Al socaire

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Destellos de esperanza en la barbarie

30 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

El deseo de que termine cuanto antes la barbarie que desencadenó la ambición de Putin (con la aquiescencia, no podemos olvidarlo, del Kremlin) hace concebir algunas tenues esperanzas a partir de la reunión mantenida en Ankara, el 29 de marzo de 2022, entre representantes de ambos beligerantes.

El secretismo acerca del contenido de ese encuentro, no ha impedido que la imaginación de algunos comentaristas hable de apertura de una ventana de esperanza hacia el final de la guerra. Por el contrario, otros analistas de los despojos de información, interpretan que Putin trata de reorganizar las huestes invasoras, para preparar un ataque más efectivo, debido al alto número de víctimas en propio bando (se calcula que superan los 20.000 soldados caídos en el campo de batalla) y a la insospechada resistencia ucrania.

Con el devenir de la guerra, algunos nombres de los resistentes ucranianos han surgido como protagonistas especiales de la heroica defensa. El alcalde de Mariúpol, Vadym Boichenko, brilla con luz propia en el escenario de la desgracia. En una entrevista en directo, reconocía que “estaban en manos de los ocupantes” y pidió una evacuación completa de la ciudad, que albergaba a más de 400.000 habitantes antes de la masacre, y que ahora -los que no han podido marcharse- se encuentran en condiciones de máxima precariedad, sin alimentos, agua, aunque remisos a perder del todo la esperanza.

Otra imagen inolvidable es la de la viceprimera ministra Iryna Vereshchuk, que exige a las fuerzas de ocupación que cumplan sus compromisos y mantengan los corredores humanitarios (Ucrania ha pedido a los rusos tres vías de escape para la población civil, atrapada en poblaciones sin salida, pues las carreteras y caminos están destrozadas o son nicho para francotiradores de ambas fuerzas militares.

Las imágenes de las ciudades asediadas son desoladoras. A los escalofriantes testimonios que ofrecen las ruinas, los escombros, la destrucción, de los. hasta hace pocos días, lugares de disfrute, trabajo y cultura, se unen, en una sobreposición que mueve a la emoción sin límites, las emocionantes visiones de los pobladores de esos jirones de desgracias. Ancianos que se resisten a abandonar los sitios en donde esperaban terminar sus días con las mieles del descanso merecido, con sus hijos y nietos; cuerpos yacentes sobre las aceras, abatidos por francotiradores de cualquier bando; algunas mujeres que dicen haberse quedado para cuidar de alguien enfermo.

Pero no sólo. En algunas plazas, desafiando el dramatismo de la situación, haciendo caso omiso de las alarmas, ignorando las bombas, el ruido de los disparos, algunos intrépidos organizan lo que parece una improvisada fiesta callejera, con la que pretenden -seguramente- animarse ellos mismos, robustecer la sensación de que todo es parte de una pesadilla que acabará pronto y recuperarán el hilo conductor con la vida que llevaban.

El paso cruel del tiempo sin encontrar soluciones para detener esta guerra, como sea, no debe impedir que mantengamos el espíritu atento para condenar esta barbarie, y hacerlo sin paliativos. No debemos dejarnos vencer ni convencer por argumentos que indican que la acción de Vladimir Putin ha sido, en parte, provocada, por la incomprensión manifestada por Occidente hacia su marginación.

Putin es culpable. Sin paliativos. Seguimos sin tener claras, dos cosas: si esta guerra terminará, y pronto, con un alto al fuego, un armisticio y pactos que tranquilicen la ambición del oso ruso sin hacer demérito de la defensa de su territorio y honor de los valientes ucranianos.

Pero lo más importante, una vez que el humo de los cañonazos de esta guerra medieval se disipe, es saber qué pasará con Putin y con Rusia. El primero ha demostrado su iniquidad y, sin duda, volverá a intentarlo con más medios y más resolución ante la resistencia; todos estamos amenazados. La segunda, ha perdido posición en el mapa geopolítico, precisamente por haber querido ocupar el centro de la atención mundial.

Me pregunto, cuando oigo a Macron (el líder francés en campaña) criticar que el presidente Biden ha cometido un error al propugnar que Putin no forma parte del futuro de Rusia, y que eso complica sus conversaciones con el sátrapa ruso, qué es lo que se pretende. ¿Pedir perdón por su felonía? ¿Señalar a los ucranianos como culpables de haber ofrecido tamaña resistencia?

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Ucrania Etiquetado como: Iryna Vereshchuk, Macron, Mariupol, Putin, Ucrania, Vadym Boichenko, Zelenski

¿Qué quiere Vladimir Putin?

15 marzo, 2022 By amarias Deja un comentario

A los veinte días de esta guerra provocada por un infiel a las leyes de convivencia internacional, quizá ya algo cansados los improvisados comentaristas que se han convertido a alta velocidad en expertos en Ucrania, en armamento y hasta en interpretar las órdenes del infractor sobre el tablero de ajedrez en que convirtió un país hace un par de semanas, fértil y pacífico, seguimos preguntándonos cuánto va a durar esta guerra, cómo va a terminar, y con qué gravedad y por cuanto tiempo afectará a nuestras economías.

El escenario bélico, para quienes tenemos acceso diario y casi continuo sobre los desastres que está provocando esta barbarie, se va cubriendo de desolación, muertos, heridos, fugitivos y miles de millones de euros en edificios destruidos, pérdidas de terreno agrario, la ruina de empresas y familias ucranianas. No sabemos, o muy poco, cómo está afectando en verdad la presión internacional (me refiero, la del mundo occidental) sobre Rusia y, en concreto, sobre los bienes del propio Putin y los oligarcas que le rodean. Parece ser que la población rusa apoya mayoritariamente al sátrapa y permanece ignorante de la tremenda desolación que la pertinaz estrategia de tierra quemada del Kremlin está produciendo en el vecino pueblo eslavo, culpable únicamente de haber manifestado (por boca de su Presidente legítimo) que desearía incorporarse a la Unión Europea y, por qué no, disponer del abrigo antiainvasió de la OTAN.

El avance de la guerra permite tomar consciencia del resultado final previsible de esta contienda descomunal entre un perverso Goliat contra un enclenque David, provisto de una honda con una china que no llega a guijarro. Un David-Zelenski, al que, con una actitud que podría juzgarse de perversa, hemos estados animando desde la grada con aplausos y vítores.  No puede decirse lo mismo ahora, después de casi tres semanas de invasión, en la que la Unión Europea, a nivel colectivo e individual de los países miembros, ha comprendido que Putin-Goliat no va a detenerse hasta conseguir el rendimiento incondicional del Gobierno de Ucrania y que, aproximándose a la frontera de Polonia, en una maniobra de matón de barrio exhibiendo su fortaleza física mientras vapulea a un inocente estudiante de primario, parece indicar que está dispuesto a continuar la pelea con todo el que se acerque para separar a los contendientes o pretenda auxiliar al que, caído en el suelo, cubierto de tamaños moratones, con pundonor, rabia y fuerzas extraídas de su impotencia, tiene arrestos para reclamar del abusón, “¡Sigue pegándome, que te vas a enterar cuando me levante del suelo!”

Los comentaristas de este hecho singular que está marcando definitivamente la Historia coetánea, porque es capaz de señalar el final a muchos paradigmas, ponen de manifiesto, con esfuerzo inventivo, lo que quiere Putin: Apropiarse de una parte sustancial de Ucrania, e irse de rositas después de haber esquilmado el resto del país invadido y obligar, en un armisticio desleal, a que ese país mutilado jamás vuelva a intentar acercarse a la Unión Europea. La realidad es que la situación parece aún descontrolada -resiste Ucrania, persiste Rusia, observa Estados Unidos, teme el contagio la Unión Europea, y China se perfila como imposible tercero para mediar ante el loco de la badalaika y sus secuaces. Porque si existe un beneficiario claro de la guerra contra Ucrania es Xi JinPing, o sea, la capacidad expansiva de China para asumir el liderazgo económico y militar del mundo.

En verdad, no me interesa lo que piensa Putin. Me interesaría, y mucho, conocer lo que piensa la Unión Europea y, desde luego, nuestro chico de ZumoSol (perdón por la frivolidad) sobre cómo parar la guerra. Mientras -supongo- los thinktank occidentales se devanan los sesos sobre las opciones, debemos dar por seguro que, aunque se consiga detener mañana mismo la masacre ucraniana, por más que sea factible llegar en un plazo muy corto a contar exactamente los muertos, heridos y forzados expatriados del país de la bandera azul y amarilla, aunque se empeñen los amigos occidentales del Estado oprimido por el garfio del terror en recuperar la mayor parte de los edificios y la actividad destruída por la inicua guerra, los daños colaterales para la Unión Europea serán brutales. Estamos en vísperas de una recesión brutal.

¿Qué quiere la Unión Europea? ¿Va a dejar que sea un solitario Macron, en conversaciones telefónicas muy confidenciales con el sátrapa, quien pida clemencia sobre Ucrania? ¿Se atreverán todos los líderes del mundo occidental -todos, unidos. solidarios- a decir alto y claro, a Putin y sus secuaces, que no van a consentir que ni por un minuto más se siga machacando un país libre y que, nobleza obliga, vale más morir con honra que vivir con vilipendio?

No se si el lector duerme tranquilo, puede disfrutar sin sobresaltos de su hasta hace veinte días merecida sensación de bienestar. No oigo aún el clamor que llegue, por todos los medios al alcance occidental (ya que no parece que se pueda contar con esa otra mitad del mundo percibido como oriental y proclive a juzgar las cosas con sus propias anteojeras), hacia la población rusa.

La periodista Marina Ovsiannikova, detenida el libes al irrumpir durante la emisión de los informativos en la Primera cadena rusa, exponiéndose conscientemente a perder su libertad y se juzgada por terrorismo, marca un camino. Lo presentó en un cartel improvisado, con letras desiguales y aspecto cutre, en inglés y ruso. Sobre todo en ruso: No a la guerra. Os están mintiendo” Que pare ya este despropósito. No oigo el clamor. El morbo de contar noticias sobre refugiados, muertos en las calles, destrucción y centrales nucleares que se apagan, unido a la subida de precios constante, disparada en nuestros mercados, debe quedar sepultado, cuanto antes, por una posición sólida, inmensa, única, contra la guerra. No quiero que se nos juzgue desde el vilipendio, la complacencia, el mirar hacia otro lado. No va solo por mí, viejo y enfermo. Va por todos.

Publicado en: Actualidad, Guerra en Ucrania, Internacional, Rusia Etiquetado como: fin de la guerra, Guerra en Ucrania, JiPing, Macron, Putin, Zalenski

Resopón electoral

27 mayo, 2019 By amarias Deja un comentario

El resopón, según mi escasa cultura festivalera, es el tentempié que se sirve en una celebración postinera, avanzada la madrugada, para sostener los ánimos de quienes aguantan en pie, danzando o libando alcoholes, después de haber disfrutado de una copiosa cena. Las vituallas sólidas se abandonan en bandejas sobre las ménsulas laterales que circundan el bullicio festivalero, y los bailones y borrachines (o ambos) se acercan, para engullir atropelladamente lo que les viene a sus ganas.

El 26 de mayo de 2019 los españoles hemos sido convocados nuevamente a las urnas, apenas un mes después de haber decidido un mapa de resultados electorales de compleja lectura, para votar quienes deseamos que nos gobiernen en lo local, en lo autonómico y, ya en clave mayestática, nos representen en la Unión Europea.

He aguantado en la noche electoral hasta que se me cerraron los ojuelos de puro empacho visual, y me leí hoy, bien de mañana lo que dicen los periódicos sobre el mapa que compusieron los votos. Por supuesto, también contemplé la información con los comentarios radiofónicos de analistas del panorama.

Si existe un corpus colectivo que guía nuestros destinos, una especie de fatos invisible que hace compendio de los deseos más variopintos de los españoles, me atrevo a interpretarlo diciendo que estamos en la fase oscura. Es cierto que en algunas alcaldías -pongo como ejemplo paradigmático la ciudad de Vigo, en la que disfruté algunos de mis mejores años- ha vuelto a ganar el edil con más proximidad al pueblo. Como los vigueses pasan por ser de los más complicados seres que pueblan nuestra piel de toro, que Abel Caballero haya alcanzado casi el 70% de los votos -he leído que atiende a todos y “si le pides una silla, te la pone”-, el triunfo del ex ministro socialista puede ser calificado de apoteósico.

Por el contrario, en los feudos sociatas de la capital de España, los socialistas lloran su descalabro. Pepu Fernández, el aplaudido entrenador de la selección de baloncesto en su momento, ha atraído pocos más votos que los de su propia familia. Angel Gabilondo, a pesar de su carisma personal, tampoco ha conseguido vencer la resistencia del clan de la derecha en Madrid que, contra pronósticos y previsiones, tiene concejales y diputados regionales para desbancar a superManuela y  recoger el bastón regional de la mano dimisionaria de Angel Garrido para dársela a la exótica Díaz Ayuso, que se vería acompañada de Martínez Almeida como máximo regidor de la alcaldía.

¿Y si no fuera así, tal como se dibuja el panorama de acuerdo con los eslóganes y refriegas del camino preelectoral? Ciudadanos, el partido de Albert Rivera y la desaparecida Inés Arrimadas, debiera tener algo que decir. Su línea profiláctica contra “el PSOE de Sánchez” se resquebraja internamente (imagino, pues no conozco a todos sus votantes), al abandonar la posición de centro liberal, con guiños incluso socialdemócratas, para caer en una alianza tóxica con el partido de Abascal y Smith, que han recogido todos los enseres que tiró, por contaminantes, el partido de Casado.

He escrito muchas veces que a España le vendría bien abundar en coaliciones de gobierno, especialmente entre partidos que ha defendido programas (más bien, pues programas no he visto muchos, ideas o eslóganes) contrapuestos. Me gustaría ver que ese movimiento de colaboración para mejorar el conjunto, arrimando hombros, se produce en aquellos municipios, diputaciones y gobiernos regionales en donde nadie alcanzó la mayoría suficiente para gobernar en solitario; y que se realicen sin reparar en líneas rojas, enemistades personales o programas viscerales que no pueden tener viabilidad en un mundo en progreso civilizado.

Me parece que, por su parte, Pedro Sánchez va a tener que gobernar en solitario, con una minoría que le obligará a mirar a uno y a otro lado si quiere convertir en viables sus propuestas. Acabo de escuchar que va a cenar con Macron (descalabrado en las elecciones francesas, superado por el partido de Marie Le Pen). ¿Será posible que pueda encontrar más entendimiento y sintonía personal en el terreno galo con alguien que, teóricamente, está en otro espectro ideológico, que en su propio país?

Que la incertidumbre del futuro les ilumine, señores elegidos, para que consigan guiarnos por el camino del progreso, seleccionando, como el pueblo llano ha hecho con Vds., la combinación que ha creído más conveniente para reflejar los ideales e intereses de cada uno. Y, sobre todo, no deshagan lo hecho, no vuelvan atrás. Prosigan.

 

Publicado en: Actualidad, Sociedad Etiquetado como: Abascal, Almeida, Ayuso, carmena, Casado, elecciones, Gabilondo, Garrido, Macron, partifdos, Pedro Sánchez, PSOE, resopón

A alinearse tocan

20 junio, 2018 By amarias 3 comentarios

Debo reconocer que la vida me ha favorecido con muy buenas oportunidades de conocer a gentes excelentes. Algunas no están ya aquí, aunque su ejemplo, amistad y maestría espero residan en mi para siempre conmigo.

Me concentro más, desde la experiencia y la necesidad de cubrir la inmediatez que da la edad, en los amigos con los que comparto el presente. Carlos Yárnoz, periodista, es uno de los más perspicaces, de los que tomo con asiduidad referencia, para opinar mejor.

Escribe hoy Carlos, en la página 5 de El Pais, que leo mientras espero mi sesión oncológica, bajo el título “Alinearsr: por Eutipao contra Europa” y concluye que, con la crisis de la coalición alemana, en la que la CSU ha dado un ultimátum a Merkel, para que acuerde sobre migración en la UE o cierre fronteras, “Europa ha tocado fondo”.

No voy a enmendar la plana trazada de forma coherente por Carlos Yárnoz, aunque me atrevo a opinar que el fondo es tan inseguro que puede desmoronarse en cualquier momento.

Porque Europa ya es un mosaico de incongruencias y el egoísmo seudo patriota pero anti solidario nos ha crecido por doquier. Se esgrime que Europa es hegemón en la defensa de las libertades, pero se ha perdido la homogeneidad y están creciendo los enanos del antiguo circo de buenas voluntades.

Y si, lean los amigos de este blog a Carlos Yárnoz. Sus opiniones siempre merecerán la pena. Hasta servirán para discrepar con calidez respetuosa.

——

La foto que incorporo a este Comentario se explica por si sola. Lo que dice el pleito enjaulado no se oye y, por eso pongo palabras a la ausencia de sonido: Quo vadis, Europa?

Publicado en: Actualidad, Economía Etiquetado como: alinearse, Europa, Macron, Merkel, Unión europea, Yárnoz

Ejército y sociedad civil (12)

25 enero, 2018 By amarias Deja un comentario

El Presidente francés, Emmanuel Macron, en su visita a la base naval militar de Tulón, el pasado 19 de enero de 2018, confirmó que pretende implementar “un servicio nacional universal”, el primer paso hacia la vuelta del servicio militar obligatorio. Es inevitable buscar el encaje de esta decisión (anunciada ya en su programa electoral), -y que viene acompañada del incremento hasta el 2% del PIB en los gastos militares-, en el refuerzo de la posición propia ante los riesgos y amenazas a la seguridad que se perciben desde Europa.

No está solo Macron en este movimiento. El núcleo duro europeo -Francia y Alemania- quiere incorporar a la conciencia europea, -como reactivador del viejo proyecto político, amenazado por los nacionalismos, y obviando la muy cuestionada unidad económica y social-, una línea Maginot virtual, pero que deje visible que Europa no es un territorio indefenso. (1)

No es complicado detectar las causas de este movimiento de estrategia política de largo alcance que no pretende (entiendo) recuperar un pasado de tambores bélicos, sino demostrar que existe una fuerza, una voluntad popular y una capacidad armamentística disuasoria de cuanto amenace la seguridad y valores propios desde fuera de sus fronteras.

¿Se va hacia un Ejército, o mejor dicho, una Fuerza Armada comunitaria? No es sencillo es poner en marcha una Fuerza Armada unitaria, bajo un mando único, y con organización militar autónoma -contando con personal, equipamiento y medios económicos adecuados-, coordinada, desde luego, desde los Ministerios de Defensa de los Estados miembros, pero con la imprescindible independencia de actuación profesional, llegado el caso.

Las pinceladas más groseras (en el sentido, de evidentes) del nuevo cuadro de Seguridad y Defensa europeo, provienen, por una parte, como reacción a la concreción del cambio en la política norteamericana en ese área, que ha ido desvelando, en un striptís inquietante, el presidente Donald Trump en su primer año de mandato. Por otra parte, la salida del Reino Unido de la Unión Europea obliga a replanteamientos estratégicos, incluido en ellos, el sector de Defensa.

Las prioridades norteamericanas se enfocan ahora hacia el Pacífico, donde se encuentran Corea del Norte y China.

A la segunda, se la ve ya como el gran rival económico, con una tasa de crecimiento envidiable y una política comercial expansionista, al abrigo de las mágicas palabras “libre comercio”.

La primera se presenta comúnmente como una amenaza de patio de colegio entre bravucones en el recreo, pero la existencia de capacidad nuclear con alto potencial destructor ha hecho sonar peculiares timbres de alarma a los expertos. La pretendida disuasión a la posibilidad de que el “líder supremo” Kim Jong- un apriete su botón nuclear como si fuera el mando de un juguete, no está en disponer al otro lado de la consola de misiles aptos para provocar un desastre nuclear, (y que se viene aceptando no serán nunca utilizados porque la réplica simultánea al ataque conduciría irremediablemente al holocausto recíproco).

La nueva estrategia de armamento nuclear se enfoca hacia el desarrollo de misiles de gran alcance pero localizado poder destructor: esa capacidad sí aparece como verdadera capacidad disuasoria y, si fuera llegado el caso, como concreta acción bélica factible.

La tutela y digestión de lo que está pasando en el Mediterráneo -las tensiones de asimilación de los vaivenes hacia la democracia o el caos del Norte de Africa y las imparables oleadas migratorias de las antiguas colonias europeas-, e incluso, la contención de las ambiciones rusas en la frontera este,  pasarán, en ese contexto, a ser cuestiones que atañen fundamentalmente a  Europa. Lo son ya, en realidad, aunque la Unión Europea aún no haya tomado decisiones conjuntas de alcance.

Cambios, pues, imprescindibles y a corto plazo. El espacio regional europeo, con historia de luchas internas, odios recientes y desconfianzas a flor de piel, en la filosofía del presidente Trump y su equipo asesor, debe dejar de ser el free rider (o casi) de la OTAN y asumir un papel de co-protagonista. No servirá, como tarjeta de visita mundial, aparecer como el “amigo bueno”, un conjunto de Estados de factura impecable, demócratas, respetuosos con el orden jurisdiccional, defensores del derecho penal internacional que castiga a los malos (débiles), preocupados por el medio ambiente, solidarios con los Estados más pobres y respetuosos y hasta colegas aduladores de alguno de Elos más ricos, pero sin capacidad para defenderse de manera autónoma.

Una posición inerme se rebela como un apetecible bocado, frágil y delicado en caso de conflicto, en el que no valdrán estrategias comerciales disjuntas, apologías de filosofía humanista no siempre cumplida con rigor y  la existencia de multitud de brillantes centros de invención y tecnología pero aún bastante descoordinados. Tampoco serviría para el cómputo el despilfarro de ayudas al desarrollo de las viejas colonias, cuya reducida eficacia práctica, más bien que más bien parece el reflejo de un síndrome de culpabilidad pegajoso.

La plasmación del Brexit supondrá que el país europeo con mayor capacidad y fuerzas armadas de la Unión, y con tecnología de energía nuclear aplicada al armamento, dejará de participar en el Programa de Defensa conjunto. Francia queda, por tanto, como único Estado europeo capaz de demostrar con credibilidad la capacidad disuasoria que supone poseer armas atómicas.

No hace falta concretar posibles enemigos, solo considerar, en el análisis conjunto europeo, las amenazas presuntas o probables, La posición de Rusia adquiere creciente protagonismo, por la forma brillante -política  y militar- de Vladimir Putin de aprovechar las debilidades o indecisiones ajenas. La invasión de Crimea, el acercamiento a Turquía, la intervención en Siria y la creciente presión sobre los países de la frontera con Europa, son ejemplos evidentes.

Claro está que Europa no puede hacer frente a la eventual amenaza rusa sin contar con Estados Unidos, pero se trata de abandonar progresivamente esa dependencia, desde la consciencia -crecientemente sentida- de que el territorio europeo no debiera volver a convertirse en zona de conflicto. En todo caso, se encuentra con problemas de inseguridad interna que exigen soluciones autónomas a las que hacer frente de forma solidaria: terrorismo islámico, focos de radicalización, tensiones sociales producidas por una crisis económica sistémica, etc.

La recuperación de la formación militar enfocada a la incorporación a la estrategia de defensa de la población civil es también una consecuencia de la constatación de la pérdida, por una parte importante de la juventud, no ya de la consciencia patriótica, sino de elementales principios de disciplina, solidaridad  y cooperación ciudadana, dentro de un magma en el que la proporción de ciudadanos de origen extranjero ha crecido y crece de manera imparable, sin que se haya conseguido éxito en su integración real, fuera de fantasías y voluntarismos políticos.

Se habla y se siente, también en España, una dicotomía entre la educación cívica y patriótica de la población mayor de cincuenta años y los más jóvenes, especialmente de los adultos muy jóvenes. La reintroducción de la formación militar a la población civil más joven, en grado ponderado pero real, puede ser una manera de superar el vacío y de integrar con plenitud lo militar a lo civil, desde una posición conjunta pacifista, pero pragmática.

Costará tiempo y dineros, pero la concreción de las amenazas -repito, presuntas, posibles o reales- ayudará a agilizar la toma de decisiones. Francia ya ha visto, en ojos de su Presidente y el equipo de cercanos asesores, el peligro de quedarse quieto sin hacer nada.


Un agateador europeo (certhia brachydactyla), mimético en general con el tronco en el que busca su alimento, se pone de manifiesto desde esta toma de perfil. Frecuente en nuestros bosques de robles, hayas y abedules, aunque puede verse incluso en los jardines urbanos, pasa desapercibido. El aspecto de su banda alar, con escalones que alternan zonas claras y oscuras ayuda plenamente a su confusión con la corteza del árbol por el que trepa, generalmente, de abajo hacia arriba, peinándolo de larvas e insectos.

La distinción entre las distintas especies de agateador es prácticamente imposible a no ser por la fotografía comparativa. El europeo tiene el vientre ligeramente más pardo y el pico algo más largo.

 

 

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: fuerzas armadas, Macron, mili, servicio militar obligatorio, sociedad civil, Trump. ejército

En Marche, l´Espagne!

11 mayo, 2017 By amarias 4 comentarios

A pocas fechas de consumación del penúltimo acto de la debacle socialista -me refiero a la posición ideológica ocupada, hasta ahora, por el PSOE-, no me parece descabellado mirar hacia la vecina Francia y, sin necesidad de acudir a la repetición de los argumentos ya ampliamente expuestos por quienes defendieron o abominaron del apoyo desde las trincheras de la izquierda al Cid Campeador Emmanuel Macron, poner de manifiesto ciertos aspectos de nuestra circunstancia política.

Primero. No tenemos, benditos sean los dioses de esta aldea, ningún Frente Nacional, ya caídos todos sus representantes más genuinos en la catarsis ideológica post-franquista. Las insinuaciones, por parte de quienes desean construir un catecismo desde el populismo ramplón, de que nos encontramos en una “excepción democrática”, no pueden ser compartidas en absoluto por quienes estamos viajados, conocemos mundo, y sabemos mirar sin anteojos al fondo del argumentario de los que quieren arrebatarnos santos y peanas sin más apoyo que su ardiente palabrería.

Segundo. El gobierno de Mariano Rajoy tendrá muchos defectos, pero no carece de puntos de solidez que, a falta de alternativas, se han convertido en nuestros mejores puntos de apoyo colectivos. Lo están demostrando las preferencias en las encuestas y lo consolidan, pese a quien pese, las discusiones vacías en el Parlamento y las exuberancias verbales y la repercusión, cada vez más débil, de las movilizaciones callejeras a favor de pedir y no comprometerse.

Tercero. Encuentro analogías entre Macron y Rivera (Albert), salvo que el cartucho de Ciudadanos ya está quemado o se mojó. Lo quemaron o mojaron todas las demás fuerzas, vientos y vientecillos políticos. Cuando el hoy postulante a dirigir el PSOE de las facciones, Sánchez (Pedro) firmó un acuerdo de mínimos con Rivera, en la ilusa aspiración de que se abstuviera el PP de Rajoy, lo quemaron los que desconfían de cualquier representación de la derecha en la que no militen las viejas familias. Cuando el veleidoso Iglesias (Pablo junior) se salió por peteneras auto-nombrándose vicepresidente en su propuesta pública, estando el entonces Secretario General del PSOE presentando aún al Jefe de Estado su intención de postularse para Jefe de Gobierno, la antorcha incendiaria la enarboló aquél.

Cuarto. Lo mejor del Partido Socialista Español  (tengo reparos en ponerle la O) en estos tiempos de desorientación opositora, para este modesto observador, ha sido su gestora y, dentro de ella, Javier Fernández. Estuvo serio, firme pero también conciliador, comprometido con una historia común y árbitro impecable con las estridencias y desafueros de sus colegas de partido. Se dice de él que es mejor gestor que parlamentario, aunque esas voces provienen de quienes menos lo conocen, y pretenden, al juzgarlo así, menospreciar su carrera política. Hubiera sido, para recomponer su partido, la mejor opción. Patxi López, a su lado, parece un imitador.

Quinto. En este momento, y lo digo desde el pragmatismo, “No, tiene que adaptarse a ser, según los casos, Sí, Ya Veremos, o Mejor acepta tú mi propuesta”. Aconsejo, a quienes tengan dudas del camino a tomar, que escuchen con atención la grabación de los esperpénticos comentarios que el profesor Verstrynge, ciudadano de doble nacionalidad española y francesa -quien incluso apeló a su pasado fascista para defender su actual conocimiento de la situación-, por los que defendía que habría que abstenerse de votar a Macron.

Sexto. No estamos en situación de emergencia nacional (al menos, no todavía y, para mi tranquilidad, no veo atisbos de que arribemos a tal situación), pero me gusta adoptar el lema del flamante Presidente de la República Francesa, como llamada de agrupamiento a quienes no saben qué camino tomar. “¡Adelante, España!”, “¡Ante todo, España!”. Es un grito patriótico, en efecto, pero se ha vuelto a poner en valor ser patriota. Si las naciones que tienen más peso económico y sociológico que los españoles apelan a las esencias históricas, sin renunciar a manifestarse -en esta parte del escenario- europeos y globales, no necesito más razones para enarbolar la misma bandera, para defender los intereses de mis conciudadanos.

Ya habrá tiempo para reconstruir todo lo demás.

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: adelante, Ciudadanos, elecciones, En Marche, españa, Fernández, Francia, López, Macron, PSOE, Rajoy, Rivera, Sánchez, Verstrynge

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