Al socaire

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Segunda Crónica desde el País del Gaigé o del Huangmiú

13 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

La semana de febrero de 2022 que termina hoy, domingo, día 13, ha sido pródiga en novedades y tensiones. Desde luego, la más relevante es la amenaza, que aparece a punto de ejecutarse, de la Rusia de Putin de invadir Ucrania y situarnos en un conflicto internacional de alcance imprevisible, aunque decididamente nefasto. El cacique ruso se considera suficientemente justificado para poner en pie de guerra a su Ejército, porque no está dispuesto a tolerar que Ucrania -elegida como buco emisario de su estrategia para conseguir consolidar relevancia internacional- se adscriba al ámbito de la OTAN o de la Unión Europea.

Por su parte, unos Estados Unidos en momento de extrema debilidad diplomática y negociadora bajo la dirección de su presidente Biden, se muestran incapaces de poner coto a esa elevación de la tensión, convirtiéndose, una vez más (y va la tercera) en supuestos garantes de la democracia y la libertad, empujando a la desnortada Europa a la primera línea de las tensiones.

Putin se comporta como un gañán de barrio, pero tiene tras sí la potencia de un país con más de 140 millones de personas y cuenta con el cuarto ejército del mundo, con una capacidad de armamento nuclear de uso inmediato superior incluso (así lo cuentan) a la que pueda demostrar la OTAN. Sus misiles hipersónicos apuntan a las capitales europeas, y resultan indetectables y, aunque más lentos que los convencionales, pueder ser dirigidos hacia objetivos concretos gracias a su gran maniobrabilidad. Rusia es un país inmenso, desigual, pobre, y no sería capaz de aguantar por mucho tiempo un castigo económico de aislamiento internacional, pero dispone de un preciado recurso energético, vital para la Europa oriental (especialmente, Alemania): el gas; en especial, ante un crudo invierno.

En el país del Gaigé los problemas se han agudizado esta semana, y no precisamente por reflejo de la tensión internacional, ya que la inestabilidad tiene en él vida propia. Las elecciones en la región de Castilla y León se presentan como una gran incógnita (escribo cuando aún se desconocen los resultados). El proceso, en todo caso, ha venido a demostrar el cansancio de la población hacia el comportamiento exacervado de rivalidades entre los líderes de los dos partidos mayoritarios, la falta de un partido charnela que oponga juego de cintura ante tales enfrentamientos y el crecimiento de movilizaciones ciudadanas de índole puramente reivindicativa, incluso independentista o segregacionista, siguiendo el ejemplo de éxito de Cataluña y Vascongadas, que obtienen jugosos mordiscos del Presupuesto nacional para sus regiones, a cambio de apoyar al gobierno de turno.

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Seguridad jurídica para novatos

13 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

La seguridad jurídica es un principio fundamental del derecho que implica que los poderes públicos garantizan que las normas y reglas que forman el cuerpo legal son públicas, y se aplican con criterios homogéneos por los órganos designados al efecto, en lo que se debe considerar como prohibido u ordenado, y tambén en lo permitido. Las decisiones de intervención deben ser coherentes, justificadas y repetibles para casos idénticos (y, puesto que rara vez se dará la identidad total, tendrá que utilizarse la regla de la similitud para explicar las diferencias de tratamiento).

La ausencia de seguridad jurídica es un problema muy grave que imposibilita considerar a un Estado como una democracia, pues implica que pueden darse circunstancias que provoquen indefensión en los ciudadanos, y en las empresas y organizaciones cuya actividad dependa de que el marco legal sea conocido, estable y su cumplimiento correcto se vea protegido por las autoridades del Estado y, particularmente, por los órganos judiciales.

Que España no sea vista como una democracia plena (aunque lo sea bajo el prisma tendencial de The Economist, sino como una democracia irregular o insatisfactoria es una mala noticia. Si no se especifican claramente las razones de esa calificación, pueden ser interpretadas como un problema gravísimo. Desde el Gobierno de España, algunos de los ministros comprometidos con el socialismo matizan que no hay por qué ser pesimista y que hay que atender a la diferenciación de los índices, como es el caso del V-dem: el país está entre las democracias más consolidadas del mundo y la pérdida de posiciones en el ranking democrático es debida, sobre todo al índice que mide la relación de independencia entre los órganos judicial y de gobierno.

Al margen de disquisiciones, la falta de democracia afecta a la tranquidad ciudadana, a la vida empresarial, a la captación de inversiones y a la imagen internacional. Por dramático y desafortunado que pueda parecer el juicio negativo -desde el exterior- a la vitalidad de nuestra democracia, los ciudadanos, tan dados a echar mano de nuestro pesimismo consustancial, no podemos ignorar que estamos en una deriva antidemocrática desde hace algún tiempo. Se aprecia con claridad y no hacen falta índices ni análisis complejos para evidenciar ese deterioro

El aspecto más con conocido y relevante de la falta de seguridad jurídica es la no renovación de la cúpula del poder judicial, por falta de acuerdo entre los partidos mayoritarios. Solo que eso también apunta a la politización de la aplicación del derecho, pues no se entendería el interés de los políticos en influir sobre el, teóricamente independiente, órgano que administra la aplicación del derecho.

Hay otras muestras de esa carencia democrática. La presencia en el Gobierno de ministros que se han convertido en torpedos de la  estabilidad democrática es una exhibición permanente del deterioro. La ausencia de criterios  homogéneos y previamente compartidos -y aplicados sin trabas por el orden judicial- ha sido fragante en temas tan importantes para la unidad del país como el tratamiento de la rebelión catalanista, la concesión de indultos parciales o totales por impulsos mediáticos en contra del criterio jurídico expresado claramente y, no en último lugar, en la falta de una política coherente desde el Gobierno, en cuestiones relevantes como la energía, la educación, la sanidad o el empleo, en donde.

No es ya el problema principal que no haya acuerdo ni sintonía entre los dos partidos mayoritarios, es  que ni siquiera hay coherencia en los mensajes que emanan desde el ejecutivo. Incluso se intoxica a la población, al empresariado y a los órganos de crear opinión pública con medidas y argumentos que no son fundamentados técnicamente y que, por tanto, carecen de estabilidad o coherencia.

La falta de seguridad jurídica emponzoña y lastra la misma aplicación del derecho. Es sabido la importancia de contar con un buen abogado (o gabinete legal) en la defensa de la posición propia -o en la agresión a la del contrario-. Lo que no es tan conocido que, dependiendo del Juzgado en que el caso sea visto, pueden darse dilaciones injustificadas, decisiones injustas en la valoración de los hechos o del derecho y, en fin, se produzca la generación de gastos excesivos y penalizaciones impropias, en cualquiera de los órdenes civil, penal o administrativo. El más débil económicamente tiene un plus de posibilidad de que su pretensión sea desechada, su reproche penal mayor, el abuso de la administración pública sobre su derecho, más relevante.

No estoy hablando, pues, de fantasías. Las sentencias de primera instancia que son revocadas por los Audiencias provinciales son, aproximadamente, un tercio. Y en los Tribunales superiores no dejan de ser preocupantes las cifras: del orden del 17% de las sentencias dictadas por las Audiencias son revisadas, esto es anuladas o reenviadas al órgano inferior para que se reproduzca el juicio o se matice el veredicto.

Se puede pensar que esto proporciona seguridad jurídica, porque los sentencias y autos de los tribunales pueden ser corregidos por las instancias más altas (Por cierto, no en todos los casos se autoriza la doble instancia y, en general, su aplicación está limitada a la valoración de los hechos, no a éstos, que quedan fijados en primera instancia).

Motivos para apreciar falta de democracia en la aplicación del derecho, háilos. Solo que hay que considerar los gastos de una apelación, el perjuicio que causa la dilación en el tiempo de las sentencias y, no en última instancia la duda sobre el valor objetivo del derecho. Algunas sentencias sustanciales se emiten con una mínima diferencia de votos de los magistrados o con votos particulares muy documentados- y cabe preguntarse qué es lo que ha convertido al derecho en un problema de interpretación, y en la que la solvencia de los letrados, la capacidad económica de los litigantes o del investigado para aguantar un largo período de proceso judicial, entre recursos, impedimentos procesales y hasta cuentos chinos, juegan un papel tan sustancial.

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: democracia interna, índices, juzgados, primera instancia, seguridad jurídica, Sentencias, The Economist, tribunal supremo, V-dem

Puedo ayudarte a que te equivoques menos

8 febrero, 2022 By amarias Deja un comentario

Empiezo este Comentario advirtiendo sobre la fotografía que he incluído en él. En la mitad inferior, camuflado gracias a su plumaje, se puede ver un agateador común (certhia braquydactyl). No se le distingue apenas, si no se está acostumbrado a detectarlo, porque parece un trozo de corteza. Esta ave precavida y tímida, recorre los troncos de coníferas buscando larvas de insectos, que extrae con su pico curvo. Empieza por la base del árbol y, cuando termina su inspección o se inquieta, vuela hacia otro tronco cercano para seguir con su alimentación.

Quiero, con este inicio poco usual, llamar la atención sobre un colectivo que está injustamente poco valorado y que, como se decía antes cuando la tribu estaba unida, reúne lo fundamental de una colectividad: los ancianos y su experiencia práctica. La velocidad con la que se han prodicido los cambios tecnológicos ha llevado a la confusión de que lo importante, lo eficaz, lo que vale, es lo nuevo, lo último, aquello que corresponde a los pretendidos últimos avances de la ciencia, del arte, de la técnica.

El vulgo se extasía ante una obra a la que los falsos entendidos han catalogado, siguiendo casi siempre mezquinos intereses, como una obra maestra. El feísmo se ha instalado entre nosotros. En la pintura, en la arquitectura, en el cine, en el teatro… Por ejemplo, piezas teatrales que atacan el más elemental pudor, ridiculizan y tergiversan la Historia, o que vulneran el respeto debido a las creencias religiosas, reciben elogiosas críticas e inducen a su contemplación a incautos y prudentes que no se atreven a proclamar que se trata de un engaño. Por tanto, la patraña se alimenta y continúa.

Magnifica iniciativa la de ese médico valenciano, Carlos San Juan, que ha movilizado más de 600.000 firmas bajo el lema “Soy mayor, no idiota”, para reclamar una atención especial de las entidades bancarias para los mayores no expertos en virguerías digitales, transformadas, por razón de la automatización y la reducción de personal y oficinas, en máquinas sin espíritu, solo aptas para captar nuestro dinero y reducirlo a bocados.

Deberíamos extender esa protesta a todos los órdenes, para mejorar la vida de todos. He leído que las compras de los mayores de 60 años representan del orden del 60% de los gastos de las familias. Con sus ahorros y pensiones se pagan la mayor parte de las compras de bienes, los alquileres, las adquisiciones de vehículos y viviendas….

Existe una perniciosa corriente instalada entre nosotros de despreciar la experiencia, el trabajo bien hecho, la seriedad y educación en el trato. No se levanta nadie para ceder un asiento en el transporte público a un mayor, sea hombre o mujer: los jóvenes son los que más corren para ocuparlos, y así poder enfrascarse cómodamente en la contemplación estupidizante de sus móviles. Los carteles bondadosos en los que se expresa que tendrán preferencia para la atención los mayores de 65 años son ignorados. Pero no es eso lo más importante: jóvenes con escasa experiencia como seres humanos se han apropiado de los sitios en los que se toman decisiones, actuando como autómatas, siguiendo programas cuyo sentido completo ignoran, y que no serían capaces de reproducir desde el origen, porque carecen de la formación necesaria, y solo saben introducir los datos para que automáticamente se obtenga un resultado (bueno o mala, al que puede faltarle incluso el orden de magnitudes).

No tengo más que admiración hacia la juventud y, en especial, hacia los jóvenes brillantes, tenaces, inteligentes e imaginativos. Lo que no me impide alzar mi voz para expresar que esta sociedad ignora con demasiada desfachatez a los mayores y, con ello, como aún sucede (menos) con las mujeres, pierde sustancia para hacer que las cosas funcionen mejor. No todo es cuestión de las nuevas tecnologías, de los resultados automáticos, de reducir personal para sustituírlo por un aparato y un programa.

Actualmente hay en activo 5.320 jueces y magistrados, es decir, algo más de 11 por cada 100.000 habitantes, con una edad media es de 50,4 años, según los datos publicados en el Anuario del Poder Judicial en 2021. La media habrá bajado algo gracias a tres mujeres de 24 años, egresadas de la Facultad de Derecho de Valladolid, palentinas y amigas, que han conseguido obtener una plaza de juez de or vida. Las felicito de corazón, y no dejo de alarmarme porque alguien consiga en tan tierna edad un puesto de por vida con tanta responsabildad. Una de ellas reconoce que “quizá tenga menos base que otros compañeros de oposición, pero supe defenderme bien”.  Su sinceridad la honra y levanta serias dudas acerca de la verdadera competencia de estas jóvenes, por supuesto, saturadas de informacion jurídica obtenida en los libros y apuntes, pero aún ayunas de experiencia práctica sobre las circunstancias y veleidades de la vida real.

Es solo un ejemplo. A lo mejor, no el más afortunado. Aún con su debilidad, sirva para poner un acento sobre el menosprecio de esta sociedad a la edad, a la experiencia, al saludable efecto del tiempo sobre los conocimientos y a la importancia del saber muy bien el cómo, el por qué y el para qué antes de tomar una decisión  echando mano de los manuales de instrucciones (a lo peor, traducidas del chino al español por un autómata).

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Espectáculos de variedades (Primera parte)

7 noviembre, 2021 By amarias 1 comentario

Me gustaría ser considerado un divulgador.

No es fácil encontrar una definición al término que abarque la complejidad de las vertientes que toma la acción de divulgar (la RAE caracteriza este verbo, en su acepción más común, como “Hacer que un hecho, una noticia, una lengua, un conjunto de conocimientos, etc., llegue a conocimiento de muchas personas”).

No comprendo bien qué puede entenderse por divulgador de “una lengua”, aunque sí me parece que en la España pluralizada, con voluntad colectiva de desidia o decadencia, tenemos ejemplos dramáticos de la pretensión de rescatar una lengua, incluso reinventándola en parte, para convertirla, primero, en pasto cualificado de los académicos que conseguirán vivir de su trabajo de sistematización erudita, y luego, en pación general con la que adormecer, ofreciéndoles ventajas, a un número creciente de seguidores, llegando a convertirlos en fieles devotos del invento.

Si se analiza la cuestión sin apasionamiento interesado, se desvelará que este rescate de una lengua del camino inexorable del olvido, sepultada por la fuerza de las lenguas francas o dominantes, no sería posible sin el auxilio de una operación económica en la que confluyen, en animado contubernio, los intereses de las élites. No es una acción del pueblo, sino dirigida desde arriba.

Animados, sin duda, por el éxito de la operación de recuperar para uso común lenguas amenazadas con su fatal decadencia, como era el caso del catalán y, en mayor medida aún, del gallego y del euskera, un grupo de eruditos asturianos -contagiados en su ardor por lingüistas foráneos- han encontrado saludable para sus propios intereses defender la cooficialidad del bable, o asturiano, después de haber llevado a cabo la labor -de discutible mérito- de inventar buena parte de sus vocablos.

La pendencia lingüística está ya servida en mi región de origen, Asturias, pues son muchos los que encuentran aberrante, ridícula y hasta perniciosa para la salud mental, la cuestión de permitir la competencia del español o castellano, en los foros administrativos y universitarios, con esa lengua artificial que hoy nadie habla, incluso en los más remotos lugares de la geografía astur, allá donde pueda encontrarse el anciano más aislado en su braña.

Porque los asturianos lo que tenemos por común es una forma de hablar, una manera fácilmente identificable, que anima a la complicidad inmediata, con la que adornamos el castellano con un centenar de palabras propias y, sobre todo con un acento, un deje, una pose fonética, que nos hace sentirnos cómodos de ser especiales, o sea, distintos.

No necesitamos, a diferencia de los muñidores de los intereses catalanes y vascos, disponer de una lengua propia para situar falsos mojones en nuestro territorio. levantando fronteras donde no las había, con carteles (cada vez más visibles), que separen a los otros, “los españoles”, de nosotros, “la élite histórica”, un pueblo que se presenta como sojuzgado, marginado, abortado en su genialidad por ser obligado a ser parte de una colectividad de segunda clase.

La cuestión tiene connotaciones que serían ridículas si no se hubieran ya manifestado como terriblemente peligrosas, porque promueven la insolidaridad. No nos hizo falta (como tampoco le había hecho hasta hace pocas décadas, al catalán, gallego o vasco) usar, exagerándolas o forzándolas,  nuestras diferencias en vocabulario y acento para decirle al que viene de fuera que, si pretende vivir en nuestra comunidad, debería aprender a expresarse con nuestros términos, someterse a nuestras reglas de juego, mientras impulsábamos, como de mayor mérito, las creaciones de los “nuestros”. Asturias es tierra de acogida.

Jamás habíamos pensado en levantar una muralla con el lenguaje, para utilizarlo como plataforma cultural ficticia, demandar privilegios y subvenciones, reclamar el favor de la superioridad inventada de nuestro grupo, frente a la pretendida vulgaridad homogénea del resto.

(continuará con una Segunda Parte)

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Las características singulares del centro político

23 septiembre, 2021 By amarias Deja un comentario

La debacle de Ciudadanos, la formación política nacida con vocación de centro entre socialistas y conservadores y, sobre todo, como cortafuegos a las pretensiones nacionalistas, republicanas e independentistas, ha dejado huérfanos a los que están convencidos que un partido charnela, incrustado ideológicamente entre izquierda y derecha.

Siguen haciéndose análisis -en tribunas de especialistas en el análisis político y en círculos de café y pastas entre amigos- sobre las razones de esa caída desde las alturas del Ícaro más notable de la policromía de opciones que se ofrecen a los votantes, en un país que vota liderazgos y no programas. Mi opinión, sin más valor que el hacerla explícita, es que Albert Ribera hundió la nave con él de capitán general.

El punto de arranque fue el debate televisivo de cierre de campaña en el que un acalorado Rivera Díaz presentó la tesis del que creía principal oponente -Pedro Sánchez-, invitándole a que “la leyera”, para que se enterara de lo que otros habían escrito por él.  Se hizo imposible el acuerdo de coalición o apoyo entre dos gallos de pelea en la quintana y, mucho mejor arropado y más hábil con la máquina de pactar, Sánchez alcanzó la presidencia pactando con el diablo. Después del abandono de Ribera para dedicarse a “la empresa privada”, ni Inés Arrimadas, ni Edmundo Bal, haciendo esfuerzos para tapar los agujeros con frases del viejo catecismo salvado del cuaderno de bitácora, ni el clamor de cuantos se tiraron al agua dando gritos para alejarse del barco con tantos boquetes, consiguieron otra cosa que certificar la defunción de aquel proyecto de centro, hoy agarrado a unas tablas y a la deriva.

Entre el PSOE y el Partido Popular hay actualmente un vacío estratégico en el marco político, que no me atrevo a decir cuán grande es, aunque sí que no lo va a llenar el moribundo Ciudadanos con sus animosos actuales monitores. Y, a pesar de todo, tanto uno como otro de ambos partidos mayoritarios necesitan una formación de centro suficientemente robusta para que funcione como eficaz punto de encuentro, si llega el caso. Por la izquierda, Podemos ha demostrado ser otra cara del independentismo o la izquierda radical, según le vaya en sus conveniencias, y se convierte, a ratos, en un incómodo compañero de viaje en la coalición de gobierno con el PSOE, apoyando posiciones extremas a su izquierda que, aunque parezcan contenidas por el tejemaneje del “te oigo pero no te escucho”, “te doy la razón aunque te ignoro”, no auguran ni estabilidad ni bien futuro.

Por la derecha más extrema. el partido de Abascal  hace el juego a los enconados ultras que dan a su formación un cariz inaceptable, xenófobo, irreal, insolidario, entre banderas nazis, enfrentamientos callejeros con la izquierda irredenta, insultando y vejando homosexuales y a pertenecientes declarados a colectivos LGTBI, etc. Aunque desde la cúpula de Vox, se niegue a menudo apoyo y filiación a los protagonistas de los mayores desmanes, a pocos engaña que se les hace el caldo gordo desde una formación que vende al mismo tiempo estampas de Franco, himnos patrióticos y pone zancadillas a “la derechita cobarde”.

Tampoco sirve engaño a la moderación y buen pulso para mejorar el país, que esgrime como marca de identidad el partido principal que gobierna en coalición con la facción socialista, cuando se complace en agudizar la bicefalia, con críticas a otros ministros, y se mete en fregados de incompetencia, desgaste o inconsecuencia, ya sean abrazos con ministros venezolanos del equipo de Maduro señalados por la Corte Penal Internacional, acogida misteriosa, mal analizada y peor explicada de Ghali,  líder del Frente Polisario (opción del pueblo saharaui para mantener el pulso por su independencia que España no sabe oficialmente cómo abordar), para su tratamiento en fase terminal aunque con causas abiertas en la Audiencia Nacional, …, subidas mínimas del salario mínimo esgrimidas por la líder de la otra cabeza de la bicefalia como una victoria sobre el empresariado, etc.

Y aunque Podemos ha avanzado algo, en la búsqueda de la supervivencia propia, hacia la moderación (que es su desdibujado), no es el mejor apoyo que puede pretender el PSOE para gobernar con tranquilidad. Esa formación política está, ella misma, a la búsqueda de una identidad, con su liderazgo en cuestión y su ideología y práctica en revisión permanente, entre el exabrupto incontrolable de los terroristas urbanos y los politicastros que buscan alguna idea entre los adoquines y el “buen rollito” de profesores universitarios y funcionarios con la vida resuelta a salvo de mayores pretensiones.

Se buscan líderes para una formación de centro que de aire a la izquierda y a la derecha. Ofreciendo coherencia liberal, guiño socialdemócrata sin sonrojos, apoyos a las posiciones realistas de avance en la mejora del bienestar social, la educación, el desarrollo tecnológico y empresarial.

Se necesita esa opción de tranquilidad y pragmatismo para pulir las tendencias a la ruptura de la baraja en el nuevo gobierno que surja de las próximas elecciones. Para que el PSOE no tenga que acudir a la insolidaridad independentista ni a la izquierda sin escrúpulos para gobernar, ni el Partido Popular deba abrazar la pegajosa capa de negra brea de Vox para acceder a la Moncloa.

Y, sobre todo, para que se deje de atender a los dedos que señalan y empecemos de mirar a la luna o las estrellas.

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Estrategia exterior de España en revisión

23 septiembre, 2021 By amarias Deja un comentario

La posición de España en el contexto internacional como país intermedio, y la percepción consciente de esa modesta situación relativa, no permitiría arriesgarse a mantener posiciones aisladas en prácticamente ningún sector, desde el energético a, por supuesto, en el terreno siempre poliédrico de seguridad y defensa. Dependemos de alianzas internacionales y, para los asuntos de estrategia militar, de las directrices, humores y decisiones que adopte el gigante de nuestro lado ideológico y sentimental, Estados  Unidos.

¿Es así? ¿Estamos realmente vinculados, como una lapa a su roca de asiento, a las decisiones que tome, en política internacional, el primo de Zumo Sol? Opino que deberíamos de revisar los términos de esa adhesión inquebrantable, a la que, desde luego, sacamos algunos beneficios pero de cuya dependencia recibimos sobresaltos e inmerecidos bofetones.

No somos autónomos ni independientes a la hora de fijar nuestra posición en lo que se llama, genéricamente, política exterior. La pertenencia a la Unión Europea nos marca las directrices básicas para las alianzas internacionales, la gestión del cambio climático y la estrategia de defensa exterior.

En unos aspectos, enarbolando la bandera, actualmente costosa y por momentos hasta ridícula, de capitanes de la protección ambiental mundial, la descarbonización forzada o la defensa del libre mercado como paradigma, este posicionamiento grupal aparente sirve para mostrar las diferencias ideológicas entre los miembros e invita a que cada Estado, en especial los que están alejados en sus posicionamientos del núcleo duro (Francia y Alemania), hagan lo que les venga en gana.

La salida desairada de Afganistán, después de casi 20 años de ocupación del territorio, ha dejado un mal sabor de boca, no solo en la población norteamericana. La mayoría la interpreta como una derrota frente a los talibanes y, a medida que se disipa el polvo de la escapada y se conocen las medidas de estricta aplicación de la sharia de los nuevos dirigentes, nuestra sensibilidad nos hace llevarnos las manos a la cabeza. A España el apoyo a la estrategia de Estados Unidos, deseoso de venganza por los ataques a las Torres Gemelas y el Capitolio, nos ha causado varios dolorosos atentados mortales en nuestro territorio, más de cinco mil millones de euros de gastos sin mucha justificación y la muerte en acto de servicio de casi un centenar de militares y personal auxiliar.

No tenemos -al menos hasta época reciente, aunque nos toca confiar en la pretendida mano izquierda del ministro José Manuel Albares- una estrategia definida frente a Marruecos, país amigo dirigido por una satrapía, que tiene permanentemente la mano tendida para recoger subvenciones e inversiones sin mucho futuro. Las decisiones que emanan del entorno de los palacios presidenciales combinan, a su antojo, parabienes y bofetadas, en las que nuestro país parece jugar el papel de destinatario del pim, pam, pum.

Nos encantó en su momento insinuar que Rusia estuvo detrás de los resultados de las falsas elecciones por la independencia de Cataluña y que apoya la descomposición de España en minúsculos estados. Si el presidente de Estados Unidos no sabe quién es Pedro Sánchez y lo ignora en un pasillo, si el embajador de Inglaterra en España, a pesar de llevar dos años en nuestro país, aún no puede hablar con soltura el español, se hace difícil imaginar que Putin tenga un mapa de intereses en el que figure el desgarro de la piel de toro.

El actual Mr. Pesc (Josep Borrel) repite una y otra vez que la Unión Europea necesita su propia y autónoma plataforma de defensa exterior (y seguridad), ya que los intereses de ese conglomerado de Estados tan diversos no coinciden plenamente con los de Estados Unidos. Es bastante evidente: ni coinciden ni tenemos fuerza disuasoria ni capacidad bélica autónoma para cualquier ataque exterior, convertidos, en caso de conflicto internacional entre las potencias, en preferible campo de pruebas antes de embarcarse en la guerra total.

Lo escrito en el título del comentario invita a muchas derivaciones. El punto común es que hace falta y es urgente la revisión de nuestra política exterior. Lo que pretenda Europa, si se decide a hacer finalmente algo, bien está. Pero, entretanto, es imprescindible fijar con claridad cuáles son nuestros intereses concretos en política internacional y cómo los defendemos: si con negociación, acuerdos de colaboración, ayudas y subvenciones y a qué productos, buenas palabras o enfados manifiestos y llamada a casa de embajadores, botas militares sobre el terreno, venta de material bélico de segundo nivel, formación a cuadros del Ejército del país potencialmente rival, etc.

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Cuba, ese problema

19 julio, 2021 By amarias Deja un comentario

España no sabe qué hacer con Cuba, con el pueblo cubano, con los dirigentes cubanos. No es un problema de ahora. Viene desde hace siglos y, desde luego, desde que en una operación bélica descoordinada y errónea, en 1898, perdió la colonia, la joya de la Corona, en manos de Estados Unidos, que supo aprovechar que la metrópoli estaba con la guardia baja.

La Historia de Cuba en el siglo XX es el itinerario de un despropósito, en el que los intereses norteamericanos como les convino, los dos recursos naturales de la isla: el azúcar y el tabaco, imponiendo precios, topes de producción y destino. Dirigentes corruptos, población poco instruida, oportunidades fallidas (Cuba declaró la guerra a Japón, bloqueó envíos a la España franquista, se hundió sin prisa en una miseria más profunda), marcaron un camino infalible hasta la revolución, que se consolidó en una gestión comunista a la cubana, en la enemistad permanente contra Estados Unidos, que no podía asimilar que aquella tierra tan cercana a la suya tuviera ínfulas de independencia y no siguiera el ejemplo de Puerto Rico.

Por supuesto, Cuba no es una democracia. La revolución castrista ha dado crecimiento a un grupo de dirigentes que se han enriquecido acumulando privilegios, medios y beneficios. La mayoría de la población, ignorante e inculta, falta de información de lo que podría ser, se ha visto polarizada hacia un enemigo concreto, un diablo cómodo: todo el mal que pasa proviene de los yanquies, del cerco asfixiante norteamericano.

No solo. La Unión Europea, mal orientada por los gobiernos españoles, no sabe cómo ayudar a Cuba a romper con el cerco agobiante norteamericano. Sin una política concreta de ayudas, con declaraciones que van del amor y abrazo del oso a las promesas baldías, el tiempo transcurre mientras Cuba se hunde más y más.

Cuba está en una situación de emergencia económica y sanitaria. No necesita palabras, sino ayuda concreta. Es verdad que existen otros países más necesitados, gobiernos más dictatoriales y corruptos, pueblos aún más desquiciados en su estado de necesidad y falta de soluciones. Pero tenemos a Cuba en nuestro mapa de responsabilidades prioritario. La conocemos bien. Nos conocen bien.

Por supuesto, Cuba no es una democracia. Y qué ¿a quién preocupa éso, cuando más de la mitad de los países del mundo no lo son -cuando incluso en nuestro país hay una colección, reducida pero vociferante, de imbéciles que difunden donde les parece que España no es una democracia “plena”?

Por favor, que el primer viaje del recién nombrado ministro de Exteriores sea para ir a Cuba, y se haga acompañar de un avión cargado con medicinas y alimentos y, sobre todo, con el borrador de un acuerdo de cooperación entre los dos países que defina claramente una vía de apoyo y soluciones. Pocas palabras. Ninguna, desde luego, de descalificación. ¿Para qué servirían?

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La vida es… como el Fútbol

6 julio, 2021 By amarias 2 comentarios

Para aquellos muy jóvenes o francamente desmemoriados, recuerdo que el titular de mi comentario guarda forzada similitud con una frase antológica del entonces torero Jesulín de Ubrique, matador de éxito antes de que cayera en las fauces de la devoradora mediática.  Cuando un entrevistador quiso saber qué opinaba de la vida, Jesulín contestó, sin inmutarse: “La vida es…como el toro”.

La frase hizo época, es decir, tuvo vida mediática por mucho tiempo. Como el voraz Cronos todo lo fagocita, no puedo adivinar si, dadas las vicisitudes posteriores del sobrevivir del simpático gaditano, éste seguirá entendiendo que la metáfora es correcta para definir su propia vida. Me apropio del gancho expresivo de la frase para actualizarla según mi conveniencia y el correr de la actualidad que hoy nos ocupa para especular que, en este momento, “la vida es…como el fútbol”.

Cuando esto escribo, estamos en medio del enésimo campeonato de fútbol internacional, en este caso, competición entre países de la Unión Europea. El equipo de España juega hoy, 6 de julio de 2021, contra el de Italia, después de un periplo lleno de incertidumbres y momentos llenos de emoción. No tuvo la selección española, hasta ahora, una trayectoria brillante, con gol en propia puerta, empates sin chicha ni limonada y hasta un decidir por penalties, resuelto en el último momento, es decir, cuando todo parecía perdido, convirtiendo en héroes por unos días, tanto al portero del equipo que defiende honores patrios, que detuvo dos penas máximas del contrario como al delantero propio que marcó el último disparo de balón de su tanda.

Más de ocho millones de espectadores vieron estos partidos de media y doy por seguro que la inmensa mayoría han pasado por todas las emociones posibles en la hora y media (máximo, dos horas) que duran estos encuentros.

La vida es como el fútbol, y la política tanto más, porque, cuando esta competición se acabe -si perdemos hoy, será el final para nuestra participación-, tendremos héroes por unos días, páginas en los periódicos, incluso fuera de las páginas de deportes y análisis serios y sesudísimos sobre lo que se hizo o podría haberse hecho.

La vida es fútbol porque ese juego de pelota, que nada sirve para representar patrias, fobias no filias, recibirá más atención que la grave situación política y económica que atraviesa España, como una lanza. ¿Habrá comentarios, discusión productiva, propuestas útiles, críticas con sentido? No no hace falta. La inmensa mayoría practican/practicamos el “wait and see”, esto es, siéntate a ver el partido, disfrútalo, que, hagas lo que hagas -aplaudir, llorar, gritar, vociferar, animar, discutir, el equipo en el campo hará lo que pueda.

Si gana, si Sánchez acierta, estupendo. Si pierde, si la situación se hace aún más espesa… no hay problema. Esperaremos al próximo campeonato.

Porque la vida, y especialmente la política, es como el fútbol. Así piensa la mayoría del personal. Uno se sienta, el vaso de cerveza y las aceitunas al alcance de la mano, y a disfrutar del partido.

Solo que, aunque no lo creamos, en el terreno de juego de la vida, los peones somos nosotros. No somos jugadores, quiá, somos los recogepelotas.

 

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Ideas para animar a pacientes con cáncer

17 junio, 2021 By amarias Deja un comentario

A final de mayo, publiqué en Twitter dos “hilos” cuya repercusión me emocionó. Tuve casi 30.000 impresiones y del orden de 2.000 interacciones, con centenares de reenvíos y comentarios.

Copio aquí estas ideas, para lo que pudieran servir. Por supuesto, son bienvenidas más sugerencias.

I Si quieres ANIMAR a un paciente con cáncer, prueba con alguna de estas acciones:

  1. Si el último TAC desvela que el tumor progresa (a pesar de tratamientos, operaciones y aspecto físico), NO TE ESCUDES en emoticones o me gusta (?). Ni siquiera sirve “hay que seguir luchando y saldrás de esta”. HAZ POR VERLO. LLORA Y RÍE CON EL.
  2. Sugiérele que apoye con dinero, ideas, trabajo, voluntariado de cualquier tipo, alguna ASOCIACIÓN DE INVESTIGACIÓN CONTRA EL CÁNCER. A mi me gustan la AECC y SOGUG. Pero hay más.
  3. Tal vez le anime acudir a una REUNIÓN ENTRE PACIENTES Y ONCÓLOGOS para tratar de problemas y esperanzas comunes. Pregúntale.
  4. SI ES CREYENTE, cuéntale sin énfasis que rezas por su curación o que le has prometido para visitar una ermita con santo milagrero cuando se cure. SI NO ES CREYENTE, seguramente le anime que escuches con respeto sus argumentos y dudas.
  5. LLÉVALE LOS NIETOS y déjalos solos un par de horas. SI NO ES ABUELO, vete con un sobrino, alguno de tus hijos, y pídele que le enseñe algo en lo que sea experto (dibujo, manualidades, contar historias, …)
  6. Llámalo para anunciarle que le vas a VISITAR POR LA TARDE PARA LLEVARLE ALGO QUE LE GUSTARÁ (una foto de la infancia o de la Universidad, o de la empresa donde trabajó o trabaja, una tarjeta firmada por compañeros) Si se cansa, dále un abrazo y promete repetir pronto.
  7. REGÁLALE O PRÉSTALE UN LIBRO FÁCIL DE LEER, quizá de naturaleza, viajes, arte. Entiendo especialmente indicado uno de poesía, de un poeta acreditado, con preferencia (salvo que el paciente sea un forofo de la poesía, en cuyo caso la elección será más sencilla)
  8. ORGANIZA UNA COMIDA O CENA con familiares y amigos (pocos) en la que el paciente se sienta querido y protagonista.
  9. HABLA CON SU ONCÓLOGO, ESTANDO EL PACIENTE PRESENTE, POR SUPUESTO, plantándole dudas y exponiendo de forma concreta y positiva las dudas que podáis tener  y, cuando termine la reunión, con calma, transmítele un resumen positivo de la conversación, de los avances y de la esperanza de cronificación o recuperación. los pacientes no siempre estamos atentos a lo que nos dice el oncólogo que nos trata y arriesgamos confeccionar con base en lo que nos dice nuestras propias fantasías.

II Puede ser de interesante que nuestros familiares y amigos sepan lo que NO DEBERIAN decirnos si desean animarnos:

  1. Contarnos la historia de alguien que “tuvo EXACTAMENTE” tu cáncer y se curó con un tratamiento que “NO TE ESTAN DANDO”
  2. Decirnos que AHORA SI que nos ven con buen aspecto, NO COMO HACE DOS MESES
  3. Mostrar curiosidad por saber cómo nos encontramos, mientras nos hablan de sus achaques
  4. Preguntar si HEMOS HECHO LOS CHEQUEOS REGULARMENTE antes de que se manifestara el tumor
  5. Confesar a nuestra pareja que no nos llaman PORQUE TIENEN MIEDO A MOLESTAR
  6. Enviarnos recortes de periódico CON NOTICIAS DE HALLAZGOS EXPERIMENTALES de un Laboratorio chino que tiene remota relación con la investigación del tumor que padecemos y que no estará, en todo caso, disponible, hasta dentro de diez años.
  7. Recomendarnos UN REGIMEN NATURAL que cura el cáncer
  8. Decirnos una y otra vez que SOMOS FUERTES y lo superaremos. Como Fulanita que…

 

 

 

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Analizando los resultados de unas elecciones singulares

5 mayo, 2021 By amarias Deja un comentario

Los resultados y consecuencias inmediatas de las elecciones convocadas por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel G. Ayuso, al disolver el Parlamento regional para conjurar el hipotético riesgo de una moción de censura propiciada por su socio de Gobierno, Ciudadanos (con el ex vicepresidente Ignacio Aguado como conspirador in pectore), evidencian algunas cuestiones que me resulta atractivo analizar, siquiera sea con las limitaciones de mi reducido periscopio.

La presidenta convocante ha conseguido un resultado magnífico, superando cualquier cota anterior del Partido Popular en la región de Madrid, en donde esta formación lleva gobernando (en coalición o con la abstención de otros partidos) más de un cuarto de siglo. Este hito lo consiguió sin especificar su programa (aunque se refirió en campaña, regularmente, a su deseo de obtener mayoría suficiente para “llevar a cabo su programa sin interferencias”). En la propaganda destinada a promover el voto a su formación, se incluía solo una hoja con su fotografía a color en una cara. La otra, que debería contener, al menos, un resumen de sus ideas de gobierno, estaba en blanco.

En mi opinión, el éxito de Isabel Ayuso ha de ser compartido con la cerrazón de la oposición de izquierdas en presentar como errores y fallos sus éxitos o, al menos, sus propuestas de acción, animada desde el Gobierno y exacerbada por un histriónico ex vicePresidente, de equívoco nombre Pablo Iglesias, que capitaneaba los restos de la formación UnidasPodemos, con una intención de salvación de los trastos de su naufragio que, a estas alturas, se confirma como inútil, extemporánea y…rallana en lo ridículo.

El PSOE ha demostrado, una vez más, que no es capaz de presentar un candidato con empuje mediático para Madrid. La sorpresa que significó en las anteriores elecciones un desconocido Angel Gabilondo -avalado con títulos académicos rimbombantes, hermano de un comunicador de éxito, y con un mensaje soporífico pero tranquilizador-, no pudo repetirse. El nuevo Gabilondo apareció corto de ideas, sin capacidad para la ironía, avasallado por el seudogracejo de gata y chotis que puso en valor la presidenta Ayuso, empujada al éxito por un clamor de madrileños que están hartos de la prepotencia del Gobierno de Sánchez, de sus medias verdades y de sus socios, en el Ministerio y fuera de él.

No le echo la culpa del fracaso a Gabilondo, sino a la pésima tramitación de la campaña socialista, en la que los apoyos prestados desde el aparato del partido no han servido para añadir ni credibilidad ni sintonía. Algo grave le está pasando a este PSOE, encerrado en una urna de cristal esmerilado, gozando de su propia salsa, alejado cada vez más del hálito del pueblo. Aventuro incluso que hasta el gran capital -los que detentan las cuatro perras relevantes de nuestra maltrecha economía- le están dando la espalda.

Tampoco descarto que Madrid se haya configurado, en esta situación oscura entre pandemias, falsedades y palabrería inactiva, como alternativa definitiva al descalabro de una Cataluña sin objetivos, traidora en lo fundamental, vacía de ideas y con un ansia de emancipación injustificable. Ayuso también rentabilizó ese desapego.

El éxito relativo de algunos partidos en estas elecciones, que consiguieron incrementar su número de diputados regionales, no admite muchas lecturas positivas para el electorado, que somos la mayoría. Tampoco Vox, con una candidata correosa, capaz de enfrentarse a la realidad con la misma terquedad que su oponente ideológico, magníficamente representado en su cortedad argumental por el citado Iglesias, puede alardear de éxito. Es una victoria aparente, efímera. Porque ni Rocío Monasterio, ni siquiera Abascal, su mentor, y, por supuesto, tampoco su esposo (en la derecha extrema también se hace política de parejas sentimentales),  Espinosa de los Monteros, aspiran seriamente a dedicarse a ocupar un puesto de gestión política que les consuma tiempo que restarían a sus negocios.

Por parte de Más Madrid, con una candidata empeñada en campaña en que conociéramos su vocación de anestesista tocapelotas y madre de familia numerosa, Mónica García es un hallazgo estratégico del refinado Iñigo Errejón, pero el invento que consiguió disminuir la fuerza que parecía arrolladora para conducirnos a una república bolivariana, ha cumplido su misión estratégica. Estamos salvados. Vuelvan las aguas de la izquierda marxista con vocación testimonial de lo que pueden dar se sí las enseñanzas demodé de Karl Marx (Hegel, Engels, Bakunin, Gramsci, etc.) al redil convincente que representó Julio Anguita, si es que su mensaje puede tener un revival.

Siento el fracaso de Edmundo Bal, porque su campaña tenía muy buen fondo. Su misión era imposible, pues venía lastrada por la espantada histórica de Albert Ribera (¡que ni siquiera pudo apoyar su campaña por estar trabajando en un “bufete privado”! -sic-), el desfondamiento argumental de Inés Arrimadas, la deserción de demasiados nombres relevantes de la que fue atractiva formación naranja y hoy fruto pasado. Cumplió para recordar a los nostálgicos lo que debe ser una correcta campaña y, sin duda, su serio trabajo alumbra la creación de un nuevo partido, que el no capitaneará, porque tiene madera, actitud y fondo para ser un magnífico segundo. El país necesita gente así en las primeras líneas del pensamiento político.

En fin, aventuro el final de la legislatura de Pedro Sánchez. Se que es mal momento, pero no le queda más fuerza que a un globo desinflándose en el aire. Los restos de Unidas Podemos en los Ministerios que ha dejado Iglesias (incluida su actual pareja, Irene Montero) no tienen calidad ni para cascarrillos de telediario. Y muchos de los ministros socialistas están pidiendo a gritos que se les sustituya.

Buena suerte, Isabel Ayuso. Te esperan dos años muy tensos, nada entretenidos. El resto de España no es Madrid y fuera de aquí, los españoles carecen de esa chulería, de ese gracejo cosmopolita y jovial, acostumbrado a soportar la carga emocional de una España a la búsqueda permanente de identidad propia sobre las espaldas. Me temo que Pablo Iglesias necesita aún varias operaciones de temple y revenido (perdón por la imagen de viejo siderúrgico). El tiempo corre.

 

 

Publicado en: Sin categoría Etiquetado como: Albert Ribera, Arrimadas, Ayuso, Bal, elecciones, Errejón, espinosa de los monteros, Isabel Ayuso, Madrid, Mónica García, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Rocío Monasterio, Sánchez

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