Al socaire

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Puedo ayudarte a que te equivoques menos

8 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

Empiezo este Comentario advirtiendo sobre la fotografía que he incluído en él. En la mitad inferior, camuflado gracias a su plumaje, se puede ver un agateador común (certhia braquydactyl). No se le distingue apenas, si no se está acostumbrado a detectarlo, porque parece un trozo de corteza. Esta ave precavida y tímida, recorre los troncos de coníferas buscando larvas de insectos, que extrae con su pico curvo. Empieza por la base del árbol y, cuando termina su inspección o se inquieta, vuela hacia otro tronco cercano para seguir con su alimentación.

Quiero, con este inicio poco usual, llamar la atención sobre un colectivo que está injustamente poco valorado y que, como se decía antes cuando la tribu estaba unida, reúne lo fundamental de una colectividad: los ancianos y su experiencia práctica. La velocidad con la que se han prodicido los cambios tecnológicos ha llevado a la confusión de que lo importante, lo eficaz, lo que vale, es lo nuevo, lo último, aquello que corresponde a los pretendidos últimos avances de la ciencia, del arte, de la técnica.

El vulgo se extasía ante una obra a la que los falsos entendidos han catalogado, siguiendo casi siempre mezquinos intereses, como una obra maestra. El feísmo se ha instalado entre nosotros. En la pintura, en la arquitectura, en el cine, en el teatro… Por ejemplo, piezas teatrales que atacan el más elemental pudor, ridiculizan y tergiversan la Historia, o que vulneran el respeto debido a las creencias religiosas, reciben elogiosas críticas e inducen a su contemplación a incautos y prudentes que no se atreven a proclamar que se trata de un engaño. Por tanto, la patraña se alimenta y continúa.

Magnifica iniciativa la de ese médico valenciano, Carlos San Juan, que ha movilizado más de 600.000 firmas bajo el lema “Soy mayor, no idiota”, para reclamar una atención especial de las entidades bancarias para los mayores no expertos en virguerías digitales, transformadas, por razón de la automatización y la reducción de personal y oficinas, en máquinas sin espíritu, solo aptas para captar nuestro dinero y reducirlo a bocados.

Deberíamos extender esa protesta a todos los órdenes, para mejorar la vida de todos. He leído que las compras de los mayores de 60 años representan del orden del 60% de los gastos de las familias. Con sus ahorros y pensiones se pagan la mayor parte de las compras de bienes, los alquileres, las adquisiciones de vehículos y viviendas….

Existe una perniciosa corriente instalada entre nosotros de despreciar la experiencia, el trabajo bien hecho, la seriedad y educación en el trato. No se levanta nadie para ceder un asiento en el transporte público a un mayor, sea hombre o mujer: los jóvenes son los que más corren para ocuparlos, y así poder enfrascarse cómodamente en la contemplación estupidizante de sus móviles. Los carteles bondadosos en los que se expresa que tendrán preferencia para la atención los mayores de 65 años son ignorados. Pero no es eso lo más importante: jóvenes con escasa experiencia como seres humanos se han apropiado de los sitios en los que se toman decisiones, actuando como autómatas, siguiendo programas cuyo sentido completo ignoran, y que no serían capaces de reproducir desde el origen, porque carecen de la formación necesaria, y solo saben introducir los datos para que automáticamente se obtenga un resultado (bueno o mala, al que puede faltarle incluso el orden de magnitudes).

No tengo más que admiración hacia la juventud y, en especial, hacia los jóvenes brillantes, tenaces, inteligentes e imaginativos. Lo que no me impide alzar mi voz para expresar que esta sociedad ignora con demasiada desfachatez a los mayores y, con ello, como aún sucede (menos) con las mujeres, pierde sustancia para hacer que las cosas funcionen mejor. No todo es cuestión de las nuevas tecnologías, de los resultados automáticos, de reducir personal para sustituírlo por un aparato y un programa.

Actualmente hay en activo 5.320 jueces y magistrados, es decir, algo más de 11 por cada 100.000 habitantes, con una edad media es de 50,4 años, según los datos publicados en el Anuario del Poder Judicial en 2021. La media habrá bajado algo gracias a tres mujeres de 24 años, egresadas de la Facultad de Derecho de Valladolid, palentinas y amigas, que han conseguido obtener una plaza de juez de or vida. Las felicito de corazón, y no dejo de alarmarme porque alguien consiga en tan tierna edad un puesto de por vida con tanta responsabildad. Una de ellas reconoce que “quizá tenga menos base que otros compañeros de oposición, pero supe defenderme bien”.  Su sinceridad la honra y levanta serias dudas acerca de la verdadera competencia de estas jóvenes, por supuesto, saturadas de informacion jurídica obtenida en los libros y apuntes, pero aún ayunas de experiencia práctica sobre las circunstancias y veleidades de la vida real.

Es solo un ejemplo. A lo mejor, no el más afortunado. Aún con su debilidad, sirva para poner un acento sobre el menosprecio de esta sociedad a la edad, a la experiencia, al saludable efecto del tiempo sobre los conocimientos y a la importancia del saber muy bien el cómo, el por qué y el para qué antes de tomar una decisión  echando mano de los manuales de instrucciones (a lo peor, traducidas del chino al español por un autómata).

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: agateador común, anciano, Carlos San Juan, experiencia, jóvenes, jueces, no tonto, poder judicial, Soy viejo, Universidad de Derecho de Valladolid

Militares, empresarios y jueces en política

27 marzo, 2019 By amarias Deja un comentario

La incorporación de varios altos miembros de las Fuerzas Armadas (no en activo) en lugares preferentes en las listas de  partidos que presentan candidatos a las elecciones del 28 de abril de 2019, ha vuelto a levantar la polémica acerca del significado que puede darse a la movilización política de quienes han ocupado hasta muy recientemente puestos relevantes en los Ejércitos.

Las Fuerzas Armadas tienen constitucionalmente la obligación de ser apolíticas, pero este mandato al colectivo no vincula individualmente a sus miembros, a los que -al margen de consideraciones estéticas- nada impide pertenecer a un partido político y apoyar su programa como crean conveniente y les permitan sus organizaciones, en tanto sus expresiones públicas se mantengan en el respeto a la Constitución y las leyes.

Lo que me lleva a dedicar algunas líneas a la cuestión no es el hecho en sí de que cinco ex generales (cuatro en las filas de Vox y uno en las de Podemos, aunque el antiguo JEMAD Julio Rodriguez no figura cómo candidato en estas elecciones) hayan saltado a la palestra de mostrar el trasfondo de armario de sus afinidades ideológicas, sino qué haya podido motivarlos, a ellos y, sobre todo, a sus mentores, para dar ese paso. Estas consideraciones pueden servir (bajándolas al nivel que el lector crea oportuno) para aquellos oficiales y jefes de los Ejércitos cuya incorporación a la política activa ha sido presentada poniendo de manifiesto expreso su vinculación militar.

Y por tiro lateral, se podrían aplicar a empresarios y profesionales de éxito en sus campos y, en esa línea, a jueces y magistrados que abandonan la toga y las puñetas (siquiera sea por la puerta de la excedencia provisional) para pasear su palmito por los escenarios haciendo de palmeros de políticos que se postulan para ser jefes de Gobierno.

Creo que es un error sacrificar la neutralidad pública de la trayectoria personal, asomando el careto en apoyo de una ideología o programa. No es lo mismo que te llamen para formar parte de un gobierno como independiente experto, que confesarse fiel a un Partido, sin que me importe el signo.

En el caso de los empresarios, parecen haber quedado atrás aquellos tiempos tempraneros post aprobación de la Constitución, en los que muy destacados paladines de los negocios privados afirmaban que no les importaba quien gobernase, con tal de que lo hiciese bien.

Y no solo creo que es un error personal el dedicarse a la política cuando se viene de esferas profesionales en donde se debe ser neutral ante las ideologías (por imperativo legal, obligación del organismo de pertenencia o conveniencia para el propio negocio). No veo la ventaja para los partidos que incorporan a militares, jueces y empresarios, en la supuesta esperanza de que les consigan más votos, le den más visibilidad o sirvan de refuerzo a algunas líneas programáticas (p. ej: defensa de la unidad de España, alardear de honestidad y presentar voluntad de perseguir la corrupción, exhibir capacidad de gestión).

La política es una profesión, exige una formación y una disposición personal y apoyo de partido. Los buenos profesionales de otros oficios y beneficios , pueden y deben ser excelentes consejeros y asesores de los políticos. Pero  mejor, desde la sombra. La exposición pública quema sin remedios y se convierte, con alta probabilidad, en un broche desgraciado a una carrera meritoria.

—

Estas palomas coloreadas fueron fotografiadas en Taberna (Almería), en donde existen unos estudios cinematográficos-ahora en tiempos leves- en donde se rodaron grandes éxitos de la filmografía para devotos de western y de las pelis de fondo histórico.

Me imagino que los propietarios de estas aves las pintan para distinguirlas y para evitar que un cazador las mate creyéndolas salvajes. Son palomas de raza y de competición. Estas se habían arremolinado en torno a un señuelo depositado en el suelo. Varios lugareños observaban su comportamiento, aunque no fui capaz de entender lo que les extasiaba.

 

Publicado en: Actualidad, Defensa, Política Etiquetado como: elecciones, jueces, Militares, política, políticos

El poder judicial enjuiciado

1 junio, 2017 By amarias 2 comentarios

El descubrimiento de que el ya hoy dimitido “por motivos personales”, Fiscal jefe Anticorrupción (1), Manuel Moix, mantiene con sus hermanos una empresa en Panamá (país que se considera paraíso fiscal), ha puesto nuevamente sobre el tapete la cuestión de la independencia del poder judicial.

Resulta estrambótico que quien se encarga de la cuestión candente de clarificar qué diablos ha sucedido, y quizá está sucediendo, con el trasiego de parte de los dineros públicos para pagar comisiones a particulares o a partidos, o con la ocultación de beneficios empresariales bajo el manto ficticio de trabajos imaginarios en chiringuitos y bufetes ubicados en paraísos fiscales, utilice él mismo una herramienta sospechosa. El Fiscal jefe y todos los fiscales que forman el amplio equipo encargado de investigar la anticorrupción, han de estar lo más alejados posible de los tejemanejes de aquellos son presuntos destinatarios al sometimiento de las leyes que tipifican los delitos económicos cometidos por ellos o por formar parte de organizaciones que utilizaban para delinquir

No creo -no he creído nunca- en la vigencia de la separación de poderes, en el mundo real. He argumentado que los jueces y fiscales deben estar sometidos a un control al margen de sus propias instituciones. Como letrado, he tenido ocasión de comprobar en varias ocasiones la flexibilidad con la que la Ley -y, en la práctica, su garante, el sistema judicial- se acomoda a intereses particulares de poderes económicos o políticos. Las sentencias, incluso en el Tribunal Supremo, y según quién sea el magistrado ponente, son de muy diferente factura, consistencia y…coherencia. En fin, creo que los tipos penales y, desde luego, las penas, deben ser revisadas, ya. No tiene sentido que delitos menores estén castigados con dureza y otros, en cambio (“alarma social” a un lado), con evidente benignidad.

No me parece defendible que el éxito en las oposiciones dependan de quién ha sido el preparador de las mismas. No me parece coherente que existan familias/sagas cuyos componentes, además de una curiosa vocación a repetir modelos, ocupen plazas de jueces, magistrados, registradores, notarios, etc.

Tampoco entiendo que veamos con tanta tranquilidad la existencia de puertas giratorias entre la judicatura, la fiscalía, los altos cargos en general, y la empresa o el ejercicio privados. Y, para no hacer largo este comentario, y a riesgo de mezclar churras con merinas, defiendo la necesidad de una Escuela Superior de la Administración Pública y la convicción de que todo funcionario ha de saber que desde el pueblo llano le garantizaremos un sueldo suficiente y una carrera profesional para que no se preocupe de aquello que los demás mortales tenemos siempre en mente (ganar un sueldo digno sin riesgo a que le afecten los vaivenes de la economía), a cambio de honestidad, garantía de equidad, formación continua y servicio a los intereses generales.

Lamentablemente, esto no es así, aquí y ahora. Las interferencias de la política con la función pública son constantes, palmarias, y, en demasiados casos, dolosas. No solo dolorosas, dolosas.

No puedo entender porqué nos hemos desviado tanto del camino que aparecía trazado, y que creí estábamos siguiendo de forma entusiasta. Resultó ser un espejismo.

—

(1) El cargo es, correctamente escrito: Jefe de la Fiscalía contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada.

La foto es de una lavandera blanca, en acrobático vuelo para captar algún insecto, quizá una efímera recién salida de su estado larvario. Fue tomada en el río Pigüeña, a su paso por Belmonte de Miranda (Asturias). Compartía su hábitat con una pareja de lavanderas cascadeñas, a las que también fotografié. Aunque eso es ya otra historia.

Publicado en: Actualidad, Administraciones públcias Etiquetado como: administración pública, anticorrupción, dimisión, fiscales, funcionario, jueces, Moix, motivos personales, paraísos fiscales

Bufetes fríos o calientes a tutiplén

23 diciembre, 2016 By amarias Deja un comentario

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Llevo ya suficientes años ejerciendo la abogacía, (por cierto, casi siempre desde el lado de la defensa), para que sienta animado para hacer un repaso personal de mi experiencia sobre algunos de los cauces tormentosos por los que se precipita actualmente esta profesión.

En el camino, me resulta imprescindible referirse a los legisladores y a los jueces, ya que -pido disculpas por ser tan obvio- la voluntad social de poner orden ante los múltiples problemas generados por la convivencia, involucra, como un triángulo virtuoso, a todas estas categorías de letrados.

Esta trinidad no es tan antigua como pudiera parecer, pues, como registró la Biblia, en el principio de los tiempos humanos, el mismo Dios asumía los papeles de legislador y juez, y le bastaban para administrar justicia. Según la sacra leyenda, el Supremo hacedor generó la primera Ley (“no comer del árbol del bien y del mal”) y la aplicó, en la doble función de juez instructor y penal (interrogando a los investigados y al único testigo, la serpiente, que había sido, en realidad, el inductor-asesor de la infracción). No tuvieron nuestros primeros padres abogado defensor que, sin duda, hubiera basado su alegato, más que en pretender demostrar la inocencia de los encausados, en poner de manifiesto las terribles deficiencias procesales.

Si me meto en este berenjenal, es porque está perfectamente detectado, para quienes nos esforzamos en ganarnos la vida (o parte de ella) como abogados, que los intereses que se ventilan en cualquier litigio, se tienen que batir, -más que en el terreno de los hechos-, en el de los impedimentos procesales.

Esta deformación tiene su miga. Para quien defiende los intereses y, en su caso, los derechos del demandado o del investigado/imputado, incluso aunque pueda tener objetivamente razones para hacerlos triunfar, la incertidumbre del resultado judicial está conduciendo los procesos hacia la mayor dilación posible. El mayor hándicap de la Justicia española es que es lenta, y no debe achacarse la razón a la torpeza, lentitud de razón o carga de trabajo de los jueces, aunque tengan todas esas causas algo que ver.  No hay porqué desviar la cuestión ni hacia la falta de experiencia vital de los jueces fuera de las salas en donde asientan sus posaderas, o a que tengan sobrecarga de legajos , o a que haya demasiados litigios porque son demasiados los abogados, y siendo mucha la competencia, y el hambre a paliar, se les hacen pronto a todos los colmillos retorcidos.

El derecho procesal se ha convertido, en razón de este (des)propósito, en un elemento vital en el que fundamentar y argumentar todos los impedimentos posibles e imaginables que dificulten, y si es posible, hasta impidan, que llegue a emitirse alguna vez sentencia, esto es, finalice el juicio en su forma jurídica prístina. Se favorece también, de refilón, por aquellos abogados que pertenecen a la cofradía del prefiero un mal arreglo que un buen juicio, que se prefiera alcanzar arreglos extraprocesales, para que no sucumba de desesperación quien tiene alegado su mejor derecho y no ve la forma de que se le otorgue justicia en este mundo.

Desentrañar los entresijos de la situación nos lleva, por una parte, a entender por qué, cuando pueden pagárselo, y especialmente en las causas penales, se recurre por  quienes tienen más crudo el defender sus posiciones,  a los llamados “prestigiosos bufetes”, en detrimento de los abogados que actúan por libre. Esos bufetes se han construido en torno a abejas reinas -una o varias- que provienen de las catacumbas del Estado, tienen prestigiosos currícula conseguidos en su vida pública, y pueden, al sacar pecho, hacer pensárselo dos veces a los jueces y magistrados que osen llevarles la contraria.

Lejos de mi intención expresar que los jueces no actúan con total independencia, aunque no me faltarían ocasiones en las que se me dieron pistas para pensar que así no ha sido. Pero lo que no entenderé jamás, si, en teoría, quienes actuamos de abogados en un proceso, hemos de limitarnos a poner en evidencia y defender los hechos, por qué nos tomamos tanto esfuerzo y dedicamos tantas páginas, en expresar los fundamentos de derecho en que basamos nuestras alegaciones, y en recordar la jurisprudencia que entendemos aplicable. Esa labor correspondería a los jueces, a tenor de la aplicación de ese bello brocardo que resumía su función y, con ello, cuando éramos estudiantes, nos parecía que resumía casi toda la magia del Derecho: da mihi factum, dabo tibi ius.

¿O habrá que modernizar el latinajo para ajustarlo a los tiempos que ahora corren?

—

La fotografía con la que acompaño mi Comentario de hoy, no es la de un pájaro (un modesto gorrión), sino la de su sombra. Bien definida, contrastada, proyectada sobre la superficie plana de una de las torres del castillo de Olite, refleja. por la posición encogida de las patas del ave, el movimiento de impulso para emprender  el vuelo. En verdad, como hacen prácticamente todos los pájaros cuando se sienten inquietos por la atención que despiertan en los humanos, no es una huida hacia delante, sino en desplazamiento lateral, antes de desaparecer del ángulo de la vista o de esconderse entre el follaje.

En esta toma, la sombra sigue obediente a la forma real, y se convierte, estando ésta parcialmente cortada, en protagonista principal. Hubiera podido recortar la foto para presentar solo la sombra, y hacerla así más efectiva para reforzar el mensaje, pero me ha parecido que sería injusto descartar totalmente la razón que la ha generado. Porque, claro, algunos de los bufetes fríos o calientes más preciados a los que me refiero en el Comentario principal, no se encuentran en los restaurantes más que por casualidad, y con representantes de otros componentes de la trinidad jurídica.

Publicado en: Actualidad, Derecho Etiquetado como: abogados, bufete, buffet, Dios, frío, gorrión, jueces, letrado, leyes, Olite, sombra, trinidad

He tenido un sueño

17 junio, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Estaba hoy, 17 de junio de 2013, asistiendo, con varios centenarios de invitados, a la Firma del contrato de una línea de préstamos entre la Comunidad de Madrid y varias de las entidades bancarias de este pequeño país, y no puedo precisar si fue cuando hablaba el ministro de Industria (José Manuel Soria) o el presidente de los empresarios de Madrid (Arturo Fernández) o el presidente de la Comunidad madrileña (Jaime Ignacio González), pero me quedé dormido.

Y he tenido un sueño.

He soñado que todos los presidentes de todas las compañías de España que cotizan en el IBEX hacían una declaración conjunta -era de ver a los 35, tan serios, y pulcros, poniendo cara de circunstancias- reconociendo que una parte de su solvencia estaba basada en el engaño. Que todos habían financiado, por la vía de ilegales dádivas, muchas de ellas vinculadas a contratos de las admnistraciones públicas, a los partidos políticos. Más dinero, claro, para los que habían tenido cualquier responsabilidad de Gobierno.

El documento decía (creo recordar): “Os hemos mentido. No somos lo leales que creíais, ni lo impolutos que podrías deducir de nuestras anteriores declaraciones y silencios. El juego del mercado es así: no basta ser el mejor en las licitaciones, hay que contribuir con ciertos peajes para que el sistema, o lo que sea, funcione. No estamos arrepentidos, pero no vemos otra forma de que esto, que llamamos economía de mercado, se mantenga. Todos lo hacen”.

Ví después aparecer en mi sueño a los representantes de los partidos políticos, leyendo un documento que también habían preparado: “Es imposible mantener el aparato de los partidos con las subvenciones oficiales, aunque os parezcan altas. Los dirigentes, en particular, no se contentan con lo que reciben de forma transparente, en nóminas, dietas y sueldos. Quieren más, porque dicen que en la economía real les pagarían mejores salarios por hacer algo parecido. Y, desde luego, como no todos pueden pasar a ocupar puestos relevantes en las empresas a las que han ayudado con sus decisiones, necesitan otras garantías -económicas- para saber que no han perido el tiempo, defendiendo los intereses públicos”.

En mi sueño, aparecieron también altos representantes de las instancias judiciales: “Nos tenéis que perdonar, si podéis. porque no es cierto que la Justicia sea igual para todos. Lo teníamos que expresar, pero no es posible resistirse a las presiones de los que más mandan, y no es lo mismo analizar la responsabilidad de un pobre diablo que ha cometido un delito, que la culpabilidad de altos ejecutivos y mandatarios que han sido llevados a nuestra jurisdicción por una estafa de gran volumen, una malversación importante, o haber pagado comisiones ilegales para lograr un contrato, o gratificarlo, para sus empresas. Nos daba miedo romper el orden establecido, y, por supuesto, estábamos cómodos en haber alcanzado una parcela de respeto y poder que nos costó años de estudio y, en algunos casos, movilizar apoyos nada sencllos de lograr”.

Se leyó, también, un comunicado de las Iglesias: “Reconocemos que no sabemos nada de Dios, porque nunca se ha manifestado. Somos únicamente fieles a una tradición de sacordotes y falsos exégetas, que han ido añadiendo dogmas y revelaciones. El fin era, en principio, bueno: que la ética universal no se perdiera, ya que la filosofía no nos parecía suficiente. Pero esto ha dado lugar a muchas aberraciones y estamos arrepentidos”.

No faltó un comunicado de la Casa Real, avalado por las Casas Reales de todo el mundo: “Afirmamos, como ya deberías saber, que somos iguales a todos vosotros. Con nuestros vicios, nuestras virtudes y nuestro deseo de vivir lo mejor posible. Hemos contribuído, en muchos casos, a que no hubiera guerras o derramamientos de sangre entre vosotros, aunque seguramente son más las que hemos provocado. Estamos arrepentidos, pero no sabemos si lo volveremos a hacer. No depende de nosotros; si fuera por nosotros, lo seguiríamos haciendo”.

Se adelantó, algo balbuciente, en mi sueño, el portavoz de todos los catedráticos y profesores de las Universidades: “No es cierto que seamos los que más sabemos de la mayoría de las cosas, porque es muy grande el volumen de lo que ignoramos. Hemos preferido, hasta ahora, mantener la ficción, realimentándonos en lo posible, con un cuidado nepotismo, y manteniendo la utopía de lo que enseñamos servirá para algo en un mundo real que no conocemos.”

Los murmullos de quienes escuchaban eran ya ensordecedores. Cuando iban a hablar representantes de los órganos de seguridad, de los Ejércitos, de las asociaciones no gubernamentales, me desperté, sudoroso.

Creo que alguien estaba anunciando que el Acto terminaba, y expresaba que tenía plena confianza en que, con los 150 millones de créditos que ahora se ponían a disposición de las pymes madrileñas, con el objetivo de crear o apalancar 10.000 millones de empleos. O tal vez eso era también parte de mi sueño-pesadilla.

Como no había, esta vez, cóctel alguno en la Casa del Reloj de Madrid, pude encaminarme hacia la boca del Metro sin tiempo para comentar con otros si todos habíamos soñado lo mismo o algo parecido. Por las caras de póker con las que me crucé, creo que habían estado despiertos, es decir, profundamenten dormidos.

Publicado en: Actualidad, Economía, Sociedad Etiquetado como: arrepentimiento, Casa del Reloj, corrupción, empleos, empresarios, empresas, engaño, enseñanza, Ibex-36, Iglesias, instituciones, jueces, Madrid, monarquías, partidos políticos, profesores, sueño, Uniiversidad

Abogados y derechos

25 mayo, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Aunque se está poniendo énfasis en la función de los jueces como guardianes del Derecho, siempre he creído que esa tarea no la están ejerciendo ellos -o no solo ellos-, sino que, sobre todo, descansa en los profesionales que asumen la defensa de los derechos de los demás, es decir, de los abogados.

No parece tener tampoco muchas dudas al respecto ese impulso legiferante que, como ciclón de magnitud destructora, está encargándose de poner trabas legales al funcionamiento independiente de la sociedad civil.

Los colegios profesionales, con sus hándicaps y fallos, son uno de los vehíclos de representación de la sociedad civil ante las administracione públicas. Por propia esencia, políticamente independientes, podría argumentarse que defienden posiciones gremiales, pero quedarse ahí sería ignorar, a sabiendas, que cumplen, principalmente, una función mucho más clara e importante: servir de garantía para el control deontológico de sus miembros, de que el ejercicio de la profesión que aglutinan se realiza con criterios de calidad y, no en último lugar, son el vehículo para expresar ideas, peticiones, propuestas y reivindicaciones ante los demás estamentos.

Si peculiares son los Colegios profesionales en la estructura compleja de la sociedad civil, mayor especialidad tienen, aún, los Colegios de Abogados. En el Editorial de la revista Abogados, el Consejo General de la Abogacía Española, al denunciar que la Ley de Servicios Profesionales amenaza con la desaparición de muchos Colegios de Abogados y expresar que eso va a dejar en desamparo al ciudadano, concluye: “Defendemos el mantenimiento de la actual estrctura, con los 83 Coelgios de Abogados, la colegiación obligatoria como garantía y exigencia deontológica y el mantenmiento del máster y el exxamen de acceso (…) qe aseguran al ciudadano que el abogado que le defende está adecadamente preparado para hacerlo”.

Me resulta pátético, porque lo comparto, y entiendo que refleja la tremenda disentonía entre los poderes públicos y la ciudadanía, representada aquí por los profesionales del derecho, de la defensa de los derechos de los demás, este titular: “Escuchen, negocien y no aplasten”.

Publicado en: Actualidad, Derecho Etiquetado como: abogados, Colegio profesional, Consejo Superior de la Abogacía, deontología, derecho, jueces, sociedad ciivil

Mal Derecho, Justicia colapsada, derechos cuestionables

7 enero, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Difícil condensar en un solo título la variedad de cuestiones que arrastra, convertida en un pesado fardo, la Administración de Justicia en España. La crítica respecto al mal Derecho tiene amplio consenso entre los especialistas, abarcando desde una legislación prolija, desigual, incluso contradictoria, y falta, en aspectos sustanciales, de un ordenamiento lógico, que permita su conocimiento y aplicación sin graves fisuras.

Que los órganos jurisdiccionales están colapsados, no es tema nuevo, y lo padecen, tanto los propios jueces -preocupados, sin duda, por la demora en dar solución a los litigios que se les presentan-, como los letrados y, desde luego, los clientes, que ven acumularse el tiempo sobre sus pretensiones, acumulando gastos, tensiones y pérdidas de oportunidad.

Si esto fuera poco, existe, además, la fundamentada opinión de que la Justicia no es igual para todos. El acceso a la Justicia nunca fue universal ni cómoda. Acudir a los Tribunales es caro -en dineros y en tiempo- y sería, por ello, iluso, pretender que las puertas de acceso a las instancias judiciales está abierta a todos. El ánimo para pleitear no alcanza por igual a todo el mundo y, ante una Justicia lenta y en parte impredecible, quienes obtienen mayor beneficio de la situación son, por supuesto, los que más pueden resistir, incluso desde una posición contraria a derecho que ellos mismos han sabido o querido suscitar.

Hay 4.800 jueces en España (uno cada 10.000 habitantes), cifra muy inferior a la idónea, que se estima en 10.000. Desde algunos sectores, se critica su preparación, no tanto en los aspectos teóricos, sino en cuanto a la experiencia vital de los magistrados que, llegados demasiado jóvenes a la responsabilidad, no tienen ocasión de adquirir formación práctica al margen de la toga, y, por ello, corren el riesgo -no pocas veces, visible en sus comportamientos- de un endiosamiento que nace de saberse con autoridad pero sin la pericia de quien conoce bien la sociedad a la que sirven.

Seguramente el mayor hándicap con el que se encuentra la Administración de Justicia  proviene, sin embargo, de la entidad de quienes acuden a ella. Las grandes empresas, los demandantes con mayor poder económico o quienes, sabiendo que el fallo se dilatará,  tratan de crear situaciones de hecho que les benefician, asumiendo que quienes se ven desplazados de su derecho, desistirán de defenderlo en los Tribunales o no podrán soportar los altos costes de pleitear contra el poderoso.

Publicado en: Derecho, Uncategorized Etiquetado como: acceso, colapsada, cuestionables, derecho, derechos, jueces, justicia, parcialidad, saturación, universal

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