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Carta abierta a la Ministra Margarita Robles

22 enero, 2019 By amarias Dejar un comentario

Querida Ministra de Defensa:

Te ruego, ante todo, disculpas por el tratamiento confianzudo. No nos conocemos más que “de vista”, pero prefiero no encabezar mi carta con el formulismo de “estimada”, pues, tratándose de alguien ahora dedicada a la política, no deseo ser interpretado (ni bien ni mal) por razón de un ambiguo adjetivo calificativo.

Más justificada está la proximidad gramatical entre colegas al ser yo también licenciado en Derecho, aún reconociendo que mi currículum no soportaría la comparación con el tuyo, plagado de reconocimientos y méritos.

Parece ser que, además de por tu excelente trayectoria profesional, entre las razones no curriculares que contaron para tu designación como Ministra de Defensa por el actual presidente español, Pedro Sánchez, se encontraba la de tu calidad de persona ajena al escalafón militar. Después de siete meses de ejercer la más alta posición sobre las delicadas cuestiones que afectan a las Fuerzas Armadas y a la Inteligencia, pocas cosas te serán ya ajenas, dada tu capacidad y perspicacia.

Permite, sin embargo, que desde los entresijos de la llamada sociedad civil, en la que los militares suelen situarnos a los que no tenemos ni tuvimos vinculación laboral, funcionarial ni política, con los Ejércitos, exponga mi posición respecto a algunas cuestiones que afectan a la organización de la Defensa española.

No pretendo ser original. Me guía el deseo de expresar las inquietudes y reflexiones propias de un ciudadano preocupado por las cuestiones que afectan al devenir de las guerras  y la defensa de la población y territorio en el que  desea mantenerse con libertad y sin sobresaltos, frente a los enemigos (reales, potenciales o imaginados) de ese orden. También me interesa expresar cómo entiendo que esos valores deberían ser apreciados por el ciudadano desarmado.

Creo que estamos todos de acuerdo en que la organización y gestión de las Fuerzas Armadas no puede ser enfocada desde una posición de partido político. La Política de Defensa ha de ser apolítica, consensuada por la mayoría ciudadana y, en la medida de lo posible, transparente.

En relación con ello, he escuchado muchas veces -seguro que tú, miles de ellas- que es importante que la ciudadanía tenga una “cultura de Defensa”. El término no es una entelequia, pero me parece que no existe  consenso en lo que significa la aplicación práctica de este concepto y, por ello, supongo que tampoco existe acuerdo sobre lo que implica definir los dos elementos que lo componen: “cultura” y “defensa”.

Si se refiere el término a la traslación a la ciudadanía, con trasparencia, de los asuntos que podrían afectar a la independencia del país, a su seguridad interna y externa, a los riesgos detectados o futuros para la paz, al número y dotación de los efectivos humanos y medios materiales para la defensa de la población y territorio ante los peligros que la puedan perturbar y, en fin, a la identificación de las tecnologías, procedencia de las mismas, y dotación para las inversiones que permitan abordarlos con solvencia, seguramente todos estaríamos de acuerdo en que hay que conservar alguna reserva.

Si se tiene consciencia de que el enemigo potencial existe y tiene los medios para eventualmente poner en riesgo la paz y la seguridad que queremos mantener, resulta obligado un cierto nivel de secretismo. No se deben enseñar las cartas propias a quien puede hacernos daño. El enemigo potencial debe saber que tenemos forma de defendernos a nivel igual o superior al de su capacidad para atacarnos.

La cultura de defensa habrá de referirse, pues, a propiciar aquellos elementos de simpatía y confianza hacia quienes se ocupan y ocuparán de defender ese orden. Y ello pasa por la creación y mantenimiento de un alto nivel de empatía con las fuerzas de seguridad del Estado, trasmitiendo la tranquilidad a la población de que nuestros representantes, políticos y funcionariales, saben cómo actuar ante los riesgos y amenazas.

Me gusta, como a ti, la teoría, pero mucho más aún me atrae la realización práctica de las ideas. Puedo imaginar unas Fuerzas Armadas ideales, a nivel de las mejores del mundo (aunque me faltaría conocimiento concreto de las tecnologías más avanzadas) y, por eso, soy consciente de que nos encontramos en la necesidad de definir nuestra posición, no como país intermedio, sino como un país pequeño, con menos de cincuenta millones de habitantes y cuyo atractivo estratégico para terceros es su ubicación en el extremo occidental de Europa y su cercanía al Africa magrebí.

Desde esa perspectiva, el riesgo de conflicto podría venir del vecino del que nos separa una corta distancia geográfica y una gran diferencia en PIB (Marruecos), país en el que tenemos dos enclaves geográficos históricos (Ceuta y Melilla, “ciudades autónomas”), y desde el que incluso la visión de las Islas Canarias podría aparecer como una ambición territorial apetitosa.

Si a alguien le parecen elucubraciones estas reflexiones, le recordaría las dificultades de la metrópoli para defender agresiones territoriales de las posesiones alejadas, ya fueran Cuba, Puerto Rico o Filipinas, o, en órdenes no solo militares, la desastrosa gestión de los intereses de la población local en el Sáhara occidental, el abandono apresurado de la “provincia de ultramar” -así la estudiábamos los ancianos de la tribu- que fue la región de Sidi Ifni, y, como ejemplo traído con alfileres, pero posiblemente significativo de la ignorancia de las distancias que separan la falsa creencia de la realidad factual, la chusca e inexplicable referencia al meridiano de Greenwich al que el ex ministro de Industria Soria hizo pasar por Canarias.

No dudará nadie que debemos disponer de unas Fuerzas Armadas suficientes para cumplir con el objetivo que se acuerde. ¿Cuál es ese? Me da la impresión de que en relación con este asunto se actúa desde la inercia o, peor aún, desde el inmovilismo. No se quiere reconocer, menospreciando que la situación mundial ha cambiado, que los riesgos para la paz no son los mismos que hace una década y, que los bloques económicos -que son los que, a la postre-, determinan los intereses y, en consecuencia, señalan la dirección para las amenazas, se están reorganizando.

Un país pequeño debe contar con alianzas estables y firmes con los poderosos. No tengo duda de que, por razones históricas, geográficas y económicas, la Unión Europea es esa referencia. Pero si falta la unión económica o está debilitándose la que había, la situación de vulnerabilidad aumenta y, desde ella, no puede construirse una Unión de Defensa. En el fortalecimiento de la unión económica ha de verse la base para una política de defensa común europea, en la que, por supuesto, debe haber una jefatura única, subordinada al poder político europeo, una distribución de responsabilidades y una total coordinación respecto a las inversiones, tipo de armamento, investigación tecnológica y efectivos humanos. También, coordinación absoluta en la diplomacia internacional.

Estamos lejos de ese desiderátum y, por lo tanto, somos colectivamente, vulnerables y, en lo que a España se refiere, particularmente frágiles. Nuestra fragilidad se incrementa desde la percepción de que es precisa una dotación importante en armamento y equipamiento relativamente avanzado, que no producimos, que no podemos pagar y, lo que es más grave, no tenemos dotación para mantener.

Te pediría, ministra, que exijas a quienes saben del tema, que te concreten, sin ambages, sin circunloquios, desde la total libertad pero con la máxima seriedad, qué tipo de equipamiento (humano, material, tecnológico), se necesita para responder ante aquellos riesgos concretos que los expertos en defensa y diplomacia internacional hayan detectado. Que esos expertos trabajen en sus recomendaciones en dos niveles: la consecución de una autonomía suficiente frente a las amenazas más singulares y cuyo riesgo se vea como más personalizado, y la integración de los medios propios en la defensa frente a los peligros y actuaciones que se consideren europeos.

No es asunto menor el análisis profundo de la situación del personal de las Fuerzas Armadas. La carrera profesional del personal de tropa y marinería, de los oficiales y jefes, exige una revisión que es urgente abordar. Para hacer esta afirmación tan delicada me baso, sobre todo, en la rápida evolución tecnológica, que ha hecho aparecer nuevas oportunidades y riesgos, y que supone un entronque, muy superior al tradicionalmente admitido, entre la estructura empresarial civil y la militar. La gran mayoría de las tecnologías son ya, irreversiblemente, de doble uso: las comunicaciones, los materiales, la energía, el transporte…no pueden considerarse ni militares ni civiles.

Las amenazas no vendrán, con mayor probabilidad, sobre el terreno: serán aéreas, se transmitirán como virus informáticos, captación de información, mensajes encriptados, drones, misiles teledirigidos e indetectables. El desarrollo y conocimiento preciso de la energía nuclear -para usos pacíficos como militares- obliga a convencer a la población de que no podemos abandonar su control, desarrollo y uso. Lo mismo cabría decir de la imperiosa necesidad de coordinar las investigaciones y desarrollos en materiales especiales, transporte híbrido, reutilización de residuos, aprovechamiento máximo de recursos, etc.

Y sí, es necesaria la concienciación y participación de la población civil en este esquema. Hay que educar, en particular a los jóvenes, en los conceptos de solidaridad, seguridad, patriotismo, valores. No se está haciendo bien, y no soy derrotista al expresar esa tremenda carencia. Si no sabemos apreciar lo que tenemos, lo que cuesta mantenerlo, no podremos defenderlo. Me parece imprescindible el encaje entre lo militar y lo civil. En todos los órdenes. Se que muchos militares de carrera hablan de la vocación militar, y lo hacen con orgullo, pero no me parece que exista tan diferenciada. No creo en las vocaciones. No puedo imaginar que exista una vocación para defender la Patria y, en su caso, morir por ella.

Nadie desearía morir por defender unos valores ambiguos, indefinidos, pero seríamos capaces de defender con uñas y dientes lo que afecta a la integridad de nuestra familia, a lo que perjudicaría nuestro bienestar de manera irreversible, lo que impediría nuestro desarrollo como personas, lo que nos supusiera la pérdida de esferas de libertad que consideráramos sustanciales. Y tú, como jurista, como magistrada, sabes bien que el derecho fija un marco de convivencia pactado o impuesto desde la autoridad, pero, en su aplicación, debe ser la última ratio: lo deseable es que todo ciudadano cumpla la ley sin necesidad de que se le sancione.

Querida ministra, tienes un trabajo importante ante ti y no vas a tener tiempo para acometerlo. Sin embargo, te cabe la opción y tienes por ello la responsabilidad, de abrir el camino para que se logre un consenso en el papel a desarrollar por las Fuerzas Armadas, en la definición de las bases de la carrera profesional de sus funcionarios (sin fantasías, con salarios dignos, con objetivos claros), en la apertura pública de una discusión sobre lo que es una cultura de defensa (sin teoricismos, sentimentalismos, ni medias verdades) y, en fin, en la imperiosa necesidad de integrar la política de defensa en una política de Estado.

Gracias por haber llegado hasta aquí, ministra. He dejado muchos temas en el tintero, de ellos, una buena cantidad también importantes. Los expertos de verdad te ampliarán, con seguridad, ese elenco de asuntos que deben figurar en la cartera de Defensa e Interior. Si no les estás preguntando, hazlo y, por favor, cuando se convoque un debate en el que participen sobre cuestiones que atañen a esas cuestiones clave de tu departamento, no te vayas después de inaugurar la Jornada, quédate a la discusión o promuévela desde tu despacho.

Con todo respeto


La fotografía, tomada en otoño en Villafáfila (Zamora) recoge a un grupo de grajillas (corvus monedula) en vuelo hacia los dormideros comunales. Tienen el pico grueso de los córvidos y son gregarias y estridentes. Se distinguen de otros córvidos de color negro (chovas, cornejas, cuervos, grajas, etc.) por su menor tamaño y, sobre todo, por el ojo blanco. También, vistas de cerca, por su plumaje gris plateado en la nuca.

 

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Europa en el atolladero

30 octubre, 2018 By amarias 2 comentarios

En mayo del 2019, los ciudadanos europeos serán convocados -en fechas que habrán de concretarse por los respectivos gobiernos- para elegir nuevos parlamentarios. En ese semestre, habrá habido cambios importantes en ese modelo de convivencia europeo en persistente rodaje, algunos previsibles y otros probables.

Para el próximo mayo, el Reino Unido estará ya fuera de la Unión Europea -con acuerdo o a la brava-; el panorama político internacional se habrá polarizado más: por el lado de las llamadas eufemísticamente economías de mercado, brillará con mayor intensidad una constelación de líderes practicando políticas de retroceso en los servicios sociales  paralelos al incremento de la protección arancelaria. El astro central de ese hatajo de incrédulos de la globalización, el cambio climático o los efectos de una política educativa y sanitaria que favorezca a las capas más bajas de la sociedad, seguirá siendo el presidente de los Estados Unidos de América, experimentado paladín de la política de desorientación y sartenazo al que opine lo contrario.

La acumulación de datos exteriores sobre las guerras comerciales (y, aunque limitadas a ciertas áreas, guerras convencionales con armamento directamente letal), habrá perfilado un nuevo dualismo de bloques, entre occidente y oriente. En el frente oriental, habrán crecido los lazos de relación interesada entre Rusia, las dos Coreas y China y el control de éstas sobre los países más retrasados de Africa y Asia.

En el seno de la actual Unión Europea, el descontento y la desorientación respecto a estrategias comunes, habrá provocado el aumento de los populismos, de los ímpetus secesionistas y de las derivas totalitarias. Las elecciones de mayo deberían suponer una radiografía de cuerpo entero del proyecto de los Estados Unidos de Europa.

En el resultado global, no cabe esperar grandes cambios en la representación parlamentaria. Habrá una disminución ligera de parlamentarios de la derecha ideológica, comida por su flanco diestro por las opiniones más reaccionarias, especialmente activas allí donde no gobiernan, porque su fortaleza está construida a base de criticar con acritud la política oficial y presentarla como causante de los defectos de la situación real.

Bajará también ligeramente, la representación de las bancadas socialdemócratas, empeñadas en seguir soportando en solitario sobre sus debilitadas espaldas los mantras de la globalización, la acogida de migrantes, el aumento de impuestos para sostener los beneficios sociales, y apoyar un cada vez más desquiciado control medioambiental, (entre otros aspectos), pero con gobiernos incapaces de implantar eficientes estrategias económicas y tecnológicas, que estén basadas, de verdad, en la generación de un modelo de crecimiento europeo.

La pérdida de parlamentarios de las dos megaformaciones que tradicionalmente copan las mayorías, será asumido por los partidos ecologistas y los defensores de posiciones ultras, que tienen mayores posibilidades de rentabilizar el descontento

Sería de desear que quienes aspiren a ser parlamentarios en la Europa de los 27 hagan el esfuerzo de confeccionar programas que presenten el camino hacia una Organización más coherente, realmente solidaria, uniforme, capaz de generar y poner en ejecución una estrategia exterior común a corto plazo, en comercio, educación, investigación, tecnología, ayuda al desarrollo, energía y defensa y conseguir la mayor igualdad de salarios y prestaciones para los ciudadanos de sus Estados como objetivo irrenunciable.

Lo demás, me seguirá pareciendo la fórmula para llenar de buenas palabras un edificio de ilusiones que está cada vez más resquebrajado.

—–

Las fotos que adornan este comentario son de una pareja de collalba gris (oenanthe oenanthe). La que figura en el encabezamiento es la de un macho, en plumaje de final de verano, lleva la máscara aún visible, que perderá en el plumaje de invierno (llamado también de eclipse, especialmente tratándose de anátidas, para significar que la diferencia entre sexos es menos marcada).

En esta zona baja del Comentario, la hembra, aunque presentada de frente en la instantánea, deja ver su mejilla y pecho de color rosáceos (del pectoral, solo la parte superior tiene ese tono rojizo).

Las collalba gris están entre los pájaros migrantes que recorren las mayores distancias de todos los conocidos, llegando a cubrir hasta 2.500 km sin pararse, y hacerlo en poco más de 30 horas. Estas aves en concreto han sido captadas sobre un terreno pedregoso de Zamora, un día de septiembre, encaramadas, como se ve, sobre un cable aéreo, utilizado como percha para la caza de insectos al vuelo.

 

 

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A alinearse tocan

20 junio, 2018 By amarias 3 comentarios

Debo reconocer que la vida me ha favorecido con muy buenas oportunidades de conocer a gentes excelentes. Algunas no están ya aquí, aunque su ejemplo, amistad y maestría espero residan en mi para siempre conmigo.

Me concentro más, desde la experiencia y la necesidad de cubrir la inmediatez que da la edad, en los amigos con los que comparto el presente. Carlos Yárnoz, periodista, es uno de los más perspicaces, de los que tomo con asiduidad referencia, para opinar mejor.

Escribe hoy Carlos, en la página 5 de El Pais, que leo mientras espero mi sesión oncológica, bajo el título “Alinearsr: por Eutipao contra Europa” y concluye que, con la crisis de la coalición alemana, en la que la CSU ha dado un ultimátum a Merkel, para que acuerde sobre migración en la UE o cierre fronteras, “Europa ha tocado fondo”.

No voy a enmendar la plana trazada de forma coherente por Carlos Yárnoz, aunque me atrevo a opinar que el fondo es tan inseguro que puede desmoronarse en cualquier momento.

Porque Europa ya es un mosaico de incongruencias y el egoísmo seudo patriota pero anti solidario nos ha crecido por doquier. Se esgrime que Europa es hegemón en la defensa de las libertades, pero se ha perdido la homogeneidad y están creciendo los enanos del antiguo circo de buenas voluntades.

Y si, lean los amigos de este blog a Carlos Yárnoz. Sus opiniones siempre merecerán la pena. Hasta servirán para discrepar con calidez respetuosa.

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La foto que incorporo a este Comentario se explica por si sola. Lo que dice el pleito enjaulado no se oye y, por eso pongo palabras a la ausencia de sonido: Quo vadis, Europa?

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Ejército y sociedad civil (7)

7 enero, 2018 By amarias Dejar un comentario

Aunque no pretendo alarmar (a quien no lo esté ya), enuncio una verdad irrefutable: la sociedad está en guerra. No es una buena noticia, pero tampoco es una novedad: siempre lo ha estado. Ni siquiera es preciso descartar que no me estoy refiriendo al área económica, a las pugnas por alcanzar la supremacía en un sector productivo, o a las batallas entre rivales de cualquier actividad por obtener prestigio, fama, oropeles o dinero.

Me refiero a que la sociedad está inmersa en una guerra de destrucción, con víctimas reales -muertos, lisiados, desaparecidos, desplazados- y pérdidas irreparables de edificios, bienes, bienestar y riqueza. La guerra se puede considerar como consustancial a la naturaleza humana, y surge sin descanso como manifestación de un instinto aún indescifrado, polifacético. Hay guerras que tienen que ver con la supervivencia de una etnia, o surgen como forma final de rebelión de deprimidos o sojuzgados frente al poder tiránico, o como resultado del intento de apoderarse por la fuerza de las posesiones de otro que se resiste al expolio.

Pero detrás del inicio de cada guerra habrá siempre una justificación diferente, que a menudo resultará ininteligible para los que la juzguen desde la distancia o la paz. ¿Seguir los designios de un dios, con o sin mayúsculas? ¿Pretender instaurar una democracia eliminando a un tirano? ¿Exterminar a los propietarios de unas tierras bajo la ambición de la conquista? Ante el atacante, el defensor de la posición amenazada no tiene que alegar nada, más que su voluntad de que las cosas sigan igual que estaban. Rebus sic stantibus.

En un estupendo y documentado repaso a las circunstancias y actitudes previas a la guerra de factura más elegante -entre naciones civilizadas avanzadas- de las dos guerras mundiales que la Humanidad ha soportado hasta ahora, “Sonámbulos (Cómo Europa fue a la guerra en 1914)”, Christopher Clark advierte ya en la Introducción que “su misterio” (el de por qué los Estados se enzarzaron en esa guerra de apariencia evitable) “se encuentra en todas partes, en los sucesos oscuros y retorcidos que hicieron posible semejante carnicería”.

El lector libre de prejuicios no encontrará dificultad en detectar misterios de insondable naturaleza en la guerra de Irak (Operación Libertad Iraquí, para Estados Unidos), cuya justificación, para la mini-coalición liderada por el presidente norteamericano G. Bush y secundada por los responsables de los gobiernos británico y español (T. Blair y J.M. Aznar) fue que el régimen de Saddam Husein estaba desarrollando armas de destrucción masiva (ADM), violando el Convenio de 1991.

Resultó falso. Aunque Husein fue apresado casi de inmediato (y ejecutado en diciembre de 2006), la guerra duró ocho años (desde marzo de 2003 a diciembre de 2011). No fue ni siquiera una guerra que terminara con la paz, sino que se continuó con la guerra civil entre sunitas y chiítas, las ocupaciones de Al-Qaeda en parte del territorio, …se desparramó la conflictividad sobre Siria, Irán y otros Estados vecinos y, además de costar varios billones de dólares, sirve desgraciadamente de eventual preparación para un conflicto de mayor envergadura.

¿Sería el conflicto sobre las fuentes energéticas, representado, por ejemplo, caricaturescamente como enfrentamiento entre Irán e Irak, la mecha precisa para que superiores intereses concreten la tercera guerra mundial o habrá que introducir a Israel en el cóctel explosivo? ¿Vendrá como consecuencia de la escalada en los ánimos pendencieros de los líderes de Corea del Norte y Estados Unidos, deseosos según parece de probar su potencia nuclear? ¿Resultará de la disputa por el llamado Mar de China o, tal vez, por los recursos por explorar de las zonas árticas? ¿Se asumirá como natural el ascenso aparentemente imparable de China para constituirse en el dominador de los mercados del mundo, incluidos los recursos de Africa? ¿Será la consecuencia de la resistencia no negociada para contener el ansia de Putin por reconstruir una nueva URSS?

No faltan razones para vislumbrar la escalada en conflictos que ya se encuentran enunciados. Y no hace falta advertir sobre las tensiones que provocará la mayor presencia de las consecuencias del cambio climático, el aumento de la sequía, de la hambruna o de epidemias, y la presión de los movimientos demográficos derivados de guerras locales, persecuciones tribales, causas naturales, etc.

Si me detengo en poner de manifiesto cuestiones bien conocidas, es únicamente para volver a una cuestión que figura ya como punto de partida de esta miniserie de artículos sobre Ejército y Sociedad civil, que he venido particularizando hacia España. De la relación de posibles amenazas detectadas a nuestro Estado de Derecho, son tres las que merecerían atención especial: el terrorismo de base islamista, la escalada de tensión migratoria sobre nuestras fronteras (las europeas) derivada de la hambruna, falta de perspectivas, guerras tribales y penuria general del Africa subsahariana y las posiciones separatistas no constitucionales.

Si pretendemos analizar las opciones defensivas a cada una de ellas desde la perspectiva de actuación de las Fuerzas Armadas, nos encontraremos con la necesidad de vincular cualquier medida militar con profundas y muy delicadas decisiones tomadas desde la sociedad civil.

Los terroristas con potencialidad de actuación en el territorio español son protagonistas de lo que se ha convenido en llamar “situaciones de cisne negro”, esto es, sucesos de imposible previsión, pues provienen de individuos adoctrinados por múltiples vías, lobos solitarios, fanáticos o enajenados sin criterio, dispuestos a inmolarse incluso y, en lo que importa para adoptar una posición defensiva, capaces de utilizar cualquier medio con el que hacer daño indiscriminado. El objetivo enarbolado por el mal llamado Estado Islámico es por supuesto, imposible -no tendrá jamás viabilidad-, pero hay que contemplar la posición de defensa desde la cobertura de protegerse contra la sensación de terror que pretenden provocar los terroristas en la sociedad.

Poco puede hacer el Ejército en esos casos, y sí, en cambio, la actitud preventiva, vigilante, activa, de la población civil y, desde luego, la concienzuda investigación y seguimiento de la policía y medios de seguridad sobre los focos de adoctrinamiento,  allí donde crezca la segregación racial, la marginación, la incultura y el odio o desprecio al diferente.

Llamo la atención sobre las dificultades del Estado para detectar la evolución de los métodos del terrorista y aplicar efectivos métodos de defensa. En un libro cuya lectura resulta hoy extremadamente ilustrativa y curiosa, “A mano armada (Historia del terrorismo) de Bruce Hoffman, escrito en 1998, se afirma que “el éxito del terrorista depende de su capacidad para mantenerse por delante (…) de la tecnología antiterrorista”. Las estructuras mentales reales o imaginadas de los componentes de los grupos terroristas dirigidos a actuaciones independentistas (teóricamente, al menos), como el IRA y ETA, ocupan parte del análisis.

El enfoque novedoso del autor, (en un momento, me es preciso enfatizar, en que se estaba lejos de imaginar atentados como el que ocurriría en 2001 como el de las Twin Towers), sin embargo, se dirigía contra el “terrorismo de Estado”, y ponía de manifiesto la ineficacia de las medidas que se habían adoptado contra los países que entonces se tenía detectados como instigadores de estas actuaciones: Cuba, Irán, Irak, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria. Proponía, en consecuencia, una revisión sustancial de método y procedimientos. Cualquier lector con la perspectiva de los acontecimientos posteriores a la publicación del libro puede confirmar que, dos décadas después, la conclusión sigue estando vigente.

Si enfocamos la vista hacia los Estados desestructurados, en donde la corrupción, la tiranía y el expolio interno parecen primar, las actuaciones de las Fuerzas Armadas se tiñen de delicados presagios, que exigen un análisis más detallado, que abordaré a continuación.

(continuará)


Un mirlo común, camuflado entre las ramas de un tejo, devora algunos de sus frutos preferidos. Como ya comenté en otra ocasión, los niños comíamos la pulpa de esos frutos, de sabor dulce, inconscientes del alto poder como veneno de todas las demás partes del árbol.

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Emparedados europeos

14 diciembre, 2016 By amarias Dejar un comentario

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El ascenso del pintoresco empresario Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, como resultado de una campaña elaborada desde el núcleo duro del sistema para engatusar a los que tendrían razones sobradas para desconfiar de él, abre un camino de incertidumbres que, para los historiadores del porvenir, significará una fuente de novedosos materiales de análisis.

Habrá que esperar a conocer el despliegue de las acciones anunciadas, antes de autoinmolarse en el altar de las desdichas presentidas. Todo indica que las ambiciones empresariales del Sr. Trump van a experimentar un realce espléndido (para él) desde su posición privilegiada como factor del país aún más poderoso de esta Tierra, y que se iniciará un período de ayuda y comprensión recíproca con la Federación Rusa, gracias a la cálida relación personal con Vladimir Putin. Además de haberse manifestado afecto recíproco y gran sintonía, los dos presidentes parecen dispuestos a obviar los importantes conflictos y tensiones que ocupaban un prominente lugar en la agenda de preocupaciones del aún presidente Obama.

La verdad, a título exclusivamente personal, que Putin y Trump se aprecien, se quieran y estén dispuestos a evitar cualquier tensión mayor entre los intereses que representan, tendría que importarme un bledo. Sin embargo, tengo serias sospechas de que la gran perjudicada de ese nuevo cariño perjudicará gravemente a Europa. Un proyecto de agrupación de Estados en fase lamentablemente en descomposición, y que, por ubicación geográfica y dependencia comercial, se haya en medio del camino de aproximación entre ambas potencias,  con perfil tradicional de escudo ambivalente más que de puente practicable.

No es momento para enarbolar ingenuamente banderas de paz y conformismo. Se necesita una Europa unida, fuerte, económicamente solvente y con las ideas muy claras, no solamente sobre los valores éticos, ambientales o sociales que hay que preservar o potenciar, sino, sobre todo, capaz de defender esos principios y sus consecuencias.

Si las negociaciones que se creían muy avanzadas sobre el Tratado de Comercio con EEUU están rotas definitivamente (y cabe preguntarse quién rompió el enlace), si el Reino Unido entiende que va mejor solo que mal acompañado a abrazarse con Estados Unidos, si la presencia de Estados Unidos en la OTAN se cuestiona y deja de proporcionar (aunque solo sea como amenaza táctica) cobertura a las posibles amenazas exteriores a un conjunto de naciones armadas casi exclusivamente con buenas voluntades, habrá que potenciar los recursos propios, buscarse nuevos aliados estratégicos y ponerse las pilas (perdón por la vulgaridad) de una vez sobre lo que importa.

Ah, y en ese contexto especial, resulta desquiciante, que analistas reputados muy serios, entiendan que este apoyo de la nomenclatura rusa al nuevo equipo norteamericano viene de largo, y que los escándalos de filtración de documentos confidenciales (ya vengan de Assange como de Manning o de la misma CIA) ha sido muñida por intereses muy oscuros.

En la ceremonia de la confusión, mientras el equipo de Clinton se lame las heridas, sin haber asimilado aún que la derrota infligida va para largo, hay quien cree que un impeachment (procesamiento de un cargo público) del Presidente liberará al mundo de la pesadilla Trump.

Es un deseo imaginativo pero absurdo, no ya  porque el nuevo Presidente controle ambas cámaras, sino porque a la noble nación norteamericana lo que le importa, de verdad, es si un presidente, por muy capaz que sea para gestionar lo público, oculta sus relaciones íntimas con una becaria.

Eso sí que le resulta imperdonable. Por eso, el apellido Clinton estará para siempre marcado por el puritanismo arcaico de la sociedad que pretende dirigir los destinos del mundo, y que no tolera que un presidente de los Estados ose abrirse un par de veces la bragueta debajo de la mesa del despacho oval. Muy diferente, sin duda, a hacer ostentación pública de las más rijosas inclinaciones, adornadas, además, con el desprecio a las mujeres, a los inmigrantes, a los desfavorecidos, a  los homosexuales y, en fin, a lo que le apetezca mancillar según el humor del día.


La foto corresponde a un Ganso del Nilo o ganso egipcio (identificable por la mancha orbicular oscura), que vive solitario en el Parque San Francisco en Oviedo. Es frecuente encontrar a congéneres de estos caretos en los mini-zoos de las ciudades españolas, importados desde sus lugares de origen para dar exotismo a las colecciones de patos, gansos y cisnes.

Según pude observar, el animal, robusto y pendenciero, se lleva mal con los pavos reales, y con los demás anseriformes que pueblan el más bien abarrotado lago que, desde hace décadas, se ha montado allí y que se conoce como “el estanque de los patos”. Si me remonto casi a mediados del siglo pasado, los  más preciados habitantes de lo que entonces era una charca no siempre muy limpia, fueron una pareja de cisnes blancos y un cisne negro, además de una decena de patos azulones.

Tengo alguna instantánea de uno de aquellos cisnes, que tomé -obviamente, en blanco y negro- con una Reflex que tenía entonces. Por una de ellas, seguramente por el complicado juego de brillos y reflejos del ave en el agua, me dieron un premio de fotografía, que, desde mi impulso adolescente, me hizo creer que había méritos de autor y que, en todo caso, me llevó horas revelar en un cuarto oscuro que el SEU ponía a disposición de los aficionados autodidactas.

Ahora, según he oído, en el estanque solo queda un cisne de aquella pareja, viudo, y se ha decidido no introducir más de esta especie en su hábitat, porque estos animales son monóganos (además de territoriales). Se espera, pues, para la repoblación con otra pareja de cisnes, al fallecimiento del supérstite, que se supone ya próximo. Los cisnes son longevos, pero no mucho más allá de cincuenta o sesenta años.

Con la aparición de mejores ópticas, cámaras de aplicación más sencilla y la capacidad de hacer cientos de fotos del objeto en soporte digital sin gastarse euros ni minutos, me convencí de que el mérito suele estar en el aparato y -exceptuando dosis de paciencia y dosis de oportunidad-no en quien lo manipula.

Lo que no tengo idea es quien incorporó al careto a la avifauna ovetense, ni tampoco quien toma decisiones sobre la vida de las anátidas. Si se hiciera una encuesta, entre si fue por causa de Apolo o por virtud de a pelo, no sería de extrañar que, en vez de abstenerse o entender que es patochada, ganaran los partidarios de montarse sobre los temas en pelota.

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¡Migrantes del mundo, uníos!

11 septiembre, 2015 By amarias Dejar un comentario

La búsqueda de la precisión semántica para distanciarnos, al menos desde el lenguaje, con lo que nos incomoda, ha puesto en circulación el término migrante, para designar a los grupos de desplazados que vagan por tierras ajenas buscando el acomodo que se les niega en las propias.

Migrantes son, hoy, los millares de sirios, kurdos, hutus,  chechenos, serbios, macedonios, keniatas, que huyen de las guerras civiles (masacres, exterminios, venganzas tribales) que provocan continuamente quienes se fuman puros de intereses torcidos mezclados con ignorancias culpables junto a los nichos  de pólvora de los desentendimientos colectivos.

Cada vez hay más migrantes. Para los amigos de la ornitología, las aves migratorias, o migrantes, viajan entre dos lugares de acogida, en los que se asientan según la época del año, para aprovechar de cada uno las condiciones más favorables, que les permitan superar los inviernos y criar sus proles. Los migrantes humanos viajan sin rumbo, y, si lo tienen, apuntan a lugares que alguien les contó (la información es ahora global, los recursos tienen dueño) que eran más ricos.

Es un éxodo sin Moisés, en el que nadie ha prometido la tierra que se busca para asentar en ella los exigüos petates. Para vergüenza de todos, estas caminatas de desplazados a la fuerza, en nuestra sociedad en la que la información trivial es fundamental, están bien documentadas.

Hay decenas de periodistas que acompañan, con sus cámaras y sus libretas en ristre, a esas huestes inocentes de su existencia desgraciada, que se agolpan en cada frontera que encuentran, que reciben golpes y amenazas de los guardianes de todos los órdenes, que siguen ciegamente, mientras no encuentran obstáculos, los rieles y los caminos que apuntan a algún sol que tal vez les acoja.

Estamos siendo testigos, al menos los europeos de toda la vida -no me resisto al sarcasmo- de una escalada en esas corrientes migratorias que buscan nuestro bienestar como acomodo. Hubo un tiempo en que necesitamos mano de obra barata (aún la queremos cuando repunta algo la economía), y así se han tolerado turcos que hoy son casi alemanes, ecuatorianos que son casi españoles, argelinos que son casi franceses, paquistaníes que se creen ingleses, etc.

Después, nos hemos echado las manos a la cabeza y elevado poco a poco las alambradas con cuchillas para ponérselo muy difícil a las avanzadillas de atletas subsaharianos que tienen una capacidad de supervivencia propia de hércules y que solo parecen necesitar un lugar en la oscuridad de nuestra economía sumergida.

Y ahora, los líderes de nuestro mundo, reunidos en cónclave permanente, se reparten los despojos de esta última corriente migratoria, formada por un par de cientos de miles de seres humanos que huyen de su país, Siria, en un intento desesperado de salvar sus vidas. Han perdido todo lo demás.

Si no somos capaces de entender que todos somos, o seremos, migrantes, si no nos sentimos representados en cuantos huyen, escapan, se van de los lugares donde la naturaleza les puso a vivir, nos convertiremos, aunque nos pese, en cómplices de lo que pasa.

Porque tenemos que estar, sin paliativos, sin que quepan disculpas ni miradas de soslayo, del lado de los que no pueden consentir que esté pasando lo que pasa. No hay otro sitio decente.

Por eso, mientras me quedo atónito contemplando a una señora con una cámara en mano que va poniendo zancadillas y dando empujones a los migrantes sirios (“para documentar mejor la noticia”?) que han soportado caídas de cascotes de sus casas, ametrallamiento de familiares y amigos, porrazos de policías de frontera, inclemencias climatológicas, marchas de cientos de kilómetros por caminos que no conducen a ninguna indulgencia plenaria ni se hacen por placer,…me sale del alma un grito de guerra santa: ¡Migrantes del mundo, uníos!

 

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La mirada podrida sobre Grecia

1 julio, 2015 By amarias Dejar un comentario

En algún lugar leí que la palabra Europa no tiene sus raíces etimológicas en el griego, pues no se le puede suponer -como por algunos eruditos se había defendido- compuesta de los vocablos eur y op (que significaría “mirada amplia”),  sino por eur y opa, ya que se debe mantener la concordancia de género, y eso se traduciría por “mirada podrida”. Así que la polémica sobre el origen del nombre ha derivado hacia las fuentes semíticas, que tienen aguas mucho más frescas.

Lo que tiene menos dudas es que Europa  tiene su amplia base geográfica y cultural original en el equilibrio entre Atenas y Roma, al que se ha de añadir una componente judía, proveniente de los vientos históricos que se formaron desde Jerusalén. Y también admite poca discusión que en los últimos veinticinco siglos se han librado en el territorio que podríamos considerar originariamente europeo muy cruentas batallas, que lo han seccionado, longitudinal y transversalmente (1).

Esas manifestaciones de la belicosidad de sus gobiernos, las ambiciones de conquista y apropiación de bienes del vecino, las luchas dinásticas, las revoluciones sociales, la evolución de las lenguas habladas y escritas -¡y, cómo no, la influencia de las religiones y la autoritas otorgada por los creyentes al representante de Dios en la Tierra!- se han reflejado en multitud fracturas, convirtiéndola en un mosaico de intereses, que debemos admitir, de forma indulgente, que forman parte de las culturas nacionales.

Estamos oyendo múltiples opiniones acerca de  la manera de resolver la actual crisis nacida en la Unión Económica Europea, como consecuencia de la dificultad -en realidad, debemos hablar de la incapacidad- de Grecia de devolver la totalidad de los créditos que obtuvo de los demás socios de la eurozona. Como en todos los temas, los comentarios no hacen sino reflejar la consecuencia de los diferentes intereses que se defienden, y que están detrás de los argumentos, aunque no se vean.

La situación no admite circunloquios, sin embargo: Grecia, independientemente de cuál sea el color de su gobierno, quizá pueda pagar algún día el principal de la deuda, si se le concede la moratoria adecuada y se le ayuda a la reactivación de su maltrecha economía, pero jamás podrá responder de los altísimos intereses, propios de usureros, que los prestamistas le habían fijado. Por cierto: una buena parte de los préstamos han ido a parar a dotar al estado griego de una capacidad armamentística, para pagar, a buen precio, los equipos bélicos proporcionados por los principales países de esa Unión Europea.

No valen para nada afirmaciones políticas destinadas a asustar a los griegos, pretendiendo tranquilizar (sensu contrario) a los ciudadanos de los países de donde surgen las declaraciones de ciertos mandatarios: apelar a que “los pactos deben cumplirse” o a que “la salida de Grecia del euro tendrá escasa o nula recuperación para nuestra economía”, se hayan hecho o no los deberes (¿qué significa eso?) no puede merecer ningún calificativo inteligente.

Grecia es Europa (casi, más propiamente hablando, al revés: Europa es Grecia). En una familia, las dificultades esporádicas, ocasionales, de un miembro -aunque haya sido un despilfarrador, incluso si se le califica de drogadicto- se solucionan en el seno de la misma, ayudando al perjudicado: con un tratamiento de rehabilitación, pagando sus deudas, ayudando a su recuperación definitiva. No ahogándole aún más.

No me duelen prendas al afirmar que los argumentos más sensatos respecto al tratamiento de la deuda griega han venido desde la izquierda reputada como “radical” por los amigos del orden mundial, supongo que siempre que lo determinen ellos mismos. He escuchado a Gaspar Llamazares y a Iñigo Errejón decir cosas muy adecuadas. En esencia: no exijas a quien no puede pagar, que pague, haciendo los sacrificios que tú le quieres imponer, y escúchalo atentamente, y ayúdale a que se recupere.

Creo que la razón por la que, en este caso al menos (no es el único), me encuentro tan próximo a las ideas que se exponen desde los márgenes del sistema, incluso desde fuera de él, es sencilla: no tienen nada que perder. Cosa que, mírese por donde, me parece que los distancia de los sabios defensores del dólar Stiglitz, Krugman, de los asesores de Merkel o de Hollande (y sus palmeros) y me acerca, junto a ellos, a lo más sensato.

—

(1) He recuperado esta idea de un artículo, aún no publicado, escrito por mi buen amigo Santos Castro Fernández, “Europa: Una realidad histórica”, y que su autor apoya con citas, entre otros, de Remi Brage, Horacio, y Jacques Le Goff.

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Mi Diccionario desvergonzado: árabe, calendario, Europa, evolución, fuerzas armadas, milicia, evolución, ponente, intervención

16 octubre, 2014 By amarias Dejar un comentario

Árabe. 1. Dícese de quien está obsesionado por saber cómo se divierte su mujer. 2. Indio asiático. 3. Perteneciente a amplias zonas de Asia y África, comprendidos los habitantes de los Emiratos con esa apelación. 4. Hablante de una macrolengua semítica, con ramas o dialectos tan dispares, generados de un tronco común, que no se entienden entre sí; por cierto, esta última característica se presenta también entre españoles, si bien este caso, la falta de entendimiento se produce compartiendo una sola lengua.

Calendario. 1. Conjunto de fechas que se fijan en una reunión para programar las siguientes, cuya determinación suele ocupar buena parte de la misma, y su revisión, un tiempo similar en las posteriores. 2. Impreso en el que se anuncian una o varias señoritas en paños menores o sin ellos (excepcionalmente, pueden figurar varones o travestidos)  y que contiene,  adicionalmente,  junto a la dirección y teléfonos de un taller, concesionario o empresa de servicios, seis o doce cuadritos  con los meses del año, en los que se señalan las fiestas y vacaciones. 3. Taco de sobremesa, con 365 o 366 páginas, reliquia de los tiempos en que no había ordenadores ni relojes digitales, que se entregaba a los empleados de cuello blanco en los primeros meses del año, y en el que se anotaban los cumpleaños, los teléfonos de clientes y amigos y algunas ocurrencias .

Europa. 1. Elucubración con base histórica somera y una compleja edificación de su desarrollo comercial, en la que los países que ocupan su almendra central propenden a tomar decisiones sobre lo que corresponde hacer a los de la periferia, y éstos, a padecerlas. 2. Zona de dimensión variable dentro de la masa continental llamada Eurasia, cuya característica común es que sus habitantes han guerreado entre sí, en las más variadas alianzas, a lo largo de su Historia. 3. Sinónimo de Unión Europea, agrupación política en búsqueda permanente de identidad.

Evolución. 1. Tendencia natural de un proceso, que si es positiva, encontrará siempre un orgulloso responsable, y si ha sido negativa, será considerada coyuntural o atribuida a la falta de colaboración de la oposición. 2. En una enfermedad, condición prevista médicamente para que el paciente mejore, calificada por ello de favorable, lo que no descarta complicaciones inesperadas que puedan producir otros resultados.

Fuerzas armadas. 1. Agrupación de carácter militar, con vocación para ocuparse crecientemente de temas civiles, si escasean los conflictos bélicos. 2. Conjunto de personas de uniformes variados, que desfilan bajo banderas y estandartes el día de sus patrones, ante las autoridades y público en general, y antes de tomarse unos días de permiso. 3. Ejército, combinación de armamento sofisticado y personal, en proporciones variables, disponible permanentemente para desarrollar la próxima guerra, si recibe las órdenes adecuadas en las condiciones oportunas.

Intervención. 1. Momento de una sesión programada, en la que se proyectan en la oscuridad diapositivas o láminas en las que figuran frases que alguien lee con tono monocorde. 2. Agresión tolerada sobre el cuerpo de un enfermo, realizada por un nacional de otro país, cualificado para ello en una Facultad de Medicina, llamado por ello, residente. 3. Acción de invadir los terrenos o competencias de otro, que si es armada, se dirá pacífica y forzosa.

Máximo. 1. Grado no superable, salvo que se trate de una cualidad propia, como, utilizado por ello en expresiones como “máximo celo, máximo interés, máxima dedicación”, etc. 2. Lo que se espera como rendimiento adecuado para quien se conforma con aportar el mínimo esfuerzo.

Militar. 1. Persona con vocación de cumplir unas normas, sin necesidad de plantearse problemas acerca de la legitimidad de su origen. 2. Pertenecer a un partido político u otra organización de la que se espera obtener algún beneficio, situación que confiere la cualidad de militante, que no debe confundirse con la de cargo en la misma, que se adjudica mediante procedimientos reservados a una minoría.

Moderador. 1. En un Congreso o Seminario, calidad de quien tiene por misión, regular el cumplimiento del programa previsto y las interpelaciones planteadas por los asistentes a los ponentes,  lo que no suele satisfacerse por tres razones: su larga e innecesaria intervención, la tolerancia en la excesiva duración de la primera ponencia, lo que reduce drásticamente la de las siguientes, y el soliloquio sin relación con lo expuesto que realizan las dos personas del público a las que cede la palabra, antes de que se supere ampliamente la hora prevista para finalizar la sesión. 2. Experimentado atemperador de una discusión inútil, que atiende escrupulosamente a la satisfacción de la razón principal por la que se acude a un acto público, que es la pausa de café con pastas.

Nación. 1. Argumento histórico para invadir las razones de otros pueblos. 2. Apelación a una elucubración metafísica por políticos ambiciosos con el objetivo de ofuscar el interés de los ignorantes para realizar más cómodamente el suyo y el de sus correligionarios.

Paso. 1. Imaginería que se lleva a hombros en una procesión, en un acto muy vistoso que se prepara durante casi todo el año, y que se lleva a cabo en días señalados si no llueve, que es interpretado, sin fundamento, como señal de devoción a seres imaginados. 2. Manera de desfilar al unísono, que pretende demostrar que el ser humano es capaz de perder momentáneamente toda capacidad de raciocinio. 3. Cada uno de los movimientos que se realizan para avanzar o retroceder, según convenga.

Ponente. 1. Persona que ha preparado un tema por cierto tiempo, y al que se atribuye, por ello, mayor cualificación que otros para expresar públicamente sus elucubraciones sobre lo que, no pocas veces, se ignora. 2. El que más pierde en una actividad colectiva.

Verano. 1. Estación comprendida entre dos primaveras consecutivas, al que, en caso de faltar, se atribuye cortedad intelectual, siendo, por lo demás, señal de enemistad manifiesta con la persona objeto de esa apreciación. 2. Mes del año en el que los que trabajaban por cuenta ajena programaban sus vacaciones antes de la crisis. 3. En el hemisferio austral, invierno.

Regla. 1. Síntomatología compleja surgida del momento en que la mujer fértil no está en situación de quedar embarazada, que es declarada tabú para las relaciones sexuales en algunas creencias. 2. Conjunto de normas que deben seguirse, salvo que se quiera asumir la responsabilidad por las consecuencias de hacer lo contrario.

Reunión. 1. Excusa para no contestar al teléfono. 2. Fórmula de pasar el tiempo sin tomar decisiones. 3. Agrupación de personas dispuestas a asumir algún protagonismo, de la que no se acostumbra a dejar constancia en las actas de la misma.

Visión. 1. Ofuscación de la mente del que dirige una misión, suplida por la buena voluntad y entrega de los que la llevan a cabo. 2. Capacidad de algunos animales para detectar dónde hay comida u oportunidades de negocio. 3. Sentido que se aminora con la edad, teniéndose como la reacción de la naturaleza para disimular el propio deterioro físico a los seres vivos, y que las gafas de presbicia ponen en evidencia a los humanos.

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Los mejores jinetes de Europa

9 junio, 2014 By amarias Dejar un comentario

Los tres máximos deseos de Joseph Schumpeter, ese economista tan citado que muy pocos han leído (incluidos licenciados en economía),  en su juventud, habían sido, según él mismo dejó expresado: ser considerado el más diestro jinete de Europa, cotizarse como el más deseado amante de Austria y alcanzar el prestigio de mejor economista del mundo.

No fue Premio Nobel de Economía, porque aún no se había establecido ese galardón, pero fue maestro de varios premiados, y un devoto generoso de la escuela austríaca. No consta su éxito como mujeriego, aunque parece que estaba muy orgulloso de sus dotes amatorias. En cambio, como jinete creyó, a tenor de su valoración cuando no estaba para trotes, que había quien lo superaba.

Si Schumpeter tenía en mente algo más que los caballos, y quería indicar que había quien lo ganaba a eso de correr, apostaría que estaba pensando en los españoles. A correr, nunca nos ha ganado nadie. Y no solo con los caballos, las motos y los coches. A correr sin ton ni son, también. Siempre hemos tenido alguien que se lanzaba a la aventura, visionarios, rebeldes, levantiscos, espadones, utópicos.

Lamento decir que me están decepcionando a ritmo rampante los chicos de Podemos. De los políticos más experimentados, ya ni hablo, porque son pocos los que aprueban mi prueba del nueve. Pero alguien con carisma en las filas de los que creen Poder (y lo añoran) debería aconsejar calma a estos jóvenes que están defendiendo un mayo de 2014, y, como único artilugio, están proponiendo ponerlo todo patas arriba. Me he perdido y, francamente, no se a dónde quieren llegar, y, por supuesto, no sé cómo.

Hubo otro mayo (el de 1968, evidentemente), que sí tenía sentido. Había un modelo a seguir extraordinariamente atractivo. Los jóvenes franceses (como modelo más próximo) sabían lo que querían y, para los jóvenes españoles, ir detrás era simple y muy reconfortante. Muchos de sus mayores compartían y alentaban ese cambio: más libertad, más democracia, apertura internacional, más frescura institucional, etc.

Sabemos ahora que los jóvenes de Podemos están mal en matemáticas. No se les da eso de los números. Tampoco se les da bien lo de entender el mundo real, empapizados con enseñanzas académicas que dan bien el tipo en las aulas pero que no sirven para salir a la calle.

Siguen siendo muy agresivos en los planteamientos estrictamente económico-políticos y, en un panorama de crisis, corrupción y desánimo general, es lógico que encuentren algunas adhesiones. Pero a este mayo de 2014 les falta modelo concreto a imitar, y la improvisación nunca fue buena consejera. ¿Qué se va a hacer con esa República que preconizan? ¿Son de izquierdas o son solo chicos con martillos?.No querrán convertirnos en una república bolivariana, ¿verdad?

Por eso es de agradecer, en este momento y en este país, que se den prisa en aparecer rostros nuevos, creíbles, experimentados en la economía, las finanzas y…en la gestión de la polis, para que enderecen la vía por la que canalizar tanto descontento, y vuelvan a sus sitios a los jóvenes que, faltos de modelo real, quieren instaurar su prototipo de gabinete.

Que por ser los más rápidos jinetes de Europa en esto de andar acelerados, no nos van a dar ningún premio.  Ni en Europa ni fuera de ella. Al contrario. Nos harán pedazos y se morirán de risa.

 

 

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A falta de una gran Pirámide europea

17 marzo, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

Entre los años 247 y 208 a.C., el emperador chino Qin Shisuang dedicó una parte importante de los recursos a crear una ciudad mortuoria colosal en Xian, cuyo centro sería su propio mausoleo. Se calcula que más de 700.000 seres humanos encontraron allí una ocupación, es decir, el objetivo vital de los modestos, que les permitió subsistir.

Para muchos de ellos significó también un lugar de muerte: por accidente, extenuación e incluso porque allí fueron enterrados vivos, en ritos cuyo significado concreto se trata de descifra. Pero que podemos intuir, en coherencia con el resto del despliegue: servir al emperador en su supuesto entorno metafísico, enlazando, de paso, caminos de la vida con la muerte, tanto para el que domina como para sus lacayos, condenados en su proyecto megalómano a servirle eternamente.

Los momentos de prosperidad generan próceres que aprovechan la oportunidad para engordar su imagen mientras dure la bonanza. Fue también el mismo emperador el que dió impulso a la Gran Muralla, iniciada tres siglos antes, y cuya renovación y conservación proporcionaría trabajo, es decir, pan y distracción para que no se obsersionaran con su penuria, al pueblo chino durante la dinastía Ming, unos siglos más adelante.

Un esfuerzo descomunal en tiempos y dineros cuyo objetivo teórico era servir de freno a las invasiones de los pueblos del norte (mongoles y manchúes), que resultó militarmente baldío: Gengis Kahn solo tuvo que sobornar a un centinela para atraversar la Gran Muralla con su ejército por una de sus puertas.

La Historia está llena de ejemplos de obras que hemos caracterizado popularmente como “obras faraónicas”, en referencia a las pirámides de Egipto. Trabajos que reclamaron concentraciones fabulosas de recursos, cuya finalidad parece haber sido un pretexto. Ese aparente despilfarro lo encontraríamos también -por ejemplo- en los templos incas, en la misteriosa muralla de Adriano que limitó tenuemente la antigua Britania, en los templos esculpidos en la piedra de Petra, y, con el nivel de gradación de despropósito o inutilidad  que queramos otorgarles (o al revés), en coliseos, catedrales, mezquitas, altares, castillos, necrópolis, infraestructuras viales, naves industriales, centrales nucleares o térmicas, ciudades abandonadas, y en esos millones de ruinas -vestigios de grandes y pequeñas obras devenidas inútiles- que testimonian esfuerzos de inversión y trabajo que en su momento fueron consideradas necesarias.

Lo que tienen en común todas esas referencias es que, en su momento, generaron trabajo, repartieron recursos. Muchas de entre ellas, fueron inútiles para cumplir sus objetivos, o lo consiguieron durante muy escaso tiempo, o se erigieron en honor de dioses y cultos -celestiales y humanos- que  no resultaron útiles, y se abandonaron, a ellos y a sus centros de devoción.

Hay otras acciones humanas que también generaron actividad, en el sentido de dedicación de esfuezos económicos y recursos humanos e intelectuales, y, por tanto, generaron y riqueza para nuestros predecesores. Lo significan también hoy día. Son las  expediciones de conquista, cruzadas, invasiones, guerras, expolios. ¿Cómo olvidar que muchas de las bonanzas y fortunas actuales tienen su origen en actuaciones que, si fuéramos libres para juzgarlas,  reprobaríamos éticamente?. Encontramos en ellas una línea viscosa:  la utilización de los otros (muchos) en beneficio propio, siempre de unos pocos.

Quienes tengan la memoria más activa pueden recordar que, incluso recientemente,  el desarrollo de maquinaria de guerra más eficiente está en el núcleo de algunos momentos estelares de los pueblos. Bastaría, en todo caso, consultar los planes de defensa conjuntos entre los gobiernos de Canadá y Estados Unidos de los 90 del pasado siglo, considerados como eje de su impulso económico, o analizar sin más escrúpulos que la búsqueda de la verdad, el apoyo a la industria metalúrgica en la Alemania hitleriana, y expurgar decenas de otros testimonios, en occidente como en oriente, de la dedicación consistente, sistemática, firme, para combinar proyectos que sirvieran para mantener al pueblo ocupado en actividades que conservaran, o mantuvieran al menos, la posición de dominio de la élite.

¿A dónde quiero llegar? En realidad, no quiero llegar a ningún sitio, sino mostrar una carencia. La decadente Europa no tiene en este momento recursos para generar un proyecto de Gran Pirámide, ni tiene ideario para embarcarse en una Cruzada, carece de liderazgo para encargar un mausoleo, o generar cualquier actividad gigantesca que le suponga empleo colectivo suficiente para sostener el bienestar del que disfrutan las clases medias.

La globalización, uno de los dioses a los que algunos grupos industriales y políticos europeos han levantado altares, ha provocado un efecto indeseado: el centro mundial de actividad se ha encuentra desplazado hacia Oriente y América.

No nos queda sino asumir, con dignidad, nuestra posición de derrotados. Y deberíamos hacerlo desde la solidaridad y la inteligencia, aprovechando al máximo las oportunidades que aún nos brindaría una ordenada retirada del campo de batalla. Porque nuestras Pirámides y Murallas van adquiriendo el aspecto de piezas de museo, mientras meditamos por qué no nos dimos cuenta a tiempo que a los invasores les ha bastado con convencer a los centinelas.

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