbales del propio Presidente, faltos de coherencia, haya venido a poner de manifiesto que no hay homogeneidad en el tratamiento del problema venezolano  por parte del Gobierno. Los ministros del clan Unidas Podemos deben demasiado a Maduro (y todo indica que en el magma putrefacto está también atrapado el ex presidente Zapatero) como para apoyar sin tapujos a Juan Guaidó, como se comprometió a hacerlo la Unión Europea y el propio Sánchez cuando no tenía otras ligazones.

En el terreno internacional, el desencuentro con Estados Unidos ha crecido, también, por dejar pasar las oportunidades. La crisis del campo se entronca con dureza con las desmedidas medidas del gobierno de Donal Trump que, enfadado por la competencia de Airbus, ha preferido golpear en la mejilla del más débil, es decir, la cuota de los productos españoles introducidos en el mercado americano, imponiéndoles unas duros e injustos gravámenes en frontera. Y todo se ha hecho mientras las lentejas y los garbanzos norteamericanos, junto con otros productos de indudable valor añadido (para las empresas de USA) inundan las estanterías de nuestros supermercados y presionan sobre nuestra competitividad tecnológica.

La llamada de atención de un sensato ex ministro Borrel, desde su retiro dorado europeo, advirtiendo que es bonito ser defensor de la necesidad de tomar medidas urgentes contra el cambio climático, pero que hay que calcular buen los costes y decidir quién va a pagarlos, no deja de ser una llamada general acerca de lo cómodo que es presentar sobre el papel medidas que mejoren teóricamente los puntos en los que se está mal, sin saber calcular, o negarse a hacerlo, lo que cuesta ponerlas en práctica y asignar las cargas a quienes deberán soportarlas. Y no es sencillo porque estamos en un sistema en equilibrio (por muy desgraciado que pueda parecer) y tocar a alguno de los pilares que lo sustentan, sin atender a la estabilidad de todo el tinglado, puede provocar efectos no deseados: empresas que se van o quiebran, aumento del paro, regiones perjudicadas, aumento de las desigualdades y de la ineficacia, aunque el resultado deseado hubiera sido el contrario.

No es posible desviar la mirada del negocio catalán, en el que se ha hecho fuerte la falta de solidaridad y la desvergüenza. La visita a Cataluña del presidente Sánchez, acompañado de su pepito grillo Iván Redondo, entregado a la pleitesía al títere puigdemoniano Torra, ha dejado el descubierto que el gobierno dirige su atención al que más ladra, con preferencia a los que más sufren. La España vaciada, la España marginada, la España despreciada, es enviada con empujones al lugar del castigo, en tanto se pone en primera línea de atención a los que chillan, arman jaleo, incluso delinquen confiados en que saldrán impunes.

Me temo que el Gobierno está dejando cada vez más evidente que tiene una estrategia. Lo que no tiene es proyecto.


 

Publicado en: Actualidad, Administraciones públcias Etiquetado como: Abalos, Cataluña, Delzy Rodriguez, Josep Borrel, Juan Guidó, proyecto, Sánchez, Torra, Venezuela

Momentos estelares de la misérrima política española reciente

3 noviembre, 2016 By amarias 1 comentario

pato-cuchara

Diversos acontecimientos han contribuido a que al conjunto de los españoles vivos se nos hayan abierto los ojos -como se dice coloquialmente- para contemplar la realidad con mejores perspectivas de entenderla. Ha sucedido todo tan rápido que quizá no todos hayamos tenido tiempo, voluntad o cinrcunstancias para asimilar tanta información como ha quedado expuesta sobre el tapete.

Desde luego, hay que indicar, ante todo, que la disección del cuerpo político-económico ha sido realizada al hilo de la oportunidad, por manos faltas de método e incluso inexpertas y, no guardemos dudas, con una intencionalidad, un sesgo. Con todo, ha servido para dejar tantas vísceras de los tejemanejes al descubierto que, además de llevarnos las manos a la cabeza, haríamos bien en llevárnoslas a los bolsillos.

La política aparece hoy como una parte espuria de la microeconomía, en la que la inmensa mayoría -esa a la que tanto se refieren quienes alardean de conocer cómo pensamos- somos simples votantes y pacientes. Aportados a la luz de la justicia (que también tiene sus claroscuros) decenas de casos de malversación, apropiación indebida, negociaciones fraudulentas, uso de información privilegiada, asociaciones para delinquir, etc., resulta, como efecto colateral, el que tanto los ciudadanos orientados a derecha como a izquierda hayan encontrado un punto de acuerdo, una frase recurrente en el argumentario común: “todos los políticos son corruptos”.

Naturalmente, es una afirmación maximalista, errónea, equivocada, válida solo para saludarse entre posibles contrarios, y poner de manifiesto que no se desea hacer sangre en la conversación y concentrarse en lo que no hace daño -o poco- hablar de fútbol o del tiempo atmosférico.

Quién lo habrá de dudar: Hay muchos políticos muy sanos, honestos, confiables. Tenemos que admitir, por lo que se nos va en ello, que son muy pocos los que no lo son, y que se han descubierto ya prácticamente todos los que ocultaban con su palabrería los movimientos de sus manos asaltando, con diversos modos, la tesorería pública. Muchos serían, sin embargo, los que, sentados en las bancadas de parlamentos,  ayuntamientos, congresos, empresas públicas, etc., concentrados en no se sabe muy bien qué otras cosas, miraron hacia otro lado en lugar de fijarse en lo que hacían sus compañeros de asientos (aún peor lo pongo: incluso de sus contrarios teóricos), culpables in eligendo o in vigilando.

No voy a presumir de perspicaz si apunto que la desconfianza alcanzada por la política tiene un punto gordo (teorema que se estudia en las carreras de Ciencias al tratar de los límites de las sucesiones aritméticas) en el Partido Popular, con una concentración de corruptos, falsificaciones, cajas negras, facturas falsas, mentiras y corruptelas -presumibles, presuntas o confesas- espantosa. Poco demérito quita a ese baldón el decir a posteriori que se ha expulsado de la cofradía a los culpables o que no hay responsabilidad frente aquellos a los que, por faltarles carné, se objeta en defensa que no se les conoce o que iban por libres.

Sería sospecho de parcialidad el no recordar los casos que afectan o afectaron a militantes del PSOE, desde Xuan Cornide hasta Xicu Torres, desde Antonio Fernández a Juan Griñán o  a Manuel Chaves, Guerrero y su chófer, etc. ¿Pasar página por la inmensa corrupción del honorable Pujol y su esposa e hijos, y los que le rodearon, para deshonra y desprestigio de la nación catalana, que tanto les debe en tiempos modernos?  ¿Habría que olvidar para siempre el caso Filesa, con José María Sala, Aida Alvarez, Alberto Fraile, Carlos Navarro, etc. condenados y a aquellos varios empresarios de indudable postín desfilando cabizbajos por los Juzgados, antes de ser indultados por el artículo trece? ¿Retomaríamos para el acervo cultural al difunto Vilá-Reyes, paganini por defunción del llamado escándalo Matesa, que alfombró con inmundicia inocultable las glorias hipotéticas del franquismo, estando éste aún viviente y coleante?

El último caso de malhacer que ha trascendido lo protagoniza el diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid, Ramón Espinar. Es pecata minuta, comparado con otros más sonoros. Que se aproveche de la adjudicación de un piso de protección oficial para venderlo con plusvalía, después de haber defendido que esas viviendas están destinadas a gentes necesitadas y no a especuladores, no es delito, por supuesto, pero suena a doble moral y, como se vio obligado a decir el portavoz en la Asamblea del equipo podemista, José Manuel López, “perjudica (resta credibilidad) a su proyecto”.

La historia política reciente de la misérrima España se llena de momentos estelares, unos de mayor intensidad que otros, pero todos con idéntico olor a chamusquina. Desde las pequeñas irregularidades de Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, Tania Sánchez, Ramón Espinar, etc., a los graves asuntos manejados por Luis Bárcenas, Rodrigo Rato, Alvaro Pérez Alonso, Francisco Granados, Arturo Fernández (el gran actor/seudo-empresario), Gerardo Díez Ferrán, Carlos Fabra, etc., hay mucho trecho, pero todo pertenece a la misma cuenca hídrica, ya se trate de ríos caudalosos como de pequeños afluentes.

Permítame el lector una maldad irónica. Imagino a Pedro Sánchez, quien fue paladín del PSOE en una batalla campal contra las resistencias al cambio que le surgieron a izquierda y derecha, paleando en su chalupa sobre esas aguas tenebrosas de los momentos estelares de la historia reciente española. Se ha pintado, como los guerreros indios, las marcas de la guerra, y ha retado en campo abierto, ni más ni menos, que a Juan Luis Cebrián y a César Alierta. Supongo que para presentarse ante los suyos (si es que le quedan fieles dispuestos a seguirle para reconquistar el espacio perdido) como un musculoso guerrero, capaz de vencer incluso a Susana Díez y a Josep Borrel.

Apostaría que no tardarán en imputarle que no terminó la carrera, que Santiago Carrillo junior le regaló los créditos cuando era decano de la Complutense. ¿Lo están haciendo ya? ¡No damos abasto para tanta luminosidad sobre la inmundicia!


P.S. Ilustro este Comentario con la fotografía de un pato cuchara, llamado así porque tiene el pico muy largo, lo que le permite, sobre todo, abarcar más área de líquenes y pequeños crustáceos en las lagunas donde cría o se detiene para repostar en sus trayectos emigratorios.

Estos patos reposan sobre una sola pata (aunque son, respecto al sexo, más bien promiscuos). Esto no les resta algo de movilidad a la hora de emprender el vuelo, cuando se encuentran en descanso, pues se impulsan con la que les sirve de apoyo con gran fuerza.

Por cierto, “Momentos estelares de la Humanidad” es el logrado título de uno de los libros del prolífico Stefan Zweig que, para mí, tiene el especial recuerdo de haber sido el primero de este autor que leí. El argumento es magnífico: los doce casos que presenta corresponden a héroes de la Historia a los que el futuro hizo jugar con otras cartas que ellos no hubieran imaginado. Las de Núñez de Balboa, mandado decapitar por Francisco Pizarro, que andaba a la búsqueda de su gloria, es una de las más ejemplares. La de Goethe, enamorado de una jovencita, hija de uno de sus amigos, cuando él andaba ya por los setenta, resulta especialmente estimulante para los que nos acercamos a la frontera.

Publicado en: Actualidad, Economía, Política Etiquetado como: Alierta, Cebrián, cuchara, Errejón, estelares, Filesa, Josep Borrel, matesa, momentos, Monedero, pato, Pedro Sánchez, Ramón Espinar, Susana Díez, Zweig

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