Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son copy@left, aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el copy@right del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2023

Usted está aquí: Inicio / Archivo de Vladimir Putin

Mi septuagésimo cuarto Cumpleaños

7 julio, 2022 By amarias Deja un comentario

Cada siete de julio desde 1948 es mi cumpleaños. Normalmente, lo celebro con la familia, unas pocas con amigos (inolvidable el show que me organizaron los Egüez en Santa Cruz), alguna la pasé en una habitación de hospital, atiborrado de analgesicos.

Hoy pude reunir a algunos de mis hermanos, que nos acompañaron a mi mujer y a mí en un almuerzo lleno de recuerdos y ternura. Hubo tarta, aunque no soplé ninguna vela. Han sido bastantes las llamadas de amigos y los mensajes recibidos desde el whatsapp y por las redes sociales. Muchas más reacciones de afecto e interés, desde luego, que si lo comparo a los tiempos anteriores a la era digital, porque hoy los enanos informáticos se encargan de recordar cada cumpleaños. ¿Quién, en ese pasado que cuesta ya imaginar, fuera de los padres, abuelos y hermanos y algunos tíos atendía a las fechas de nacimiento de los demás? Hoy nos felicita hasta el taller a donde llevamos el coche hace cinco años, el Banco que juega en su propio beneficio con nuestro exigüo depósito y, por supuesto, el grupo de gimnasia que hemos abandonado hace meses.

Cuando empecé a escribir este Comentario, directamente en el blog como hago siempre, tenía la idea de hacer un repaso (ligero) de mi vida hasta ahora. Por supuesto, desde la consciencia de que a nadie le interesaría un pimiento, aunque no me faltarían los diez o doce me gusta en Facebook, algunos incluso emitidos antes de que llegara a terminar mi elucubración.

Desistí sobre la marcha. Debería escribir un poema, o algo así, improvisado y tierno con esa melancolía que impregna la edad. Creo que podría encontrar el tono poético (o así creo) si tuviera la tensión suficiente. Pero no la tengo ahora.

Recuerdo cuando, por Navidad, utilizando la amistad que Arturo Solís tenía entonces con la directora del Ateneo de Avilés, Tomás Recio y yo improvisamos una performance (¿se diría antes así?) en la que el Niño Jesús se transformaba en un pavo y (metafóricamente) nos lo comíamos. Pensábamos que todo el mundo se iba a escandalizar pero nos aplaudieron bastante. Obviamente, nadie entendió ni la osada metáfora ni la dicción farfullada y nerviosa que teníamos entonces, correteando por los diecisiete o dieciocho años.

Cumplo setentaycuatro mientras hay guerra por Ucrania y cuando el Gobierno de este país que llamo Gaigé, (pronúnciese Kaiché) -porque he vuelto a estudiar chino- está al borde de su disolución como azucarillo y Nadal se ha retirado de Winbledown y  un tal Boris Johnson acaba de dimitir como Premier después de  haber sacado a su país de la Unión Europea y solo por haberse tomado unos cuantos maltas junto a su gabinete cuando él mismo había prohibido festejos porque estaban guardando confinamiento por librarse del primer coronavirus.

En realidad, tenemos millones de ejemplos, y mucho más convincentes, de caciques, primeros, gobernantes, papas y papesas, etc. que emiten o emitieron leyes, decretos leyes, edictos, soflamas o fatuas a través de sus esbirros y mandatarios, que incumplen las prohibiciones que ellos han emitido con el solo propósito de tener controlados a los demás. Casi todos los que mandan algo tienen en algún momento de su periplo por el poder la tentación de prohibir, ya sea desde religiones, gobiernos, empresas o familias, y ellos se saltan sus prohibiciones a la torera.

(Por cierto, aunque no venga a cuento, en la iglesia de la Virgen de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda hay un letrero con variada información sobre el templo, en el que también se indica que lleva catorce milagros en su haber. Es una vergüenza. Hay que aplicarse, lugareños. Hay santos que la superan ampliamente. Cuando yo estudiaba bachillerato, Champagnat era solo Beato y Escribá de Balaguer era solo un proyecto de camino a la virtud)

No me quiero desviar demasiado. Tenemos, si queremos, mucho de lo que preocuparnos, si bien los optimistas siempre encuentran motivos de alegría. El futuro aparece bastante complicado para todos, aunque debe ser especialmente complejo si estás en medio de un desierto y no tienes ni agua o se te ha metido en la cabeza que se vivirá mejor en Alemania  estás dispuesto a llegar hasta allí cruzando mares y concertinas. Pero si los alemanes están preocupados con eso de la energía, y están hablando en todas partes de recesión y un tal Putin dice que su presión sobre los amigos de un tal Zelenski no ha hecho más que empezar, y parece que no necesita utilizar sus misiles de cabeza nuclear (tal vez son de carton piedra) para hacérnoslas pasar canutas. Este Vladimir tiene como primo de Zumosol al chino que me ca la impresión que está más dispuesto a ayudar a los amigos que nuestro primo norteamericano, que cuando aparece es para colocarnos más armamento en las bases que le hemos prestado y vetar nuestro jamón y aceitunas, equivocándose porque a quien quería dar un sopapo era a los franceses.

No estoy seguro de poder  cumplir un año más, porque tengo ya doble metástasis y por más que el equipo médico está muy animado por lo bien que respondo a los venenos que me van dando, soy consciente que el cuerpo aguanta lo justo, los años pesan, no en vano y las vírgenes de la caridad y los santos de devoción están para atender a cosas más importantes.

Ayer en una conferencia virtual en la que fui solo oyente, y que estuvo muy bien, en la que se hizo un repaso sobre la desalación, como estábamos guardando los cinco o diez minutos de respeto para que lps rezagados pudieran conectarse (que no sé porqué hay esa costumbre hispánica de esperar por los rezagados haciendo perder el tiempo a los que llegamos puntuales), me dio por decir, porque el silencio me levanta ampollas, que el futuro estaba complicado para nuestros nietos. Todo era por cubrir el tiempo de desespera, pero Antonio Colino, que es presidente de la Real Academia de Ingeniería y tiene seguro mucha mejor información, me aclaró que todas las generaciones encuentran su porqué, y que no teníamos que preocuparnos, que seguro que se les ocurriría algo, porque tampoco teniamos nostros televisión en casa ni ordenador ni móvil con videoteléfono cuando éramos niños y mira a dónde habíamos llegado.

Y yo miré para mis adentros y me d cuenta que tenia razón, pero que en la televisión y en el ordenador o en el móvil veía cosas que antes, solo con la imaginación, me parecían hermosas y ahora las veo rancias y sin gracia. Claro que yo no inventé nada y solo llené los papeles para dos patentes por puro compromiso.

Pongo la foto de un reyezuelo común, Es un ave pequeña y simpática, que si tiene la oportunidad de verla de frente tiene aspecto entre inocente y mala leche. Se me metió en el salón y me costó mucho sacarlo de allí, por su querencia a colgarse de la lámpara.

 

Publicado en: Actualidad, Personal Etiquetado como: angel arias, Antonio Colino, Arturo Solís, Boris Johnson, cumpleaños, Escribá de Balaguer, Gaigé, Joe Biden, Marcelino Champagnat, milagros, Nadal, Real Academia de Ingeniería, Sanlúcar de Barrameda, Tomás Recio, virgen de la Caridad, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Hacia la postguerra en Ucrania

26 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

La guerra en Ucrania atraviesa por una fase, sin duda, diferente. El empático Zelenski anuncia el 25 de marzo de 2022 “avances significativos en el frente”, dando a entender que, al menos en algunos puntos de combate, el improvisado Ejército ucraniano está doblando el brazo en algun sentido, a las fuerzas rusas, cuya descoordinación, desde el punto de la estrategia militar parece por momentos demasiado evidente para ser creíble.

Podría ser, más bien, la consecuencia de que la guerra se está prolongando demasiado y alguno de los apoyos del sátrapa Putin se están debilitando, como lo confirma la deserción de Anatoli Chubais, enviado del Kremlin como representante para negociar acuerdos sobre el cambio climático, que, además de figurar en el equipo de confianza del dictador, fue asesor económico de Yelsin en los 90 e incluso tiene en su currículo el baldón de haber sido anterior jefe del actual presidente ruso. Chubais cogió las maletas y se largó, junto a su esposa, de Rusia.

He leído, con la atención debida, un escrito del ex ministro de Exteriores español, Josep Piqué, cuyos análisis lúcidos sobre geopolítica siempre me han parecido interesantes, además de excelentemente documentados. Se extiende en su artículo del 24 de marzo, que titula “Preparar la posguerra” (Mis apuntes sobre el escenario después de la invasión), después de reconcoer que el desenlace final de la guerra es aún muy incierto, en un argumento que viene exponiendo desde hace varios de sus ensayos sobre el tema, y es que Putin “ha perdido la guerra”.

Se refiere, obviamente, al personaje y las razones de esa afirmación, totalmente compartibles, apuntan a la increíble orden dada por Putin de la invasión de un país libre y democrático, utilizando burdas artimañas y enviando a un Ejército poco preparado y nada concienciado de su labor de purga y arrasamiento de un país hermano, en contra de la opinión internacional y de la creciente contestación en su propio feudo.

Da por supuesto Piqué la continuidad terrestre de la guerra en el Donbás y Crimea y la pretensión de controlar el mar de Azov, que Putin querrá mantener en caso de negociación de un armisticio. Pero la integridad de Ucrania, indica el politico, debe mantenerse y corresponde la decisión solo a los ucranianos, lo que conduce a un referéndum en el que sea la población afectada la que opine sobre el particular.

No voy a glosar aquí el artículo completo, cuya lectura no dudo en sugerir, para poner el énfasis en la propuesta de que el marco para cooperación con Rusia (eliminado de la escena Vladimir Putin, en operación que, dado el diplomático conducir de Piqué no puede ser otra que su dimisión o la destitución por el Kremlin) es revitalizar los acuerdos de Herlsinki. por el que se constituyó en 1975 la Organización para la seguridad y la Cooperación en Europa (la OSCE, antes CSCE). Esta asociación para la convivencia, creada en plena guerra fría, funcionó hasta la intervención rusa en Georgia -en 2008- y murió en 2014 con la anexiónilegal de Crimea.

Es muy evidente que la situación de tensión con Rusia no puede mantenerse y, descartada, como afortunadamente parece, una escalada que conduzca a la tercera guerra mundial, a pesar de que China sigue mirando hacia otro lado y que el envío de armas, material, ayuda humanitaria (y ahora también, equipos de alta tecnología para interceptar comunicaciones, hackear redes y localizar efectivos militares, incluída la captación de misiles y su destrucción preventiva) por parte de la OTAN y la Unión Europea ha aumentado significativamente.

Putin puede seguir pensando que apretar el botón nunclear es una opción pero sus asesores del Kremlin están cada vez más lejos de imaginar que esa opción es factible. Solo un enajenado puede creer que esa es una forma brillante de terminar el conflicto. No puedo menos de indicar, desde mi modesto coleto, que la estúpida proliferación de armamento nuclear en el mundo ha supuesto embarcarse en un juego peligroso que ha pretendido ignorar la ley de la guerra: “El armamento que se tiene está para usarse algún día. Si no es en agresión a otros, será en defensa”.

No está esa máxima en el libro de Sun Tzu (Arte de la guerra) y a lo mejor no se atrevió nadie a formularla de forma tan agresiva, pero así lo veo yo, incluso como argumento para no actuar como buenista pacifista si no se quiere, algún día, ver al propio país atacado y sojuzgado por ambiciosos sin escrúpulos.

En fin, la asignatura de la agresión rusa a Ucrania no terminará con un armisticio, ni con una tregua, ni siquiera con un acuerdo post-guerra. Estoy de acuerdo con Josep Piqué en que hay que reintegrar a Rusia en una Alianza donde todos nos sintamos cómodos y renunciemos -al menos, por un tiempo largo- a tirarnos bombas a las cabezas. Hay que poner el cascabel a ese gato, y Putin nos sobra.

Publicado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: Anatoli Chubais, Josep Piqué, OSCE, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Me equivoqué. No volverá a suceder

16 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Mientras Vladimir Putin sigue manteniendo la presión sobre Ucrania, con bombardeos en varias de sus ciudades, en un escenario donde crece la desinformación y el exceso de interpretaciones interesadas, ha ido aumentando sin embargo la corriente de solidaridad y simpatía con el país invadido. Las siempre curiosas -una cóctel de lo interesante, lo emotivo y lo estrambótico- declaraciones del forzado antagonista en tales circunstancias, Volodomir Zelenski, son celebradas con la misma devoción que si se tratara de un demiurgo, convertido en un lider mundial del pensamiento positivo, revelado como orate genial que solo tuviera la visión volcada hacia el interior de sus deseos, dispuesto a inmolarse en la hoguera de su resistencia heroica.

Nadie cree, por supuesto, que el presidente ucraniano y sus esforzadas milicias de chicha y nabo sean capaces de ganar la guerra, aunque están demostrando ser capaces de resistir y ponérselo difícil al expansionista ruso. Nadie puede explicarse que el poderoso Ejército ruso, al que recordamos de exhibiciones armamentísticas llenas de equipos, lanzamisiles de cabeza nuclear y aviones hipersónicos con carga destructiva sin parangón, -si de veras hubiera querido involucrarse con plenitud en una guerra contra un enemigo tan menor-, no hubiera conseguido poner de rodillas cualquier resistencia del país invadido en cuestión de un par de días.

O bien Putin está conteniendo el uso pleno de su fuerza, reservándola para ocasiones más duras, si surgieran en la deriva de los acontecimientos, o calculó mal el tiro en esta ocasión.

He estado analizando, pues ha sido ampliamente difundida, la justificación ofrecida por los dos generales -Serggiy Knyazev y Andriy Kryschendo-, encargados de la defensa de la capital del porqué a los rusos les está costando tanto apuntillar al toro ucraniano, en el supuesto que (valga el símil) esto haya pretendido ser un remedo hiperbólico de una corrida de toros con el torero Putin dispuesto a cortar las dos orejas del Miura Zelensky y dar cvon ellas la vuelta al ruedo internacional.

Kiev es una ciudad extensa, abrazada por el río Dnieper y centenares de arroyos y afluentes, que provocan que existan muchas zonas pantanosas, de turba infranqueable. Los ucranianos han destruído los puentes que daban acceso a la ciudad y para los noveles soldados invasores, construir nuevos pasos sobre esas ciénagas no es sencillo, pues los francotiradores apostados en lugares estratégicos están allí y en cualquier parte, para abatirlos sin piedad.

Ucrania necesita, dice y repite Zelenski, fuerza aérea para desnivelar la guerra y apurar la victoria hacia su lado, el de los buenos. La OTAN no está por la labor de dárselA y solo le suministra, al principio a cuentagotas y ahora se diría que a tutiplén, armas defensivas (concepto que, dicho sea de paso, se me escapa, pues ignoro por qué la cualidad de un arma no es intrínseca sin depnder del criterio de quién la maneje).

Voces autorizadas de la Corte Penal Internacional apuntan a que, dado el conocimiento que se tiene de que los invasores han bombardeado hospitales y lugares donde se resguardaban niños y mujeres, llevarán a varios de los mandamases de este despropósiro bélico a juicio por crímenes de lesa humanidad.  Macron, siempre optimista, reclama que las conversaciones que  mantiene con Putin -telefónicas, lástima, pues nos vendría bien aprovechar un acercamiento físico de fuerza amiga para contaminar con plutonio el lado de la mesa en donde se sentara el dictador-van consiguiendo, casi en su sola opinión autorizada, efectos positivos.

El prestigioso diario norteamericano Washington Post, deseando contribuir a la consecución de la paz, ha publicado que existen quince puntos que, si fueran aceptados por el presidente ucraniano, provocarían el inmediato cese del hostigamiento. No ha trascendido el contenido de ese memorial de posible entendimiento, pero sí el desmentido tanto por parte rusa como ucraniana de que tal documento exista, aunque parece que las negociaciones por la paz sí que son ciertas, misteriosas, con interlocutores de ambos bandos no identificados y mediadores desde varios lados del interés porque esto pare.

Incluso algún erudito en estos temas delicados, después de analizar varias opciones, ha apuntado que Putin se contentaría con que se declarara´independiente al Donbass y que la Ucrania reducida se comprometiera a no entrar jamás en la Alianza Atlántica.

Siguen muriendo soldados rusos y ucranianos en suelo de Ucrania. Las fuerzas invasoras  siguen asesinando civiles, destruyendo edificios, bombardeando fábricas, amenazando con cortes de energía. Siguen huyendo personas de los desastres de la guerra. Más de tres millones han buscado refugio en Polonia, Turquía, Hungría,…hasta en Bielorusia. Una columna de necesidad llega hasta España donde se movilizan miles de voluntarios para recoger víveres, enseres, medicinas, ropas de abrigo y tratar de acercárselas a los que, de golpe, han sido desposeídos de lo más elemental.

Ojalá mi crónica de mañana sea para escribir que la guerra ha terminado. Presumo que no será así, sin embargo. Y, como tuve ocasión de comentar en un grupo de amigos interesados en polemizar sobre la guerra, la tercera guerra mundial empezó hace bastantes años. Es hija de la globalización, y heredera de la ambición por el dominio económico que rige los destinos de la Humanidad desde que el mundo es mundo.

No tengo ninguna esperanza de que Putin, imitando con descaro a nuestro Emérito cuando volvía -roto- de cazar elefantes con su concubina, nos obsequie con una muestra de autoflagelación, interpretada aquí como el más calamitoso de los ridículos: “Me equivoqué. No volvera a suceder”.

El Rey de antes quiso hacerlo mejor, abdicó cuando no se lo pedía nada y se metió en un pozo de equivocaciones aún más profundo y ya sin la protección del cargo impune. Puede que Putin llegue a la convicción de que, esta vez, se equivocó al calibrar las fuerzas de Ucrania y creer que el mundo occidental dejaría solo a la doncella desdichada, facilitándole así repetir la historia de Crimea. Lo volvió a intentar.

Si no se le hace asumir plenamente la derrota, lo volverá a intentar. Puede que mejor.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania Etiquetado como: Andriy Kryschenko, Guerra en Ucrania, Kiev, Miura, Sergiy Knyazev, turberas, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

El ansia de destrucción como razón para la última guerra

11 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

No sabemos aún cómo terminará esta guerra, la guerra de nuestra generación -aunque a algunos nos coge ya talluditos-, pero es hora de que analicemos cómo empezó. Por supuesto, la respuesta simple a esa cuestión tan relevante, apuntaría a un único culpable, el invasor Vladimir Putin, líder necrófago por excelencia en este momento de la Historia, cuya ansia de poder y relevancia desató su megalomanía, encontrando en la pieza deseada, Ucrania, que creía presa fácil, el objetivo perfecto para calmar, momentáneamente su psicosis. La anomia de la Unión Europea y la falta de interés inicial de los presidentes norteamericanos (y de su sociedad) para entender los entresijos del patio de vecindad del viejo continente habría hecho el resto.

Muy respetables historiadores e inmensos eruditos se han encargado de espurgar en los restos de las dos guerras mundiales precedentes, para sacar brillantes consecuencias. La mística nacionalista, el sonambulismo europeo, el crecimiento de las enfermedades de los neurópatas del momento (el más conocido Adolf Hitler, pero no faltaron ejemplos de la misma ralea entre las élites dirigentes que condujeron a la primera), la concepción mesiánica de algunos líderes de su pretendido papel en el mundo o la confrontación entre imperios caducos (el astrohúngaro o el de la gran Rusia) y un Estado que vivía en una persistente adolescencia (el alemán, siempre Alemania) son citados como motivadores, tanto de una guerra como de otra.

De todas las opciones de análisis de lo que motivó el comienzo de esta tercera guerra -que quieran los dioses que no tenga jamás lugar-, me quedaría con una maravillosa conjunción de palabras que apelarían a la “sensación de decadencia moral”. En ese término genérico incluyo: la percepción del ocaso, y la necesidad de catarsis purificadora, redentora, que, con persistente regularidad y llevada por un impulso al parecer incontenible, prende simultáneamente en varios sitios en el mismo momento de la Historia.

Intoxicados como estamos, metidos de lleno en la harina espesa del miedo y la pererza, ya no podemos analizar con tino si las amenazas que nos llegan son reales o resultan simples añagazas para cubrir un expediente de guerra que lleve al contrario la convicción de que aún se es fuerte, de que la victoria es posible del bando en el que milita el mentiroso, porque, en esta etapa inicial, se trata de conseguir adeptos que hagan más sólida nuestra posición.

En esta guerra, como en las anteriores, hubo un agresor y un ofendido. Pronto, ya no importará eso, si no se consigue poner coto a tanto desatino del invasor Putin y la heroicidad del defensor, ahora juzgada heroica (con razón) acabará empañándose de matices, de disensiones. de juicios que acabarán metiendo al agredido en la misma hoguera del agresor, especialmente si (los dioses no lo quieran) el bloque que conformará su equipo gana la batalla, auque sea unos milisegundos antes del Gran Armageddón.

Ya no me apetece imaginarme al héroe  Zelenski con camiseta de gimnasia militar en su búnker situado en un lugar tal vez irreal, con la imagen de la plaza de la Independencia (Maidán  Nezalezhnosti), y al malvado Putin sentado en un extremo de una mesa que se va haciendo cada vez más larga, agarrado como si fuera un juguete a una caja de plástico con un muy aparente botón rojo. Tiene que ser de ese color, así lo mandan los cánones de todas las películas que hemos visto sobre el final nuclear. Y la mesa tiene que aparecer cada vez más larga y, al otro lado del sátrapa, cada vez más poblada, porque tenemos que caber todos nosotroos.

Va entrando mucha más gente en la trama, cn papeles muy relevantes. Un tercero en esa discordia de egos -Vladimir lo tiene gigantesco, pero Volodomir también tiene el suyo- en la que nos vamos convirtiendo aceleradamente en víctimas propiciatorias (sí, el buco emisario, el macho cabrío expiatorio de la redención), es Joe Biden, quien anuncia hoy, viernes, once de enero del año cero, para que no quepan dudas, que si el cacique toca un solo pelo a cualquier país de la OTAN, la tercera guerra mundial está garantizada. Ergo, ya podemos poner nuestros miedos a remojar. Y están también Boris Johnson y JiPing, y Macron (s´il vous plaît) y Ursula von der Leyen, y …

Si yo fuera ministro, pongo por ejemplo, de Energía, de Agricultura, o de Industria o de Defensa (estoy citando al azar, porque ninguna de estas opciones me resulta apetecible en lo más mínimo) de cualquier país europeo, no me preocuparía en este momento crítico ni por la posibilidad de que la Temperatura media de la Tierra suba dos grados antes de terminar el siglo, ni por aprobar inversiones en generación nuclear o en plataformas flotantes eólicas que garanticen el suministro eléctrico dentro de dos lustros, o si la carne de vacuno podrá ser sustituida definitivamente por la soja transgénica, o si las innovaciones tecnológicas de la era digital destruirán tanto empleo convencional que tendríamos que subvencionar desde los presupuestos de los Estados más de la mitad de la población en edad de trabajar y el cien por cien de los que ni se lo plantean.

Tampoco estaría preocupado por dedicar el dos o el diecisiete por ciento del Presupuesto a Defensa, ni aparecería entregado a dotar a mis Ejércitos de más tanques, muchos más drones, millones de cascos de visión nocturna y chalecos antibalas o, de forma aparentemente más brillante, llenar el país de escudos protectores contra misiles nucleares inteligentes.

Si yo fuera ministro (por favor, ponga el lector la música del If I were a rich man, la canción de Chaim Topol) pasaría todo el día pidiendo a todo el que quisiera escucharme que alguien pare a Vladimir Putin, y hagamos todos un ejercicio de catarsis frente al impulso destructivo que se ha vuelto a adueñar de la Humanidad. Yo he vivido ya bastante. Pero mis nietas, no. Una de ellas, a sus nueve años, lo expresó claramente, en representación no esperada de todos los niños del mundo – “mi vida, abuelo, aún no la viví y yo también quiero tenerla”.

Miro las fotos de las decenas de niños ucranianos que han muerto en esta guerra -pero también las de todos los niños que son asesinados cada día en las decenas de guerras que florecen en el mundo como la peste, que son muchos más- y se me encoge el corazón. Esos pobres cretinos teledirigidos que entraron en la central nuclear de Zaporiyia gritando que si los funcionarios que estaban trabajando en ella no les cedían el control, apretarían el botón rojo, no sabían que estaban siendo víctimas del síndrome de la decadencia el ansia de la autodestrucción.

Hagamos todos un esfuerzo por generar un período de distensión, otra Guerra Fría, y esta vez ha de ser muy gélida, porque tiene que durar siglos. Paren esta guerra, que yo me apeo. No quiero vivir cómo se desarrolla la última. Son ustedes unos imbéciles, sonámbulos del siglo XXI.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: Adolf Hitler, ansia de autodestrucción, Boris Johnson, decadencia moral, guerra, Joe Biden, Marcron, patología, Van der Leyen, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Estamos en un punto de no retorno

7 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

Cuando miro, una y otra vez, la fotografía de esa familia ucraniana masacrada en el momento en que se disponía a huir de la zona de mayor peligro, utilizando el señuelo del corredor humanitario, -un término equívoco en sí mismo que se transformó en mortal para ellos-, mis ojos se fijan obsesivamente en la maleta que quedó en pie, junto a los cuerpos inertes de la pareja y sus hijos. ¿Qué podían haber amontonado, sin duda apresuradamente, en ella? ¿Qué esperanzas de salvación se les quebraron cuando el misil de un soldado sanguinario los eligió a ellos como símbolo del aumento de la barabarie?

Hay muchos testimonios desgarradores, imposibles de entender desde la calma que aún vivimos, de personas que nos cuentan sobre sus miedos, sus esperanzas, sus ilusiones, desde la frialdad de una pantalla de plasma a través de lo cual podemos correr el riesgo de pensar que no son reales, de que nada es real,ni verdadero ni cierto.

Putin es un canalla de película, pero cierto; sus secuaces del Kremlin son un hatajo de asesinos cobardes, letales por acción y omisión; los soldados rusos que han invadido una tierra de paz respondiendo a designios criminales que nadie les habrá explicado, pero que ahora seguro que lo entienden muy bien, son una pandilla de asalteadores dotados de armas preparadas para matar inocentes. Nada les salvará de su ignominia.

Una niña ucraniana, Amelia, que parece tener la edad de mis nietas, canta en un refugio, con una voz bien timbrada, melódica, cautivadora, la canción Let it go de la película Frozen que habla de libertad y que parece escrita para proclamar la gran verdad, que nadie podrá vencer jamás la decisión de ser uno mismo, de romper las amarras con la tiranía y la mentira. Me uno a los aplausos que cierran la interpretación genial, desde el silencio del búnker, roto por esa manfestación de entusiasmo espontáneo.

Me gustaría ser optimista, necesito serlo, aunque todo está conjurándose para que el final sea, no solo triste, sino caótico. Dicen que el presidente chino, Ji-Ping y el turco, Erdogan, pedirán o han pedido a Vladimir Putin que cesen las hostilidades. La presión internacional y, en la medida en que puede expresarse sin riesgo a terribles represalias, debiera ser insostenible para el tirano. El sátrapa insiste que solo se detendrá si Ucrania se rinde y acepta que los territorios del Dombás y Crimea se incorporen a Rusia y que el país invadido renuncie a su libertad de decisión, apartándose de la Unión Europea y de la OTAN.

No puedo entender, ni consentir por tanto como postura digna, que en el Gobierno de España se sienten individuos que no apoyen el envío de armas a Ucrania, que es lo que ha solicitado el héroe Zelenski (junto con medicinas, alimento y ayuda humanitaria). Esta disensión en el Gobierno, que por ley, debe tomar decisiones colegiadas y tener una sola voz, es la representación de la ruptura de la coalición y la mejor muestra de la incapacidad para asumir la complejidad de la situación, actuando en consecuencia. Ucrania, país libre,ha sido invadida y se está resistiendo ante la agresión con un orgullo y una unidad dignos de todo respeto y apoyo. Incluso, en mi opinión, aunque los países de la OTAN están mostrando una prudencia y un temor a la escalada que no se corresponde con los principios éticos y jurídicos que deben regir las actuaciones de los países democráticos, la aplicación del art. 2 del Acuerdo debería ser suficiente para justificar involucrarse en el conflicto en la defensa de la libertad de Ucrania,

Querámoslo o no, ya estamos metidos en la guerra. De momento, España solo lo ha hecho mediante el envío de armas en un segundo nivel. Se dice que son para incrementar la capacidad de defensa individual y se pretende que no nos involucra…demasiado. No dejo de pensar que un combatiente sin experiencia en el manejo de material militar al que se envía al frente de guerra y a combatir con un enemigo sin escrúpulos y mejor alimento, se convierte en blanco fácil.

La heroicidad de los ucranianos, sosteniendo la situación con valor, entereza y capacidad de respuesta improvisada pero efectiva (hasta ahora) es acreedora, no solo de palabras de ánimo, aplausos y oraciones, sino de apoyo sin reservas. Si las medidas que pretenden el colapso económico de Rusia (a costa de provocar acercarnos nosotros también a la pérdida sustancial de nuestro bienestar) no tienen el efecto de detener la barbarie, si los desvelos negociadores de Macron (en campaña electoral en Francia), o de los presidentes chino y turco, no sirven más que para que Putin eleve su apuesta destructora, la OTAN debe tomar una decisión difícil, honrosa y legítima: o Putin se retira de Ucrania o entraremos en guerra directa con Rusia.

Quién nos iba a decir hace apenas unas semanas que nos tendríamos que confrontar con un porvenir tan sombrío. Putin no puede vencer en esta guerra.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Ucrania Etiquetado como: Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

Putin está a punto de ganar su batalla para hacerse con Ucrania

4 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El criminal de guerra Vladimir Putin está a punto de ganar su batalla con Ucrania. Pero está perdiendo todas su guerra contra la libertad y provocando un aislamiento económico y politico de su feudo que se traducirá en el mayoritario desprecio internacional hacia su persona (que acabará, y no se lo remediará nada ni nadie, siendo juzgado por sus crímenes en la Corte Penal Internacional enjuiciado por genocidio, e infracción múltiple de principios del derecho internacional), y en el deterioro que sera difícil de recuperar en la imagen del pueblo ruso, empañada por el apoyo de los plutarcas rusos y de su gobierno y el silencio cómplice de gran parte del pueblo ruso.

La sensación de estar reviviendo, en aspectos sustanciales, la época nazi que provocó la segnda guerra mundial es imborrable. Otros personajes, otro pueblo perseguido, un parecido mirar hacia otro lado de la población de la Rusia ocupada por el dictador de la KGB, no queriendo conocer la realidad que se esconde en la invasión a la libertad de otro pueblo eslavo,

Ha habido vencedores, y no precisamente pírricos, sino muy consistentes, El presidente Volodomir Zelenski, desde luego, es un vencedor moral en esta falsa disputa provocada por el criminal invasor. Ojalá que su vida salga indemne de tanto ataque lleno de odio e incomprensión hacia lo que representa: la libertad de Ucrania, la defensa del deseo legítimo de de un pueblo de decidir su destino. Ha vencido Josep Borrel, el alto Comisionado Europeo, quien desde un principio del ataque del ruso a Ucrania (y antes de él, con clarividencia que le honra) ha detectado el riesgo que significaba Putin, su obsesión armamentística, y la debilidad de la Unión Europea por carecer de una Fuerza de Defensa propia y depender exclusivamente de la protección que Estados Unidos pueda ofrecerle, a través de ese mecanismo heterogéneo y ya decadente que significa la OTAN.

Ha ganado puntos Joe Biden, aunque sus primeras comunicaciones resultarn ininteligibles y parecieron débiles para atajar a tiempo la determinación genocida del dictador ruso, aunque hay que entender ahora que una parte sustancia de la población norteamericana se mantiene intoxicada por su orate local, el expresidente Donal Trump y, desde luego, la convicción de que Europa no estaba haciendo lo que debía por protegerse, con su insuficiente colaboración a la dotación del presupuesto de la OTAN. También cuenta en su descargo que una decisión de involucrar en mayor medida a la Alianza, enviando a militares norteamericanos a la posibilidad de morir en una nueva guerra sentida como ajena.

Hoy, 4 de marzo, nos hemos enterado de que la planta nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa,  ha pasado a ser ocupada por los invasores y las tropas rusas se han hecho cargo de la gestión de la central, después de un ataque que provocó un gran incendio en las inmediaciones que, en este momento, parece controlado. El espectro de Chernobil ha vuelto a aparecer, pues se desconoce la capacidad de control de una instalación de alta tecnología y subsigiente riesgo de desastre en caso de caso de mal funcionamiento. Tanto Biden como Boris Johnson (el primer ministro del Reino Unido) han identificado el ataque a la central como una amenza direcra a la seguridad de toda Europa.

A nivel muy local, es decir, nuestro pequeña tierra de Taifas, se ha perfeccionado hasta límites de sonrojo, la discrepancia en el Ejecutivo español sobre cómo actuar contra el sátrapa ruso. A discrepancia de la vicepresidenta Yolanda Díaz, que se ha expresado en apoyo de la decisión de Gobierno de apoyar con armamento a los defensores ucranios, la ministra Ione Belarra, la ministra María Jesús Montero, el ministro Alberto Garzón y otros portavoces de los partidos de la izquierda desorientada y falsaria, proclaman su apoyo sentimental a la Ucrania invadida, pero discrepan profundamente de cualquier apyo que no sea la negociación para “parar la guerra”.

Quieren ignorar estos personajes ahítos de buenismo que las condiciones de Putin para detener la guerra son que Ucrania reconozca que ha perdido la guerra, se deponga el gobierno legítimo, disuelva su Ejército y renuncie a entrar en la Unión Europea y, por supuesto, en la órbita de la OTAN. Es decir, que pierdan la libertad, los derechos humanos más libertades, sucumba el derecho internacional. Da vergüenza que tengamos a estas gentes de ministros y portavoces de partidos que se dicen activos militantes por la mejora del nivel de vida de los españoles.

Publicado en: Actualidad, Rusia, Sociedad, Ucrania Etiquetado como: Alberto Garzón, central nuclear, Donal Trump. Boris Johnson, Ione Belarra, Joe Biden, Josep Borrel, María Jesús Montero, OTAN, Ucrania, Unión europea, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski, Yolanda Díaz, Zaporiyia

Rusia camina hacia su aislamiento

2 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

La imagen del Parlamento Europeo aplaudiendo ayer de mañana, con todos sus miembros puestos en pie, la intervención telemática de Volodomir  Zelenski esgrimiendo que Ucrania “lucha por su libertad” y solicitando ayuda para que su país no sea fagocitado por la ambición patológica de Vladimir Putin se mantiene en mi retina como una emotiva demostración de solidaridad con el presidente de una nación asaltada. Hizo bien en recordar que “si Ucrania cae, Rusia estará a las puertas de la Unión Europea”, en la que volvió a solicitar la integración.

Joe Biden expresa, por fin, desde que empezó la invasión, la determinación de ayudar a Ucrania y condenar la agresión, “con medidas que Rusia lamentará para el resto de los días”. La OTAN mantiene su criterio de no considerar la agresión a Ucrania como algo que le competa directamente y, desde luego, prefiere mantener una guerra sicológica, económica o de consola, evitando recoger muertos propios en un campo de batalla. Habrá que estar atento a la interpretación que el loco del Kremlin hace de la contraofensiva.

En la intervención de hoy en el Congreso de Diputados, el Presidente Pedro Sánchez anunció inesperadamente que España enviará también material bélico a Ucrania. Es decir, España entra, de esa manera, en la guerra de Ucrania con Rusia, como país aliado.

La decisión fue apoyada fuera del hemiciclo por la vicepresidenta Yolanda Díaz y por Jaume Asens, portavoz de En Común Podem que se desmarcan con ello de la ministra de Asuntos Sociales Ione Belarra y de Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, que calificaron el envío de armas de “error” y reiteran su posición de No a la guerra, y No a la OTAN. Esa facción que apoya al Gobierno de coalición revela, por tanto, una fisura en el mismo. Echenique la concreta, no ya al proclamarse partidario de negociar la paz (rebelando una inocencia casi mística, pues Putin es el invasor y nohay nada que negociar con un asesino), sino expresa como filosofía a tener en cuenta en los anales de las invasiones que no se debe armar a la población civil “contra un ejército”.

A pesar de estas manifestaciones contrarias, “la lealtad de Gobierno” de esa coalición en trance de ruptura permanente se ha traducido en ratificar el envío y con ello, Sánchez ha podido, aunque con algo de retraso, unirse al bloque de cabeza de los países que presentan oposición clara al líder con diagnóstico de patología narcisista. Por parte de la portavoz del Partido Popular, Cuca Gamarra, que cubre el hueco del cesado Pablo Casado, se ofreció ayuda de su grupor para apoyar la medida, si “los socios de Gobierno se desmarcaran del apoyo”. La situación política española merecería un análisis profundo, sino fuera que las preocupaciones se han concentrado en un nivel mucho más alto.

El cerco de medidas económicas y, desde ayer, con el apoyo de armamento de alto alcance y potencia a Ucrania, no ha servido, de momento, para modificar la actitud de Putin, centrado en su megalomanía, que sigue amenazando con la escalada de terror belicista y mantiene la orden de bombardear las principales ciudades ucranias que resisten heroicamente.

Se anuncia para mañana, jueves, 3 de marzo, el segundo intento de negociaciones por la paz entre representantes rusos y ucranios, aunque la presión beligerante se mantiene. Como acertadamente expresó en entevista televisiva el ex embajador de España en la OTAN, Carlos Miranda y Elío, “no se puede hablar de negociaciones para la paz si los contendientes no han establecido una tregua”.

La población ucrania sufre una presión ilimitada, cruel, injusta. Largas colas de personas ue huyen de la barbaria se forma en las salidas del país, especialmente hacia Polonia, con kilómetros de retencionese imaginables necesidades de atención humanitaria. En su intención de destruir los edificios históricos de Ucrania, Rusia bombardeó ayer el edificio del Gobierno Regional de Járkov (la segunda ciudad ucrania) y varios otros monumentos, además de barriadas residenciales, causando miles de muertos.

Para detener esta barbarie, las medidas muy duras contra Rusia adoptadas por la inmensa mayoría de los Estados occidentales perfilan que este país se convertirá en una nueva Corea del Norte (solo se han manifestado expresamente a favor de Putin, el déspota venezolano Nicolás Maduro y el afectado por demencia senial que responde por el acróstico de AMLO).

En cuanto a la posibilidad de parar la guerra en una negociación, no soy optimista. Como todo afectado por megalomanía tiránica, Putin no admitirá una derrota y tiene, al carecer de escrúpulo alguno, el botón nuclear a su alcance,y no le importará provocar una hecatombe, pues cree que le asiste la razón. Por eso, hay que ofrecerle alguna salida edulcorada para que crea que su esfuerzo destructivo le ha merecido la pena. No, obviamente, la rendición de Ucrania, sino algún caramelo que la diplomacia intrnacional deberá encontrar.

Porque la presión de los oligarcas que ahora ven en peligro sus inmensas riquezas, la intervención del presidente chino a favor del cese de las hostilidades, el clamor del pueblo ruso para derrocar a Vladimir Putin, son sueños fantasiosos que no tienen lugar más que, eso, en el mundo de la imaginación. Desgraciadamente.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: AMLO, Biden, Carlos Miranda y Elio, China, guerra, Ione Belarra, Jarkov, Jaume Asens, Nicolás Maduro, Pablo Echenique, Parlamento Europeo, Pedro Sánchez, Rusia, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski, Yolanda Díaz

Ucrania resiste

28 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

A punto de terminar el domingo, 27 de febrero de 2022 no puedo menos que registrar, en esta crónica emocionada de una situación que puede significar un cambio sustancial en el equilibrio económico y político mundial, la evolución de los acontecimientos, porque suponen el agravamiento del conflicto.

Los dos hechos más significativos recientes son, por una parte, la defensa de los ucranianos ante la invasión, movilizando a buena parte de sus reservistas y consiguiendo despertar ub profundo espíritu de patriotismo y la solidaridad de la opinión pública europea expresada ésta en multitud de manifestaciones en las calles de las ciudades principales. La actitud valiente y digna del presidente de Ucrania, el respetable cómico Valodomir Zelenski, en el mejor y más duro papel de su vida, ha controbuido a elevar el ánimo de sus compatriotas y atraer la simpatía de todos los amantes de la paz y del derecho.

Kiev resiste. Odesa, también. David está ofreciendo resistencia heroica contra un Goliat matón y fuertemente armado, más poderoso incluso en una guerra convencional. Pero vencer a un contrario correoso, dispuesto a todo, no se llevará a cabo sin desgaste propio, muerte de los soldados que se envióa la invasión, pérdidas económicas sustanciales, críticas y oposición internas.

Por otra parte, el presidente ruso aparece como incapaz de asimilar la resistencia encontrada y amenaza, en el más puro estilo de matón de barrio, con emplear armamento nuclear y no tolerar que Finlandia y Suecia, se adhieran a la OTAN, augurando que tendrá graves consecuencias.

Las medidas contra Rusia alcanzan ahora  un máximo nivel, tras las últimas decisiones emanadas de los Estados Unidos, que se va configurando como el contrapeso ideológico y la condena cada vez más dura contra la agresión invasora propiciada por Putin. La mayor parte de las operacione bancarias con Rusia se han congelado, al prohibir con ella las transacciones swift -acuerdos de clearing bancario que permiten disponer de dinero sin necesidad de trasporte físico de divisas-; se han congelado las cuentas em el exterior de Putin y otros oligarcas. La decisión tiene damnificados colaterales, como han puesto de manifiesto personas que venían realizando envíos de divisas a familiares y proveedores en Rusia.

Es, obviamente, muy preocupante que el dictador ruso haya puesto en alerta, como comunicó,  su fuerza nuclear. Europa, falta de músculo militar colectivo y con desigual potencia armamentística en sus miembros, observa atónita la escalada de tensión. Suecia y Finlandia han contestado de inmediato a la amenaza del dictador, expresando que son países libres de tomar la decisión que les convenga, sin aceptar imposiciones de terceros.

Pienso, como todos los amantes de orden y la paz, pero también del derecho a la libertad y a la defensa ante quien pretende ultrajarnos o sojuzgarnos, en los ucranianos. Alabo y aplauso la valentía, la gallardía y el honor de su Presidente y equipo de gobiernos, convertidos en comandante en jefe y generales de un ejército, en parte improvisado, de patriotas. Están dspuestos, han dicho, a defender su libertad hasta el final.

No podemos estar impasibles. Si Putin, que imagino tendrá algún asesor sensato que intervenga para detener este despropósito, que ya ha causado miles de mertos y miles de millones de euros en pérdidas económicas, no reconoce que la invasión fue una decisión eqivocada y no retira sus tropas de Ucrania, tenemos segura la tercera guerra mundial.

Para muchos, será la última.

Publicado en: Actualidad, Europa, Guerra en Ucrania, Rusia, Ucrania Etiquetado como: estados unidos, guerra, Kiev, manifestaciones, paz, Ucrania, Vladimir Putin, Volodomir Zelenski

¡La guerra ha estallado!

24 febrero, 2022 By amarias 1 comentario

Sobre las 5 de la madrugada del dia 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha dado la orden de invadir Ucrania, después de varios días de desinformación y conversaciones diplomáticas entre representantes de Estados Unidos y los principales Estados europeos con las autoridades rusas. En una clara operación prebélica de desorientación, los portavoces del Kremlin -embajadores, generales con diversos cargos en el Ministerio de Defensa que dirige Serguéi Shoigú y el propio Putin- han venido desmintiendo que se preparase ninguna operación militar y acusaban a los países de la OTAN de “sembrar inquietudes”, “intoxicación” y “ver amenazas donde no las había”.

Conforme con la información de los equipos de espionaje de Estados Unidos que el presidente norteamerivcano Biden comunicó desde hace semanas a sus aliados, la invasión del Ejército ruso del territorio ucraniano se produjo efectivamente. No se limitó, como se creía en principio, a las regiones del Donbass (repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, ya reconocidas por Rusia como Estados sberanoa). Aunque los comunicados rusos lo niegan, los informes ucranios afirman concluyentemente que misiles rusos han destruído instalaciones aeroportuarias próximas a Kiev y que las tropas invasoras avanzan con objetivos que podrían identificarse con la ocupación general del territorio.

Los enfrentamientos con las tropas ucranianas se están produciendo en muchos puntos. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, (actor, director y comediante que ganó las elecciones el 20 de mayo pasado en la segunda vuelta). exhorta a todos los ciudadanos ucranianos a la defensa del país y solicita ayuda internacional.

¿Qué quiere Putin? En este momento, está claro que su pulso tiene un largo alcance. Animado por la debilidad de las posiciones occidentales, concentradas en la búsqueda de soluciones económicas que puedan causar el mayor daño posible a la economía rusa, para que sean los mismos rusos los que condenen la invasión y obliguen al presidente ruso a la retirada de las tropas, Putin -cuya cualidad de estratega sin escrúpulos no admite dudas- está convencido de que, al menos, conseguirá la segregación de las repúblicas del Donbass y su anexión a Rusia, de manera similar a lo que consiguió resultara con la república de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol en 2014. No solo eso: su demostración de fuerza y podería militar servirá de advertencia a los países limítrofes, ya que no a la propia OTAN de que cualquier movimiento de adhesión a la estructura de la Alianza Atlántica se encontrará con una dura respuesta.

Por supuesto, las medidas económicas que adopten los países de la Alianza y, en particular, de la Unión Europea, tendrán  damnificados bilaterales, pues no solo afectarán a Rusia, sino a los países de la Unión, que dependen del gas ruso en gran medida, junto a otros productos. Ucrania, además, es suministrador importante de productos agrícolas, abonos y algunos minerales, incluso de los llamados estratégicos, así que la guerra provocará (lo está haciendo allá) destrozos en las economías en múltiples direcciones.

No tengo la bola mágica para poder predecir cuáles serán los próximos pasos. Ucrania tratará de defenderse con todas sus fuerzas, aunque su desigualdad respecto al invasor es evidente. Visto desde la perspectiva del desequilibrio de armamento y tropas, su resistencia podría equivaler a un heroico suicidio colectivo. La única posibilidad de resistencia creíble será la incorporación al conflicto de fuerzas de la OTAN, y no precisamente con carácter disuasorio, sino entrando con toda claridad en la defensa del Estado invadido, lo que nova a producirse.

Se habla desde la parte occidental del recrudecimiento de las medidas de presión para doblegar a Putin, aunque la única forma de que el emulador de Hitler se retire de su ambición imperialista me parece una respuesta militar que le haga ver que tiene mucho que perder y, sobre todo, que los medios destructivos de apoyo a Ucrania son tan eficaces (y letales) como los que él mismo tenga  a su disposición.

Malos augurios, pues, para la sensatez. Los principios democráticos, la libertad de los pueblos para organizar sin interferencias ni imposiciones externas las vidas de sus ciudadanos y la gestión de sus recursos, están puestos en entredicho por un oligarca déspota, sin escrúpulos, falaz. Cuando se llega al extremo en que la desvergüenza de un sátrapa pretende imponer sus ideas de dominio, a despecho de otros valores que no sean los suyos y su ambición, solo hay dos opciones: a) doblegarse, asumiendo que su fortaleza nos conduce a la esclavitud como forma de alcanzar la paz, o b) oponerse con todas las fuerzas (negociadoras, económicas, militares, de inteligencia y presión), conscientes de que la libertad no puede negociarse ni entregarse como rehén.

Los Estados occidentales tienen una responsabilidad que es consustancial con la defensa del valor de lo único que merece denominarse humano: la libertad de decidir. No es cuestión de Ucrania y su Estado de derecho. En ese barco también estamos nosotros.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania Etiquetado como: Dombáss, guerra, Rusia, Serguéi Shoigú, Ucrania, Unión europea, Vladimir Putin, Zelenski

Tambores y timbales

21 enero, 2022 By amarias Deja un comentario

Desde 1980 a 1985, cuando la guerra fría -la grave tensión político-militar entre Estados Unidos y la URSS, que había empezado en 1945 y se prolongaría hasta 1991-, alcanzaba uno de sus momentos más angustiosos, viví en Alemania con mi familia.

Mis amigos alemanes temían que ambas potencias probasen la eficacia de sus misiles en tierras europeas y uno de ellos pretendía atisbar el final de la cuestión, con un campo de batalla con varios millones de muertos, mediante una reunión de urgencia de los altos mandos militares en la que ambos lados se llevarían las manos a la cabeza, extremadamente compungidos: “¿Qué hemos hecho? -se preguntarían- ¡Hay que acabar con este despropósito de inmediato! Lleguemos a un acuerdo. Firmemos la paz”.

Europa aparecía así como el escenario en donde los dos bloques dirimirían sus diferencias, probando sus avances militares en un territorio ajeno, causando desolación y destrucción en él, antes de llegar a un acuerdo que beneficiara a sus propios intereses.

La guerra fría tuvo un final formal con el desplome de la Unión Soviética que, aunque cabe exponer diversas razones, puede imputarse principalmente a la pérdida de credibilidad del modelo comunista, a pesar de los esfuerzos de Michael Gorbachov -presidente de la URSS en esos últimos años- para llevar a cabo reformas sociales y económicas sustanciales. El fracaso de esas ideas, que pasaron a la Historia universal con los términos de glasnost (apertura) y perestroia (reestructuración), señalarían para Occidente la pretensión orgullosa de una supuesta victoria del libre comercio -entendido como valor esencial de la democracia,  frente a la dictadura del poder centralizador del Estado.

La situación por la que estamos pasando hoy, en enero de 2022, revive el tufo de aquellas tensiones y genera un nuevo temor a un conflicto bélico, aunque los protagonistas del desacuerdo han cambiado y el material de disputa podría parecer, a primera vista, irrelevante. Desaparecida la URSS hace ya años, la ambición personal de Putin, el presidente de Rusia -el mayor de los países que componían aquella-, pretende reconstruir parte de aquel poder territorial y estratégico.

La base sentimental de esa opción, que no tendría cabida formal dada la diferencia de músculo militar y económico entre Rusia y sus hipotéticos enemigos, encuentra un adecuado caldo de cultivo porque, enfrente, se encuentra con la debilidad circunstancial de Occidente. Los Estados Unidos de Norteamérica han perdido la capacidad y el interés por el liderazgo mundial y la Unión Europea parece estar en proceso de descomposición interna y sufre de una grave pérdida de identidad corporativa.

En 12 de julio de 2021, Vladimir Putin publicaba unas reflexiones en la plataforma web del Kremlin (en inglés, ucraniano y ruso)  con el título “On the Historical Unit of Russians and Ukrainians”, que debe ser visto como el Catecismo, o guía espiritual de las actuaciones que viene acometiendo Rusia en relación con los países bálticos y, por ello, ha sido interpretado por especialistas occidentales como una “llamada a la guerra”.

El argumento central del ensayo ofrece dos vertientes: a) Rusia no tiene intención de atacar ni invadir ningún territorio, al contrario de lo que Occidente, personalizado en Estados Unidos, ha venido demostrando con la “ocupación militar” y las exhibiciones de fuerza en los países que lindan con ella por el lado de Europa y b) El alegato occidental de invasión rusa de Crimea está construido en una falsedad, pues ha sido la población, mayoritariamente rusa, la que pidió la reintegración y con el apoyo de un referéndum.

En consecuencia, concluye el Kremlin, Rusia no invadirá Ucrania, ni va aliarse con Bielorusia para atacarla, ni cualquier país debe temer sus injerencias. Pero… se defenderá ante la amenaza fehaciente de Occidente contra su hegemonía, y lo hará con todas las fuerzas a su alcance. La agrupación de fuerzas y equipamiento militares en las fronteras con Ucrania no debe ser visto más como un ejercicio de libertad en el uso de su propio territorio; por el contrario, “la invasión y ocupación por destacamentos de la OTAN” en los países que pertenecieron a la URSS (Estonia, Letonia, Lituania, Rumania o Bulgaria, en concreto) es una amenaza para Rusia.

En ese contexto de tambores de guerra y timbales de jolgorio insensato, debemos esperar que cualquier desgraciado accidente por parte de cualquiera de los contingentes militares que se están acumulando a ambos lados de la frontera entre Rusia y la apetecible Ucrania o con los países colindantes de la Unión Europea,  no provoque la brusca transformación de las amenazas en una pelea dramática que haga del terreno de la vieja Europa, una vez más, (y a la tercera va la vencida), campo de martirologio.

No se trata de esgrimir la opción de medidas económicas que, en mi opinión, de ser adoptadas por Occidente contra Rusia si se decidiera a ocupar Ucrania o como medida de presión, serían lo más parecido a un tiro en el pie: ante un invierno frío el gas ruso es fundamental para Alemania y otros paises del este europeo. Si, por ejemplo, las tropas rusas entraran en Ucrania por la región del Donbás (donde se encuentran las provincias rebeldes de Lugansk y Donetsk) el escenario de guerra se perfilría de inmediato. Aún más amplio frente se presentaría si, con la alianza de Biolorusia, Rusia pretende tomar Kiev y avanzar en la invasión total de Ucrania. En ambos casos, es poco probable que la disputa se concentre en una batalla regional con armas más o menos convencionales.

Deberíamos confiar que las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia sirvan para calmar los ánimos de Putin y le permitan ofrecer a su pueblo sensación de victoria sobre occidente al dictador educado en la KGB con ínfulas de zar. Sin embargo, la ausencia de la Unión Europea en el marco de esas conversaciones -aunque se pretenda minimizar ese vacío en la mesa de negociación- podría hacer pensar, y temer, que tiene todas las papeletas para terminar como el perdedor de la disputa.

 

Publicado en: Actualidad, Ejército, Europa, Rusia Etiquetado como: Donbás, Donetsk, glasnost, guerra, Kiev, Lugansk, Michael Gorbachoff, perestroika, Rusia, Ucrania, Unión europea, URSS, Vladimir Putin

Entradas recientes

  • Homilía y lecturas del funeral de Angel Arias – Viernes 14 abril
  • Cuentos para Preadolescentes (12)
  • Cuentos para preadolescentes (11)
  • Cuentos para preadolescentes (10)
  • Cuentos para Preadolescentes (9)
  • Cuentos para preadolescentes (7 y 8)
  • Por unos cuidados más justos
  • Quincuagésima Segunda (y última) Crónica desde Gaigé
  • Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para Preadolescentes (6)
  • Cuentos para preadolescentes (5)
  • Cuentos para preadolescentes (4)
  • Cuentos para Preadolescentes (3)
  • Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para preadolescentes (2)

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Monarquía
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • mayo 2023 (1)
  • marzo 2023 (1)
  • febrero 2023 (5)
  • enero 2023 (12)
  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (8)
  • octubre 2022 (8)
  • septiembre 2022 (6)
  • agosto 2022 (7)
  • julio 2022 (10)
  • junio 2022 (14)
  • mayo 2022 (10)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
septiembre 2023
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  
« May