A los 41 días de iniciada la invasión, las imágenes de la guerra han cobrado una nueva dimensión. No se trata de especulaciones, ni de relatos -más o menos coloridos con tintes dramáticos- de enviados especiales. El abandono por parte del ejército invasor de algunas zonas en donde se han librado encarnizadas batallas, ha dejado al descubierto las características de la barbarie.
Se cree que el ejército de Putin está preparando una ofensiva definitiva, esto es, con todo su potencial destructivo sobre el terreno, consciente el sátrapa del Kremin que ha perdido la guerra mediática frente a Occidente. Puede.
Las imágenes que han sido puestas en brutal evidencia, cuando los militares ucranianos y, sobre todo, los periodistas que están destacados en el frente de guerra han podido entrar en las ciudades ocupadas por los rusos, demuestran a las claras que se han cometido crímenes de lesa humanidad, contrarios a cualquier ley o norma de una guerra (incluso de una potencia invasora), crueles en tal demasía que no pueden quedar impunes y serán recordadas para siempre, mientras exista una generación de seres humanos cabales sobre la Tierra, como ejemplo de la barbarie. Junto al Holocausto nazi contra los judíos, el exterminio de los tutsis por los hutus en Ruanda-Burundi o de las etnias biharis de Bangla Desh, o, por supuesto, los crímenes sin límite de Stalin o de Mao Ze Tung.
Hoy se habla de Bucha (en las afueras de Kiev, un población de apenas 35.000 habitantes) en la que sus calles devastadas y búnkeres mancillados ofrecen las imágenes insoportables de cuerpos acribillados, algunos con las manos atadas a la espalda. No son militares, no llevan armas, han ofrecido sus cuerpos desprovistos de toda defensa a las armas de los invasores, y han muerto (se supone) mientras huían, pedían piedad o -tal vez- pronunciaban sus últimas palabras de rencor frente a quienes les habían arrebatado de su tranquilidad, sus trabajos, sus familias, sus vidas apacibles con esperanza de mejorar la posición, en la paz y en la democracia que vislumbraban.
Mañana se hablará de los asesinatos y tropelías (incluida la violación de mujeres por la milicia sin ética) en Mariúpol, Jarkov, Odesa… No habrá capacidad humana ni fortaleza para la insensibilidad que los haga soportables. Y, aunque no debemos culpar a la población rusa en su conjunto (como tampoco lo hicimos, después de la segunda guerra mundial, culpando a todos los alemanes) sí podemos reclamar al pueblo ruso capacidad de discernimiento, de selección de noticias, de juicio cabal, para distanciarse de la barbarie de la guerra injusta y sentenciar, porque ellos pueden y deben, al Kremlin y a su instigador, reclamando el cese de la guerra y la deposición inmediata de su postura de exterminio.
He querido escribir esta crónica de hoy antes de oir a Valodomir Zelenski, que hablará para los diputados españoles a las cinco de la tarde. Puedo imaginar que, como ha venido haciendo en anteriores comparecencias ante otros Parlamentos europeos (y ante el Congreso norteamericano), agradecerá el apoyo prestado, pedirá aún más esfuerzo por parte de los que estamos a su lado, pero desde el patio de butacas y pronunciará estas previsoras y fatídicas palabras: “Esto que estqmos sufriendo los ucranianos es solo un preludio de lo que os pasará a vosotros, si no conseguimos parar a Putin”.
Hoy, de acuerdo con otros países europeos (no todos), que han adoptado medidas similares, el Gobierno decidió espulsar a 25 diplomáticos rusos acreditados en España. Se mantiene al embajador, “por dejar abiertas las vías diplomáticas” -expresó el ministro de Exteriores, José Manuel Albares.
Es tal el grado de ignominia desarrollado por el Kremlin, con Putin como cabeza directora del inhumano comportamiento, tan inconcebible el silencio del pueblo ruso ante la masacre, tan inaceptable la posición de los embajadores occidentales de la Rusia que el dictador ha sometido a una oscuridad informativa total, que no es posible imaginar una solución negociada.
Como muchos europeos -y deseo de corazón que quienes representan a la diplomacia occidental no compartan este sentimiento- creo que caminamos a un punto de no retorno. O Putin es derrocado de su posición prelevante en el Kremlin, y aparece un nuevo Directorio que abomine de las decisiones adoptadas y pida perdón a Ucrania y a la Humanidad buen pensante, o la pendiente por la que esta invasión sin justificación, de un país que pertenece al entorno europeo, que defiende los valores democráticos que han conducido a Occidente hasta aquí, nos llevará a episodios de tremenda consternación, sufrimiento y barbarie sin límites.