Al socaire

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Cambio de ciclo

29 febrero, 2020 By amarias Deja un comentario

El mundo parece tener todas las papeletas para un cambio de ciclo y España ha comprado varias series para el sorteo de los premios de desconsolación.

Desde luego, la sociedad temerosa, inculta e insolidaria, ha ocupado en las últimas décadas -con crecimiento exponencial en las fechas más recientes- los lugares de mayor visibilidad. Está ayudando. y mucho, una forma de entender el periodismo -el cliente manda- que da total prioridad al escándalo y a los titulares, consciente de que la prensa escrita no se lee más que de forma transversal, y de que internet y el boca oreja ha ocupado, plagado de emoticonos y chascarrillos, incluso zafios, la parte sustancial de los cerebros.

Tenemos un montón de “crisis” ocupando los espacios de reflexión: el coronavirus y sus efectos letales, las guerras de toma de contacto como preparación para una confrontación mayor, las migraciones impulsadas por el hambre, el fracaso en la contención del deterioro ambiental y del llamado cambio climático (vamos, el calentamiento en unos cuantos grados de ciertas zonas de la Tierra)… A escala local, contribuimos en España a la degradación intelectual y social con un separatismo de salón, propio de la edad de piedra de la Historia de los pueblos, dirigido con mano de mantequilla por dos gobiernos dispares: el equipo de coalición, contento de haberse conocido, con representantes de los restos del otrora respetable Partido Socialista Obrero de España y de los defensores populistas del marxismo leninismo. pasado por la Universidad de los despropósitos.

No tenemos remedio, porque carecemos de diques de contención, es decir, de autoridad, de carisma. En un programa de la cadena de TVE la Sexta (desde hace tiempo, fiel defensora de los intereses del descalabro), el 28 de febrero de 2020, dedicado a Vladimir Putin, presidente de Rusia, el embajador en España de este Estado con pretensiones de volver a ocupar un lugar relevante en la generación de tensiones internacionales, Yuri Korchagin, respondiendo a una pregunta sobre por qué Rusia era uno de los países embarcados en la aventura de dotarse de más y mejor material bélico para sostener la paz (cumpliendo con el contraaforismo de si quieres la guerra, prepárate en tiempo de paz), no pudo contener una risa convulsiva:

“No puede haber una guerra mundial porque lo pasaríamos todos muy mal” (aunque pongo comillas, no recuerdo la frase exacta, solo el sentido y la imagen de su risa nerviosa)

Aplico la frase, con el argumento de autoridad, por otra parte, de una persona de la que aprecio su nivel cultural y su inteligencia, a todas las crisis presentes y las que se nos avecinarán. Imaginarias o no, latentes o expresas, lo vamos a pasar muy mal, porque solo atendemos a dar gritos en los foros y calles, anunciando, como el profeta Jeremías, los descalabros, sin conseguir centrarnos en los remedios y soluciones, o en poner el énfasis en la seriedad y la  calma.

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La fotografía, tomada de noche en el río Tajo, a su paso por Toledo, en octubre pasado, representa un martinete que acaba de coger un pez. Como es sabido, esta ardeido es capaz de permanecer horas en su avistadero, inmóvil, hasta que encuentra que una futura presa se pone a su alcance. Cuando eso sucede, se lanza con ímpetu sobre ella, y con la fuerza de su envergadura alar  y bien agarrada por el pico, la conduce a una rama de un árbol -quizá el mismo donde estaba antes ojo avizor- y la devora tranquilamente.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: cambio climático, Cataluña, ciclo, coronavirus, Putin, Rusia, Yuri Korchagin

Ecologistas de derechas, ¡uníos!

11 julio, 2019 By amarias 2 comentarios

En realidad, el título que había previsto para este Comentario era “Ecologistas de derechas, ¡uníos con los ecologistas de izquierdas!” (o al revés). La justificación de tal indicación proviene del cansancio mental que me producen las reiteradas apelaciones al sesgo ideológico de la concienciación ambiental.

Para muchos colectivos ecologistas, la consciencia del deterioro del planeta y la necesidad de defender el ambiente con medidas urgentes y drásticas, se sigue presuponiendo surgido de una mentalidad intrínsecamente de izquierdas, solidaria y reflexiva, que hay que mantener beligerante frente al ímpetu destructor y consumista de paisaje y naturaleza que estaría guiando, como fuerza ciega, hacia la devastación selectiva y al mayor empobrecimiento de los ya desfavorecidos, a los representantes genuinamente egoístas de la derecha.

No quiero ahora entrar en la discusión de esas versiones simplistas de porqué hemos llegado hasta aquí, sino reflexionar sobre el camino a seguir para salir de la zona de alto riesgo a la que la Humanidad parece abocada si no se toman medidas inmediatas.

La toma de conciencia de que el planeta Tierra avanza rápidamente hacia un deterioro fatal no debiera tener sesgo ideológico. Nos afecta a todos, independientemente del lugar del planeta donde habitemos y sin tener en consideración afinidades políticas o contexto socioeconómico. El calentamiento global no tiene fronteras, si bien conviene poner de manifiesto que una subida media de las temperaturas de la corteza terrestre de 2 grados centígrados, impondrá lugares en los que la temperatura habrá alcanzado 6 y hasta 8 grados por encima de los registros históricos.

Estar concienciado de algo es diferente de la posibilidad de tomar medidas efectivas para atajar sus efectos. Nuestra preocupación por alcanzar un bienestar cada vez mejor, vinculado a la consecución propia, y continua, de sofisticados bienes materiales, se ha convertido en una obsesión generalizada gracias a la difusión de la información y a la globalidad de las tecnologías de consumo particular.

La sociedad líquida no tiene ideología, y afecta tanto a los países que siguen modelos de gestión económica y social devotos del libre mercado como a aquellos que siguen los dictados de la economía centralizada. Es casi imposible sustraerse a la corriente general de querer disfrutar al máximo todo tipo de artilugios y sensaciones, y desear hacerlo de forma inmediata, sin respetar obsolescencias, sin que importe la procedencia o el coste de lo que satisfaría temporalmente nuestra voluntad enferma de poseer lo último, de consumir lo mejor, de gozar sin límites, en una espiral de hedonismo vinculada al descrédito demoledor de los valores éticos y la solidaridad más allá del postureo.

Escucho con frecuencia la máxima abstracta de que “debemos cambiar de paradigma”. En ausencia de una interpretación rigurosa, ello implicaría, se supone, involucrar a la Humanidad en su conjunto a un abandono masivo de los elementos a los que se atribuye el deterioro ambiental, en especial, en la producción energética.

Se esgrimen algunas piezas claves de la actuación que vienen a ser como gritos de angustia testimonial en la ciénaga climática donde domina la ausencia de unanimidad: a) abandonar en cortísimo plazo los hidrocarburos como fuente energética y acogerse a las formas de energía “limpias” (eólica, solar, geotermia, biomasa,…); b) cambiar de hoy para mañana los vehículos privados de tracción por gasoil, gasolina y derivados, al coche eléctrico con tracción por baterías, dar preferencia al transporte público, y reducir al mínimo el flujo aéreo de consumibles ; etc.

La ausencia de acuerdos para adoptar soluciones válidas para la totalidad, ha conducido la necesidad de catarsis hacia la atribución de culpabilidades injustas. En la aldea global de los despropósitos, se acusa a la minería de haber sido uno de los principales causantes del deterioro, ignorando que casi todo lo que nos rodea tiene un origen mineral. Las banderas de la ignorancia tecnológica de algunas facciones ecologistas propalan el no a las canteras o graveras, a las explotaciones subterráneas o al cielo abierto (hermosa expresión, dicho sea de paso). No, en suma, a la extracción de cualquier recurso natural en la proximidad de la vivienda de los espíritus concienciados, llámese monacita, wolframita, o gas de lutita. Váyanse lejos de aquí, es el mensaje.

La obsesión por la catarsis ecológica lleva a apoyar la recuperación formal de la limpieza de todas las aguas fluviales para salmónidos, negar la incineración de residuos (y también su almacenamiento), demonizar la afectación a cualquier paisaje y a plantar árboles sin criterio profesional en cada esquina, o a defender la existencia libre de cualquier especie animal con tamaño visible al ojo humano a la que se juzgue como amenazada.

Todas las medidas puestas sobre la mesa de las actuaciones deseadas, muchas de ellas, interesantes o ingeniosas, cuestan dinero. Muchas suponen acuerdos globales, conocimientos técnicos, mantenimiento, para no convertirse en simples despilfarros voluntaristas.

Es falso que ser ecologista, defensor ambiental, negacionista del valor de la minería, devoto ferviente de las baterías para vehículos eléctricos, etc., pueda ser compensado con ahorros de otros sectores y, en muchos casos, suplido con otras fuentes. Es falso que la conciencia ecologista generalizada genere empleo neto, como lo es que la difusión de los avances tecnológicos sirva para mejorar la distribución de la riqueza.

Por eso, debemos tomar consciencia del dilema. La concienciación ecológica no puede tener ni género, ni ideología, ni condición social; debe abarcar a grandes como a pequeños Estados, a lo particular, como a lo público. O jugamos todos, o habremos roto la baraja. Y la selección de las actuaciones más urgentes y más eficaces no puede dejarse a la improvisación ni a fantasías.

Como eso que reclamo como necesario no está sucediendo, soy escéptico respecto al futuro que espera a las nuevas generaciones. Mi escepticismo se renueva cada vez que veo una colilla, una bolsa o una caca de perro abandonada en el suelo o “adornando” alcorques; se consolida como fatal obviedad cuando descubro en cada esquina recipientes de hipotética recogida separativa mal utilizados, individuos que cambian el aceite de sus automóviles junto a ríos y riachuelos, empleados de servicios públicos y privados que llenan mi ciudad de agujeros sin la menor coordinación ni claras intenciones; se convierte en sólida convicción cuando contemplo en todo parque tecnológico, exultantes chimeneas que ventilan gases con conspicuos olores contaminantes.

Me pregunto dónde está nuestra concienciación ambiental.

Y cuando asisto, con declinante esperanza a las discusiones interminables, vacías de acuerdos eficaces, entre los representantes de los países que componen nuestra variopinta geografía, me represento la dificultad práctica de tomar una decisión colectiva, por falta de visión no ya respecto a la magnitud del problema, sino de la necesidad de poner medios y no palabras.

El panorama ambiental está contaminado de turbias intenciones, falacias, zancadillas, evaluaciones tramposas. ¿Cómo contradecir? Los países menos desarrollados esgrimen como fundamento para quemar carbón (o petróleo) sin limitaciones,  que no pueden imponérseles restricciones al uso de sus recursos energéticos y naturales, sin importantes compensaciones pues no son causantes de la crisis climática, provocada por los países que tienen el mayor bienestar económico y tecnológico.

Hace falta movilizar mucho dinero, y hacerlo bien, no poniendo parches que no servirían de nada. Por eso, concluyo con el mensaje del principio. ¡Ecologistas de todos los países, de todas las ideologías, uníos!

Pero no lo hagáis desde el voluntarismo, la falacia, el recelo o la enemistad, sino desde la verdad tecnológica, la sinceridad en los planteamientos, la evaluación de los verdaderos costes de las acciones que se adopten y cómo se van a pagar.

Suerte en el empeño. Si no lo lográis, yo no estaré seguramente aquí para ser testigo de nuestro fracaso, pero lo serán nuestros descendientes y, ciertamente, nada nos eximiría de la responsabilidad de la inacción ni de la falta de criterios para la adopción de las medidas que nos condujeron al desastre.


Identifico el ave de la fotografía, no sin dificultad, como un avión roquero (ptynoprogne rupestris), más por el hábitat -la garganta fluvial del Duratón- que por su fisionomía, aunque mantiene rasgos típicos de la especie; la cuña negruzca en la parte inferior de las alas, la cola poco bifurcada y roma (en la que, al menos en esta instantánea, no se distinguen las marcas blancas cerca de la punta) y las alas menos rígidas que los vencejos.

He dudado incluso si no se trataría de un vencejo pálido (apus pallidus), que es un acompañante habitual del avión roquero. El pálido, a su vez, es muy parecido al común, al menos, visto de lejos. No me justifico con ello en mis digresiones taxonómicas. Hasta los más expertos reconocen que la identificación de las aves en vuelo es extremadamente difícil, porque pocas veces se dan las condiciones idóneas de luz. Cuando se le tiene más cerca y, sobre todo, si vuela bajo o con una iluminación transversal, el vencejo pálido resulta, como su nombre común viene a destacar, más claro.

Por fortuna, si se tiene paciencia cerca de una charca con bordes de barro en torno a la cual revolotean aviones o golondrinas, es posible fotografiarlos de cerca, en época de cría, mientras recogen barro para sus nidos.

Publicado en: Actualidad, Energía Etiquetado como: ambiente, cambio climático, derechas, deterioro, ecologistas, izquierdas

Conjeturas (1)

15 marzo, 2019 By amarias Deja un comentario

Una de las más hermosas palabras en español, (en la personal opinión de este plumilla), equiparable en sugerencias y evocaciones a amor, primavera, ave o maternidad, y, además, con el pelaje rotundo de los morfemas que apuntan a un gran significante, es “conjetura”.

Si reconociéramos nuestras grandes limitaciones, deberíamos admitir que nos movemos practicamente entre conjeturas, guiados por cuidadores del supuesto valor, que nos conducen y engañan como borregos hasta el aprisco de sus intereses cortoplacistas.

Casi todo lo que nos ofrecen quienes se desgañitan desde sus tenderetes en la feria de las opiniones son conjeturas. Así es la política, acompañada de facciones secuestradas de la sociología, la economía, la Historia, la información y hasta la técnica.

Y venden. Lo más lamentable es que proliferan mercachifles de opinión por los mercados, que ni siquiera se ocupan de seleccionar postulados, ni cuidan las premisas: exponen sin rubor las conclusiones que les convienen.

Desde luego, en el ejercicio de la confusión, hay tantas versiones que resulta muy dificil encontrar la verdad entre la hojarasca. Y lo que importa son las verdades, no las conjeturas. Y si no se llega a la verdad, que la conjetura no la ahogue ni perjudique la buena fe, creando víctimas.

Las verdades son duras, tercas, recias, y se acaban imponiendo a las falsas conclusiones sacadas del cesto de la trampa dialéctica. Claro que, con frecuencia, no afloran hasta varias generaciones más tarde, cuando los que han seguido a una conjetura errónea ya no están aquí para contarlo.

El 15 de marzo de 2019 (cuando esto escribo), en medio centenar de ciudades españolas, respondiendo a una iniciativa individual de una adolescente sueca, y a la fuerza movilizadora de las redes sociales, habrá manifestaciones a favor de la concienciación contra el calentamiento global y la necesidad de adoptar medidas drásticas y urgentes para contenerlo.

Para algunos escépticos, el cambio climático por razones antropogénicas es solo una conjetura sin respaldo. Como los efectos no afectarán a esta generación ni a todo el globo terráqueo (seguramente) exponen otras conjeturas que convienen a sus conclusiones.

A pesar de concluyentes informes de un panel científico multidisciplinar que, desde hace décadas y con base en medidas concretas de temperatura y proyecciones matemáticas irreprochables, se esfuerza en demostrar que vamos hacia un desastre si no ponemos orden mundial en la quema de combustibles sólidos.

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Un gorrión común macho observa el entorno, a la entrada de la oquedad donde su pareja incuba la puesta, dispuesto a emprender el vuelo si sospecha que el merodeador presenta algún peligro. Es posible que la hembra, alertada sin embargo por una llamada de aviso, permanezca quieta en el nido.

Elenemigo mayor del proyecto familiar de esta pareja es, en el entorno del Parque del Retiro de Madrid donde tomé la foto, son las cotorras. No las urracas, como está muy extendido, ya que éstas prefieren frutos y desperdicios a los huecos ajenos, a los que, desde luego, tampoco renuncian.

Publicado en: Actualidad, Ambiente, Política Etiquetado como: ambiente, cambio climático, conjetura, manifestación, panel

Carta abierta a la Ministra Teresa Ribera

28 diciembre, 2018 By amarias 1 comentario

Querida ministra para la Transición Ecológica:

Tengo que empezar reconociendo que se me hace muy difícil entender las razones por las que se eligió ese nombre metafórico para caracterizar un Ministerio que se ocupa de temas tan sustanciales para la economía y el debate público como la Energía, el Medio Ambiente y el Cambio climático. La denominación del Ministerio parece evocar más un cuento de hadas que el impulso a actividades tan íntimamente relacionadas con la producción de bienes y servicios, la generación de empleo y riqueza y el bienestar de la ciudadanía, como son la minería, la generación de energía, o la producción industrial.

Pero…¿cómo podría poner en duda que el nombre del Ministerio es de tu pleno agrado, Ministra? Tu trayectoria curricular, brillante como pocas, te relaciona con los Desarrollos Sostenibles y los Cambios Climáticos, además de caracterizarte como experta jurista y brillante profesora. Y bien es cierto que poco importa el nombre del Ministerio si quien lo conduce tiene clara la senda por la que aplicar las competencias trasladadas al órgano administrativo.

A partir de esa experiencia personal y por lo que has traducido de tus convicciones técnicas y sociológicas, deduzco sin dificultades que la transición ecológica en la que empeñas tus capacidades ministeriales supone convertir a España en un modelo en relación con la producción limpia, el respeto total al medio ambiente y, en suma, la supresión de toda actividad contaminante. Es decir, una Arcadia con tipos meríficos, un país sin mácula en el que apetezca aún más vivir a los que puedan permitírselo, un ejemplo para la Humanidad concienciada con el amor universal, el consumo sostenible, la producción de suma cero y todas las ventajas que contrae la bendita ecología.

Si te propones que los objetivos sean ambiciosos, para conseguir que los logros reales aparezcan como detectables, a pesar de ser los fines fantasiosos, no seré yo quien critique de antemano esa opción. Si señalas la luna, no miraré el dedo.  Como estudioso de nuestra Historia, (en cierto modo, como tú: sé que te gusta tomar enseñanzas del pasado), me arriesgo a advertirte que el trazo de las grandes líneas de futuro tiene muy pocas posibilidades de permanecer visible de forma duradera en España.  Particularmente, en esta democracia asintótica que hemos destruido entre todos, la descomposición ideológica de las opciones partidarias supone la desgraciada garantía de que cada Gobierno nuevo estará ansioso de poner patas arriba lo que haya pretendido hacer el anterior.

Tendrías razón en argumentar que -gracias sean dadas- como jamás he estado dirigiendo un Ministerio y, para más inri, vengo de vuelta donde tú aún tienes amplio recorrido, la experiencia que haya acumulado en mi modesta trayectoria puede estar tan rancia como un trozo de tocino dejado durante meses a la intemperie. Dejaría el camino abierto a los más jóvenes, si no fuera porque algunos tenemos las posaderas peladas de experiencia internacional que nos vemos obligados a compartir, aunque no nos la pida nadie.

Cuidado con proponerse propósitos tan amplios y ambiciosos que, en su misma complejidad, se vayan por el agujero de la semántica. Aún resuenan en las marismas académicas las hermosas palabras del entonces presidente Rodríguez Zapatero (hoy perdido por los recovecos venezolanos) acerca de la Alianza de Civilizaciones. Era una idea tan magnífica como ingenua, es decir, irrealizable.

Como también resultó peligrosamente letal (para muchas empresas y no pocas administraciones confiadas) la estupenda concepción acerca de vivir un mundo globalizado, en el que todos los Estados pudieran compartir sus adelantos tecnológicos, sus producciones y consumos sin barreras.

Era un idílico panorama, en el que perdieron plumas, en especial, quienes pusieron la fe sin tomar precauciones. Y los que creyeron encontrar la vía para lanzarse al vacío exterior sin paracaídas (vale también la metáfora de salir al campo sin cinturón ni tirantes, creyendo que todo el monte era orégano), están lamiéndose las heridas, con pérdidas económicas insuperables.  Hoy sabemos que el gran beneficiario de esta apertura de los mercados ha sido China. Aunque circunstancialmente concentrada en aumentar su consumo interno ha conseguido establecer profundas raíces en los países menos desarrollados, incluido España.

No tengo autoridad para darte consejos, ni seguramente los admitirías. Tampoco es esa la intención de esta carta abierta que, como es obvio, no solo va destinada a ti, sino a mis colegas, conocidos y amigos y a todos aquellos que sientan la curiosidad por mis reflexiones, libres de las trabas de la responsabilidad e impregnadas de la sinceridad con la que se habla con alguien a quien se aprecia.

Recuerdo bien (y lo tengo recogido en mis notas) tus opiniones acerca del éxito de la COOP 21 de París, en la visión que dabas de la reunión allá por mayo-junio de 2016. Entonces era el momento de sacar pecho, y presentar el conato de Tratado como un aldabonazo a las conciencias, un transformador universal, que permitiría reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para que el incremento de temperatura media del planeta no superara los 2 ºC antes de 2100 y, preferiblemente, se mantuviera por debajo de 1,5ºC.

Era un relato muy hermoso, pues se apelaba a la solidaridad de la Humanidad por primera vez en la Historia (desde la maldición bíblica de la Torre de Babel). No se iba a dejar a nadie atrás. Todos los  Estados se iban a sumar a ese gran proyecto común, unos como aportadores de medios económicos y tecnológicos y otros como receptores concienciados. Habría un sistema de vigilancia centralizado de los cumplimientos, y la transparencia multilateral garantizaría la coherencia de las medidas internacionales y el control de las cuentas rendidas.

Fue un sueño precioso. Por fin, se aceptaba que un tema transversal como el calentamiento global no podría ser resuelto a niveles de Estado individual. La contaminación, por fin, se había comprendido que no tenía fronteras geográficas. Se retomaba aquella filosofía tan carismática como ineficaz del comunicado “We the world leaders…” ¿recuerdas?.

Se habría de implantar una metodología de financiación y se involucraría a toda una amplia panoplia de agentes, públicos y privados, en el objetivo común irrenunciable, por fin. ¡Qué momento tan dulce! Aunque el presidente Obama no pudo aterrizar en París por una tempestad, Estados Unidos y China se daban la mano. Rusia estaba dispuesta a cooperar y la Unión Europea, rompiendo su tradición histórica, aparecía como paladín de la armonía mundial, campeón de las medidas restrictivas, poniéndose a la cabeza de los sacrificios en loor al control del clima que, de seguir con nuestras aficiones pirogénicas, nos calentaría en demasía. Todos se habían convencido, sin fisuras, de que las previsiones del Panel del Cambio Climático eran dogma de fe…o eso parecía.

Sabes mejor que otros lo que pasó. En apenas dos años, el panorama mundial cambió. Estados Unidos se ha convertido oficialmente en negacionista del cambio climático y defensor de la autarquía, la suya. Rusia se siente muy próximo a China, pero no tanto por sus voluntades de contaminar menos, sino en la preparación de un estadio nuclear que garantice el dominio universal o, en su alternativa, la Destrucción Total del enemigo (es decir, la Hecatombe Mundial). Específicamente, China, que juega también al pacifismo integral,  se ha impuesto como campeón mundial de la globalización, bien entendida en su caso como la garantía de penetración masiva de sus productos en todos los mercados, desde el de cercanías al de las altas tecnologías.

Mientras tanto, existe un acuerdo tácito internacional en dejar que aumenten las diferencias entre los más ricos y los más pobres, entre los adelantados tecnológicos y los consumidores (mientras puedan pagárselo). La Unión Europea también es capitana en ese aspecto.

No hace falta bola de cristal para reconocer que el objetivo de reducir la velocidad por la que el mundo se encamina hacia el sobrecalentamiento no se cumplirá. De nada valdrá que la Unión Europea -con cada vez menos músculo y menor credibilidad- se manifieste dispuesta a incrementar incluso su objetivo particular de llegar al 2050 c0n un 40% de su producción con energías renovables, subiendo la apuesta en un 15% más.

El clima seguirá empeorándose, por tanto. Hay, y habrá, más tormentas (cada vez menos tropicales), subidas del nivel del mar, inundaciones y catástrofes (cada vez menos naturales). Si hay que dedicar medios inmediatos, y remedios consistentes frente al cambio climático ya presente, deberían ser para la construcción de diques defensivos, para conseguir alejar a la población de las zonas inundables, para incrementar los sistemas de alerta y los medios de protección.

Leo en la prensa que el Ministerio que presides tiene avanzada la creación de un marco jurídico que señale las prioridades del Ministerio en una Ley de Cambio Climático y Transición Energetica (ya no Ecológica, algo se ha mejorado en la transparencia de la concreta dicción). Debía estar aprobada, según previas declaraciones tuyas a finales de 2018, pero no va a ser posible y…me alegro.

Me alegraría también de que se rebajase la intención de llegar a la descarbonización  de nuestra producción energética e industrial en 2050, y que se aliviase la meta de conseguir la pretendida reducción del 20% de los GEI (respecto a 1990) en 2030.

Me alegraría también (entiéndeme, Ministra, solo en aras de que venza lo práctico, lo realizable), si el objetivo de impulsar a las energías renovables, en detrimento de la energía nuclear y las centrales de carbón y ciclo combinado, instalando un mínimo anual de 3.000 megavatios (MW) de potencia, se aligerase hacia lo alcanzable y, sobre todo, se hiciera tras un análisis profundo y pactado entre los agentes, no impuesto desde la cúpula ni aplaudido a regañadientes, con el propósito interno de escribir los acuerdos en la barra del hielo.

¿De verdad se ha estudiado, comprobando todas las consecuencias, -técnicas, industriales, sociales, económicas, financieras- lo que implica “dar el carpetazo” a los combustibles fósiles, negar autorizaciones de investigación y explotación de hidrocarburos, abominar de la fractura hidráulica, desdeñar la producción nuclear (en la que disponemos aún de técnicos y experiencia a nivel mundial)? ¿Es tan guay confiar en que la producción con biometano y combustibles sintéticos servirá para completar el mix energético como nos quieren vender los ecologistas de manual que parecen estar entre tus mejores asesores?

Sí, estoy convencido de que habrá un Plan regional de Energía y Clima, con la condición imposible de que el gobierno de Pedro Sánchez aguante en su equilibrio inestable, negándose, agarrado a la tabla de planchar, a convocar unas elecciones anticipadas que, por supuesto, no despejarán el panorama político pero pueden significar un cambio de Gobierno y tu vuelta a la empresa privada y a las clases universitarias.

Los que te conocen, dicen que eres testaruda y en algunos círculos (no muy complacidos) se refieren a ti como “la talibana”. Querrás poner en pie lo que imaginas correcto. Solo que el reloj señala tiempos cortos para acoger el lanzamiento de proyectos demasiado ambiciosos y, si falta el consenso, el monstruo devorador de buenas voluntades se encarga sistemáticamente de volver a poner, en nuestro país, las cosas en el sitio en que se siente más cómodo: en la ineficiencia, la improvisación y el pequeño caos de todos los días.

Te pediría que no olvides, en todo caso, de ordenar que se incluyan los instrumentos financieros precisos, y unos objetivos claros que sirvan para medir la eficiencia de las medidas. No lo dejes todo en la confianza del marco legal o jurídico, por favor. Que, aunque no se lleve jamás a efecto, tenga un aspecto muy sólido. Que ese Plan, si finalmente ve la luz y aunque arriesgue morirse en el postparto, no omita la previsión de actuaciones correctoras, la presentación de un sistema de indicadores y que cuanto se relacione con la ejecución del mismo, sea controlado por un comité independiente, y con un calendario exigible.

Y, si quieres ser, como estoy seguro que deseas, honesta con los resultados, consigue que te asesoren los mejores especialistas. Los tenemos en España, lo sabes. Algunos son funcionarios. Muchos, nunca lo han sido, y ven las cosas desde el lado de la competividad descarnada. Hazlos participar a tu lado, no los pongas en tu contra.

Creo que me he extendido demasiado. Debiera haberte escrito también sobre la necesidad de impulsar la minería en España, la producción tecnológica con valor añadido, la investigación cualificada orientada al producto y no a la endogamia universitaria. Seguro que tienes información sobre lo que opina Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea responsable de Energía, plasmado en un artículo de obligada lectura para tecnócratas: “Raw materials: Holy grail of 21st century industrial policy”.

Me pregunto, y te pregunto, querida Ministra: ¿No podíamos organizar nuestras actuaciones políticas, en combinación con el empresariado más activo y leal, contando con técnicos independientes y capaces y, en lugar de dar pábulo a la obsesión española de ser los mejores de la carrera, situarnos al nivel de lo que corresponde a nuestra preparación y medios?

Un abrazo, Teresa. Quiero dejar constancia pública de que respeto y admiro tu coraje y, si te sirve de algo, aconsejarte calma en el transitar por la senda de la Transición Ecológica, que presiento saturada de faunos, brujos, hadas malas y encantadores de serpientes.

Te deseo que tengas un buen final en tu tarea como Ministra, coherente con el buen principio por el que entraste en esa importante labor por mejorar lo que nos conviene a todos. No se puede cambiar el mundo con reuniones en la Moncloa ni actuaciones desde el Paseo de la Castellana, pero sí dificultar que nos lo hagan más difícil quienes solo miran por sus intereses desde el otro lado de la frontera.


Un pico picapinos (dendrocopus major), macho -distinguible por la mancha roja en la parte posterior del píleo- curiosea el interior de una oquedad en uno de los árboles frente a mi domicilio en Madrid. Para los aficionados a la ornitología, no sorprenderá mi afirmación de que en un pequeño jardín urbano, y dependiendo de la época del año, pueden identificarse hasta veinte especies de paseriformes. Observarlos desde la ventana de mi despacho es una delicia, y…por momentos, arriesga convertirse en obsesión.

 

 

Publicado en: Ambiente, Energía, mineria Etiquetado como: biometano, cambio climático, combustibles fósiles, COOP 21, descarbonizacion, ecología, GEI, indicadores, Ley del Cambio climatico, minería, ministra, pájaro picapinos, Teresa Ribera, Transición ecológica, Zapatero

Estrategias salvajes. (Epílogo). Propuesta de estrategia para civilizados. Previsiones (1)

25 marzo, 2016 By amarias 1 comentario

Desarrollo aquí las ideas generales sobre cómo evolucionará, con alta probabilidad, el escenario de interactuación de los seres humanos en el siglo XXI. Puede que, incluso, en el siglo XXII. Es un plazo cortísimo, considerado desde la perspectiva de nuestra evolución como especie.

Por eso, su título y, por eso, también, la necesidad de realizar dos puntualizaciones: es mi previsión, sin que haya que darle otra validez o importancia que la que le conceda el lector y su propia cualificación para valorar y decidir; y se refiere a la tendencia de los elementos sustanciales, no a los más evidentes, y, por supuesto, no a todos, que señalan las lineas evolutivas de la humanidad en su conjunto. ¿A dónde va la especie, si siguen actuando las mismas fuerzas directoras, y con la inercia o potencia que se detectan hoy, 25 de marzo de 2016, Viernes Santo?

Previsiones del desarrollo, principalmente, a corto plazo, de aquellos elementos sociales, económicos, éticos y filosóficos que considero sustentan la evolución de la humanidad.

Los principales factores de evolución de la humanidad en el momento presente, son fáciles de detectar, y enumero ocho, que separo en dos grupos de forma artificial (solo para evitar un párrafo demasiado largo):

Primer grupo: 1) el desplazamiento de las modalidades de trabajo y su retribución en los países occidentales por la tecnología, no solamente digital; 2) el incremento exponencial de la monetarización impropia de las economías orientales por la masiva exportación de productos elaborados, gracias a su mano de obra barata y a la incorporación de la tecnología; 3) el agotamiento de muchas materias primas juzgadas esenciales para el sostenimiento de algunos países, o su sustitución por alternativas no controladas por ellos; 4) la globalización parcial de la economía, generando tensiones inimaginables en el intercambio de productos y modificando las ventajas comparativas con extrema rapidez;

Segundo grupo: 5) la existencia de dos bloques económicos con distintos presupuestos ideológicos y las dificultades de plasmar un modelo conjunto de cooperación y crecimiento; 6) el cambio climático, que, debido a la muy probable incapacidad de controlarlo, supondrá aún mayores necesidades y sufrimientos para las poblaciones más pobres; 7) la resistencia hedonista a replantear, con solvencia, el empleo que se está haciendo del concepto de la ética universal, y 8) el aumento en la escasez o en la distribución desigual de agua, alimentos y otros elementos en amplias zonas del planeta (provocando mayor incremento de muertes, emigración desesperada, guerras).

En conexión con lo ya expuesto, detectamos la existencia de estrategias salvajes que, aplicadas por los colectivos humanos, pretenden tomar ventaja de algunas situaciones.

La alimentación de los pulgones por las hormigas es, sin duda, la estrategia que subyace en la compra masiva de propiedades agrarias en Africa  (y otras zonas), con el apoyo del gobierno chino. No es la única vez que se aplica, al contrario, es una de las estrategias más habituales: la ha seguido y sigue Japón en algunos países latinoamericanos, con el apoyo a centros educativos o asistenciales y la obtención de contraprestaciones en otros terrenos de los que obtener beneficios mucho más relevantes; las colonias y protectorados de los que los países de centro Europa han hecho amplio uso en Africa, América y Asia: Inglaterra,  en Egipto, India, Pakistán, Bangladesh; Francia en Marruecos, Argelia, Camboya, Vietnam,..; Bélgica en Ruanda, Burundi, Zaire; Alemania en Tanzania, Tanganica, Camerún, Togo, Samoa, …entregadas por el Imperio después de la primera guerra mundial a los vencedores. (1)

Podría citar también a España y Portugal, con sus conquistas trasatlánticas, que arrebataron territorios ajenos utilizando armas incluso misteriosas, o a los colones ingleses exterminando a los pobladores nativos en Estados Unidos, pero la diferencia entre estas actuaciones y las anteriores es que se concentraron en el siglo XV y XVI las primeras y, la enumerada en segundo lugar, durante el XVII y XVIII. Este trabajo no es un tratado de Historia. Quiero ir a lo elemental, esto es, a lo básico.

La estrategia de conquista y explotación ha tomado forma más sutil en tiempos más recientes. Se empleó, en apariencia, el modelo de ocas voladoras, si bien, con peculiaridades que lo caracterizarían como “modelo forzado de las ocas voladoras”. Los consorcios y las empresas más activas de países  avanzados tecnológicamente, a partir sobre todo de la mitad del siglo XX, empezaron a implantar sus instalaciones en los países menos desarrollados. Se beneficiaban así de la legislación permisiva o inexistente (en tema fiscal, laboral, jurídico, ambiental, etc,), de la mano de obra mucho más barata para producción de bienes que importaban, semielaborados o elaborados a sus países de origen y preparaban también el acceso al mercado interior de las zonas “colonizadas” tecnológicamente.

Esos modelos deben considerarse positivos en sus efectos. El caso de Japón y de los denominados dragones asiáticos ya fue analizado. Alemania también lo utilizó en China, con éxito. Estados Unidos utilizó un modelo combinado de oca voladora y dragón de Komodo, con una sensibilidad que, cuanto menos, se puede calificar peculiar respecto a los demás países que tienen como eje el principio activo de considerarse, gracias a las dos guerras mundiales, artífice global de la economía, líder mundial con capacidad para hacer y deshacer, al menos, hasta hace muy poco.

No es posible despreciar el análisis de la concentración de gases perniciosos en la atmósfera terrestre, por efecto de la combustión masiva de combustibles fósiles, que significaron el apoyo principal a la revolución energética, que impulsó el desarrollo de algunos países a niveles nunca alcanzados, provocando el mayor desequilibrio económico de la historia de la Humanidad y la amenaza cierta de una debacle extendida.

La estrategia salvaje seguida en este caso, se interpreta ahora por algunos como que se cerraron los ojos a los efectos que se estaban provocando hasta que se detectó que eran ya, en la práctica, irreversibles, es la propia del avestruz. Para quienes me hayan seguido hasta aquí, entenderán que opine, más bien, que es la estrategia salvaje de la avispa de las abejas.

No traté esta “estrategia del avestruz”, que, por cierto, ha sido siempre interpretada tendenciosamente. El animal no esconde la cabeza, cuando se ve amenazado de cerca, pretendiendo así no ver el enemigo depredador. Lo que sucede, detectado por zoólogos es que, para que su gran envergadura -la cabeza del adulto, gracias a su alargado cuello, se eleva por encima de los dos metros- no le delate, se oculta entre la vegetación, y baja la cabeza hasta el suelo.

Reinterpretada la estrategia de las empresas contaminantes, y de los países que podían haber impuesto restricciones a sus emisiones, no fue la de “esconder la cabeza para no ver el peligro”, fue la de esconderla a sabiendas para que no les vieran lo que estaban haciendo, conscientes de sus efectos.

En cualquier caso, las largas y tediosas negociaciones entre los países más contaminantes y los que aún están en fase de desarrollo y poseen recursos para quemar, vienen a demostrar que los acuerdos que se alcanzan son débiles, no tienen carácter vinculante, y como la amenaza está ya declarada cierta y próxima, se puede adelantar que antes de finales del siglo XXI la temperatura media de la Tierra subirá, al menos dos grados o dos grados y medio.

Los efectos de este aumento térmico serán terribles, y provocarán mayores desigualdades, inundaciones, hambrunas,…pero favorecerán a algunos países, que verán la opción de incorporar nuevos territorios y recursos (para seguir explotándolos) y que no se verán afectados sino positivamente por el aumento de temperatura.

—-

(1) Es una relación que no pretende ser exhaustiva, ni seguramente recoge siquiera los países que más se han distinguido en la explotación de otros. Faltan, por omisión voluntaria en este momento, aquellos que, partiendo de las zonas del Este han colonizado, arrasado o sojuzgado, tanto a vecinos como a distantes.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Economía, Internacional Etiquetado como: cambio climático, colonización, conflictos, contaminación, estrategia, estrategias, mundo, salvajes

Mi Diccionario desvergonzado: antes, abono, artículo, autoridad, cambio climático, embajador, cobro, concreción, desarrollo sostenible

19 septiembre, 2014 By amarias Deja un comentario

Abono. 1 Saquito con materia seca de composición no detallada, residuo de una depuradora urbana, que se vende en tiendas especializadas en detraer dinero sobre artículos de propiedades  desconocidas. 2. Cualquier tipo de compensación química que se echa a la tierra, con la pretensión de que las plantas tomen de él  lo que les parezca. 3. Acreditación, con pago adelantado, de la voluntad de asistir a una serie de espectáculos–típicamente, musicales-, que, de no llevarse a cabo –como sucede con increíble frecuencia – se ofrecerá en el último momento a una amistad no aficionada, la cual asistirá al acto con más curiosidad que interés.

Antes. 1. Período indeterminado en base al cual se reclama atención o privilegio, por el hecho de haber estado ya en él. 2. En el comercio, y estando en una cola a la espera de ser atendido, argumento de la persona que recoge el cesto o carrito aparentemente abandonado, para justificar que tiene derecho a adelantarnos. 3. Referencia genérica a cualquier tiempo pasado,  elogiando o añorando situaciones que se traen del recuerdo, obviando que, mientras se estuvo en él, se las criticó.

Artículo. 1. Objeto de comercio, que, si bien es habitual que tenga naturaleza física antes de su puesta en venta, puede también servir de base imaginaria para tratar de vender una milonga. 2. En el mundo del Derecho aplicado, cada una de los millares de disposiciones susceptibles de ser utilizadas para reclamar un derecho o pretensión, si bien, en la práctica, solo unas pocas resultan de verdadera aplicación. 3. Parte de una oración gramatical, que determina el género y cantidad de algo, y que, siendo su elipsis fácilmente superable, se suprime en los mensajes tipo sms, en todos los idiomas salvo el alemán, ya que en éste se utiliza para diferenciar a los  extranjeros, incapaces de utilizarlo correctamente.

Autoridad. 1. Persona que se cree con algún poder, lo que le hace objeto de críticas, en especial, por los que le obedecen sin rechistar. 2. Policía al que no se ha guardado el debido respeto, desacatando sus órdenes en la suposición de que, no siendo nuestros argumentos suficientes, al menos se va a enterar de quiénes somos. 3. En un imaginario orden de talentos y reconocimientos, lugar ocupado por difuntos en una materia, a los que se les negó en vida gloria o mérito.

Cambio. 1. Monedas que nos entregan en un comercio, después de indicar que no lo tienen  para el billete con el que hemos pagado nuestra compra. 2. Modificación aparente de un estado, realizada con la pretensión de acallar las demandas de quienes han pedido uno profundo. 3. Entretenimiento para el conductor en algunos vehículos, en los que se ha dispuesto de una palanca que proporciona  la ilusión de que, accionándola, se logra optimizar ell funcionamiento del motor.

Cambio climático. Alarma global generada por un grupo de científicos que han estudiado a conciencia el aumento de temperatura en la superficie terrestre, ptonosticando que en breve plazo se producirán graves catástrofes, información a la que, no siendo capaces de reaccionar a escala mundial, se ha preferido sustentar la opinión alternativa de que es falsa.

Cobro. 1. Operación que señala el intervalo de tempo reducido en el que funciona un producto o mecanismo adquirido en mercados sin garantía. 2. Deseo de quien ha producido algo, desarrollado una tarea o ejecutado un servicio ocasional, en ver recompensado su esfuerzo con dinero , y que manifiesta pasando a consideración del beneficiario  un papel llamado factura o nota de entrega, según el caso, actividad que no pocas veces es origen de otra difícil y desagradable.

Concreción. 1 Virtud muy poco común, desconocida entre los poseídos de sí. 2. Facilidad para la escritura o la palabra, que se manifiesta manifestando solo lo imprescindible, dejando sin exponer lo  superfluo, por lo que quien recibe el mensaje no suele aclararse de lo que se le dice.

Departamento. 1. Grupo de funcionarios dirigidos por un jefe recién incorporado a un lugar concreto del organigrama, y cuya actividad no coincide jamás con el nombre que se le ha dado. 2. En algunos países, división caprichosa de la Administración pública o del territorio, lo que genera malentendidos sobre la verdadera responsabilidad de la persona que los representa.

Desarrollo sostenible. 1. Tipo especial de desarrollo que, al no poder sostenerse, por falta de recursos, se ha revelado como un atractivo  oxímoron de la política del wishful thinking (en español: uisful zinquín)

Descripción. 1. Conjunto reducido de palabras que, cuando se acompañan de una fotografía, permite hacerse una ligera idea de aquello a lo que se refiere. 2. Verbalización sugerente, por parte de alguna persona que la tiene ensayada, de una trampa en la que es fácil caer si se carece de más información o no se hacen comprobaciones.

Embajador. 1. Representante al más alto nivel, elegido por su relación con el Gobierno para vivir en un palacio extranjero, cuya función principal es organizar cócteles con invitados locales, para poder alardear del conocimiento adquirido del país al que se le ha destinado. 2. Diplomático jubilado, que ocupó en alguna ocasión un puesto relevante en una embajada de un país del que se habrá oído mencionar el nombre.

Enlace. 1. Decisión provisional de convivencia a la que se da publicidad entre familiares y amigos, para cortar murmuraciones. 2. Conexión muy difícil de entender entre dos argumentos peregrinos, detectable solo por quien los expresa.

Estado. 1. División artificial del territorio, realizada, en su momento, al amparo de razones utilitarias sin contar la población que quedó comprendida entre sus límites. 2. Modo en que se dispone, bien el ánimo de una persona, o las moléculas de un cuerpo, según el grado de excitación en el que se los sitúe. 3. Fórmula utilizada por las administraciones por las que se pretende conocer la situación de convivencia en la que se encuentran dos de sus ciudadanos, y que se ha revelado insuficiente para caracterizar la variedad de las relaciones humanas, por más que se le sigue atribuyendo consecuencias legales bastante irrelevantes.

Expediente. 1. Legajo de papeles con el que las Administraciones trataban de demostrar su eficiencia para amontonar, intactos, buena parte de las comunicaciones que hacen referencia a uno o varios asuntos, conexos o inconexos, y que, por su número, llena los sótanos y despachos de los edificios públicos. 2. Investigación que se realiza del comportamiento de una persona, que pondrá a prueba sus relaciones con la institución que puede sancionarle.

Fumar. 1. Operación de quemar tabaco u otras sustancias nocivas y muy adictivas, que proporciona pingües ingresos a las administraciones públicas, por lo que se persigue encarecidamente su contrabando y falsificación. 2. Forma lenta de suicidarse muy del gusto de ciertas personas, fácil de imitar, por lo que su proliferación es atacada en los lugares cerrados con carteles que proclaman su prohibición, siendo necesario acudir a los lavabos o a los rellanos para proporcionarse las dosis, para que no cuente como tiempo de descanso en el trabajo.

Gestión. 1. Manera oscura de referirse a una actividad que se quiere sirva como excusa para ausentarse del trabajo o de la obligación, y que casi lo más habitual es que se dedique a un acto que se desearía mantener en secreto. 2. Trabajo realizado por un ejecutivo que pasa la mayor parte del día en su despacho, reunido o hablando por teléfono.

Importe. 1. Cantidad que se debe entregar a una empresa de reparto a contra rembolso, por una mercancía que hemos pedido en un momento de debilidad. 2. Cuantía total de una compra, que puede ser con iva o sin iva, según el grado de masoquismo del que lo adquiere a título particular.

Libreta. 1. Cuaderno que las personas mayores llevan siempre consigo para poder saber en su preciso momento cuando les ha llegado el pago de la pensión a su cuenta. 2. Conjunto de hojas grapadas, distinto del bloc, ya que este lleva un alambre retorcido en uno de sus laterales, que era utilizado para tomar apuntes o notas, y que en la actualidad solo subsiste un sucedáneo, llamado listín telefónico,  que todos los hogares poseen, en un sitio cualquiera, salvo junto al aparato.

Modelo. 1. Mujer alta, con aspecto andrógino y portando gafas oscuras que se gana la vida ofreciendo su cuerpo para anunciar colonias y ropa interior. 2. Ejemplar que se cree muy difícil de copiar, que se toma como referencia para realizar otros originales.

Procurador. 1. Licenciado en derecho que ha decidido no ejercer la carrera, para ganarse la vida dedicado a tiempo completo a llevar papeles con membrete de un lado a otro y acompañar silenciosamente a un compañero cuando éste habla en los Juzgados. 2. Profesional que tiene la representación de alguien, que ha delegado por poder en él múltiples funciones y que, por fortuna para ambos, pocas veces necesita utilizar.

Razón. 1. Caparazón con el que se recubren tanto la verdad como la mentira, por lo que se hace muy difícil distinguirlas si no se tienen conocimientos o información especiales. 2. Capacidad que el niño puede usar desde los siete años, más o menos, y a la que no son pocos los que renuncian conscientemente para toda la vida.

Sanitario. 1. Lugar en donde se evacúan los subproductos de la deficiente máquina energética que es el cuerpo humano. 2. Personal que trabaja en un Hospital, cubierto con   uniforme blanco o verde como única vestimenta sobre su ropa interior , sin que esté claro a simple vista desde los pasillos cuáles son las funciones concretas que cada uno desempeña.

Publicado en: Diccionario desvergonzado Etiquetado como: abono, antes, artícuylo, autoridad, cambio climático, cobro, concreción, desarrollo sostenible, diccionario desvergonzado, embajador

Cuento de invierno: Viviendo entre amenazas

19 febrero, 2014 By amarias Deja un comentario

El nombre de País de la Tranquilidad no debiera llamar a engaño. Aquella época alegre y despreocupada, en la que -según decían las antiguas crónicas- bastaba con meter, con mínima pericia, la mano en el arroyo más cercano para sacarla con una trucha atrapada entre los dedos, o los frutos de los melocotoneros y naranjos se pudrían en el suelo porque nadie se molestaba en agacharse a cogerlos, había quedado atrás.

El País de la Tranquilidad estaba, hoy en día, sometido a muchas amenazas. Era una sensación difusa, imprecisa, pero que había cobrado cuerpo en todos sus habitantes. que se habían vuelto recelosos.

La fama que habían adquirido tampoco les beneficiaba, porque seguía siendo un atractivo irresistible para los habitantes de otros países, en los que la hambruna, la falta de recursos y la desesperación eran aún superiores.

-Ayer, a pleno día, han robado en casa de mi vecino -era un comentario que podía oírse en la mercería de la esquina, mientras la propietaria del negocio envolvía los seis botones que le acababa de comprar una cliente, y que iban destinados a ser cosidos en una chaqueta de ante a la que había hecho recortar los faldones en una sastrería especializada en arreglos, regentada por unos comerciantes cochinchinos.

-Dice la policía que los ladrones son bandas organizadas extranjeras que disponen de llave maestra de cualquier puerta de seguridad -ratificaba, en otro lugar y momento, exponiendo su información, el encargado del concesionario de automóviles a la cajera, quien le acababa de traer un café con azúcar de la máquina expendedora y con la que, dicho sea de paso, tenía una relación sentimental.

-En un programa de televisión han explicado que esos individuos envían la fotografía de las cerraduras a una empresa italiana y, a vuelta de correo,  contra reembolso, les mandan la llave maestra. Actúan en grupos de tres personas, y mientras uno vigila la calle, los otros dos entran en el piso. Prefieren pisos altos, van directamente a la habitación principal  y usan la escalera, no el ascensor, para evitar el encuentro con un vecino – podría ser la explicación que, para completar el dibujo del panorama, ofrecía el técnico en comunicaciones avanzadas que había sufrido un ERE la semana pasada y estaba esperando. mientras tomaba una cerveza,  que, de un momento a otro, le avisaran de que su esposa se había puesto de parto.

El Comité de Seguridad del País de la Tranquilidad estaba al tanto de la preocupación ciudadana y, por eso, llevaban reuniéndose, en una sesión de las llamadas permanentes, desde hacía más  cinco años. Habían avanzado mucho en su tarea: tenían localizadas muchas de las amenazas, y detectado la mayoría de las vulnerabilidades.

-Antes de tomar una decisión -expresó aquel día de enero su Presidente, repasando sus notas- es imprescindible establecer prioridades, puesto que nuestros recursos son muy limitados.

-La mayor amenaza a la que nos enfrentamos es, sin duda, la del cambio climático, que puede derretir los polos, elevar la altura del mar más de seis metros, inundar los pueblos costeros y calentar la  superficie de la Tierra en más de seis grados.

-No estoy de acuerdo -replicó el Jefe del Estado Mayor de los Ejércitos-. El riesgo más alto que sufre nuestra sociedad es el de la guerra atómica, en la que los países del arco fanático quieran probar la eficiencia de sus armas nucleares atacando uno de nuestros aliados.

-Quiá -mantuvo, con firmeza, el Comisionado de la Federación de Empresarios que, por cierto, venía de declarar ante el Tribunal justiciero por una presunta apropiación de las cuotas de los asociados, y que habría empleado en un viaje a las Hébridas con su concubina-. El máximo peligro de nuestra sociedad es la invasión de los productos corniculianos, a precios ridículos, porque sus salarios son la décima parte de los de nuestra clase trabajadora.

A pesar de que llevaban tantas reuniones, analizando amenazas y vulnerabilidades, no conseguían ponerse de acuerdo en establecer las prioridades, porque todos los peligros les parecían de muy alta importancia. Cuando ya declinaba el día, un asistente muy joven que, al parecer no había sido invitado porque no formaba parte del Comité, dijo en voz muy alta:

-¿Será de alguno de Vds. un todoterreno azul que se está llevando la grúa?

Hubo un silencio, y varios de los presentes salieron corriendo, asustados.

FIN

 

 

Publicado en: Cuentos y otras creaciones literarias Etiquetado como: amenaza, cambio climático, cuento, cuento de invierno, global, guerra, seguridad

Sobra energía, falta fuerza (5)

18 noviembre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

(continuación de los anteriores)

Las debilidades el sistema energético español que el Ministro Soria puso de manifiesto se concretan en los precios y en el déficit tarifario. Reconoció que tanto para el consumidor doméstico como para el industrial, están por encima de la media europea, y entre los valores más altos absolutos (solo superados por Malta, Chipre y, en el caso de los industriales, también por Italia).

Si la previsión de incremento de la demanda eléctrica para el período 2006-2013, en paralelo a la evolución económica estimada, debería haber sido del 24-25%, la realidad es que ésta última solo aumentó en el período el 1,7%, permaneciendo estancada -o con un ligero decrecimiento- la demanda eléctrica.

El modelo ideado por la Ley 15/2013, al que acompañarán 7 R.D, pretende conseguir el equilibrio entre ingresos y costes. Desaparecen las primas para las renovables, sustituidas por un sistema de incentivos a la inversión; sin embargo, Soria indicó que el Gobierno “mantiene una apuesta clara por las renovables”. “A partir de unos costes estándar, se entiende un rendimiento razonable el de 7% (valor del bono español más 300 puntos básicos).

No se refirió el Ministro concretamente al efecto invernadero y al incremento de las temperaturas imputable a la actividad antropogénica, pero sí lo harían algunos ponentes. José Luis del Valle, apelando al último Informe del Panel Intergubernamental para estudio del Cambio Climático, recordaría que si no se implantan nuevas políticas, el incremento de temperatura en el año 2050 sería de 5,3ºC, y que es necesario considerar los costes nivelados de las opciones energéticas, y no los costes absolutos.

La idea de del Valle merece una atención especial, porque hace referencia al factor de utilización, es decir, al número de horas/año de uso real de una instalación. Se planteó la cuestión (cuya respuesta dejó al criterio de cada uno) de “si nos podríamos permitir invertir en eólica”.

En el caso de las eólicas terrestres, las 2.000/2.500 h/año de utilización promedio contrastan -expuso- con las 4.500 h/año de algunas zonas norteamericanas. La utilización de los aerogeneradores offshore estaría a niveles de las 1.000 h/año, con un coste de 80 €/Mwh (frente a los 42 €/Mwh de la solar fotovoltaica). Por eso, cree que la eólica va a seguir necesitando subvenciones hasta el 2020, momento a partir del cual las ayudas se concentrarán en las eólicas marinas.

Por mi parte -aunque no tuve ocasión de expresarlo en este Congreso, al menos en público- vengo indicando que es absolutamente imprescindible que, desde el Gobierno se asuma de una vez una visión global y se ponga sobre la mesa de la opinión pública toda la información disponible sobre capacidades, rendimientos, potencialidades y costes. Si el sector de producción eléctrica funcionara con un solo criterio, podríamos resolver el problema de contorno de manera bastante más económica.

En definitiva, si se trata de cumplir con las directrices de la Unión Europea, (tener un 20% de energía renovable para el 2020, en concreto), deberíamos satisfacerlas con el menor coste posible, porque lo fundamental es garantizar la competitividad de nuestras empresas. Por ello, incluso cabría considerar en el cuadro de opciones tener que pagar una penalización por incumplimiento: no tenemos por qué ser los abanderados de un objetivo romántico, globalmente insuficiente y perjudicial para nuestra economía.

Y, si tenemos tan alto excedente de capacidad, deberíamos confeccionar el mix instantáneo/diario considerando como preferentes para entrar en el sistema, las instalaciones de coste inferior -¡atención, considerando costes marginales, no medios!-, con las siguientes condiciones de contorno: garantizar una producción mínima acumulada por instalación, planificar las paradas de mantenimiento de forma conjunta, imponiendo un máximo a la subvención por grupo empresarial, analizando las consecuencias de mantener en hibernación o al ralentí las instalaciones de menor eficacia económica o de sostenimiento técnico más costoso…

(continuará)

Publicado en: Energía, Ingeniería Etiquetado como: cambio climático, congreso, consumo, energía, eólica, factor de utilización, Ingeniería de minas, José Luis del Valle, Ley 15/2012, panel intergubernamental, Sevilla, Soria

Guión para una mala película

26 enero, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Si, dentro de unas décadas, un superviviente del desastre climático, el invierno árabe, la erupción del volcán de Yellowstone, la conquista china de las viejas colonias europeas en Africa, la invasión de Japón por la Corea unificada, etc., se encuentra con ganas de analizar lo sucedido en un mediocre país llamado España durante la segunda década del siglo XXI (y en buena parte de la primera), descubrirá, asombrado, que los españoles estuvimos, sin saberlo, viviendo una película.

Una mala película, en realidad. Con un guión deficiente, sin protagonista principal declarado, con demasiados secundarios con tendencia a improvisar y sobreactuando, y un decorado que apesta a mentirijillas y a cartón piedra. Lo mejor es, desde luego, el movimiento de masas, con millones de extras ocupando la pantalla. es decir, la escena, representando de rechupete un drama colectivo, al estilo de Todos a una, con notas de la Guerra de las Galaxias, pero con la inequívoca huella de haberse inspirado en el Titanic, Coloso en llamas o Aeropuerto.

Y, en fin, aquí estamos, en medio del argumento. Con un gobierno sin ideas, pero con demasiada palabrería, una oposición sin palabras (ni ideas), un gran empresariado muy mezquino, una Universidad bastante inculta pero ya derrotada, un grupito iluso de emprendedores luchando por subsistir enmerdados hasta los ojos, una Banca insolidaria pero muy sólida, un Estado de autonomías a punto de desmembramiento por donde más nos ha de doler, unos colegas europeos satisfechos de vernos sufrir la intemerata.

Si alguien cree que esto va a tener un final feliz, comparto ese optimismo. Pero no me pidan que explique la razón de ese presentimiento. Me pasa siempre que voy al cine. No me muevo de la butaca hasta que desaparece el último título de crédito; por mala que sea la película, me resisto a pensar que tanta gente haya malgastado tiempo y dinero en filmar y distribuir un bodrio, y solo cuando se encienden las luces de la sala y compruebo que me he quedado solo, me animo a salir hasta la calle.

Publicado en: Sociedad, Uncategorized Etiquetado como: bodrio, cambio climático, dirección, drama, fin, película, protagonista, secundario, sociedad

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