Al socaire

Blog personal de Angel Arias. La mayor parte de los contenidos son [email protected], aunque los dibujos, poemas y relatos tienen el [email protected] del autor

  • Inicio
  • Sobre mí

Copyright © 2023

Usted está aquí: Inicio / Archivo de justicia

Conjeturas (2)

17 marzo, 2019 By amarias 1 comentario

El independentismo catalán ha elegido un sábado de marzo de 2019, (el 16) para fletar unos cuantos autobuses hasta Madrid. No son muchos para lo que podría haber sido. La capital del Reino está hermosa en este falso comienzo de primavera, y merece la pena aprovechar unos días de asueto para acercarse desde provincias a disfrutar del ambiente de tolerancia, cosmopolitismo, cultura y simpatía que expele esta villa, capaz de codearse con otras grandes capitales del mundo sin mover una pestaña.

Viene la expedición turística catalana, -además de para hacer compras, pasear por la calma, visitar tal vez algún museo y comer un buen cocido-, para armar ruido, y contraponer presión sobre la sombra alargada hacia el trullo de los cabecillas no fugados del fallido procés. El opaco  presidente de la Generalitat, (Joa)quim Torra, títere del escapado Puigdemont, se ha aupado a la cabeza de esta expedición turístico-recreativa, para espetar al resto de los españoles que España debe escuchar a Cataluña, preguntarse qué hizo mal (aquélla), y respetar su deseo de libertad y justicia (de ésta).

La conjetura catalana es falsa como la falsa moneda, va a contrapié de la solidaridad necesaria para escapar de las tormentas, resulta ajena al hecho histórico español y al modelo europeo, y es perjudicial para todosuy, pero más para las ilusos que se han creído que siendo cabeza de ratón podrán defenderse mejor de las garras leoninas del capitalismo voraz.

Cierto que a esa conjetura solo puedo oponer otra, que es que a la mayoría de los encausados por el intento de sedición y/o rebeldía se les impondrán penas de cárcel. Esta presunción no tiene que ver con mi firme creencia, que comparto con la inmensa mayoría de españoles, de que los catalanes forman parte de España, y que están y estamos todos mucho mejor juntos que a la greña. Radica en mi convicción de que las leyes deben respetarse y que quienes inviten a violarlas desde las instituciones, no importa si estando convencidos o sufriendo alucinaciones, incluso aunque pretendan defender la voluntad de un par de millones de ciudadanos, merecen respeto pero no un trato de favor.

Los hechos ya no son presuntos, sino ciertos, aunque los matices puedan ayudar a valorar la gravedad de las intenciones y discriminar las culpas. Pero ni el sentimiento de lástima que llega a sobrecoger al verdugo sirve para justificar que le tiemble la mano, ni la compasión como espectador implica apoyar la indulgencia, porque el Estado de derecho no es distinto para unos y otros.

Así que, después de un juicio que valore la gravedad de sus actos, los cabecillas de la insurrección habrán de pasar unos años en la trena, que les rediman, ya que no reparando el daño ni posiblemente arrepintiéndose ni rehabilitándose, al sufrir la pena de la privación de libertad.

Permita el lector que me zambulla en otra conjetura. No hace tantos días, poco antes de este desfile anticonstitucional, y poco después de la ocupación de las calles del centro de Madrid por los taxistas que reclamaban que se ahogase la libertad de contratación de los vehículos de ocupación concertada (VOC) con una ley mordaza ad hoc, el 8 de marzo de 2019, miles de mujeres y algunos hombres se manifestaban en la capital y en muchas ciudades del Reino, reclamando la plena igualdad del antes considerado sexo débil, pidiendo también, como es costumbre para todo grupo vociferante, libertad y justicia y, ya en deriva, en ciertos sectores, esgrimiendo carteles y gritando eslóganes de pelaje entre chusco y deplorable.

Tengo la conjetura de que las manifestaciones, al menos la de Madrid, estaban organizadas en sus elementos básicos por personas que saben bien cómo movilizar a las masas. Se prendieron mechas en distintos puntos del bosque de los ideales feministas y así se consiguió que ardieran muchas más hectáreas. Solo que, para mí al menos, se perdió gran parte del sentido reivindicativo leal y serio, difuminándolo en una fiesta más bien grotesca.

Dentro de mi conjetura, quiero suponer que algunas relevantes integrantes de la manifestación de Madrid participaron en ella, confundidas, es decir, confusas. En la primera línea del frente de exhibientes, había miembros del Gobierno socialista (y la esposa del presidente de Gobierno), que no se limitaron a llevar una pancarta y avanzar en silencio.

Contagiadas por el ardor multitudinario y víctimas propiciatoria de la organización revoltosa, saltaron y botaron sin sentido, y dejaron que sus voces se confundieran con insultos, eslóganes y soflamas tabernarios.  Dijeron algunas de esas figuras del Gobierno que actuaban en el ejercicio del derecho a la expresión individual.  Solo que, desde mi conjetura, se convirtieron también en portavoces de aullidos que nada tienen que ver con la igualdad, el feminismo y el derecho a no ser discriminadas por haber nacido sin pene, aún disponiendo, por evidencias crecientes, en general, de una superior inteligencia de los portadores naturales de ese adminículo de poco uso.

Tengo, en fin, una conjetura que extraigo de tamaño batiburrillo de ideologías, creencias e intereses: arriesgamos avanzar por el camino de lo peor, creyendo ir por la senda de querer estar mejor.

El independentismo nos empobrece y genera barreras económicas y sociales que nos hunden en la miseria de la no recuperación; encrespa y abre barreras de incomprensión y hasta de odio entre quienes deberían poner los hombros unos junto a otros y los cerebros y las manos a empujar los mismos carros.

El feminismo vociferante y pre-bélico no ayuda a avanzar en la consecución de esa igualdad, justa, legítima y, además, beneficiosa para todo el colectivo humano. Ni siquiera sirve para acelerar el ritmo porque, como bien sabemos los que peinamos canas (muchos de ellos en la generación de las yajus, los ya jubilados), ha alcanzado velocidad de crucero en las últimas décadas, abriendo y derivando barreras.

Hemos ido juntos, hombres y mujeres, en esos avances. Cierto que queda camino por hacer pero los varones no somos, sin más, el enemigo. Quiero creer, también, que la mayoría de las mujeres saben valorar que, con limitaciones del modelo y circunstancias, la mayoría más significativa nos hemos colocado al lado de nuestras compañeras, desde el respeto, el afecto y la comprensión, apoyándolas en su justa carrera, no solo con aplausos, sino eliminando rémoras cuando estaba en nuestra mano.


El ave que vuela en el limpio horizonte castellano es un juvenil de golondrina común (hirundo rústica). Cuando los niños de entonces estudiábamos Ciencias Naturales en el bachillerato, la golondrina era uno de los animales que, elegidos como ejemplo de su categoría (en este caso, las aves) nos enseñaban a distinguir entre morfologías, aparatos digestivos, músculos o huesos.  La golondrina común es de todas las aves voladoras con l< cola ahorquillada, la única que tiene manchas blancas en la cola y una garganta de color naranja con anillo ocular oscuro.

Bécquer poetizó a las oscuras golondrinas, aunque esas aves, tan conocidas, solo parecen oscuras vistas desde arriba. Vistas desde el suelo, es característico elemento diferenciador de la familia de las Hirundinidae, la cola: Ligeramente amilanada en el avión zapador (y collar marrón), redonda con manchas blancas, en el avión roquero, con largas pestañas (más cortas en el joven) en la golondrina común y en la dáurica (ésta, con dorso y obispillo naranja y zona ventral completamente negra) y, en fin, el avión común, con cola negra amilanada, obispillo y zona ventral blancos y tenue collar gris.

 

 

Publicado en: Actualidad, Cataluña, Mujer Etiquetado como: catalanismo, conjetura, feminismo, justicia, Madrid, manifestación, procés, taxista, Torra

Por qué en Catalunya: Séptima entrega. Final

5 noviembre, 2017 By amarias 1 comentario

Termino esta serie de comentarios, en los que pretendí ofrecer una visión personal aunque no mediatizada por nada ni por nadie, de la grave situación que se ha generado en Catalunya. Pongo punto final, no porque se haya llegado a una solución ni porque se atisbe ésta siquiera. Lo hago porque, sencillamente, no quiero aparecer involucrado en la escalada de desencuentros y descalificaciones que, lejos de utilizar pasarelas ideológicas que posibiliten diálogo y acuerdos, se empecina en profundizar en irrelevantes diferencias, y estériles, por inapropiados a este momento, enfoques de la cuestión.

Qué situación de charanga y pandereta en un contexto que demanda tanta seriedad y solvencia. El ex president Puigdemont, y cuatro de los ex consellers de su Gobierno, fugados a Bélgica, se encontraban, al principio del día de hoy, 5 de noviembre de 2017, en busca y captura. A esta hora de la tarde, circulaba el rumor (convertido luego en realidad) de que se habían presentado ante un juez de guardia belga, dispuestos a empezar la resistencia procesal a la extradición para ser juzgados en España, lo que podría dilatarse varios meses.

El magistrado belga los dejó en libertad, con la única imposición de que deben permanecer en el territorio belga. Un galimatías procesal, una increíble internalización de un conflicto nacional en el que tantas empresas y familias están perdiendo poder adquisitivo y esperanza de futuro. Puigdemont anunció, desde su refugio, que se propone presentarse a las elecciones del 21 de diciembre, convocadas como parte de la aplicación del art. 155 por el gobierno central. Mientras no se encuentre inhabilitado, podría, formalmente, aspirar a President. Cabe preguntarse: ¿Con un programa separatista, y para proclamación de una República catalana, aprovechando nuevamente una democracia en grado sumo tolerante y no inclusiva?

En prisión provisional se mantiene a los ocho consellers a los que el juzgado de instrucción de la Audiencia Nacional considera con riesgo de fuga y con suficientes indicios de haber cometido delitos de sedición, malversación y rebelión, habiendo actuado, según todos los datos de que disponemos jueces y resto de la ciudadanía, de forma coordinada y premeditada, es decir, con dolo.

La perspectiva penal para estos encausados, los ahora aún prófugos o sustraídos a la acción de la justicia española y los miembros del Parlament que están llamados a declarar el próximo jueves, 9 de noviembre, es muy gris: en el más favorable de los casos, de confirmarse la imputación, estarán quince años en la cárcel. El futuro penal de los responsables de las Asociaciones populares ya encarcelados preventivamente, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, no tiene mejor cariz. Los partidarios que se movilizan en la calle pidiendo su liberación parecen estar deseando una amnistía, lo que es, además de improcedente, legalmente imposible, pues el Gobierno no puede interferir en las decisiones de la Justicia, sin quiebra del estado de Derecho.

Leo la opinión de algunos comentaristas que abogan por la salida del galimatías con base en la revisión constitucional, luego de un período de negociación y análisis entre los partidos, y siguiendo los trámites que prevé la actual Norma Suprema para su modificación, en el supuesto agravado de su modificación sustancial. No creo que esto sea la solución al problema que se ha creado en Catalunya, como no me parece admisible que el Estado de Derecho se doblegue ante la clara infracción de sus normas penales en la que han incurrido, a sabiendas, y con consciencia de los efectos que podrían causar con su actitud, los representantes de los partidos separatistas.

Estamos, pues, en una encrucijada de la que solo se podrá salir con serenidad, tiempo, y con el fortalecimiento de los cauces de representación de la sociedad civil pacífica, constructiva, seria. En este país que ha sido modelo en tantas ocasiones de tolerancia, de solidaridad, no debería ser difícil si se encontraran -y han de surgir, y lo antes posible- líderes convincentes. Porque solo los intolerantes, los fanáticos, los inconscientes, pueden tener interés en reabrir heridas por las que surgiría, como un fantasma redivivo, el espectro de la guerra civil y el desentendimiento entre españoles.

He escrito estas notas desde el inconmovible afecto a la unidad de España, con la convicción de que el mapa regional está confeccionado con grandes desequilibrios que imposibilitan la consecución de la igualdad en los parámetros de gestión de los servicios y, por tanto, sus resultados. Lo suscribo desde la constatación de graves despilfarros en nuestra Historia reciente, en infraestructuras. en subvenciones y en la ejecución de los programas educativos, sobre todo. No es este, desde mi propia perspectiva, un análisis acabado y, muy seguramente, adolece de errores patentes a terceros.

Soy firme partidario del diálogo, del uso de la capacidad de convicción y de la prudencia en la toma de decisiones que no se sustenten en el conocimiento y, en su caso, no cuenten con el apoyo de las inmensas mayorías. El gobierno de Catalunya nos ha dado recientemente, ejemplo lamentable de lo contrario. No me duelen prendas en admitir que el gobierno de España no ha estado, en la tolerancia por el avance del proceso secesionista sin tomar medidas de contención, a la altura que demandaban las circunstancias.

Tiempo para restaurar la convivencia y hacer balance de los platos rotos. Urge cambiar los interlocutores por nuevos representantes que no estén ni cansados ni condicionados por sus actuaciones precedentes. La sociedad española, en la que está integrada la catalana, y la vasca, y la andaluza, y la gallega, y todas las ascendencias regionales que conforman la nación integradora de diferencias que es España, tiene ante sí un nuevo reto. En un momento económicamente delicado.

El bloque que pretende lograr la independencia para Cataluña agrupa a la burguesía y a la izquierda revolucionaria. Una combinación contra natura cuya solidaridad ocasional trae males presagios. La superación del dislate sin más daño abrirá la puerta a un futuro mejor, a otro período de paz social y desarrollo concertado. Apliquémonos al objetivo. Si alguien quiere quedar fuera, solo suya sea la culpa y no espere de nosotros el perdón.

FIN

Publicado en: Cataluña Etiquetado como: Cataluña, crisis, economía, elecciones, empresa, españa, ética, justicia, PSOE, Rajoy, responsabilidad, solidaridad

Porqué en Catalunya: Cuarta entrega

27 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Escribo esta Cuarta entrega en un día que aparece como crucial para acelerar, ya que no el desenlace, sí la generación de un máximo de tensión en relación con la declaración de independencia de Cataluña por parte del actual Gobierno de la Generalitat.

Es la mañana del 27 de octubre de 2017, y todos los interesados en el tema que aún no se encuentren saturados por la escenificación del nivel de desencuentro entre las posiciones de ambos gobiernos (central y regional), han podido contemplar ayer lo que parece el último acto antes de la declaración de independencia por el Parlament catalán y la autorización de la aplicación del art. 155 en el Senado de la nación.

La cuestión, es pues, gravísima y no hace falta usar ni una pizca de imaginación para deducir que la salida a la misma no puede resultar ni previsible, ni pacífica, pues el timón de los acontecimientos ha sido trasladado a la calle. Las manifestaciones de los partidarios de la independencia, dirigidos y alentados en Cataluña por personajes con indudable relevancia mediática y carisma personal, han ocupado los espacios públicos (y la TV3), y los lemas se repiten machaconamente, pivotando sobre los términos Libertad, Democracia, Independencia del Estado español, República.

No hay opciones para la discusión parlamentaria ni para la modificación pacífica -es decir, legal, con base en las mayorías cualificadas imprescindibles, necesarias- de aquellos artículos de la actual Constitución española que pudieran ser objeto de revisión. En ningún caso, a tenor de las expresiones de intención de la mayoría de los españoles encuestados y de los partidos que representan la mayoría parlamentaria, esta modificación podría afectar a la forma de Estado (monarquía) ni a la unidad territorial (España es indivisible, reza la Norma Suprema).

Se podría hablar, pues, de modificaciones de  la Constitución actual, en relación, sobre todo, al modelo territorial y al reparto de competencias entgre el estadio Central y las regiones. Algunos, si nos correspondiera opinar con relevancia, defenderíamos la remodelación de las actuales regiones -demasiadas, y muy desiguales-, permitiendo la federación de Comunidades Autónomas, prohibida expresamente por el art. 145, o la agilización, al menos, de la posibilidad de acuerdos o convenios  entre ellas, sometida a la autorización de las Cortes Generales, en el apartado 2 del mismo artículo. El número óptimo de Autonomías o regiones, no debería superar a seis o siete.

Un asunto muy importante es la recuperación de la óptima gestión de los recursos, demoliendo o revisando con espíritu crítico -dimanante del interés general, hoy perdido en el limbo de los intereses partidistas y localistas- la cesión de competencias a las Autonomías. Enormes despilfarros, decisiones de inversión y gestión sin objetivo serio ni coherente, afectan hoy a todos los sectores básicos: enseñanza, comunicaciones, sanidad, etc.  Es imprescindible reconstruir un Estado central fuerte, en beneficio de todos.

Naturalmente, no tengo la menor idea de lo que va a pasar en concreto. Para mí, como para muchos, que vivimos la situación desde fuera de Catalunya, resulta inextricable el cosmos catalán en este momento, una madeja revuelta y enlodada. Seguramente, habrá disturbios importantes en las principales poblaciones catalanes. Con alta probabilidad, se disolverá el Parlament y se encausará a los cabecillas de la insurrección, quizá se detenga a algunos de los más significativos. Las revueltas callejeras producirán heridos, detenidos, y más tensión. Hasta que estalle.

¿Era esto necesario? En absoluto. ¿Tienen legitimidad suficiente los independentistas? Por supuesto que no. ¿Saben a dónde van? Lo dudo. ¿Causan un daño irreparable? Sí, lo han causado y aún lo provocarán en mayor grado, por su voluntad de persistir en el empeño secesionista hasta que la explosión de la situación en la calle, con víctimas directas y colaterales, les obligue a claudicar, y, ojalá, a preguntarse, qué hemos hecho.

¿Por qué en Catalunya? Se ha dado, de forma excepcional, atípica en relación con el momento que se vive en las democracias occidentales, de la connivencia entre dos facciones socio-políticas habitualmente enfrentadas: a) la burguesía medio-alta (proclive a apoyar, sin convicción ideológica, por pura intuición de lo que resultaría mejor para ella, a los analistas  teóricos y aficionados que, en momentos de crisis, critican, sin ofrecer soluciones, cuanto dimane del sistema oficial, y en la que figuran como exponentes cualificados muchos funcionarios, seguidos a ciegas por pensionistas, rentistas y parados)  y b) la izquierda revolucionaria, atenta siempre a movilizar a los descontentos y oprimidos por el sistema dominante, y en la que militan, a la búsqueda de protagonismo, profesores universitarios, licenciados en paro, ecolojetas, visionarios, ilusos, y, por supuesto, por necesidad o convicción, todos cuantos sufren la marginación laboral y personal, que son, desgraciadamente, millones de personas en este momento de crisis (más de 5 millones).

Si, además, sumamos a) la corrupción destapada y puesta a la amplia luz de la sociedad y, en parte, de la justicia, de algunos políticos, empresarios y funcionarios, cuyo máximo exponente es precisamente el actual partido en el gobierno central ; b) la necesidad perentoria de ocultar la pésima gestión y la incuria de no pocos dirigentes catalanes y sus antecesores, incluso como Presidente de la Generalitat o consellers, c) el atractivo para muchos jóvenes sin ocupación de salir a la calle para protestar sobre cualquier cosa y quemar adrenalina (ya que no solo en los campos de fútbol, dándose porrazos con afectos (?) a otros clubes, o contra las fuerzas del orden,  d) la simpatía propia de un modelo de independencia (liberación del yugo opresor) vendido como solución y no como problema desde las instituciones y media locales y e) la presión del vecino, del colega, y de agentes de movilización experimentados y sin especiales escrúpulos para infringir el orden y las leyes…¿qué tenemos?

La destrucción de la armonía, la implantación del caos por un período de tiempo, el triunfo de los depredadores, a costa de los catalanes y del resto de los españoles.

 

 

Publicado en: Cataluña Etiquetado como: Cataluña, corrupción, crisis, economía, elecciones, empleo, empresa, españa, estrategia, ética, gobierno, justicia, Madrid, política, programa, PSOE, Rajoy, sociedad, solidaridad, trabajo

Porqué en Catalunya: Tercera entrega

26 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Se puede argumentar de muy diversas maneras contra la voluntad independentista del  actual Gobierno de Cataluña, secundada por un porcentaje significativo de catalanes (entendiendo por tales, salvo mejor información censal, los ciudadanos que tienen su actual residencia en la región). Porque, en este escenario de confusión que se ha ido dibujando con precisión de ludópatas, tampoco está bien definido qué significado práctico atribuir al térmico “catalán”, ya que los impulsores del separatismo pretenden que sea ésta una esencia inclusiva de la nacionalidad española, pero excluyente, por lo que no podría ser participada por los demás españoles. Se sería catalán y español pero los españoles no catalanes no tendrían acceso a esa doble nacionalidad.

Si evitamos recurrir a la descalcificación frontal por enajenación colectiva o espejismo ideológico, podría aceptarse como argumento en contrario (sin que ello signifique que se comprenda) que, para esos independentistas potenciales, la idea de separarse del resto de España tiene el atractivo de creer que podrían organizarse mejor, aprovechar con mayor eficacia sus recursos y mejorarían, en fin, su capacidad de maniobra frente a las crisis y su respuesta adaptativa frente al futuro.

Los defensores de la imposibilidad de la separación de Catyalunya, argumentan, fundamentalmente, desde la Ley, el respeto y lealtad institucional, que serían quebrados (lo han sido ya, en realidad) si se incumple la Constitución que expresa, sin ambages, la unidad indivisible del Estado español y su forma de Estado, la Monarquía.

El argumentario antiseparatista se robustece también con previsiones respecto al escenario catastrófico que viviría una Cataluña independiente, contrastando así con la visión idílica de los actuales representantes de las institucones catalanes, algunos historiadores y economistas que ven en un futuro independiente una Arcadia feliz y la liberación del yugo insostenible de una España antidemócrata, represiva, retrógada.

Tienen los independentistas, en alguna parte, razón. El tamaño no debería importar. Ni el territorio, ni la población, o las magnitudes económicos cobran importancia real, por comparación con lo existente. Se encuentran, en el mundo, Estados muy pequeños, algunos por pura conveniencia de las potencias o por caprichos de la Historia y residuo de viejas confrontaciones bélicas. Se ha hecho notar por los historiadores y geógrafos que casi la mitad e los 194 Estados actuales se generaron en el siglo XX. Es decir, no se puede argüir que los Estados son producto de la consolidación de antiguos momentos de exaltación nacional.

Algunos Estados pequeños pertenecen a la Unión Europea, y encajan en el modelo de democracias modernas y estados amigos. Tampoco en este sentido Catalunya independiente puede ser objetable. Malta y Chipre son el ejemplo -rayano en lo ridículo, aunque defendido con orgullo por sus afectados- de Estados diminutos cuyos representantes se sientan con los demás miembros de esa reunión de comerciantes con ilusiones de obtener mayor grandeza. Entre los Estados que componen actualmente la Unión Europea, se incluyen diezpaíses con menor población y territorio que Cataluña.

Los independentistas (y también, algunos teóricos del desarrollo económico), suelen tomar el modelo/ejemplo de Dinamarca.Con un a renta per cápita de 48.400 dólares es un ejemplo atractivo de Estado de medio tamaño que ha sabido utilizar su situación privilegiada ente los grandes, su alto nivel formativo y las capacidades comerciales de sus instituciones públicas y privadas para consolidarse como un Estado próspero yejemplar.

Los separatistas catalanes desean que la Catalunya independiente sea una República. En eso, se separan de la tradición española y del país envidiado (Dinamarca), que son Monarquías. No parece encontrarse en la forma de Estado la raíz sustancial para obtener el  máximo fruto de la actividad económica y social. En este momento, en España, tenemos un monarca muy bien formado, con prestigio internacional, que mejora con amplia ventaja las opciones de sus alternativas no coronadas, tanto en la región catalana como en toda España. Podrá ser opinable, pero, como republicano, me permito repetir esta apreciación una vez más, sin que me duelan prendas.

(continaurá)

Publicado en: Cataluña Etiquetado como: Cataluña, corrupción, crisis, economía, elecciones, empleo, empresa, energía, españa, estrategia, ética, gobierno, justicia, política, programa, PSOE, Rajoy, responsabilidad, sociedad, solidaridad, tecnología, trabajo

Porqué en Catalunya: Segunda entrega

22 octubre, 2017 By amarias 1 comentario

Si admitimos como principio que no existen “pueblos elegidos”, ni razas genéticamente superiores, e incorporamos a nuestro razonamiento, como catalizadores activos, las ideas de solidaridad, necesidad de progreso compartido, igualdad de oportunidades, con la garantía de un marco legal que regule la convivencia, los impulsos revolucionarios tienen un campo de viabilidad limitado.

Especialmente, aquellos movimientos separatistas que defiendan la separación de un grupo de la sociedad a la que, hasta entonces, han pertenecido.  En mi opinión, la voluntad de segregación solo cobraría sentido si se tratara de un grupo étnico, raza o clase social oprimidos, vejados o sojuzgados por quienes detentan el poder.

Es evidente que la situación de explotación por la administración central no se da en Cataluña. Todos los argumentos que pretenden justificar el separatismo pueden aparecer como legítimos en cuanto expresión de una opinión peculiar -en la línea de respeto a cualquier elucubración en asuntos no dogmáticos-, pero, desde la perspectiva de la realidad  no adulterada a voluntad, son falsos.

Porque ni en España, ni, obviamente, en Cataluña, falta democracia -nos encontramos, como está reconocido por todos los Estados con democracias avanzadas, en el núcleo de cabeza de respeto a los derechos-, ni se roba ni a robado a los catalanes desde la Administración central (aunque sí parece demostrable que algunos personajes que han detentado poderes en las instituciones catalanas se han aprovechado de su situación de privilegio), ni hay represión sobre ese área ejercida desde el Estado central u otras instancias de la Administración pública, porque la aplicación de los instrumentos del Estado de derecho es la consecuencia natural de los pactos de convivencia.

Es decir, quienes incumplen la Ley, deben responder por su acción, y con especial atención a los incumplimientos de quienes están obligados a ser garantes . Por cuestiones de ejemplaridad, de coherencia, de respeto a la esencia de la convivencia.

Que elementos rupturistas de ese orden legal y constitucional se hayan afincado en parte de la población catalana, y que cuenten con el apoyo de partidos minoritarios con presencia en el conjunto del territorio, no debe servir de base para demostrar flaqueza en la defensa de esos principios. Son la base de la convivencia. Es cierto que los pactos que regulan esa convivencia podrían cambiarse, pero no de cualquier forma y no desde las propias instituciones. Si una minoría o una proporción insuficiente de ciudadanos cambian esas reglas, sin contar con lo antes pactado y despreciando al resto, se estaría produciendo una revolución. Si los cambios se hacen desde el poder -no importa si hayan accedido legítimamente o no-, y perjudican a parte de la ciudadanía, buscando el beneficio de otros, es, desde luego, una posición dictatorial.

Especialmente lamentable de la situación catalana en este momento que nos ha tocado en la mala suerte de vivir a los pacíficos, es que, la postura del actual gobierno de la Generalidad y de sus apoyos revolucionarios, está provocando, además de la repulsión de la inmensa mayoría de españoles, la división entre catalanes. ¿Por qué ha sucedido así? Por la manipulación de los sentimientos, en una operación de años, de décadas, en la que se ha venido a demostrar, una vez más, que se puede contagiar a una multitud de la idea de que un marco nuevo, desconocido, mejorará su situación de partida. Y ante perspectivas tan halagüeñas, la ética y la deontología decaen,  los razonamientos matizados o la repulsa sucumben ante el pensamiento único que va imponiéndose, de una forma no persuasiva, sino coactiva.

La oposición, la simple discrepancia, queda sepultada por la presión de quienes detentan el poder (inicialmente legítimo, pero convertido en ilegítimo por su deriva antidemocrática, fascista, ilegal) y sus palmeros. Así fue con el nacismo, así es y serán con todos los movimientos de la Granja animal humana en que se impone el avasallamiento de una parte de la población por la otra.

Ocultar la fractura social, que se materializa en odios y descalificaciones recíprocas, es imposible en este momento. La convivencia entre catalanes, dado que se puede intuir que la sociedad catalana está, no solo dividida en dos mitades, sino que también se encuentran fracturadas las familias, se ha hecho muy difícil. Tendrán que sucederse generaciones, seguramente será dolorosamente “necesario”, como en toda revolución, que haya víctimas, para que se imponga nuevamente la calma de la razón común.

(continuará)

Publicado en: Cataluña Etiquetado como: Cataluña, corrupción, crisis, economía, ética, gobierno, justicia, PSOE, responsabilidad

San Ivo, patrono de los abogados

12 junio, 2014 By amarias Deja un comentario

El doce de junio de 2014 se celebra la festividad de san Ivo, patrono de los abogados españoles, junto a san Raimundo de Roquefort, santo Tomás Moro y el mismo Jesucristo. O sea, que por ese lado, vamos bien servidos de protección, los licenciados en derecho que ejercemos, en sus variadas formas, el espinoso oficio de dar forma jurídica a las razones de nuestro cliente frente a las que esgrime un colega desde el bancal de enfrente, defendiendo las del suyo, empeñados ambos en desbaratar las del otro sin piedad.

Parece que el tal Ivo fue merecedor del patronazgo, porque ejerció de abogado allá en el siglo XIII, escribió un decálogo con doce normas para uso y guía de los que pertenecían a su mismo gremio  -alguna de ellas, obsoleta, en mi modesta opinión- y realizó el milagro de convencer a un ricachón que quería enchironar a un mendigo por haberle olido la comida (sic), haciendo que se contentase con olisquear la moneda que el santo pidió al pobre encausado.

Me inquieta, sobre todo, el epitafio que dicen que se encuentra en su tumba, en un cementerio bretón en el que puede leerse: “SANCTVS IVO ERAT BRITO/ ADVOCATUS ET NON LATRO/ RES MIRANDA POPULO”. (1) Resulta, por lo que se nos explica, que en aquellos tiempos de la baja edad media, los abogados tenían fama de ser ladronzuelos, y el santo varón destacaba por su virtud de hacer de juez y defensor de causas de los menos favorecidos, gratis et amore.

Trasladado a los momentos actuales que vive la abogacía, veo en esa leyenda una distonía formal (si se me acepta como antónimo de sintonía) con lo que nos sucede a los abogados en ejercicio. No, santo Dios, porque nos hayamos reconvertido en ladrones, sino porque hemos dejado de ser admirados por el pueblo, que nos ven como hostigadores de pendencias, más que como amigables componedores.

No pocas veces, acuden a nuestros bufetes, independientemente de que nos hallemos especializados en civil, penal, mercantil o administrativo, ánimos exaltados que nos invitan a pleitear contra otros, planteándonos demandas, querellas, denuncias y amenazas, por gentes que pretenden conocer más Derecho que Comprensión o Tolerancia.

Escarmentado, como todo letrado viejo, en el riesgo de confiar a otro -aunque sea más togado que un mariscal de campo y con más puñetas que la Princesa Garbanzo- el dirimir entre litigios, aconsejo a mis clientes que se pongan de acuerdo, antes de tirarse a matar en un foro judicial. Pierdo, con ello, minutas sustanciosas, pero gano mucho tiempo perdido en los pasillos y salas de justicia, además de ahorrarme explicaciones y disgustos. Porque, para que te den la razón, hay que tener argumentos, paciencia, y, sobre todo, dinero para aguantar los trámites justicieros hasta la última instancia, lo que no es privilegio, desde luego, de los pobres.

Santo Ivo, si exististe y están en los cielos, ilumínanos con tu perspicacia. A todos, no solamente a los que nos dedicamos a poner en papel, con apelación a sentencias, artículos de Código y hechos probados o probables, el derecho que asiste a los que confían en la Justicia en este mundo tan desorbitado.

 

—–

(1) Traducción: “San Ivo era bretón/ Abogado y no ladrón/ Cosa de maravillar para la gente”

 

Publicado en: Actualidad, Cultura Etiquetado como: abogados, Ivo, justicia, patrón

Cuento de primavera: El examen

30 mayo, 2014 By amarias Deja un comentario

Dicen los que han estudiado el tema, que al final de los tiempos, el Supremo Controlador de las criaturas, reunirá a todos los que han sido profesores, jueces, seleccionadores de las más variadas actividades y materias, y les someterá a un examen.

Será un examen en el que no se permitirá consultar ni libros, ni apuntes, ni iPod, ni los bancos de datos, ni ninguna otra información disponible en ningún medio conocido o por conocer.

Dicen los entendidos, que el examen consistirá en dos únicas preguntas, que no les serán planteadas conjuntamente, sino en sucesión. El enunciado de la primera, será ésta:

“Explica, de la forma lo más concisa posible, por qué has aprobado, premiado o seleccionado, utilizando tu poder de decisión, a quién, según los mismos baremos que has aplicado en otros casos, no lo merecía”.

El Supremo Controlador ofrecerá un tiempo limitado, porque aunque se tenga por delante toda la eternidad, no es cuestión de dejar que los examinandos se pierdan en elucubraciones.

Habrá de ver a muchos jueces tratando de detallar por qué han adoptado resoluciones manifiestamente injustas, teniendo en cuenta la presión de los poderes económicos o políticos, los intereses personales, familiares o grupales, una alegada escasez de tiempo o medios para analizar en profundidad las cuestiones debatidas, que les llevó a fiarse de la pretendida autoridad de los bufetes que defendían una determinada postura, su intuición que les había hecho prever que un justiciable era inocente o más inocente que otros, etc.

Allí estarán  no pocos profesores explicando la vulnerabilidad a ciertas recomendaciones, a la previsión de hacer méritos ante quienes después, por otras razones, podrían beneficiarlos a ellos, a compensaciones por trabajos extraacadémicos que les proporcionaría alguna ventaja económica, a oscuras relaciones personales o favores sexuales, etc.

No faltarán los argumentos de tantísimos seleccionadores de personal, miembros de jurados de certámenes, concursos y procesos de calificación, defendiendo que, con su actuación, se trataba de dar el sello de su aprobación a un candidato ya escogido por quienes les habían elegido a ellos por su facilidad para hacer la vista gorda y refrendar una decisión predeterminada, o reconociendo que habían sucumbido ante la presión de ciertos estamentos, empresariales o sindicales, o que habían premiado a una obra literaria, artística o científica, sencillamente, porque se habían dejado guiar por corporativismos, amistades inquebrantables, pertenencia a grupos, mafias o agrupaciones, etc.

Cuando se hubieran recogido por los ángeles custodios las respuestas, el Supremo Controlador, expondría la segunda pregunta:

“Explica, ahora, por qué no has elegido a quien, mereciéndolo, has desestimado para un puesto, o has condenado sin razón suficiente, has suspendido teniendo los mismos méritos o con igual o incluso mejor, expediente o examen o, en su caso, has rechazado para una candidatura”.

Los examinandos habrán llenado, con mayor o menor diligencia, las hojas de examen que, por la naturaleza de que estamos hablando, estarían obligatoriamente redactadas en papel celeste.

Recogidas todas las explicaciones, dicen los exégetas que el Supremo Hacedor, dirá, a quienes hayan ofrecido sus explicaciones, con voz tonante:

“Pocos habéis aprobado, y no necesito leer vuestras respuestas, desde mi infinita sabiduría. A los demás, pobres desgraciados, os digo con toda determinación que no habéis hecho caso del preciso mandato que os he dado a todos: No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados. No habéis sabido interpretarlo desde la posición de vuestro poder, porque lo habéis despilfarrado, actuando de manera arbitraria. Debíais de haber sido objetivos, porque para ello aceptasteis juzgar, que supone situarse en mi posición y habéis sido mezquinos. Por ello, seréis castigados.”

Parece ser, si las revelaciones son ciertas, que durante toda la eternidad, estos jueces, profesores, seleccionadores, conjurados y sabihondos estarán presentándose, una y otra vez, a tribunales, oposiciones, juicios, certámenes, concursos, en los que serán, reiteradamente rechazados, suspendidos, despreciados.

Hasta que encuentren la solución a su laberinto.

Que no es otra, dicen los eruditos, que descubrir la humildad que debe presidir toda decisión de juicio, la sensibilidad que ha de ser inherente a toda selección, la capacidad que se ha de desplegar en todo análisis, y la objetividad de la que no es posible desprenderse, cuando se está ejerciendo autoridad sobre otros, que no dimana del que posee el poder, sino de la delegación que hacen todos los demás en él para que administre ese poder con inquebrantable coherencia y justicia.

Que esa es la servidumbre de quien es designado para juzgar a otros, que es privilegio de los dioses.

FIN

 

 

 

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: cuento, cuento de primavera, discriminación, examen, justicia, objetividad

Cuento de primavera: Entre caballeros

28 abril, 2014 By amarias Deja un comentario

-Me parece que necesito tomar algo -dijo el juez Pertuncho. El Secretario en funciones le había agarrado por el brazo izquierdo y le había hecho daño.

-Me parece estupendo. Así, conocerás a los demás. -oyó decir al Secretario, que volvía a tutearle, como al principio, cuando le había interrumpido en sus pensamientos de satisfacción por el poder que creía recién consolidado. Los oídos le zumbaban. “Me ha subido la tensión”, pensó.

No hubiera sido capaz de recordar si la puerta del Juzgado quedó cerrada, si el olor a potaje se había disipado, si el bar estaba a pocos metros o habían utilizado la furgoneta y hasta qué punto Al notar que algo caliente se le deslizaba por la comisura, el juez Pertuncho tomó conciencia de que estaba sangrando por la nariz, lo que hacía tiempo no le sucedía.

-Estás sangrando por la nariz -le advirtió el Secretario-.

-Me pasa con frecuencia -mintió Pertuncho, quitándole importancia, mientras buscaba un pañuelo, que no encontró, en el bolsillo del pantalón.

-Siéntate en ese murete y echa la cabeza hacia atrás; se te pasará pronto -aconsejó el subordinado-. A mi mujer le sucedía también al principio de los embarazos.

La comparación de situaciones tuvo un efecto revitalizador sobre el ánimo del juez, quien, taponándose fuertemente las fosas nasales con los dedos pulgar e índice de la mano derecha, expresó -con voz gangosa- su voluntad de seguir andando hasta el local en donde le esperaban, según le había anunciado el Secretario, “los demás”.

Estaba, en verdad, o así le pareció al Juez, reunido para la ocasión, todo el pueblo. Al abrirse la puerta batiente -una lejana rememoranza de los salones de las películas de vaqueros, a las que había sido aficionado cuando estudiaba la licenciatura de Derecho- comprobó que el bar estaba abarrotado; incluso en el exterior se habían cruzado con grupos de personas conversando animadamente.

Cuando la pareja desigual entró en el local,  se produjo un silencio profundo, expectante, y los corrillos iban abriendo un pasillo respetuoso. El aire era de solemnidad.

-Bienvenido, señor juez -pronunció un anciano, al que Pertuncho calculó no menos de ochenta años, con voz teatral-. Soy el oficial del Juzgado.

El juez aceptó la mano tendida, sin dejar de observar que la otra se apoyaba en un bastón con empuñadura metálica, lo que le recordó otros momentos, sin que pudiera precisar cuáles.

-Permítame que le presente a los dos letrados de los que ya le hablé -dijo el Secretario, tomando nuevamente el protagonismo-. El honorable Sr. Gastón Palaciegos, y el no menos honorable Sr. Patrocinio del Corbo.

Pertuncho se descubrió a sí mismo dando la mano a aquellos dos venerables, quienes podían rivalizar con el oficial en cuanto a la antigüedad de su placa de matrícula de inscripción en este mundo de mortales; ambos estaban sentados en torno a una de las mesas, que, a pesar de la aglomeración, no compartían con nadie más. Había restos de café con leche en sus tazas y sendas copas de coñac, casi rebosantes, las flanqueaban.

Los designados como honorables por el Secretario, le habían tendido su mano, simultáneamente, pero no se levantaron de los asientos.

-Encantado de conocerles -empezó Pertuncho, quien, aún sin tener claro el discurso de lo que debía decir, tenía la convicción de que no podía consentir que se le arrebataran las riendas del momento-. El Sr. Secretario me ha puesto al corriente de las graves irregularidades que se han estado cometiendo en el Juzgado que ha pasado a ser de mi jurisdicción. Vds., como letrados, deben ser conscientes de la gravedad de los hechos. Aunque no tenga nada que objetar respecto a las actividades de mediación o arbitraje voluntarios que, al parecer, Vds. han venido ejerciendo, por el contrario…

El otro anciano le interrumpió, con un tono no menos teatral:

-Siéntese con nosotros, joven, y escuche, antes de hacer elucubraciones que no vienen al caso.

Pertuncho, superado por la situación incontrolable, se sentó en una de las sillas vacías; el Secretario hizo lo propio.

-En primer lugar, no somos abogados. -continuó el que había hablado primero-. Por lo menos, no en ejercicio. Yo hace quince años que me dí de baja en el Ilustre Colegio de Robertillos, Cobaleda y Guadalatara como ejerciente, y Patro, nunca estuvo colegiado, porque no consiguió aprobar Derecho canónico, y al agotar todas las convocatorias  hubo de dedicarse a la quiromancia. Fue…¿cuándo fue Patro? ¡Hace, por lo menos cincuenta y cinco años!

-¿Qué está pasando aquí? -fue lo único que se le ocurrió al juez Pertuncho. La tensión que depositaban sobre su nuca decenas de miradas le estaba pesando como una losa; además, aunque a ratos se tocaba la nariz para comprobar que ya no goteaba, no estaba seguro de que la fuga estuviera controlada del todo. ¿Y ese tono teatral, esa solemnidad en la dicción, a qué diablos se debía?

El oficial se acercó con una botella de coñac peleón y una copa de balón, que llenó hasta el borde, poniéndola al alcance de Pertuncho.

-Beba, le hará falta.

El llamado Patro tomó la palabra, sin esperar la venia.

-En realidad, Vd. cree ser juez de esta jurisdicción, querido amigo, pero no lo es, porque tampoco existe este Juzgado de Robertillos, al que Vd. está asignado. Desde hace siete años, cuando se decidió la drástica reducción de gastos en la Administración pública, fue suprimido. Solo que en el Boletín Oficial, por razones que ignoramos, apareció en la relación de vacantes a cubrir en la última convocatoria.

-Es un error, sin duda, solo imputable al grave desorden que impera en este país. Por eso que Vd., aunque haya sido nombrado juez, no puede serlo en realidad, pues el Juzgado que se le adjudicó, no existe -completó Gastón, con una sonrisa que no tenía nada de condescendiente. Sus ojillos, agrandados por unas gafas de culo de vaso, chispeaban. “Estos tipos están borrachos”, pensó Pertuncho. “Cuando se aclare este galimatías, llamaré al alguacil, para que los prenda…si es que este poblachón de pandereta dispone de tal figura”

El juez Pertucho tomó un trago largo de la copa de coñac; lo notó fuerte, denso y rasposo como lija en el gañote. Estaba a punto de llorar, actitud deplorable que solo su dignidad sostenía.

De pronto, se encendieron unas potentes luces, que iluminaron todo el local y los asistentes comenzaron a aplaudir, sin venir a cuento.

Del fondo, un individuo con chaqueta de lentejuelas se aproximó a la mesa en donde estaban sentados los cuatro protagonistas de esta historia, mientras Pertuncho, corrido a rabiar y enrojeciendo a más no poder, le oía decir:

-¡Ha sido todo una broma! ¡Es todo ficción, cuya realización agradecemos a todos estos magníficos actores y actrices, que han ayudado a convertir en apariencia este momento inolvidable!.

El juez Pertuncho hubiera disparado una ametralladora de haberla tenido a mano, pero no habría estado seguro de a quién disparar primero hasta que el locutor de las lentejuelas, con una locuacidad sin tapujos, anunció:

-¡Es una fantasía, juez Pertuncho!. Nada de esto hubiera sido posible sin la información proporcionada por tu padre, el prestigioso magistrado del Tribunal Supremo, D. Rodomiro Pertuncho, que ha querido, de esta manera singular, trasladar a su querido hijo la evidencia de que un juez ha de ser, ante todo, humilde, y que la vida es la mejor fuente de sabiduría, y que depara sorpresas a las que hay que saber hacer frente con juego de cintura!

El magistrado Rodomiro Pertuncho se dispuso a fundirse en un abrazo con su querido hijo, que se quedó quieto, sin saber qué decir todavía.

FIN

 

 

 

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias, Sin categoría Etiquetado como: abogado, cuento, cuento de primavero, ficción, juez, justicia, Secretario

Cuento de primavera: Poniéndose al día

27 abril, 2014 By amarias Deja un comentario

El joven juez Pedro Pertuncho se agachó para recoger uno de los papeles del suelo: “Solicitud de impulso procesal”, leyó en voz muy baja. Era un escrito que llevaba fecha de hacía cuatro años. Un letrado se interesaba, con el debido respeto -expresaba- por saber en qué estado procesal se encontraba una demanda de división de herencia que, según decía, se había cursado hacía tres años.

-¿Qué significa todo esto? -preguntó al Secretario.

-Lo puedo explicar -fue la respuesta que recibió-. Desde que se fue el juez sustituto, las cosas han ido complicándose. Al principio, de los escritos que recibíamos, hacíamos una copia que enviábamos al Juzgado vecino, solicitando instrucciones. Pero como no recibíamos respuesta, los fuimos dejando aquí. Nos daba lástima desprendernos de tanto papel, aunque alguna vez hemos pensado que lo mejor sería venderlo a un trapero.

Pertuncho no dudó en acercarse a la mesa, pisando papeles y algunos de los legajos desparramados por el suelo. Había carpetas con números de los expedientes, otras estaban despedazadas y abiertas.

-P…pero, ¿no han recibido nunca  la visita de la inspección? ¿No les han comunicado ninguna actuación, proporcionado auxilio procesal en todo este tiempo? ¡Esto es una irregularidad manifiesta!  -exclamó, sin estar seguro de ser comprendido.

-Por eso, pensaba que lo mejor para Vd. sería hacer borrón y cuenta nueva. -la frase del Secretario en funciones le machacó los oídos como una perforadora de martillo.- Mi idea era limpiar toda esta morralla hoy y dejarle el despacho limpio este fin de semana.

Y prosiguió:

-Pero Vd. se me adelantó. -El tipo aquel no parecía darse cuenta de lo que se traía entre manos.

-Tengo que dar parte de inmediato a la Audiencia Provincial. Este asunto es merecedor de una sanción, desde luego. Caiga quien caiga. Yo no estoy dispuesto a asumir la responsabilidad de este desastre -razonó, sobreponiéndose al disgusto, el joven de las puñetas recién conseguidas, mientras repasaba mentalmente la posible coincidencia de aquella realidad con alguno de los temas con los que había tenido que lidiar en las duras oposiciones.

-Me temo que no va a ser posible, ni necesario -reaccionó el que, ahora, al juez Pertuncho le pareció un irresponsable manifiesto, un delincuente común, un insensato de categoría piramidal.

-¿Cómo que no es posible? Dígame dónde hay un ordenador -reclamó, ya muy serio. Y como el otro no se inmutaba, continuó, comprendiendo que en aquel tugurio no habría ningún medio moderno de sacar adelante el trabajo- Tráigame de inmediato recado de escribir, allí donde lo encuentre. Bolígrafo, papel limpio y el sello del Juzgado.

-Señoría, tiene que escucharme primero -le replicó el de las manazas-. No le aconsejo llamar la atención sobre este Juzgado. Las cosas no son como parecen.

-¿Cómo son? ¿Qué quiere decir? -explotó el juez Pertuncho, a punto de explotar.

-Esto que Vd. ve, son casos que están pendientes, pero solo de forma aparente. Diríamos, desde una perspectiva judicial, pero no jurídica. En realidad, todos están ya resueltos -aclaró, con incomprensible firmeza, el Secretario.

Después de un silencio en el que Pertuncho creyó haber oído el ruido de una rata, escapándose hacia una esquina del despacho infestado, aquel individuo que debía haber sido su más directo colaborador, el insensato de la cabeza prominente, ofreció su mejor explicación:

-Aquí no somos tan incompetentes como Vd. se podría imaginar por las apariencias. Es cierto que de aquí, de este Juzgado perdido en el culo del mundo, no ha salido desde hace años ninguna resolución. Pero no es menos cierto que, desde hace años, en esta comarca nadie se ha molestado en presentar a los Juzgados ningún litigio. Todos nuestros problemas los resolvemos al margen de la Ley y de la Justicia.

-¿Al margen de la Ley? ¿Al margen de la Justicia? ¿Se lían Vds. a bofetadas, se matan a tiros? ¿Ventilan sus diferencias como en la Edad de Piedra? -le asaeteó Pertuncho, en una batería de preguntas que formuló, a borbotones, según se le pasaban por la cabeza, caliente por la emoción.

-Nada de eso -aclaró el Secretario-. En este pueblo tenemos dos abogados. Los dos muy buenos, le puedo asegurar, y no les falta trabajo. Se han puesto de acuerdo para hacer, alternativamente, de letrado defensor y de acusador. Conocen la ley al dedillo y saben perfectamente lo que dan de sí las normas legales, y resuelven con convicción, sin necesidad de acudir a ningún Juez. Tienen carisma, y la gente les hace caso. Todos los conflictos se ventilan en el bar, tomando unas copas.

El Secretario, ahora, se jactaba de tener las ideas claras. El novel juez le miró de hito en hito.

-Me he permitido enviarles un sms. Allí nos esperan, en el bar, los dos letrados y el oficial. Para pedirle, como todo el pueblo, que no complique las cosas. En esta comarca nos ha ido muy bien en estos años sin que ningún juez nos diga lo que hay que hacer para tener paz.

Pertuncho no sabía cómo expresar su asombro. Abrió la boca como un imbécil.

-Si Su Señoría quiere, a partir del lunes, cambiar las cosas, allá Vd. Pero  le aconsejo que, antes, me deje limpiarle el despacho y quemar todos estos papeles, que carecen de valor. Será un borrón y cuenta nueva. El lunes, que es el dia en que Vd. debe incorporarse efectivamente a su trabajo, arrancamos de nuevo, con la Ley, la Justicia y todo eso que Vd. ha aprendido en los libros. Y que Dios nos coja confesados.

El juez Pertuncho, al apoyarse en uno de los montones, que resultó inestable, estuvo a punto de caerse, no de espaldas, sino de frente, aunque  en el último momento pudo encontrar otro apoyo, si bien no logró evitar que las gafas se le escurrieran de las narices, favorecidas por las gotas de sudor que perlaban su frente.

FIN

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: abogados, atrasos, cuento, cuento de primavera, juez, justicia, primera instancia

Corto paseo por la Democracia, la Ética y la Ley

13 diciembre, 2013 By amarias2013 3 comentarios

Hemos estado oyendo durante años, de boca de quienes se decían nuestros representantes en las Administraciones públicas, amparados en que les habían votado unos cuantos ciudadanos, que eran demócratas convencidos.

Aunque no hubiéramos estudiado en las Facultades de Sociología y Políticas, sobreentendíamos que, quienes decían así, se manifestaban totalmente a favor de escuchar cuantas más opiniones, mejor, antes de tomar una decisión y que serían plenamente capaces de justificar ante la totalidad, especialmente ante aquellos que no les hubieran votado, el porqué habían elegido, de entre las diversas acciones posibles, una y no otra.

Por supuesto, como existía una norma general para actuar, aunque con muchas lagunas, que llamábamos Constitución, lo que nunca hubiéramos imaginado es que, siendo demócratas, fueran capaces de saltársela a la torera. Y si nos hubieran comentado que su conocimiento de lo público les serviría después para sacar más rendimiento desde lo privado, y no al revés, atajaríamos tal insensatez argumentando que ser demócrata es, también, ser honesto.

Desde muy niños, nos han educado para distinguir lo que está bien de lo que estaría mal. Incluso, nos han enseñado unas cuantas historias bastante curiosas en libros sagrados y algunas formas de dirigirse respetuosamente a los seres muy superiores, cuyo fundamento común, según entendimos, era que se debería respetar y amar al prójimo, ser solidario con él, ayudar a los que lo necesitaban y no aprovecharse de los estados de debilidad de los otros, ya que la fortuna es un regalo de los dioses que saben cómo controlar el azar, y premiarán en otra vida a los que no tuvieron su oportunidad en ésta.

Incluso los más escépticos de que todos estos relatos antiguos fueran un invento fantasioso de los hombres, reconocían que se podía encontrar en el interior del propio yo unas varillas sostenedoras de las guías de actuación que nos permitirían, en cualquier caso, dormir tranquilos, y que llamaron ética universal.

Nunca hubiéramos imaginado que algunos de quienes habíamos elegido para que cuidaran y rentabilizaran en beneficio común lo que era de todos, fueran capaces de detraer para su propio goce una parte de lo que les habíamos confiado.

Ya adultos, entendimos que, allí donde la voluntad colectiva de hacerlo lo mejor posible no bastaba para controlar las intenciones de algunos de hacerlo mal, debía actuar el imperio de la Ley. Esa primacía de lo legal era una manera algo rimbombante de expresar que tendríamos como garantía de que nadie malinterpretara los derechos propios y de los demás, a unos cuantos ciudadanos ejemplares que, sin intereses particulares prevalentes ni tendencias o amistades que les impidieran ser muy objetivos, dilucidarían entre quienes creían tener una razón mayor. Y confiábamos en que lo harían de una manera neutral, siguiendo la guía marcada por unos cuantos libros quasi-sagrados que recogían las normas de actuación y convivencia destilados durante siglos, los principios más universales, la ética, y, donde hiciera falta, la tradición y la costumbre, además de ser coherentes con lo que ellos mismos hubieran decidido antes.

Lo que no se nos habría pasado por la cabeza, si no hubiéramos perdido la inocencia infantil, es que algunos de esos jueces estuvieran atentos a sus preferencias políticas para retorcer la ley que deben aplicar, ni que, según quien fuera el juzgador predeterminado por la Ley pero deducido por complejos caminos de asignación digital o, en fin, según fuera el color con que se viera el caso en primera, segunda, tercera o enésima instancia, la razón del que se encuentra frente a la Justicia pudiera cambiar de traje, y que la independencia de algunos jueces no merezca ese calificativo, si se escarbase en sus trayectorias con la azada de la coherencia.

No me atrevo a sacar conclusiones, porque, después del repaso por lo que nos está sucediendo, y aunque es terrible que paguen justos por pecadores, me viene a la mente la frase terrible de los defensores del cuartel de Simancas, y, en verdad que en este caso no me importa la ideología: “Disparad sobre nosotros, porque el enemigo está dentro”.

Solo que no sé bien quien ha de disparar, y con qué balines.

Publicado en: Política, Religión, Sociedad Etiquetado como: Administración, coherencia, cuartel, democracia, disparos, enemigo, ética, justicia, ley, Simancas, universal

  • 1
  • 2
  • Página siguiente »

Entradas recientes

  • Por unos cuidados más justos
  • Quincuagésima Segunda (y última) Crónica desde Gaigé
  • Quincuagésima primera Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para Preadolescentes (6)
  • Cuentos para preadolescentes (5)
  • Cuentos para preadolescentes (4)
  • Cuentos para Preadolescentes (3)
  • Quincuagésima Crónica desde el País de Gaigé
  • Cuentos para preadolescentes (2)
  • Cuentos para preadolescentes
  • Cuadragésima Nona Crónica desde el País de Gaigé
  • Muerte de un Papa
  • Cuadragésima Séptima Crónica desde el País de Gaigé
  • 2022: Momento de un Balance
  • Cuadragésima Sexta Crónica desde el País de Gaigé

Categorías

  • Actualidad
  • Administraciones públcias
  • Administraciones públicas
  • Ambiente
  • Arte
  • Asturias
  • Aves
  • Cáncer
  • Cartas filípicas
  • Cataluña
  • China
  • Cuentos y otras creaciones literarias
  • Cultura
  • Defensa
  • Deporte
  • Derecho
  • Dibujos y pinturas
  • Diccionario desvergonzado
  • Economía
  • Educación
  • Ejército
  • Empleo
  • Empresa
  • Energía
  • España
  • Europa
  • Filosofía
  • Fisica
  • Geología
  • Guerra en Ucrania
  • Industria
  • Ingeniería
  • Internacional
  • Investigación
  • Linkweak
  • Literatura
  • Madrid
  • Medicina
  • mineria
  • Monarquía
  • Mujer
  • País de Gaigé
  • Personal
  • Poesía
  • Política
  • Religión
  • Restauración
  • Rusia
  • Sanidad
  • Seguridad
  • Sin categoría
  • Sindicatos
  • Sociedad
  • Tecnologías
  • Transporte
  • Turismo
  • Ucrania
  • Uncategorized
  • Universidad
  • Urbanismo
  • Venezuela

Archivos

  • febrero 2023 (1)
  • enero 2023 (12)
  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (8)
  • octubre 2022 (8)
  • septiembre 2022 (6)
  • agosto 2022 (7)
  • julio 2022 (10)
  • junio 2022 (14)
  • mayo 2022 (10)
  • abril 2022 (15)
  • marzo 2022 (27)
  • febrero 2022 (15)
  • enero 2022 (7)
  • diciembre 2021 (13)
  • noviembre 2021 (12)
  • octubre 2021 (5)
  • septiembre 2021 (4)
  • agosto 2021 (6)
  • julio 2021 (7)
  • junio 2021 (6)
  • mayo 2021 (13)
  • abril 2021 (8)
  • marzo 2021 (11)
  • febrero 2021 (6)
  • enero 2021 (6)
  • diciembre 2020 (17)
  • noviembre 2020 (9)
  • octubre 2020 (5)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (8)
  • junio 2020 (15)
  • mayo 2020 (26)
  • abril 2020 (35)
  • marzo 2020 (31)
  • febrero 2020 (9)
  • enero 2020 (3)
  • diciembre 2019 (11)
  • noviembre 2019 (8)
  • octubre 2019 (7)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (4)
  • julio 2019 (9)
  • junio 2019 (6)
  • mayo 2019 (9)
  • abril 2019 (8)
  • marzo 2019 (11)
  • febrero 2019 (8)
  • enero 2019 (7)
  • diciembre 2018 (8)
  • noviembre 2018 (6)
  • octubre 2018 (5)
  • septiembre 2018 (2)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (5)
  • junio 2018 (9)
  • mayo 2018 (4)
  • abril 2018 (2)
  • marzo 2018 (8)
  • febrero 2018 (5)
  • enero 2018 (10)
  • diciembre 2017 (14)
  • noviembre 2017 (4)
  • octubre 2017 (12)
  • septiembre 2017 (10)
  • agosto 2017 (5)
  • julio 2017 (7)
  • junio 2017 (8)
  • mayo 2017 (11)
  • abril 2017 (3)
  • marzo 2017 (12)
  • febrero 2017 (13)
  • enero 2017 (12)
  • diciembre 2016 (14)
  • noviembre 2016 (8)
  • octubre 2016 (11)
  • septiembre 2016 (3)
  • agosto 2016 (5)
  • julio 2016 (5)
  • junio 2016 (10)
  • mayo 2016 (7)
  • abril 2016 (13)
  • marzo 2016 (25)
  • febrero 2016 (13)
  • enero 2016 (12)
  • diciembre 2015 (15)
  • noviembre 2015 (5)
  • octubre 2015 (5)
  • septiembre 2015 (12)
  • agosto 2015 (1)
  • julio 2015 (6)
  • junio 2015 (9)
  • mayo 2015 (16)
  • abril 2015 (14)
  • marzo 2015 (16)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (16)
  • diciembre 2014 (24)
  • noviembre 2014 (6)
  • octubre 2014 (14)
  • septiembre 2014 (15)
  • agosto 2014 (7)
  • julio 2014 (28)
  • junio 2014 (23)
  • mayo 2014 (27)
  • abril 2014 (28)
  • marzo 2014 (21)
  • febrero 2014 (20)
  • enero 2014 (22)
  • diciembre 2013 (20)
  • noviembre 2013 (24)
  • octubre 2013 (29)
  • septiembre 2013 (28)
  • agosto 2013 (3)
  • julio 2013 (36)
  • junio 2013 (35)
  • mayo 2013 (28)
  • abril 2013 (32)
  • marzo 2013 (30)
  • febrero 2013 (28)
  • enero 2013 (35)
  • diciembre 2012 (3)
febrero 2023
L M X J V S D
 12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728  
« Ene