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Trabajo de final de curso (2)

24 mayo, 2021 By amarias Deja un comentario

Nota: Este Comentario forma parte indisociable del publicado anteriormente, con el mismo título, en este blog.

Desde luego, una parte importante de las sentencias (o consejos) que se lanzan en el Documento corresponden a postulados y directrices académicas y, en algún caso, puestas en práctica con variados resultados. Tal es el caso del “apadrinamiento entre grandes y medias empresas”, o la generación de clusters de actividad, que se ha probado en algunos países (y regiones españolas) y cuya efectividad depende en gran medida de la fuerza motriz e interés de al empresa tractora y la capacidad de las pymes para asimilar sus exigencias técnicas.

Uno de los capítulos potencialmente más interesantes, siempre en mi opinión como simple observador de la realidad española, es el dedicado a la necesidad de mejorar la formación de la población española. Se construye un edificio, bastante frágil, sobre las “asignaturas pendientes” entendiendo por tales,  la alta tasa de abandono, el alto número de repetidores, el acceso insuficiente a los estudios postobligatorios, al bajo nivel de aprendizaje y a la desmotivación del alumnado, como otras tantas características negativas del panorama educativo.

Por supuesto, estoy de acuerdo con esas conocidas rémoras de nuestra enseñanza, pero no tengo empacho alguno en añadir como causantes del bajo nivel de aprendizaje, la falta de motivación del profesorado, la dejación de funciones de enseñanza por parte de los padres en los contenidos de una televisión inane, sin contenidos formativos, la excesiva dedicación al móvil y a los juegos telemáticos desde edades tempranas, la falta de competitividad, el exceso de cometidos formativos y clases extras sin orientación curricular, etc.

Puede que “el grado de magisterio sea uno de los menos exigentes” y que “las carencias formativas apenas se corrigen” y que “no hay una carrera profesional hacia la dirección”. Pero esta situación se puede aplicar a casi todas las carreras, en donde la aparición de grados y máster sin una clara diferenciación y habiendo disminuido los niveles de exigencia al alumnado, convertido en evaluador del profesorado.

Resulta simpático, cuanto menos, leer que hay que corregir la feminización de la carrera docente, incorporando profesorado masculino, puesto que en la actualidad el 98% de los maestros en la etapa infantil son mujeres y el 81% en primaria, así como “introducir un modelo de evaluación competencial del aprendizaje”. Justamente, la introducción de modelos competenciales y la revisión de todo tipo de canonjías (funcionarios, ascensos a dedo, puestos relevantes a correligionarios, falsos currícula, familias influyentes, etc.) es, sin duda, un mal endémico de nuestra sociedad.

Conquistar la “vanguardia educativa” implica una profunda revisión de carreras, objetivos, asignaturas, profesorado, catalogación de centros docentes, homogeneización, etc. La delegación de la obligación constitucional de proveer desde la Administración del Estado una enseñanza que facilite la promoción individual y la mejor satisfacción personal, ha fracasado con la delegación de funciones a las regiones, que han interpretado el mandato de la Norma Suprema, con pocas excepciones, como el permiso para crear sus propia canonjías.

Es, desde luego, lamentable, que “más de diez millones de adultos (y de ellos, la mitad con edades entre 25 y 64 años) no tengan ningún título de formación profesionalizada. Que ahora se promueva .por enésima vez- “consolidar la formación profesional”, provoca a los que hemos defendido desde hace décadas, esa necesidad, una triste mueca.

Los juicios y buenos deseos expresados en el Documento se deben compartir: “bajos niveles de aprendizaje”, “se concede más importancia a la cantidad que a la calidad”, “hay que subir del 11 al 17% las personas con titulación superior”, “se debe impulsar el lifelong learning” (rectius, en español, el aprendizaje a lo largo de toda la vida)

Como se pretende dar sensación de estar al día en la pedantería más actual, se sugiere “aumentar la capacitación adicional en upskilling y aumentar el reskilling”, que implica mejorar la adaptación individual al cambio tecnológico, facilitando la reinserción y movilidad laboral. Se aboga porque el “75% de la población adulta hable, al menos, una lengua extranjera”; como no se precisa cuál podría ser ésa, cabe desear que no sea ni el catalán ni el euskera y, recíprocamente, que los hablantes en esas lenguas vernaculizadas aprendan a expresarse bien en español.

Algunas medidas deberían ser de ejecución inmediata, como “reformar de forma profunda el servicio público de empleo estatal”: es ineficiente, no ayuda a la consecución de empleo y sus funcionarios -en inmensa mayoría- desconocen el espacio laboral al que, en teoría, deberían orientar y conducir a quienes tienen la desgracia de encontrarse en paro. En un contexto con cambios tecnológicos continuos, mortalidad empresarial elevada (y nacimiento de nuevos emprendimientos) y una población activa envejecida y con poca actitud al estudio y a adquirir nueva formación, poner en marcha ese “servicio público” renovado implica, por sí mismo, un reto inmenso.

Hay afirmaciones que deben juzgarse en el contexto ideológico del Documento y no desde su presunta eficacia. Así cabe calificar el propósito de “incentivar la presencia de mujeres en los sectores industrial y tecnológico” y de los “hombres en el cuidado de personas dependientes”, así como de “mujeres de 55 años en formación continua”, de “adultos con cualificaciones medias y bajas”. Estas afirmaciones con base dogmática implicarían destinar recursos para colectivos singulares, cuya eficacia debe responder a un análisis mucho más completo de las necesidades, no solo de los necesitados, sino de la economía general. La incorporación masiva de la mujer al mundo laboral ha tenido como consecuencia no deseada la disminución de los salarios.

Algunas indicaciones tienen olor muy rancio: “incentivar la formación dual” (¡en eso estamos desde hace décadas, sin éxito!). Otras expresiones son puramente voluntaristas: “la transformación ecológica, al final del proceso, tendrá un balance abrumadoramente positivo”. Lo ignoro, en verdad, y lo que sí creo poder afirmar que en el camino, se perderán puestos de trabajo, muchas empresas perderán viabilidad y, lo que es más grave, el efecto sobre el medio ambiente a nivel mundial, será nulo, dada la pequeña dimensión de nuestra economía.

La enumeración de los males previstos si no se toman medidas para llegar a la completa descarbonización evidencia la filosofía de la titular del Ministerio y el seguimiento estricto de la doctrina del Panel del Cambio Climático. No se si la temperatura aumentará en 1,8ºC en cuatro décadas, o si mantendremos la sobreexplotación de los acuíferos, o si aumentarán las pandemias zoóticas.  Lo que sí se es que las medidas que deberíamos adoptar se tendrían que orientar al mejor uso del agua de riego, la selección adecuada de los terrenos agrícolas, el fortalecimiento de las localidades rurales de pequeño tamaño, y, en fin, atender a la exploración completa de nuestros recursos.

Acerca del exceso de potencia instalada, los expertos del Documento deberían atender a los técnicos con experiencia y no a los manuales. En otros Comentarios de este blog ya me he referido a los efectos negativos de la proliferación indiscriminada de aerogeneradores (subvencionada!), al despilfarro de inversiones (centrales de ciclo combinado, nuclear, biogás, etc.) y al beneficio excepcional que las medidas públicas sin análisis previo han aportado y aportan a especuladores y a multinacionales extranjeras, que se aprovecharon de los subsidios para mejorar su tecnología.

El ejercicio académico se advierte en la apelación a “la economía circular”, a “reducir las externalidades negativas drásticamente, sobre todo el sector turístico”, a acelerar la “rehabilitación de edificios”, al “cambio en el sistema de producción de alimento y en el consumo” o en el “sector financiero como catalizador” o a “reforestar 20.000 Ha./año. Estos lemas se vienen repitiendo, con escaso éxito, desde hace décadas.

(continuará)

—-

El dibujo, titulado “Niña dando de comer a las palomas”, del que soy autor, figura reproducido, con otras once láminas, en el libro Sonetos desde el Hospital (@angelmanuelarias, 2019)

Publicado en: Actualidad, Economía, Política Etiquetado como: angel manuel arias, Asociación Española contra el Cáncer, economía circular, España 2050, estrategia, gobierno, Oficina de Prospectiva y Estrategia, Pedro Sánchez, reskilling, upskilling

Doctores tiene el CSIC

5 noviembre, 2018 By amarias Deja un comentario

El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque Duque, tiene un bagaje personal excelente (e insólito), en la compleja y singular actividad profesional de aeronauta, concretada en una dura preparación científico-física y acrisolada en dos vuelos espaciales de éxito. Ha sido, además, profesor asociado en la Universidad de Valladolid, y empleado y presidente de la compañía Deimos Imagen, filial de una empresa canadiense dedicada a la detección de incendios por satélite.

El Ministro es un hombre jovial y hasta dicharachero. La naturaleza no parecer haberle proporcionado, junto al don de la locuacidad, el de la elocuencia, en el sentido de la capacidad de dotar de claridad a sus declaraciones, entrevistas, conferencias o discursos. Despierta simpatía, por su sencillez y proximidad, entre quienes admiran su trayectoria espacial y la proyectan sobre su imagen pública, pero genera cierta perplejidad y hasta angustia en quienes temen los itinerarios imprevisibles a que le lleva su capacidad de improvisación -seguramente nacida de la seguridad de haberlo visto todo desde arriba con una escafandra en la cabeza y un formidable tablero de mandos al alcance-.

El ministro tiene ahora bajo su autoridad una nave especial de muy difícil manejo, para la que no existen instrucciones, que es el CSIC, acróstico por Centro Superior de Investigaciones Científicas. Un monstruo complejísimo,  oscuro, denso, que cobijaba en 2013, la fecha en la que se confeccionó el Plan Estratégico 2013-2017,  y quiero suponer que mantiene (más o menos) a 13.000 empleados y cerca de 3.000 investigadores.

El Presupuesto anual para aquel año era de 1.000 Millones de euros, pero arrastraba una caída vertiginosa al confrontarse con la realidad de los ingresos verdaderos, que no superaban los 600 Millones. El Informe/Programa lamentaba que esta escasez de recursos había obligado a reducir los gastos drásticamente y se había comido todas las reservas de tesorería.

He buscado datos más recientes sobre el Organismo que constituye la entidad de mayor envergadura de la investigación pública en España, dispersa en más de centenar y medio de centros de investigación e impulsado por varios cientos de grupos de trabajo, concentrados en las disciplinas que la historia, las subvenciones y los programas internacionales, junto con los intereses particulares han juzgado preferentes.

Como segura consecuencia de mi torpeza y la deficiencia del buscador que utilizo para alcanzar las fuentes de información correctas (incluida la web del CSIC), no encontré ni la valoración del cumplimiento del Plan, ni datos más recientes sobre la financiación, líneas de trabajo, indicadores de resultados y, en fin, cualquier otro elemento de juicio que me permitiera valorar la realidad actual del Centro en esos puntos.

Por eso, me leí con atención y avidez, como interesado en el tema de la investigación técnico-científica en España y sus efectos sobre el desarrollo, la entrevista con el Ministro responsable del CSIC que publicó el diario El País el 4 de noviembre de 2018.

Extraigo de esa corta entrevista, dos declaraciones de entidad. La primera en interés mediático es la afirmación de que si le dieran al Ministerio 700 o mil millones (de euros) más al año, el ingeniero Duque “sabría cuánta gente puede regresar”. Es decir, cuántos investigadores, desplazados a centros en el extranjero, podrían disponer de equipos, instalaciones, laboratorios y salarios, adecuados para que continuaran su trabajo.

La otra afirmación que me llamó la atención es que pretende desde su Ministerio dotar de mayor autonomía, vinculada con más control, a las Universidades, de forma que se responsabilicen de la calidad de sus títulos.

Saco la conclusión (fácil) de que el Ministro trata de aterrizar en la realidad de los singulares y dificultosos espacios de la enseñanza universitaria -machacada por el principio de libertad de cátedra, la diversidad de titulaciones imaginarias, las ambiciones politiqueras regionales- y de la eficacia de la investigación -falta de correcta definición de objetivos, control de resultados y ayuna de medios financieros que permitan ilusionar y fijar a equipos de élite.

La mejora de ambos aspectos teórico-prácticos deberían servir para potenciar la investigación y la enseñanza públicas, imprescindibles para el desarrollo, y favorecer su encaje con el tejido empresarial actual, potenciando líneas de éxito.

Doctores tiene el CSIC, y personalidades de relieve no le faltan en muchos ámbitos. Si mi intuición me permite un cálculo aproximado y sin intención de remedar al Ministro, creo que 1.000 Millones de euros anuales extras, servirían, a falta de objetivos concretos y férrea disciplina de control y exigencia, para crear otro monstruo boqueante a corto plazo.

Porque, entre los asuntos a resolver prioritarios, ya detectados hace cinco años por quienes confeccionaron el Programa estratégico para 2017, estaban la organización y funcionamiento interno inadecuados, la insuficiente cultura de control administrativo y de personal, la escasa transferencia tecnológica, y, en fin, las dificultades de coordinación del complejo instrumento.

Temo, en fin, desde mi curiosidad insatisfecha, que todos esos problemas viejos, hayan sido correspondientemente agudizados por el tiempo transcurrido sin tomar decisiones relevantes, y conformarán hoy un escenario de marasmo y confusión para el que, además de tener las ideas claras, hace falta contar con la espada bien afilada.

 

Publicado en: Actualidad, Educación, Investigación Etiquetado como: CSIC, estrategia, Innovacion y Universidades, investigación, Ministerio de Ciencia, Pedro Duque

Ejército y sociedad civil (10)

18 enero, 2018 By amarias Deja un comentario

El papel de las Fuerzas Armadas en relación con la seguridad, esto es, con la “conciencia de seguridad” (o con la “necesidad social de seguridad”), no es discutida. Parece estar en el fundamento mismo de la existencia de un cuerpo armado, cuando se acepta que los enemigos de esa seguridad -sean quienes fueren- utilizan procedimientos expeditivos para destruirla.

Sin embargo, un análisis elemental de potenciales riesgos, revela que el término seguridad es extremadamente amplio y  ambiguo. Su enorme alcance, su dinamismo y, también, el carácter subjetivo de la valoración de lo que se entiende por riesgo o peligro, ofrecen amplio campo para el debate. La cuestión debe permanecer en permanente revisión, ya que cambian los sujetos agentes, sus métodos, y las opciones de protección. Vaya, pues, por delante, que el análisis es complejo y, si no se acota el dominio de contorno de lo que se desea proteger, y se tienen en cuenta los medios, conduce a una inacabable fase previa sin medidas efectivas.

Pero, si el concepto es polisémico, ¿cómo vincular a las Fuerzas Armadas, y, en general, a todas las Fuerzas del orden, con el mantenimiento y perfección de un objeto tan plástico?

La “cultura de seguridad”, plasmada en España con directrices del Consejo Español de Seguridad y el enfoque orientador de la OTAN, ha dado lugar a la Estrategia de Seguridad Nacional. Cuenta ya con el antecedente de la diseñada en 2013 y viene más recientemente amparada con la Ley de Seguridad Nacional 36/2015, al abrigo de la cual se ha publicado, a finales de 2017, por la Presidencia del Gobierno una revisión actualizada y una mayor concreción de los objetivos.

Me propongo referirme, ya que entiendo que se encuentra en la zona difusa de la seguridad y, por tanto, del espacio de discutible actuación de las Fuerzas Armadas, la actuación contra la amenaza a la integridad territorial. La defensa de la “integridad territorial” es, como ya he tenido ocasión de recordar en un Comentario anterior, uno de los tres capítulos de acción que el art 8 de la Constitución de 1978 recoge como “misión” de las Fuerzas Armadas.

España es uno de los países europeos que ha sufrido en su territorio la lacra del terrorismo interior. En la descabellada, y cruenta, defensa de una posición independentista, con apoyo popular que nunca se podrá desentrañar en toda su magnitud, el grupo criminal ETA actuó con extrema crueldad contra la seguridad, causando casi mil asesinatos y un número indefinido, pero de gran magnitud, de víctimas físicas y sicológicas y fuertes pérdidas económicas (si bien, no quiero obviar poner de manifiesto que la situación de terror benefició indirectamente a un corralito empresarial en el que figuraron quienes se sometieron al chantaje, al verse reducida la libre competencia en el País Vasco).

Hace unos meses (julio de 2017) se cumplieron 20 años del secuestro del funcionario de prisiones Ortega Lara (felizmente liberado por la Guardia Civil después de más de 530 días de cautiverio en un zulo) y del vil asesinato del ingeniero Miguel Angel Blanco, con el que el grupo terrorista buscaba compensar maquiavélicamente el anterior éxito del Estado de derecho.

Si me permito traer a esta exposición un asunto que parece superado por la Historia democrática posterior es para poder destacar que la amenaza del terrorismo interior no está superada en España.

Desde la misma posición ideológica de las Fuerzas Armadas, el peligro de involución está felizmente arrumbado. La práctica total renovación de los mandos superiores a raíz de la implantación plena de la democracia, ha permitido la incorporación y ascenso de nuevas generaciones de militares que acatan la subordinación de lo militar a la autoridad civil como principio básico de la vida democrática. El Ejército es hoy, a raíz de algunas encuestas peculiares, incluso de trasfondo más democrático que la sociedad civil (el porcentaje de mandos confesos de “extrema derecha” no llega al 0,1%%, inferior al sector que suscribe esa ideología en la población general, que parece alcanza el 1%).

Somos muchos en este país de ciudadanos mayoritariamente envejecidos los que hemos vivido y padecido el intento de golpe de Estado que visualizó el coronel Tejero en febrero de 1981, y que puso de manifiesto el divorcio que existía entonces entre parte de las Fuerzas Armadas y la sociedad. A principios de los años 70 del pasado siglo, la mayor parte del conjunto de jefes y oficiales del Ejército (la mayoría de los cuadros de comandante para arriba habían participado en la guerra incivil) desconfiaban de la apertura liberal a la que apuntaban los tecnócratas del gobierno tardofranquista, alimentando la obsesión por el “enemigo interior”.

(continuará)


La silueta inconfundible de un alimoche (neophron percnopterus), con su cola cuneiforme, surca, con suaves aleteos, el cielo estival de Castilla. Como ave carroñera, otea desechos y, en especial, vertederos y acumulaciones de basura. No necesita asustar a ningún pajarillo, lanzando amenazadores chillidos que asustan a los inquietos y les hacen moverse de sus cobijos, exponiéndose a la voracidad de las rapaces, por lo que es, mayormente, silencioso.

El alimoche que fotografié aquél día de verano, es un adulto, como lo muestra el contraste entre las plumas de vuelo negras (las rémiges) y el resto.

 

 

 

Publicado en: Actualidad, Ejército Etiquetado como: asesinatos, ejército, estrategia, ETA, golpe de estado, interior, ley de seguridad nacional, sociedad, terrorismo

Emprendimientos

7 diciembre, 2017 By amarias Deja un comentario

El escenario de producción y consumo está cambiando, y a gran velocidad, a escala global y local. Los comportamientos de algunos de los líderes de los mayores (más poblados) ´países del mundo lo prueba con rotundidad, aunque no parece que los jefes de Estado de los países intermedios -incluida la deslavazada actuación postural de la mal llamada (desgraciadamente) Unión Europea-, se estén dando cuenta, pues no se están tomando medidas de ningún tipo, o apuntan en direcciones contradictorias. Al hablar de decisiones equivocadas debo matizar que las estoy pretendiendo valorar en términos socioeconómicos, como más tarde me propongo puntualizar.

Que Donal Trump, Vladimir Putin, o Deng Xiao Ping estén tomando decisiones que interfieren, potenciándolo, con la evolución natural del consumo y producción internos en perjuicio de la globalización de la economía no es gratuito ni improvisado. Detrás de esas actuaciones de política general existe una estrategia de base genuinamente capitalista.

Mi inclusión del presidente chino en el trío está justificada, aunque algunos comentaristas aprecian su defensa de la apertura del comercio internacional, eliminando trabas y aranceles, como genuina; no se puede desconocer que el “gigante asiático”, que ha superado ya a Estados Unidos como potencia en el mundo de la supercomputación y está a punto de hacerlo en todo el amplio campo de la IA (Inteligencia Artificial) está destinado, por voluntad de su Politik Buró y velocidad expansiva,  a ser el Gran Hermano del mundo, y ese dominio no se ejerce desde la metafísica, la religión o la filosofía, sino desde el materialismo.

Sin pretensión de levantarme a altos vuelos con este artículo (no necesito poner de manifiesto mis limitaciones), quiero dedicarlo a la capacidad emprendedora de los denominados “millennials”, entendiendo que ellos son, para muchos analistas, por edad y conocimientos, los actores, y motores, de un posible escenario de cambio. Aunque no estoy utilizando el libro más que como referencia genérica, sirve de introducción al tema el libro “Millennials, La generación emprendedora” (Fundación Telefónica, 2017), que han coordinado Alvarez Monzoncillo y Guillermo de Haro.

Las páginas finales de este trabajo (antes de extraer Conclusiones) se dedican a recoger la entrevista con Henry Jenkins,  provost (rector) y catedrático de la Universidad del Sur de California. Manifiesta en ella unas cuantas reservas con las que estoy de acuerdo, y de las que extraigo algunas: a) profunda sospecha sobre el alcance del concepto de nativo digital, b) la constatación de que estos “nativos” nacieron, y están creciendo,  en una cultura saturada de medios y orientada al consumidor, c) el equívoco de que su lenguaje tiende a borrar el proceso de aprendizaje y concentrarse en adquirir una habilidad concreta, despreciando el mundo on line. d) la tendencia del nativo digital a marginar al inmigrante digital (ya que no a los “iletrados”),despreciando las habilidades y conocimientos de éstos.

Cuando se consideran los factores de éxito de un emprendimiento en un nuevo sector (tecnológico) , la capacidad de innovación es el punto central. Sucede, sin embargo, que no pocas veces la innovación no surge del conocimiento de las diversas opciones existentes en el mercado que se trata de suplir o mejorar, sino de la convicción “a priori” (o por imitación) de que se dispone de una herramienta excepcionalmente eficaz para desarrollar una actividad o un conjunto de ellas.

Analizando someramente (advierto que no dispongo de muchos datos) la tipología del emprendedor en nuevas tecnologías, creo que responde al perfil de un universitario (no siempre egresado, es decir con título oficial), que ha desarrollado una capacidad excepcional para manejar una herramienta del grupo de las TICs (generalmente, combinación de un lenguaje de máquina completo y el apoyo de un entorno potente de comunicaciones), que, actuando solo o en conexión con otros visionarios de los que es amigo, la aplican en la resolución, ventajosa, de una tarea que ya tiene solución analógica, mejorando la misma y ampliando su campo de acción, con base en la potencia de las herramientas digitales.

La etapa de inicio de ejecución del proyecto, alimentada con escasos recursos económicos y una gran ilusión y capacidad de trabajo (hasta obsesiva) no siempre conduce al éxito. Más del 90-95% de los emprendimientos fracasan, bien por estrangulamiento financiero, incapacidad para encontrar la comercialización del producto, o, más frecuentemente, porque otras ofertas del mismo campo brindan una solución más completa y acabada. La competencia por detectar los posibles “embryo giants” por parte de las grandes empresas, particularmente, las transnacionales, y adquirirlos cuando el producto está en fase avanzada, es muy grande, y el ejemplo de otros millenials que han tenido éxito de vender su empresa por cifras muy atractivas, hace crecer la ilusión de un destino dorado para esos emprendimentos.

Al analizar las peculiaridades de la generación emprendedora, el texto de Monzoncillo y Cía , recoge, entre otras opiniones no siempre coincidentes, una advertencia: las habilidades de gestión, y las competencias para seguir desarrollando el producto, son factores que aseguran el éxito posterior…y, superada la etapa de desarrollo, el equipo emprendedor que desarrolló el producto hasta una fase que pueda aceptarse como de “madurez técnica”, debería plantearse la incorporación de un equipo especializado en el gerenciamiento empresarial, que cuente, además con habilidades comerciales.


Un cormorán  moñudo (Phalacrocorax aristotelis) se plantó, jubiloso, acompañado de su pareja (que no figura incluída en esta fotografía), ante mis narices -mejor dicho, ante el objetivo de mi cámara-, ofreciéndome sus habilidades piscícolas. Era una mañana, apenas apuntado el día, de finales de otoño de 2017, en la playa del Arenal d´en Castell de Menorca. Estuve contemplando la escena durante casi una hora, maravillándome de la voracidad del pequeño, que, de vez en cuando, me lanzaba una mirada como reclamando mi aplauso. Estos cormoranes son más pequeños que la especie carbo, y tienen el pico esbelto y amarillo. Me arriesgo a indicar que éste pertenece a la subespecie desmarestii, de pico especialmente amarillo intenso.

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Porqué en Catalunya: Sexta entrega

3 noviembre, 2017 By amarias Deja un comentario

No es posible emitir un posicionamiento sobre la cuestión catalana haciéndolo descansar únicamente sobre la crítica (o el apoyo) a los fundamentos históricos que sirven a los defensores de la singularidad de ese territorio español para justificar su condición de nación con voluntad popular de independencia.

Se trata, en realidad, de un estado larvado de origen o raíz genuinamente clasista, que ha tenido un desarrollo rápido -en apenas diez años- debido a la coincidencia de varias circunstancias que permitieron desplegar la consciencia popular “de la diferencia”, alimentada y potenciada con nuevos componentes, la mayoría, falaces, hábilmente presentados por los partidos que gobernaban la Región Autónoma. Entre esos eslóganes de fácil memorización y, por tanto, susceptibles de alcanzar la máxima repetición sin precisar de análisis, figuraban en lugar destacado los de “España nos roba” y “el Gobierno de España nos margina y maltrata”.

España y Cataluña se fueron configurando, en un proceso de distanciamiento forzado, lleno de errores, desencuentros y mitos, como dos entidades contrapuestas. En mi modesto repaso a los principales elementos que han hecho estallar el asunto diferencial, hasta situarlo de máxima actualidad, llevándolo a la declaración de independencia, el análisis histórico, incluso distorsionado, no ha sido lo relevante para la movilización popular de los “genuinamente catalanes” frente a los demás españoles.

Los argumentos del catalanismo separatista descansaron, progresivamente, en la alimentación de sentimientos que combinaban la creencia en ser pueblo elegido y perseguido al mismo tiempo. Los portavoces más cualificados atribuían, sin necesidad de explicación, incomprensión ajena del hecho diferencial y caracterizaban al resto de ciudadanos españoles, también sin fundamento demostrable, como beneficiarios globales injustos de la explotación de la superior capacidad, inteligencia y creatividad catalanas.

No fue la Historia la clave separatista. Ha pesado mucho más la economía, -la pela-, y, como hijastra, la deficiente administración de los recursos transferidos, con despilfarros flagrantes, de forma que el gobierno de la Generalitat encontró dificultades serias para mantener algunos servicios con altos niveles de calidad, déficit de gestión que se atribuyó, en la más genuina esencia del buco emisario, por supuesto, “a España”.

El problema creció por ambas partes del pastel. El partido que, durante años, se había arrogado la representación del espíritu catalanista, Convergencia i Unió, consiguió mantenerse en el gobierno de la Generalitat durante décadas, y ofreció siempre un apoyo interesado al partido con implantación en toda España, cuando le faltó a éste mayoría suficiente para formar gobierno central. No importaba el signo ideológico. El intercambio de cromos, nunca inocente, ya fuera con el PP o el PSOE, alimentó la singularidad, despojando al Estado central de capacidad de actuación -¡y control!- en todos los sectores clave.

Faltaba solo poner un nombre al proceso secesionista que consolidara la cualidad de nación independiente, y la oposición constitucional a la revisión del Estatuto, encabezada por el President José Montilla, un iluminado que creía poder dotar asi al PSC-PSOE de una nueva vida, consumó la ruptura entre catalanistas y españolistas. Los primeros sintieron la declaración de anticonstitucionalidad a un par de artículos (y párrafos del Preámbulo) como una agresión. En verdad, la batalla civil estaba planteada con toda crudeza.

La pólvora que estaba sirviendo para explotar los apoyos del Estado en Cataluña, estaba tan bien distribuida y alimentada, que, ni resultó afectado el procés por el descubrimiento de uno de los mayores focos de corrupción desarrollados en España. Un tsunami potencial que afectaba -y el estado de Derecho no ha sido aún capaz de precisar en qué medida-, no ya  al ex Honorable ex President de la Generalitat, Jordi Pujol, a su familia, sino al Partido y a muchos de sus dirigentes. Convergencia y Unión resultó inviable.

El malabarismo político se aceleró. El hoy ex President Artur Mas, que, junto a otros miembros significativos de Convergencia se había reconvertido al Partit Demócrata Europeo Català (PDeCAT), aceptó ceder ser cabeza de fila en la negociación para formar Gobierno después de las elecciones de 2015, para que un oscuro político, Carles Puigdemont, fuera President. Fue necesario el apoyo de dos coaliciones con inocultada voluntad secesionista: la anticonstitucionalista Esquerra Republicana (ERC), y la decididamente antisistema Candidatura d’Unitat Popular (CUP). El apoyo se completó con la seudoconstitucionalista Catalunya Sí que es Pot, que amalgama diputados de variados extractos ideológicos (Podemos, ICV, Esquerra Unida y Equo).

La democracia y la tolerancia permitieron llegar a una situación  aberrante, aunque “legítima”: partidos con un programa claramente anticonstitucional habían alcanzado una mayoría escueta en el Parlament, y estaban decididos a imponer su revolucionario criterio de una forma “pacífica, democrática”, en cumplimiento de un “mandato popular”.

Los diputados de estos partidos, con el apoyo exterior de muchos alcaldes y, significativamente de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (que gobierna en la ciudad con la coalición Catalunya en Comú, que aglutina todos los partidos de Catalunya Sí que es Pot, salvo Podemos) refirmaron y consolidaron el apoyo popular a la secesión. Catalunya libre del yugo opresor de la España antidemocrática era ya más que un proyecto sin futuro.

Al ordenado totum revolutum secesionista se añadieron dos asociaciones de movilización al margen de los partidos oficiales,  Asamblea Nacional Catalana y Ómnium. Una amplia y fiscalmente oscura disponibilidad de fondos, sirvió y sirve para soportar la declaración de independencia del 1 de octubre de 2017. Se programaron, cuidadosamente planificadas, amplias, y de impecable efecto, manifestaciones callejeras. Se expandió, contagioso, el clamor de que la región estaba mayoritariamente por convertirse en un Estado nuevo.

La historia coetánea sigue escribiéndose, aunque con letras desiguales, Ayer, 2 de octubre de 2017, la juez de uno de los Juzgados de Instrucción que conforman el brazo operativo de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, en un Auto prolijo y, en gran parte, por lo que parece, escrito con anterioridad, escrito, sin duda, con plena consciencia de su gran trascendencia política, decidió la prisión provisional del destituido vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, y siete de los ex-consellers.

El estamento judicial no mostró uniforme celeridad ni dureza, mostrando, no ya la independencia judicial, sino la disparidad o falta de homogeneidad de criteros de los magistrados. El mismo día, llamados a declarar, el Tribunal Supremo, concedió una semana más para preparar la defensa a los, también citados como investigados, miembros del Parlament (a los que su aforamiento conduce a ese órgano jurisdiccional). La intervención de la judicatura en el procés, como consecuencia de la aplicación del art. 155, añade -aunque no sorprendentemente- más leña al fuego de las posiciones de desencuentro entre secesionistas y constitucionalistas.

La medida cautelar adoptada con los miembros destituidos del Govern, es, procesalmente, la más dura de las posibles y, por ello, puede calificarse, desde la perspectiva política,  de una incomodidad añadida a la necesaria disminución de la tensión en Catalunya y a la recuperación de la paz social en toda España.

(continuará)

 

 

 

Publicado en: Cataluña Etiquetado como: Cataluña, corrupción, crisis, economía, elecciones, empleo, empresa, españa, estrategia, gobierno, política, programa, Rajoy, responsabilidad, sociedad, solidaridad

Porqué en Catalunya: Cuarta entrega

27 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Escribo esta Cuarta entrega en un día que aparece como crucial para acelerar, ya que no el desenlace, sí la generación de un máximo de tensión en relación con la declaración de independencia de Cataluña por parte del actual Gobierno de la Generalitat.

Es la mañana del 27 de octubre de 2017, y todos los interesados en el tema que aún no se encuentren saturados por la escenificación del nivel de desencuentro entre las posiciones de ambos gobiernos (central y regional), han podido contemplar ayer lo que parece el último acto antes de la declaración de independencia por el Parlament catalán y la autorización de la aplicación del art. 155 en el Senado de la nación.

La cuestión, es pues, gravísima y no hace falta usar ni una pizca de imaginación para deducir que la salida a la misma no puede resultar ni previsible, ni pacífica, pues el timón de los acontecimientos ha sido trasladado a la calle. Las manifestaciones de los partidarios de la independencia, dirigidos y alentados en Cataluña por personajes con indudable relevancia mediática y carisma personal, han ocupado los espacios públicos (y la TV3), y los lemas se repiten machaconamente, pivotando sobre los términos Libertad, Democracia, Independencia del Estado español, República.

No hay opciones para la discusión parlamentaria ni para la modificación pacífica -es decir, legal, con base en las mayorías cualificadas imprescindibles, necesarias- de aquellos artículos de la actual Constitución española que pudieran ser objeto de revisión. En ningún caso, a tenor de las expresiones de intención de la mayoría de los españoles encuestados y de los partidos que representan la mayoría parlamentaria, esta modificación podría afectar a la forma de Estado (monarquía) ni a la unidad territorial (España es indivisible, reza la Norma Suprema).

Se podría hablar, pues, de modificaciones de  la Constitución actual, en relación, sobre todo, al modelo territorial y al reparto de competencias entgre el estadio Central y las regiones. Algunos, si nos correspondiera opinar con relevancia, defenderíamos la remodelación de las actuales regiones -demasiadas, y muy desiguales-, permitiendo la federación de Comunidades Autónomas, prohibida expresamente por el art. 145, o la agilización, al menos, de la posibilidad de acuerdos o convenios  entre ellas, sometida a la autorización de las Cortes Generales, en el apartado 2 del mismo artículo. El número óptimo de Autonomías o regiones, no debería superar a seis o siete.

Un asunto muy importante es la recuperación de la óptima gestión de los recursos, demoliendo o revisando con espíritu crítico -dimanante del interés general, hoy perdido en el limbo de los intereses partidistas y localistas- la cesión de competencias a las Autonomías. Enormes despilfarros, decisiones de inversión y gestión sin objetivo serio ni coherente, afectan hoy a todos los sectores básicos: enseñanza, comunicaciones, sanidad, etc.  Es imprescindible reconstruir un Estado central fuerte, en beneficio de todos.

Naturalmente, no tengo la menor idea de lo que va a pasar en concreto. Para mí, como para muchos, que vivimos la situación desde fuera de Catalunya, resulta inextricable el cosmos catalán en este momento, una madeja revuelta y enlodada. Seguramente, habrá disturbios importantes en las principales poblaciones catalanes. Con alta probabilidad, se disolverá el Parlament y se encausará a los cabecillas de la insurrección, quizá se detenga a algunos de los más significativos. Las revueltas callejeras producirán heridos, detenidos, y más tensión. Hasta que estalle.

¿Era esto necesario? En absoluto. ¿Tienen legitimidad suficiente los independentistas? Por supuesto que no. ¿Saben a dónde van? Lo dudo. ¿Causan un daño irreparable? Sí, lo han causado y aún lo provocarán en mayor grado, por su voluntad de persistir en el empeño secesionista hasta que la explosión de la situación en la calle, con víctimas directas y colaterales, les obligue a claudicar, y, ojalá, a preguntarse, qué hemos hecho.

¿Por qué en Catalunya? Se ha dado, de forma excepcional, atípica en relación con el momento que se vive en las democracias occidentales, de la connivencia entre dos facciones socio-políticas habitualmente enfrentadas: a) la burguesía medio-alta (proclive a apoyar, sin convicción ideológica, por pura intuición de lo que resultaría mejor para ella, a los analistas  teóricos y aficionados que, en momentos de crisis, critican, sin ofrecer soluciones, cuanto dimane del sistema oficial, y en la que figuran como exponentes cualificados muchos funcionarios, seguidos a ciegas por pensionistas, rentistas y parados)  y b) la izquierda revolucionaria, atenta siempre a movilizar a los descontentos y oprimidos por el sistema dominante, y en la que militan, a la búsqueda de protagonismo, profesores universitarios, licenciados en paro, ecolojetas, visionarios, ilusos, y, por supuesto, por necesidad o convicción, todos cuantos sufren la marginación laboral y personal, que son, desgraciadamente, millones de personas en este momento de crisis (más de 5 millones).

Si, además, sumamos a) la corrupción destapada y puesta a la amplia luz de la sociedad y, en parte, de la justicia, de algunos políticos, empresarios y funcionarios, cuyo máximo exponente es precisamente el actual partido en el gobierno central ; b) la necesidad perentoria de ocultar la pésima gestión y la incuria de no pocos dirigentes catalanes y sus antecesores, incluso como Presidente de la Generalitat o consellers, c) el atractivo para muchos jóvenes sin ocupación de salir a la calle para protestar sobre cualquier cosa y quemar adrenalina (ya que no solo en los campos de fútbol, dándose porrazos con afectos (?) a otros clubes, o contra las fuerzas del orden,  d) la simpatía propia de un modelo de independencia (liberación del yugo opresor) vendido como solución y no como problema desde las instituciones y media locales y e) la presión del vecino, del colega, y de agentes de movilización experimentados y sin especiales escrúpulos para infringir el orden y las leyes…¿qué tenemos?

La destrucción de la armonía, la implantación del caos por un período de tiempo, el triunfo de los depredadores, a costa de los catalanes y del resto de los españoles.

 

 

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Porqué en Catalunya: Tercera entrega

26 octubre, 2017 By amarias Deja un comentario

Se puede argumentar de muy diversas maneras contra la voluntad independentista del  actual Gobierno de Cataluña, secundada por un porcentaje significativo de catalanes (entendiendo por tales, salvo mejor información censal, los ciudadanos que tienen su actual residencia en la región). Porque, en este escenario de confusión que se ha ido dibujando con precisión de ludópatas, tampoco está bien definido qué significado práctico atribuir al térmico “catalán”, ya que los impulsores del separatismo pretenden que sea ésta una esencia inclusiva de la nacionalidad española, pero excluyente, por lo que no podría ser participada por los demás españoles. Se sería catalán y español pero los españoles no catalanes no tendrían acceso a esa doble nacionalidad.

Si evitamos recurrir a la descalcificación frontal por enajenación colectiva o espejismo ideológico, podría aceptarse como argumento en contrario (sin que ello signifique que se comprenda) que, para esos independentistas potenciales, la idea de separarse del resto de España tiene el atractivo de creer que podrían organizarse mejor, aprovechar con mayor eficacia sus recursos y mejorarían, en fin, su capacidad de maniobra frente a las crisis y su respuesta adaptativa frente al futuro.

Los defensores de la imposibilidad de la separación de Catyalunya, argumentan, fundamentalmente, desde la Ley, el respeto y lealtad institucional, que serían quebrados (lo han sido ya, en realidad) si se incumple la Constitución que expresa, sin ambages, la unidad indivisible del Estado español y su forma de Estado, la Monarquía.

El argumentario antiseparatista se robustece también con previsiones respecto al escenario catastrófico que viviría una Cataluña independiente, contrastando así con la visión idílica de los actuales representantes de las institucones catalanes, algunos historiadores y economistas que ven en un futuro independiente una Arcadia feliz y la liberación del yugo insostenible de una España antidemócrata, represiva, retrógada.

Tienen los independentistas, en alguna parte, razón. El tamaño no debería importar. Ni el territorio, ni la población, o las magnitudes económicos cobran importancia real, por comparación con lo existente. Se encuentran, en el mundo, Estados muy pequeños, algunos por pura conveniencia de las potencias o por caprichos de la Historia y residuo de viejas confrontaciones bélicas. Se ha hecho notar por los historiadores y geógrafos que casi la mitad e los 194 Estados actuales se generaron en el siglo XX. Es decir, no se puede argüir que los Estados son producto de la consolidación de antiguos momentos de exaltación nacional.

Algunos Estados pequeños pertenecen a la Unión Europea, y encajan en el modelo de democracias modernas y estados amigos. Tampoco en este sentido Catalunya independiente puede ser objetable. Malta y Chipre son el ejemplo -rayano en lo ridículo, aunque defendido con orgullo por sus afectados- de Estados diminutos cuyos representantes se sientan con los demás miembros de esa reunión de comerciantes con ilusiones de obtener mayor grandeza. Entre los Estados que componen actualmente la Unión Europea, se incluyen diezpaíses con menor población y territorio que Cataluña.

Los independentistas (y también, algunos teóricos del desarrollo económico), suelen tomar el modelo/ejemplo de Dinamarca.Con un a renta per cápita de 48.400 dólares es un ejemplo atractivo de Estado de medio tamaño que ha sabido utilizar su situación privilegiada ente los grandes, su alto nivel formativo y las capacidades comerciales de sus instituciones públicas y privadas para consolidarse como un Estado próspero yejemplar.

Los separatistas catalanes desean que la Catalunya independiente sea una República. En eso, se separan de la tradición española y del país envidiado (Dinamarca), que son Monarquías. No parece encontrarse en la forma de Estado la raíz sustancial para obtener el  máximo fruto de la actividad económica y social. En este momento, en España, tenemos un monarca muy bien formado, con prestigio internacional, que mejora con amplia ventaja las opciones de sus alternativas no coronadas, tanto en la región catalana como en toda España. Podrá ser opinable, pero, como republicano, me permito repetir esta apreciación una vez más, sin que me duelan prendas.

(continaurá)

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Seguridad frente amenazas (2)

31 diciembre, 2016 By amarias Deja un comentario

tres-gorriones

Salvo para aquellos genuinamente pacifistas, si es que existe alguno, no habrá dudas que la seguridad exterior precisa, -junto a otras actuaciones, desde luego-, del mantenimiento de una fuerza organizada, con personal dispuesto a matar y morir, y equipos adecuados para esa función letal. Aquí se encuentra la característica diferenciadora, indiscutible, de los Ejércitos.

Un Ejército no es un grupo de personas armadas, sino una “fuerza” sometida a una disciplina, con un código de actuación. Existen magníficos documentos que ilustran significativamente sobre el desarrollo de este concepto; En España, las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas vigentes cuando escribo estas notas datan de 2009, y suponen una renovación parcial -por algunos comentaristas, sin embargo, tenida, por sustancial- de las promulgadas en 1978 (Ley 85/1978).

Con previsión de un baño de sangre o no -así en la paz como en la guerra-, hay una premisa incómoda a la que responden los Ejércitos, que son consecuencia de la experiencia histórica: “el enemigo existe siempre”.  Esta certeza implica que los Ejércitos deben estar dotados para defenderse, sino de cualquier ataque, al menos, del que pudiera provenir de sus adversarios diferenciados, a los que conviene tener identificados. Esta posición preventiva obliga a mantener una dotación, equipamiento y preparación similares o superiores al suyo, capaz de disuadir y de ofrecer, en otro caso, una respuesta autónoma rápida.

La exhibición de la potencialidad propia no es un juego de niños. Tiene dos destinatarios: la población civil del propio Estado, transmitiendo un mensaje de potencia y preparación (y, subsidiariamente, de prestigio y profesionalidad a los componentes militares); el otro destinatario es el potencial enemigo, que también procurará disponer de otras fuentes de información, claro está.

Quede así recordada, tanto para los que tienen respeto, y hasta devoción, por la profesión militar (entre los que me cuento, sin perjuicio de ser pacifista), como para los que apoyarían, por desconocimiento o por voluntad martirológica, su supresión, que los Ejércitos poseen una genuina ambivalencia causal: pueden adoptar tanto una posición agresora como defensiva. Esta última adquiere una importancia capital para mantener la paz, pues tiene una clara connotación disuasoria, autónoma, y en ese campo de lo que se desea evitar, principal.

Sería ridículo, amén de peligroso, mantener la ingenuidad de que la paz no implica la preparación para la guerra. Las armas, además, están para ser usadas algún día y se perfeccionan continuamente. Los misiles de ataque de largo alcance implican el desarrollo de los de interceptación; los tanques acorazados alentaron la fabricación de lanza torpedos penetrantes. No hay muchas acémilas actualmente en el arma de Caballería y se prefieren los drones teledirigidos a los aviones tripulados de reconocimiento.

Ni siquiera los Estados que se autodenominan “neutrales” renuncian a armarse. Suiza, uno de los Estados europeos que dedica más recursos a su Ejército, atiende con la popular “guardia suiza” la custodia del Estado más espiritual y más pequeño del mundo, la Ciudad del Vaticano; fundada en 1505 por el Papa Julio II para proteger al Papa, mantiene actualmente unos cien efectivos, adiestrados para manejar armamento moderno, no espingardas ni falconetes.

El arte de la guerra (léase, de la defensa), genera comportamientos que han inspirado los económicos-empresariales. No en vano, los libros de estrategia militar y los expertos militares tienen buena acogida en los Institutos de Empresa. La selección de líneas de investigación y desarrollo preferentes, la formación de cárteles, la utilización de lobbies, etc., están en la base común de lo militar y lo empresarial.

Como pocos Estados pueden ofrecer una garantía adecuada de forma autónoma, son imprescindibles alianzas estratégicas, y la formación de bloques que complementen y refuercen las Fuerzas Armadas propias. Dentro del concepto de Defensa, se agrupan muchas actividades indirecta o directamente relacionadas: formación propia y ajena, diplomacia, espionaje, cooperación, desarrollo y prueba de armamento sofisticado, preparación para el combate, procedimientos sanitarios, de comunicaciones, informáticos, etc.

Por eso, la totalidad de los Estados dedican una parte importante de sus presupuestos a sus Ejércitos. Puede verse, en mi opinión, el estado de desarrollo de cada uno, en relación con el porcentaje que dedican a la dotación de personal o a los equipos materiales y a la investigación; en efecto, un alto porcentaje del presupuesto destinado a la partida de personal, es propio de un país atrasado. Aún más, me atrevería a afirmar, que un alto porcentaje del PIB dedicado a Defensa, puede significar que se está apoyando la investigación tecnológica de uso civil, conjuntamente.

Concluyo, pues, este apartado. Desde la tribu al Estado-nación/naciones a los Estados Unidos y Comunidades internacionales, todas esas unidades de convivencia tensa con otras han asumido la necesidad de mantener un Ejército propio, adecuado a los riesgos presumidos y han buscado alianzas con Estados afines para defenderse de posibles amenazas y ataques. La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) surgió en 1949 como perfeccionamiento de un acuerdo político entre algunos países europeos, a la que la incorporación de Estados Unidos (y Canadá), dotó de la potencia bélica deseada, como contrapunto a la creciente tensión proveniente del bloque comunista, que en 1955 organizó una alianza similar (fuerzas militares para mantenimiento de la paz) llamada Pacto de Varsovia. Los aliados en la segunda guerra mundial pronto redescubrieron sus sustanciales diferencias de planteamiento económico (1).

Otra cuestión que es conveniente analizar, aunque sea a este nivel elemental, apela a la característica de las misiones en el extranjero, actualmente con capital interés mediático, que oculta otros aspectos mucho más relevantes, en mi opinión.

Los componentes de los Ejércitos, no son ONGs, ni educadores, ni agentes del desarrollo. Tampoco son policías. Y, sin embargo, la versatilidad de las funciones vinculadas a la defensa del territorio propio y de ciertos valores (básicamente, éticos) tenidos por irrenunciables, provoca que, cuando les son atribuidas algunas de ellas, los Ejércitos participen, solos o en compañía de otros funcionarios y civiles, en misiones de las llamadas de paz.

Delicada cuestión, en suma, porque exige la coordinación entre muy diversos estamentos, con dependencias funcionales naturales diversas, tanto de las organizaciones administrativas de un Estado como de los aliados y, según la índole de la función atribuida, puede suponer, incluso, que esos aliados sean diferentes. La perfecta identificación de los objetivos y, naturalmente, de la cadena de mando y de las responsabilidades distribuidas, es una dificultad añadida para que la misión tenga éxito.

Cuando los equipos integrantes de una misión de un Estado que se autodefine “en tiempo de paz”,  se lleva a cabo en el extranjero -en territorios en guerra, o que hubieran sido ocupados contraviniendo disposiciones internacionales, o  en donde actúen grupos terroristas, o aún no plenamente pacificados – la combinación de elementos militares y civiles añade dificultades de coordinación. En esos casos, además, la posibilidad de ser víctimas de un ataque con armas, implica que todos los componentes del equipo deban asumir el riesgo de morir o ser heridos, es decir, se deben considerar integrados en la disciplina y normas propias del Ejército.

En la cartilla que se entregaba a los reclutas españoles al terminar el servicio militar de la postguerra, cuando éste era obligatorio, aparecía un sello en el que figuraba un apartado destinado al Valor, en el que se indicaba el “concepto que había merecido a sus jefes” él recién licenciado. “SS” significaba que “se le supone”, porque no cabía hacer otra elucubración cuando no se había entrado en batalla.

En los Ejércitos profesionales -en donde los aspirantes a formar parte de ellos, (y hay que suponer que, especialmente, a los que se integran como tropa)  pueden estar inicialmente guiados por la obtención de un salario, más que por la defensa de valores que la desacralización pretende convertir en filosofía añeja, como la Patria, el Honor o la Bandera-, la posibilidad de morir en el curso de una acción, incluso en la preparación de la misma, no siempre será puesta de manifiesto por los mandos. La realidad la pondrá presente, a poco que asome la peligrosidad intrínseca al manejo de armas; y no es necesario que sean manipuladas por el enemigo: el número de militares fallecidos en maniobras, exhibiciones aéreas o navales, pruebas de material, desactivación de explosivos, etc., lo prueba.

(continuará)

(1) La exhibición de cariño personal (que no institucional) entre D. Trump, presidente electo de Estados Unidos de Norteamérica y V. Putin, presidente de la Federación Rusa, no presagia un pacto anti-natura entre bloques enfrentados. Más bien, implica el reflejo de un tanteo previo, en el tablero del ajedrez mundial, ante el avance vertiginoso de la República Popular China.

—–

La fotografía recoge la imagen de tres gorriones en una aparente sesión de ballet, en vuelo que podría ser interpretado como acrobático para quienes desconozca la tremenda agilidad de las aves -en particular, de estos paseriformes- para girar, sostenerse en el aire, sortear obstáculos, cambiar de rumbo brusco.

He tenido ocasión, desde una privilegiada atalaya, de observar los movimientos de los grupúsculos de gorriones en torno a la comida, bien sea en campo abierto o en un recinto limitado.

Dependiendo de la edad de las aves, de la disponibilidad de alimento, de la posible relación genética entre ellos, he constatado que se pueden dar actitudes de ignorancia total, cooperación, de cesión de derechos, etc. La más común, si la comida es escasa o está dispuesta en un recipiente de acceso reducido, es de agresividad. No se matan, desde luego, pero un par de picotazos al vuelo bastan para disuadir a quien, vulnerando la escala de poder, se acerca al grano o a la masa nutricia, antes de que los poderosos hayan saciado su hambre.

Los más débiles o más jóvenes esperan, impacientes, a que los fuertes se vayan y, entonces, apuran las migajas.

 

 

 

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Estrategias salvajes (Epílogo): Propuesta de estrategia para civilizados. Previsiones (2)

26 marzo, 2016 By amarias Deja un comentario

La facilidad con la que los países occidentales, y especialmente los europeos, se han concentrado en problemas particulares, a los que, además, no alcanzan a resolver, es un elemento que permite definir con alta probabilidad cuál será su trayectoria a medio plazo (siglos XX y XXI, como ya tengo escrito). La del perdedor.

La trayectoria reciente de la Unión Europea, en si misma, resulta preocupante por la falta de coherencia entre principios y praxis. A pesar de lo que intenta reflejar su nombre, la desunión y disparidad de criterios entre los gobiernos (es decir, entre los países) ha crecido, produciéndose el crecimiento anti-natura de posiciones egoístas, nacionalistas o partidistas. La amenaza del Brexit, el trato dado a la crisis griega y la incorporación precipitada y no digerida de países del Este con ejemplos que, en lugar de ayudar a la cohesión, han añadido incertidumbres sobre la coherencia. En España, el resurgir de los ímpetus independentistas catalanes y vascos, apoyados por genuinos síntomas de insolidaridad, ha puesto en nuestro territorio el problema de la revisión permanente que pretenden los egoismos de cualesquiera identidades compartidas.

No solo en la falta de coherencia interior se muestra el resquebrajamiento de la idea de una Europa unitaria. La debilidad internacional de sus estructuras comunes apuntan hacia la conclusión inequívoca de que, no será protagonista de ninguna de las actuaciones relevantes globales -ya sean acuerdos pacíficos o guerras de posición-. Continuará consumiendo valiosas energías en tratar de resolver problemas interiores de cohesión, discutir campos de competencia privilegiada  para los grupos empresariales dominantes, y se anquilosará en los análisis de posibles actuaciones que no llegarán a ponerse en práctica o perderán su oportunidad.

Es una lástima. Considero irrenunciable el mantener como guía de la actuación de la especie humana la ética universal, lo que exige una coherencia plena entre lo expresado como principio y lo ejecutado. La Unión Europea tiene ahí, bien a la vista, no ya sus serios problemas de identidad, sino su falsedad doctrinal. La posición que adoptó la UE respecto a los refugiados sirios es incoherente con sus principios, éticamente inadmisible y perfectamente encajable con la filosofía Nimby, en la que los objetos a los que se considera como basura indeseable son seres humanos.

La Unión Europea no parece, sin embargo, ser consciente de sus problemas de coherencia deontológica cuando se  presenta como paladín mundial en las medidas de contención del cambio climático. Por eso, ahondando en la credibilidad de esa postura, podrían descubrirse raíces oscuras. Los objetivos de aumentar la participación de las energías renovables en el mix energético propio, apoyados, en especial, por Alemania y Francia (España, actuaría aquí en coherencia con su vocación de tonto útil), tendrían como fundamento comercial la posibilidad de obtener importantes beneficios empresariales en la implantación de las “energías limpias”, cuya tecnología dominan, en áreas internacionales con gigantesco potencial desarrollo (1)

En fin, la estrategia salvaje de la Unión Europea sería la de perseguir o ahuyentar de su territorio a los gorriones, en lugar de entender la importancia que representan para su propia existencia. En esta tragedia, los exiliados forzosos de los países en conflicto en Africa, los desplazados por la necesidad y por el atractivo de una vida teóricamente mejor, ocuparían el metafórico papel de los gorriones, y el mensaje sería el de: “Que no pasen” .

No me engaño, sin embargo, en la relativa falta de importancia de este efecto para desfigurar las conclusiones del análisis. La Unión Europea es una zona económicamente agotada, no tiene trabajos ni bienestar que ofrecer  al contrario) y su única trayectoria futura previsible es el declive.

He escrito en otros lugares, con mayor extensión, que el crecimiento en la implantación de las tecnologías de información y comunicación (TICs) está provocando un cambio profundo en la forma de concebir los servicios y su comercialización, que arrastrará pérdidas de empleo masivas, no recuperables.

No tiene recursos, su tecnología, siendo importante, no es puntera en sectores clave, y la industria contaminante y primaria, incluso de semitransformados, está ya externalizada o en vías. Me resulta inconcebible la aparente ceguera con la que se está viendo la cuestión, y, siendo evidentes los síntomas, solo encuentro justificación en los intereses que están detrás de los que afirman que las TICs crearán empleo, o que la sustitución de la industria pesada y de transformación por otras mucho más automatizadas o con materiales más ligeros, generará actividad local. El lema sería: “Aguanta mientras cobro”.

La destrucción de puestos de trabajo en los sectores bancario, en la contratación de paquetes turísticos, en la comercialización en todo tipo de sectores (ahora cada vez más centralizados por internet y con capacidad de contratación autónoma desde el propio hogar o la oficina) será creciente. Exponencialmente creciente, y en menos de una década. Y no será recuperable por otros sectores, ni  nuevos ni, por supuesto, el impulso a los tradicionales. La capacidad de consumo europea estaría vinculada a la generación de puestos de trabajo y riqueza y, parodiando una frase histórica: En los hogares europeos no cabe más, solo cabe mejor, pero…no tienen con qué pagarlo.

La incorporación de tecnologías avanzadas (sean las que fueren, o que el lector quiera considerar), no generará empleo neto. Cierto que se crearán puestos de trabajo más cualificados, pero no en número suficiente para todos los que aspiran a ellos. La dicotomía del mercado laboral en los países hoy tenidos por desarrollados y, especialmente, en Europa, está servida: se creará un inmenso gap, un vacío, entre los trabajadores con altos conocimientos (y bien pagados) y los que ocupen la escala inferior, como servidores de aquellos o del Estado. En el medio, estará la gran masa de población, viviendo de las subvenciones del Estado, mientras aguante .

La única salida de escape o descongestionadora sería la de desplazamiento de medios hacia los países en desarrollo, ayudándoles a crecer desde el terreno, en una cooperación abierta. El potencial sería, en efecto,  muy alto.

Para encajar en la puesta en valor completa de esa potencialidad ajena, hace falta una gran capacidad financiera, la existencia de estrategia cooperativa, en la que los beneficios mutuos estén claros…y se precisa resolver, también, un hándicap sicológico: el hospedante debe tener la certeza de ser el más beneficiado. El cooperante occidental debería asumir que su aportación será superior al beneficio obtenido,porque no se trata para él de crecer, sino de subsistir.

Hay un problema adicional, el más importante, para que la Unión Europea pueda tener sitio de relevancia en esa carrera por la subsistencia. Los sitios de primera está ocupados por potencias mucho más fuertes: China y Estados Unidos, en ese orden.

Habría que adoptar una posición conjunta, y de cánido domesticado. Mover la cola y contentarse con lo que caiga de la mesa. No existen aquí estrategias salvajes de las que tomar ejemplo, ni siquiera como aproximación provocadora. La cooperación en términos de igualdad entre animales es inexistente, y los ejemplos que se pudieran aportar serían solo aparentes.

Porque los animales solo actúan juntos: 1) como medida de defensa ante los depredadores (es el caso de las cebras y los antílopes frente a los leones, cocodrilos y otros carnívoros); 2) en casos excepcionales de unión aparente, porque mejora sus capacidades de ataque hacia las presas ; 3) por aumentar sus posibilidades de supervivencia en caso de ataque (cardúmenes de varias especies, cuyo tamaño está en relación con la subsistencia de especímenes si son masacrados por un ejército de tiburones, delfines y orcas); 4) porque una especie se subordina a la otra, ofreciéndole un servicio que la beneficia (garzas e hipopótamos); o 5) porque no pueden librarse de un huésped aprovechado (rémoras y tiburones, anémonas y cangrejos, lapas y mejillones).

Podría justificar este pesimismo crítico en que es hoy Sábado Santo, celebración cristiana caída en el olvido, salvo para justificar un período vacacional, y que la mayor parte de mis compatriotas parecen ocupados en la diversión fútbol, conciertos masivos, vacaciones, asistencia pasiva a procesiones, etc), en la confianza de que los problemas se resuelvan solos, por arte de birlibirloque (formación de Gobierno, reconstrucción de una red industrial con potencial de crecimiento, revisión inmediata de las fórmulas de enseñanza, sostenimiento del estado social, generación o potenciación de la cooperación empresarial, etc.).

Quizá espera que refugiarse en la propia concha, como hace el caracol cuando el tiempo está seco, traerá un tiempo húmedo… Esa no es, desde luego, una estrategia inteligente.

(continuará)

 

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Estrategias salvajes. (Epílogo). Propuesta de estrategia para civilizados. Previsiones (1)

25 marzo, 2016 By amarias 1 comentario

Desarrollo aquí las ideas generales sobre cómo evolucionará, con alta probabilidad, el escenario de interactuación de los seres humanos en el siglo XXI. Puede que, incluso, en el siglo XXII. Es un plazo cortísimo, considerado desde la perspectiva de nuestra evolución como especie.

Por eso, su título y, por eso, también, la necesidad de realizar dos puntualizaciones: es mi previsión, sin que haya que darle otra validez o importancia que la que le conceda el lector y su propia cualificación para valorar y decidir; y se refiere a la tendencia de los elementos sustanciales, no a los más evidentes, y, por supuesto, no a todos, que señalan las lineas evolutivas de la humanidad en su conjunto. ¿A dónde va la especie, si siguen actuando las mismas fuerzas directoras, y con la inercia o potencia que se detectan hoy, 25 de marzo de 2016, Viernes Santo?

Previsiones del desarrollo, principalmente, a corto plazo, de aquellos elementos sociales, económicos, éticos y filosóficos que considero sustentan la evolución de la humanidad.

Los principales factores de evolución de la humanidad en el momento presente, son fáciles de detectar, y enumero ocho, que separo en dos grupos de forma artificial (solo para evitar un párrafo demasiado largo):

Primer grupo: 1) el desplazamiento de las modalidades de trabajo y su retribución en los países occidentales por la tecnología, no solamente digital; 2) el incremento exponencial de la monetarización impropia de las economías orientales por la masiva exportación de productos elaborados, gracias a su mano de obra barata y a la incorporación de la tecnología; 3) el agotamiento de muchas materias primas juzgadas esenciales para el sostenimiento de algunos países, o su sustitución por alternativas no controladas por ellos; 4) la globalización parcial de la economía, generando tensiones inimaginables en el intercambio de productos y modificando las ventajas comparativas con extrema rapidez;

Segundo grupo: 5) la existencia de dos bloques económicos con distintos presupuestos ideológicos y las dificultades de plasmar un modelo conjunto de cooperación y crecimiento; 6) el cambio climático, que, debido a la muy probable incapacidad de controlarlo, supondrá aún mayores necesidades y sufrimientos para las poblaciones más pobres; 7) la resistencia hedonista a replantear, con solvencia, el empleo que se está haciendo del concepto de la ética universal, y 8) el aumento en la escasez o en la distribución desigual de agua, alimentos y otros elementos en amplias zonas del planeta (provocando mayor incremento de muertes, emigración desesperada, guerras).

En conexión con lo ya expuesto, detectamos la existencia de estrategias salvajes que, aplicadas por los colectivos humanos, pretenden tomar ventaja de algunas situaciones.

La alimentación de los pulgones por las hormigas es, sin duda, la estrategia que subyace en la compra masiva de propiedades agrarias en Africa  (y otras zonas), con el apoyo del gobierno chino. No es la única vez que se aplica, al contrario, es una de las estrategias más habituales: la ha seguido y sigue Japón en algunos países latinoamericanos, con el apoyo a centros educativos o asistenciales y la obtención de contraprestaciones en otros terrenos de los que obtener beneficios mucho más relevantes; las colonias y protectorados de los que los países de centro Europa han hecho amplio uso en Africa, América y Asia: Inglaterra,  en Egipto, India, Pakistán, Bangladesh; Francia en Marruecos, Argelia, Camboya, Vietnam,..; Bélgica en Ruanda, Burundi, Zaire; Alemania en Tanzania, Tanganica, Camerún, Togo, Samoa, …entregadas por el Imperio después de la primera guerra mundial a los vencedores. (1)

Podría citar también a España y Portugal, con sus conquistas trasatlánticas, que arrebataron territorios ajenos utilizando armas incluso misteriosas, o a los colones ingleses exterminando a los pobladores nativos en Estados Unidos, pero la diferencia entre estas actuaciones y las anteriores es que se concentraron en el siglo XV y XVI las primeras y, la enumerada en segundo lugar, durante el XVII y XVIII. Este trabajo no es un tratado de Historia. Quiero ir a lo elemental, esto es, a lo básico.

La estrategia de conquista y explotación ha tomado forma más sutil en tiempos más recientes. Se empleó, en apariencia, el modelo de ocas voladoras, si bien, con peculiaridades que lo caracterizarían como “modelo forzado de las ocas voladoras”. Los consorcios y las empresas más activas de países  avanzados tecnológicamente, a partir sobre todo de la mitad del siglo XX, empezaron a implantar sus instalaciones en los países menos desarrollados. Se beneficiaban así de la legislación permisiva o inexistente (en tema fiscal, laboral, jurídico, ambiental, etc,), de la mano de obra mucho más barata para producción de bienes que importaban, semielaborados o elaborados a sus países de origen y preparaban también el acceso al mercado interior de las zonas “colonizadas” tecnológicamente.

Esos modelos deben considerarse positivos en sus efectos. El caso de Japón y de los denominados dragones asiáticos ya fue analizado. Alemania también lo utilizó en China, con éxito. Estados Unidos utilizó un modelo combinado de oca voladora y dragón de Komodo, con una sensibilidad que, cuanto menos, se puede calificar peculiar respecto a los demás países que tienen como eje el principio activo de considerarse, gracias a las dos guerras mundiales, artífice global de la economía, líder mundial con capacidad para hacer y deshacer, al menos, hasta hace muy poco.

No es posible despreciar el análisis de la concentración de gases perniciosos en la atmósfera terrestre, por efecto de la combustión masiva de combustibles fósiles, que significaron el apoyo principal a la revolución energética, que impulsó el desarrollo de algunos países a niveles nunca alcanzados, provocando el mayor desequilibrio económico de la historia de la Humanidad y la amenaza cierta de una debacle extendida.

La estrategia salvaje seguida en este caso, se interpreta ahora por algunos como que se cerraron los ojos a los efectos que se estaban provocando hasta que se detectó que eran ya, en la práctica, irreversibles, es la propia del avestruz. Para quienes me hayan seguido hasta aquí, entenderán que opine, más bien, que es la estrategia salvaje de la avispa de las abejas.

No traté esta “estrategia del avestruz”, que, por cierto, ha sido siempre interpretada tendenciosamente. El animal no esconde la cabeza, cuando se ve amenazado de cerca, pretendiendo así no ver el enemigo depredador. Lo que sucede, detectado por zoólogos es que, para que su gran envergadura -la cabeza del adulto, gracias a su alargado cuello, se eleva por encima de los dos metros- no le delate, se oculta entre la vegetación, y baja la cabeza hasta el suelo.

Reinterpretada la estrategia de las empresas contaminantes, y de los países que podían haber impuesto restricciones a sus emisiones, no fue la de “esconder la cabeza para no ver el peligro”, fue la de esconderla a sabiendas para que no les vieran lo que estaban haciendo, conscientes de sus efectos.

En cualquier caso, las largas y tediosas negociaciones entre los países más contaminantes y los que aún están en fase de desarrollo y poseen recursos para quemar, vienen a demostrar que los acuerdos que se alcanzan son débiles, no tienen carácter vinculante, y como la amenaza está ya declarada cierta y próxima, se puede adelantar que antes de finales del siglo XXI la temperatura media de la Tierra subirá, al menos dos grados o dos grados y medio.

Los efectos de este aumento térmico serán terribles, y provocarán mayores desigualdades, inundaciones, hambrunas,…pero favorecerán a algunos países, que verán la opción de incorporar nuevos territorios y recursos (para seguir explotándolos) y que no se verán afectados sino positivamente por el aumento de temperatura.

—-

(1) Es una relación que no pretende ser exhaustiva, ni seguramente recoge siquiera los países que más se han distinguido en la explotación de otros. Faltan, por omisión voluntaria en este momento, aquellos que, partiendo de las zonas del Este han colonizado, arrasado o sojuzgado, tanto a vecinos como a distantes.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Economía, Internacional Etiquetado como: cambio climático, colonización, conflictos, contaminación, estrategia, estrategias, mundo, salvajes

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