Al socaire

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Estado judicial

18 febrero, 2017 By amarias Dejar un comentario

El 17 de febrero de 2017, la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca ha dado a conocer la Sentencia del llamado Caso Noos.    Se trata de un texto de gran extensión (741 páginas), ocupando el Fallo las últimas doce. La extensión y el cuidado que evidencia su redacción ponen de manifiesto que no se trataba, en absoluto, de un proceso cualquiera.

Por supuesto, no necesitamos ninguna exhibición de buenos propósitos ni alardear del funcionamiento impecable de los estamentos del estado de derecho. Pueden ahorrárselos sus defensores, en particular, ésos que, cuando una Sentencia penal les afecta a ellos o a sus correligionarios, se apresuran a decir, con la boca pequeña, que la acatan, que el poder judicial es independiente.

¿Pero qué necesidad tenemos de coronar con mentiras y medias palabras algo que surge de la propia imperfección de las decisiones humanas? ¿Porque abogamos por su eterno inmovilismo?: ni las Leyes son perfectas, ni los tipos penales están analizados con total equilibrio y completa objetividad (y no digamos, las penas que acarrean los delitos), ni todos somos iguales ante la Ley o, al menos, no lo somos ante los órganos jurisdiccionles.

No podemos serlo, por la naturaleza de las cosas. Ni todos los abogados son igual de brillantes, ni todos los jueces igual de diligentes, ni todos los demandados o encausados tienen los mismos medios económicos y de influencia, ni todas las sentencias son idénticas para los mismos hechos y datos.

Esto es lo que hay. Y, al afirmarlo así, desde el conocimiento que nos da -a todos los que ejercemos en el campo del Derecho- el actual estado de cosas, no estamos apoyando la necesidad de una revolución, sino insistiendo en la continua necesidad de reformas y la importancia de añadir mesura a los análisis. Acatamos las sentencias, -qué remedio, aunque agotando todos los trámites procesales para buscar su enmienda, cuando la advertimos injusta a nuestras pretensiones- pero no siempre las compartimos.

Voy, pues, al grano del tema de estos días. Los media se han ocupado de difundir las conclusiones de la Sentencia del caso Noos, concentrándose en las penas impuestas y, en su caso, las absoluciones a algunos imputados.

De entre todas ellas, las que afectan a Ignacio Urdangarin, casado con la infanta de España, Cristina de Borbón, y a ella misma, también imputada, han concentrado los análisis. Como en toda cuestión polémica, los comentarios se orientan, según la ideología y simpatías de lo autores, bien a criticar la supuesta benignidad de las penas -y, en particular, la absolución penal de la Infanta-, bien a poner de manifiesto que la Justicia ha actuado, independientemente de la personalidad de los acusados.

Estamos en un Estado judicializado, en el que el profundo deterioro de todos los estamentos ha derivado hacia los procesos judiciales, y, en especial, los penales, la necesidad de redención colectiva.

Los años de la dictadura y los de democracia formal subsiguientes no han eliminado la corrupción, en sus variadas formas. Puede que, incluso, la hayan hecho más refinada. Solo los muy ingenuos o ignorantes pueden sostener la creencia de que se está en los últimos años procediendo con serenidad y contundencia contra la corrupción que, desde hace décadas -me atrevería a afirmar que, siglos-, forma parte del Sistema económico.

La corrupción no se juzga en los tribunales ni se condena en ellos. Vive con el sistema, porque forma parte de la educación general, impregnándolo todo. Los pocos casos que han salido a la luz en España (como en otros países) lo han sido por denuncias de arrepentidos o por declaraciones de pececillos corruptos que, para aliviar sus penas, han acusado a sus superiores. El clan de corruptos y corruptores se cierra sobre sí mismo, protegiéndose.

En relación con el juicio Noos, puede que algunos piensen que se ha juzgado a la monarquía, y que, con este proceso, se va a debilitar a la institución. Tal vez, incluso desde una parte de la judicatura se haya visto con buenos ojos que condenar a miembros de la familia real significa avanzar en el cambio de régimen,

No pienso así (tampoco me puedo imaginar que la Monarquía salga reforzada). Necesitamos la Monarquía porque carecemos de un sustituto válido como forma cabal de Estado. La propia institución se ha encargado de ponerla en bretes evitables, probando su resistencia, de los que ha salido prácticamente indemne: los detentadores de la Corona pueden alardear de rijosidad consustancial a su naturaleza, matar elefantes y osos como sana diversión elitista, casarse con plebeyas a despecho de lo indicado por sus consejeros áulicos… Nuestras abejas reinas no tienen sustituto.

Las Monarquías que sobreviven en países democráticos se han hecho impermeables como fórmula de subsistencia. Levitan sobre lo razonable. Hay un ejemplo paradigmático: la Reina de Inglaterra. Su distancia  infinita con la realidad es la mejor defensa: cuando se manifiesta con algún signo humano, es algo parecido a haber sido testigos de una aparición espectral. Indestructible.

Aquí se sigue el ejemplo, mal que bien, porque hay que salvar la Monarquía, esto es, a todos nosotros, sus súbditos desnortados. Las sonrisas forzadas de SSMM en la inauguración de la exposición en el Museo Thyssen, el mismo día de la publicidad de las condenas a personas de su familia, obviamente, han sido ensayadas previamente en los días anteriores, pues la Sentencia tuvo que ser conocida con anterioridad. La procesión irá por dentro, pero no se la deja trascender.

Y, sin embargo, no es posible ignorar los propósitos y consecuencias de este sometimiento al escarnio popular de la divina Institución. Porque el que personas de la familia real, incluso en una dinastía empobrecida como la española, se vean imputadas, paseadas por los juzgados, analizadas sus conductas a placer por cualquier nindungui, es fruto de un intento de poner a prueba la resistencia de la Institución, pero sin afectar a la vulnerabilidad del núcleo central, poniendo sobre el tapete colectivo, que “la Justicia es igual para todos”, incluso para ese plebeyo deportista al que se le arrojó a los pies de los caballos justicieros.

Se ha producido, en efecto, la apariencia de una sacudida brutal a la esencia de la Monarquía española. ¡Miembros de la Familia, corruptos!. Es lógico que ante un ataque de tamaña envergadura, se hayan activado todos los recursos de contención del daño.

Nadie, disponiendo de su sano juicio mental, admitirá que la justicia haya actuado con total independencia (¿cómo mantener la “total independencia” con ese continuo clamor de la calle, esa tensión permanente, a ratos, insoportable?) , ni dejará de valorar que el gobierno no haya utilizado todos los medios posibles para conducir el tempo y la intensidad del proceso (“espero y deseo que la Infanta salga libre, con todos los predicamentos favorables, del proceso”) y que el propio Monarca Felipe VI, sus padres y resto de familia real (y de otras dinastías monárquicas), y sus apoyos, valedores y beneficiarios sustanciales, no hayan visto con intranquilidad y disgusto el que uno de sus miembros haya sido puesto en la picota justiciera (¿no podemos imaginar llamadas de la reina Sofía a su hijo varón, pidiendo intersección salvífica?).

Tenemos una forma de gobierno anticuada, pero que funciona. La mayoría de las monarquías europeas han dejado de existir, salvo en los libros de Historia o como reliquias depuestas, vagando a la eterna espera de tiempos mejores. Algunas han terminado de forma cruenta. Sin embargo, pasado el tiempo, nada ha cambiado en los pueblos que han visto culminado el proceso de sustitución de las Monarquías por otras formas de Gobierno. República o Monarquía, es lo de menos.

Esa enseñanza de la Historia la tenemos impresa en nuestros genes, los españoles.

Analizada someramente la Sentencia, encuentro algunos elementos para la polémica jurídica. La pena principal de Urdangarín lo ha sido porque el Tribunal le estimó como autor de un delito continuado de falsedad en documento público, además de por malversación de caudales públicos (art. 404, 390.1.2º y 4º y 432.1, con la atenuante de reparación del daño). No se cierra con ello la posibilidad de revisión, a pesar del extenso y meditado escrito de las Sras. magistradas. No me ocupo, gracias a Dios, del caso, pero entiendo que la consideración de Urdangarin como “autoridad o funcionario público” que prescribe el art. 390 abre una vía de acogida al recurso de casación, por la reducida extensión jurídica que viene siendo aplicada a estos términos.

Interesante es también el análisis de la comisión del delito de tráfico de influencias, en su tipo agravado, por el que también se condena a Urdangarin, penado según el art. 429 del Código Penal, al entender la Sentencia que  ha obtenido beneficio por la influencia derivada de la situación personal con la autoridad o funcionario público que debe tomar la decisión. Me parece que la influencia de un personaje tan encumbrado como es un miembro de la familia real, en un país en el que la Monarquía es la forma de Estado, ante quien debe tomar una decisión pública, queda manifiesta por el solo hecho de aparecer como interesado, sin necesidad de actuar positivamente como “influyente”.

En cuanto a la exoneración de culpa a la infanta Cristina de los delitos contra la haciendo pública, a mi no me sorprendió en absoluto. Pero, ¿es que nos hemos olvidado de en qué país y bajo qué orden estamos?

Y, como ya han avanzado algunos comentaristas con más intención que yo, tenemos que esperar a la revisión de la sentencia por parte del Tribunal Supremo. Como prueba a la solidez de la Monarquía, de momento, ya hemos tenido dosis suficiente.


Las urracas han ocupado grandes espacios, tanto en las ciudades como en el campo. Son agresivas, gregarias, tienen un excepcional poder de adaptación a los medios, y son prácticamente omnívoras.

En las ciudades españolas, lo normal es encontrarse, en cualquier lugar y ocasión, con estas aves, atentas siempre a hurtar un bocado, ahuyentar a otros pájaros e, incluso, a presentar batalla a animales de mayor tamaño: ni cuervos, ni rapaces se atreven con ellas, cuando se encuentran defendiendo sus nidadas, lo que hacen en grupo sin problemas.

Esta urraca, a la que fotografié en el momento de desplegar sus alas para huir, aguantó, como si me echara un pulso, un buen rato. A diferencia de la inmensa mayoría de los pajarillos (salvo algunos gorriones comunes, que andan siempre mendigando residuos en torno a los humanos), las urracas, o pegas, sostienen al máximo el momento, aparentemente inmutables, hasta que, de pronto, se lanzan en un vuelo rápido, potente, corto.

 

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Desnudos ante el mundo

27 febrero, 2016 By amarias 1 comentario

Que estamos viviendo en España una situación excepcional, no deberían caber dudas. Son tantos los frentes abiertos, que solo enumerarlos produce sensación gélida en los cogotes de quienes, aunque no nos encontremos en ninguna de las trincheras bélicas, nos preguntamos si sus resultados, sean cuáles fueran, nos afectarán o forman parte de un espejismo colectivo.

Tenemos las instituciones convertidas en un batiburrillo de tensiones y, cuando podríamos mostrar satisfacción por lo alcanzado, hemos puesto los focos sobre el cuarto de las escobas, aireando los trapos sucios y el cubo de la basura.

Cuestionamos la Constitución y la forma del Estado, sin reparar en si las alternativas mejoran lo presente o lo descalabran. Donde algunos parecen ver más libertades, otros vemos más servidumbres y cadenas, y al revés, según nos cuadre. Se defiende aquí el Estado federal y otros expertos constitucionalistas, se empeñan en demostrar que ya lo tenemos. Se dan vivas a la república en las plazas y enarbolan banderas de todo tipo, cuando cabe reconocer que Felipe VI es un profesional serio y hasta elegante, con bastante mejor formación que sus alternativas, y que, además, hemos pagado entre todos.

Mostrando una capacidad disociativa casi sobrehumana, el Rey aparenta no estar afectado porque una de sus hermanas está siendo enjuiciada por evasión fiscal, y que su cuñado tiene todas las papeletas de pasar una temporada larga en la cárcel; con la cabeza empleada en temas acuciantes, tampoco parece importarle que sus padres, pareja real emérita, anden sueltos por el mundo lamiendo sus heridas, y que la imagen de su augusto padre  sea desplazada a golpes de semanario del corazón desde salvador de la democracia a rijoso impenitente.

¿Y qué decir de los trabajos de Hércules para mejorar la existencia de los que somos más humanos?. Después de unas elecciones para designar los representantes populares en las Cámaras, quedó puesto en evidencia que el país no está dispuesto a recomponer la dualidad política que había supuesto una alternancia pacífica, y positiva, de dos partidos que habían tenido la perspicacia de ir aproximando sus posturas ideológicas hacia el calor del centro izquierda.

Con cuatro formaciones prácticamente igualadas, y después de arduas negociaciones misteriosas en las que se han malgastado oportunidades de entenderse a cambio de dar martillazos sobre el pastel de las negociaciones, el maltrecho Partido Socialista y la juvenil ave Fénix surgida de las cenizas de la descomposición parcial del Partido Popular, han firmado un acuerdo de mínimos edulcorado.

Por su escueta redacción, más que a programa de Gobierno, estaría destinado a llamar la atención del electorado sobre la incapacidad de la derecha tradicional para lamerse sus heridas e incompetencia en solitario, absteniéndose de meter las narices en la gestión de lo público por un período, y, no en último lugar, acerca de las incoherencias de una agrupación de descontentos, agraviados, parados juveniles, secesionistas, ingenuos e incorruptibles no probados, en su camino iluso hacia la Tierra Prometida que les señalan como un mantra ciertos guías de catadura un tanto estrafalaria que se consideran habilitados por sus estudios académicos superiores para saber cómo redimirlos.

En momentos de crisis económica y tecnológica, y mucho paro de larga y de corta duración, tenemos a algunos profesionales muy ocupados en el corto plazo: periodistas y jueces, en particular, concentrados especialmente en la investigación de los recovecos de la corrupción, líquido apestoso que parece haber contagiado las fórmulas para las adjudicaciones públicas y que, a medida que avanzan los trabajos de los unos señalando la ruta a los otros, nos sustenta la convicción de que somos, sino el país más corrupto del mundo, sí dignos de figurar entre los más torpes en ocultarlo.

Tantos son los casos y tan extendido y común aparece el asunto de quienes sustrajeron algunos dineros de las obras y concesiones administrativas para su Partido y/o para su coleto y tan poco creíble que los directivos de empresas no estuvieran todos al tanto de esa práctica malsana, que la duda que suscita es si tanto empeño en descubrir la verdad no acabará al modo de la película “Todos a la cárcel” o con una confesión de autoculpabilidad de todos ellos, preguntando a la audiencia: “Y ahora, ¿qué?”

En fin, hénos aquí, como país, desnudos ante el mundo, una vez más. Hurgando en las miserias -que no por propias dejan de ser comunes-, y sin atender a lo que es más importante. Sin gobierno, vamos. En sentido general y figurado.

 

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Se enroca Torres, Puigdemont se afila

11 enero, 2016 By amarias 1 comentario

Cuenta Amin Maaluf en Orígenes (Alianza Editorial, 2004) que el abuelo del protagonista recibió una misiva de un hermano que había emigrado a Cuba, con sus cuatro esquinas quemadas, como señal de la extrema urgencia con la que necesitaba su ayuda.

Si el lector consigue apartarse del sopor colectivo, que encuentro aderezado con medidas dosis de complacencia respecto a la situación que está viviendo en España, seguramente compartirá conmigo que el juego que estamos librando en el país es muy arriesgado y que tenemos las cuatro esquinas del tablero ardiendo, y arreciando el viento.

No faltan motivos para serias preocupaciones. Con un gobierno en funciones que ha probado su incapacidad para ilusionar, no ya al votante, sino a los poderes económicos; con una facción separatista que ha secuestrado el poder legítimo de la región más industriosa del país (al menos, hasta hace algunos años) anunciando que empieza un proceso de independencia contra ley y mayorías; con la jefatura del Estado amenazada por recios embates republicanos, animada también por los oscuros comportamientos de varios significados miembros de la realeza; con una dispersión injustificable de los partidos que podrían formar gobiernos progresistas y se dedican a presentar oposición entre ellos mismos…

Lo enunciado sería suficiente para reclamar la máxima atención de quienes tienen alguna capacidad para enderezar el rumbo de las cosas, pero a estas cuestiones relativamente generales, se añaden otras específicas, más urgentes, por ser menos filosóficas: la ausencia de una recuperación económica tangible, que actuara de vehículo veraz para la generación de empleo (y evitara la destrucción del existente); el riesgo de quiebra de la seguridad social y de las prestaciones asistenciales -enseñanza y sanidad, como más significativas-, por la descompensación grave de ingresos y gastos y el deterioro de calidad; la pérdida creciente de credibilidad de las instituciones, que envenena desde la Banca hasta la misma Administración de Justicia; etc.

Este concreto mes de enero viene ya muy caliente.

El 11 de enero de 2016, España ha visto el comienzo del proceso penal por el llamado caso Noos, que ha sentado en el banquillo de los investigados/imputados a la infanta real Da. Cristina y a su esposo D. Iñaki Urdangarin, ex duques de Palma.

Ayer, 70 diputados de la Generalitat hicieron President a Carles Puigdemont, en una votación en la que creí ver rostros de burla entre los que lo apoyaron, como si estuvieran tratando algo cómico. Por cierto, los portavoces de los partidos opositores se limitaron a criticar el contubernio que convirtió al alcalde de Girona en portavoz forzado de la causa independentista, sin preocuparse de trazar un mínimo programa alternativo, desaprovechando que el resto de España estaba atento a lo que se cocía en Cataluña, y dejando a los alfiles Mas y Puigdemont rodearse de peones, con las otras piezas que forman el elenco de presagios negros aún enmascaradas.

Son demasiadas emociones.

En el Objetivo de la Sexta, ayer también, Ana Pastor entrevistaba al ex socio de Urdangarin en las empresas por las que se les acusa de falsedad, evasión de impuestos, malversación y otras lindezas, y pudimos ver a un seguro y recio Diego Torres defendiendo las actuaciones, no ya la suya propia, sino también la de su socio, como impecables, tanto en lo fiscal como en lo económico, afirmando que era supervisada y controlada ¡quincenalmente! por asesores de la Casa Real. Más sorprendente aún resultaba el empecinamiento con el que reiteró varias veces que el juez instructor, el confeso podemista Castro, recogió en su Auto de instrucción datos falsos, ocultó documentos irrefutables e introdujo apreciaciones personales sobre hechos no probados.

Quise ver en ello la mano de Miquel Roca, preparando la desimputación de la infanta y coordinando la defensa de Torres y del -permítaseme la licencia- caballo de carga Urdangarin, enrocando posiciones con el  propósito de defender la Monarquía, amenazada seriamente por las negras intenciones de los antisistema, que van desde los republicanos irredentos a los anticapitalistas confesos o a los antieuropeístas rampantes.

Lo que no puedo entender es qué hacemos los del pueblo llano jugando esta partida, con nuestros peones vencidos, doblados o demasiado adelantados, y en la que el único resultado posible sería perder parte de lo que ya teníamos.

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Lo que faltaba

28 diciembre, 2015 By amarias 2 comentarios

Se diría que, a punto de alcanzar el final de 2015, algunos se resisten a abandonar el año sin extremar su protagonismo. Vivimos una época en la que lo mediático supera lo razonable, y lo imaginario excede con creces de lo real. En esta última semana, son tantas las incertidumbres, noticias, especulaciones y comentarios que llenan las páginas de periódicos y revistas, que se me hace difícil seleccionar algunas, por lo relevante o por lo insólito. Pero creo que debo a mis lectores este Comentario, y ruego de antemano disculpas si dejo algo en el tintero.

En primer lugar, me resulta penoso -por lo que significa para la institución- que se haya dejado circular que el propósito inicial del Rey Felipe VI fue el de pronunciar su mensaje de Navidad desde el balcón principal del Palacio Real, y ante una multitud que debiera haber sido convocada en la Plaza de Oriente. Según ha trascendido, se habrían repartido invitaciones a residencias geriátricas de varios pueblos de Extremadura, la Generalitat valenciana, Castilla León y la Comunidad murciana, y se tenía apalabrada la contratación de varios centenares de autobuses. Finalmente, la idea, valorando pros y contras, fue desestimada, al menos, para este año.

No son pocos los media que aseguran que, por fin, se ha llegado a un acuerdo de gobierno entre todos los partidos que se presentaron a las elecciones de diciembre. No ha sido fácil, desde luego (se trataba, al parecer, de más de mil agrupaciones políticas, y algunos de sus líderes resultaron muy difíciles de localizar). Pero acabó triunfando, por lo que se indica, la sensatez y el amor a España, para salvar todos juntos este difícil momento. Únicamente se está a falta de encontrar un jefe de Gobierno para esta gran coalición, aunque el sentir unánime es que sea mujer, de no más de cuarenta años, licenciada en derecho o sociología, e independiente.

De una fuente desconocida de los juzgados de Palma de Mallorca ha sido enviada por fax a la redacción de varios periódicos y semanarios del país una copia de la petición de anulación de la instrucción del caso Noos -acogiéndose al art. 263 bis.4, del Código Penal reformado-, suscrita por el bufete del prestigioso jurista Miguel Roca, alegando que el procedimiento estaba viciado por haber sido conducido por un juez antisistema. Aunque algunos de esos media han tratado de ponerse en contacto con la infanta Cristina, para confirmar si se trata de una actuación consensuada con la Casa Real, no ha sido posible obtener tal declaración.

No sorprende que la nueva novia de Pablo Iglesias (junior), Zenobia Camprubí (que seguramente es un heterónimo con el que oculta su verdadera identidad) haya confesado que acaba de abandonar la militancia del Partido Socialista, en la que ocupaba un cargo de Jefa de Fotocopiadoras, llevándose abundante documentación sobre la ideología -en buena parte, secreta- de este partido. Consultados algunos antiguos dirigentes de la formación de Pablo Iglesias (senior) indican que la pérdida de los papeles sustraídos no es importante, ya que hace tiempo que la ideología no es el elemento que más preocupa en los Comités ejecutivos, sino la venta de pins y gorras, que está creciendo.

Menos credibilidad merece, aunque de ser cierta, demostraría lo tortuoso que ha llegado a ser este país desde el que escribo, la reseña que realiza El Periódico de Cataluña (versión restringida a suscriptores especiales) de una reunión en Baqueira mantenida por Rajoy y Mas con el ex Honorable ex President Pujol, y por la que le habrían pedido consejo acerca del mejor lugar para pasar los próximos años. Según la misma fuente, después de un intercambio intenso de opiniones, los congregados y sus asesores, se han ido cada uno por su lado, si bien los dos primeros advirtieron, al estar ya de vuelta  en su coche oficial en funciones, que les había desaparecido la cartera.

Ha provocado gran conmoción en el mundo de las devociones, conocer que se ha obligado, con presión inconcebible, al papa Francisco a pronunciar un discurso de Navidad distinto al que tenía preparado, en el que reconocía dificultades para entrar en comunicación con el Espíritu Santo, y expresaba sus dudas respecto a la prioridad que debía darse a los mandamientos, proponiendo incluso que se eliminaran un par de ellos.

(Estas noticias, y otras que pueden venir, son, por supuesto, básicamente falsas. No me preocupa que lo parezcan al lector desde el principio, pero es que hoy es el día de los Inocentes, y me apeteció escribir algo gracioso -teóricamente, al menos- en un panorama general tan abrumadoramente serio)

 

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Cuento de otoño: Las zapatillas que permitían ver el futuro

29 septiembre, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

En las que serían las tierras donde, algunos siglos más tarde, dominaría el primer maharahjá de Kapurthala, posiblemente antes incluso de que Gurú Nanak naciera (aunque de esto no estoy seguro), y, como pura coincidencia, en un pueblo que estaba relativamente cerca de Talwandi, vivía un joven, de familia humilde, a quien llamaban Atal.

Se trataba de un muchacho de natural despierto y, por tanto, preocupado por conocer la verdad de las cosas, por lo que no cesaba de preguntar a todos los que suponía que eran sabios y, en especial, a cuantos se decían iluminados por la gracia de Dios, que, por aquella época, también eran numerosos.

Sucedió que, un día en que salía de acompañar el rezo comunitario en el lugar apropiado para ello, al ir a recoger sus babuchas, no las encontró. A la entrada de la mezquita, quedaban aún por retirar decenas de calzados de otros fieles y simpatizantes, pero ninguno se parecía a sus babuchas, que estaban muy gastadas por el uso, pero eran las suyas.

-Espera a que todos recojan su calzado, y quédate con las zapatillas que sobren -le aconsejó el santo del lugar, quien había dirigido la plegaria comunitaria, y que tenía la fama de que jamás se equivocaba.

Así lo hizo Atal, y cuando el último de los creyentes se retiró -un anciano achacoso que estaba próximo a conocer la verdad de la existencia, pues estaba a punto de morir-, halló que las babuchas que nadie había recogido estaban hechas de una tela preciosísima, y terminadas en los bordes con delicadas puntadas de hilos que parecían de oro.

Atal hubiera creído que eran las del anciano, pero éste se calzó unas agujereadas y cubiertas de polvo.

-¿No serán las suyas, venerable anciano, éstas otras? -le preguntó Atal, atajando el paso del creyente en edad de no admitir ya dudas, convencido de que, por la corta vista del viejo, se habría equivocado al elegir el calzado.

-No, querido hijo -fue la respuesta-. Ya ves que estas me quedan como un guante. Esas han de ser las tuyas, o de alguien que decidió regalártelas.

Puesto que no tenía la menor intención de volver a su casa sin calzado, ya que las que le habían desaparecido eran las únicas que tenía, y contando de nuevo con el beneplácito del santo director, se enfundó en las babuchas que la suerte le había concedido.

Lo hizo, desde luego, no sin preguntarse cómo alguien podía haberse olvidado una prenda tan delicada y cara, pero en el templo no quedaba ya nadie, y el encargado de velar por la pureza del sagrado lugar, cerró la puerta con las tres llaves que llevaba al cinto y le urgió a que se marchara, pues le estaban esperando para almorzar

No bien había calzado el joven sus pies, se dio cuenta, en primer lugar, que le quedaban algo grandes, y, en segundo, notó que un flujo potentísimo, una energía incontrolable, le llegaba desde los pies al cerebro, hasta el punto que casi pierde el conocimiento. Aquellas zapatillas eran, sin duda, mágicas.

Es cierto que, al principio, después de los primeros pasos, no advirtió los peculiares efectos. Fue al doblar la primera esquina, ya enfocando su caminar hacia la parte más antigua de medina, en donde vivía con su madre enferma, en una de las casitas de adobe, cuando Atal comprendió lo que le estaba pasando: era capaz de ver el futuro.

No el futuro inmediato, sino el futuro lejano. Su cabeza se encontró atiborrada de imágenes, que no cesaban de fluir desde los pies a la cabeza.

Vio artefactos de indescriptibles hechuras, unos voladores como cometas, otros sumergibles y ágiles como percas o más veloces que los tigres y más fuertes que los elefantes.

Vio guerreros con armas que mataban a distancia, empeñados en buscar enemigos con los que entablar cruentas batallas. Vio hombres y mujeres entregados a placeres que le parecieron abyectos, y muchos niños muriéndose de hambre. Vio cajas gigantescas que echaban humo, ríos que se convertían en mares y vergeles que se tornaban desiertos tórridos. En todas las imágenes que contemplaba en su cabeza no faltaban poderosos fundamentalmente taimados y pobres básicamente convencidos.

Cuando llegó a casa, la imagen se le había detenido, como una pirinola que se parara de repente, en una curiosa población, desconocida para él, y en una época que tampoco pudo precisar exactamente, falto de toda referencia.

-Madre, veo que, dentro de varios siglos, habrá un pueblo con hombres de tez blanca y pelo moreno que, abandonando lo que habían considerado su verdadera religión, venerarán a dioses de carne y hueso.

Su madre, que estaba postrada por las fiebres, le advirtió de los perniciosos efectos del alcohol de arroz, suponiendo que, de vuelta a casa, su hijo habría tomado bebidas espirituosas con los amigotes.

-No bebí ni una gota de agua, madre. Veo que esos dioses son planos, habitan en un recinto de cristal y llevan las piernas al aire. Ocupan el tiempo dando patadas a una bola, que mueven de un lado para otro -decía, contando sus visiones, el muchacho.

-¿Y qué les pasa a esos seres, hijo? -se interesó la madre, que, como todas las madres, no descartaba la opción de que su retoño pudiera ser un bienaventurado, y ganar dinero en las ferias con su arte.

-Algo muy rato. Uno de ellos es aclamado como líder del grupo, le rodean los niños para besarle las manos (o algo parecido), y los adultos gritan que desearían que sus hijos se parecieran a él, sin importarles que sea un ladrón mientras siga siendo capaz de hacer malabarismos con la bola -continuaba Atal, aún con las babuchas mágicas en los pies, y los ojos cerrados.

Su madre se lamentó, entonces, de que su marido no hubiera estado allí, para exorcizar al sacrílego, pues creyó que su hijo había sido presa de las fuerzas malignas. Pero el padre de Atal hacía ya tres años que había sido incinerado, y, con seguridad, vagaría por el éter, en busca de una próxima reencarnación, sin importarle ya su antigua familia.

-Veo que en ese pueblo en el que, por cierto, millones de personas se encuentran sin trabajo, vive también un Rey anciano al que le gusta cazar elefantes, aunque le duelen los huesos…-el muchacho parecía enajenado, y la madre le urgió a que quitase las babuchas y las devolviera a su dueño, que, con seguridad, las estaría buscando, y se dejara de decir tonterías.

-Espera…espera aún…Veo ahora que la hija de ese rey está casada con un atleta de otro juego algo diferente, que consiste en meter una bola mayor por un aro situado por encima de la cabeza -reincidía Atal, advirtiendo, de paso, que no podía quitarse tan fácilmente las zapatillas, porque parecían adheridas a la piel de sus pies.

-Estás poseído por las fuerzas malignas, sin duda… -se lamentó la anciana, haciendo esfuerzos para levantarse del lecho, lo que no conseguía, pues estaba baldada de la espalda y débil por la fiebre.

-Veo que ese atleta venerado por la multitud está a punto de ser juzgado por no haber pagado diezmos a las arcas públicas y, al mismo tiempo, y por similar motivo, la hija de ese Rey es insultada con despecho, aunque los argumentos de ambos son idénticos. Ellos no cometieron ninguna falta, porque era su padre,quien les llevaba las cuentas del dinero… -hablaba y hablaba Atal, contrariando su habitual naturaleza, que era la de ser muy taciturno y callado.

-Calla, por todos los dioses que se conocieron y se conocerán, -suplicaba la mamá del vidente-. Cuanto dices son aberraciones que no pueden darse jamás y es solo el fruto de una imaginación perversa que te producirá serios contratiempos. ¿Una hija de rey insultada por las mismas multitudes que aplauden a un plebeyo? Es cosa demoníaca, Atal, y debes ir al santo de la mezquita y pedirle de rodillas que te perdone haberte apropiado de las babuchas embrujadas y te absuelva de tus pecados poniéndote las manos sobre la cabeza.

No hubo forma, sin embargo, de convencer a Atal de que tal hiciera. Por el contrario, encantado de conocer las verdades cuyo conocimiento tanto anhelaba, se propuso perfeccionar la técnica que le permitiría controlar la visión que emanaba de las mágicas babuchas.

Supo así mucho sobre el futuro que deparaba a la humanidad, aunque fuera en pueblos tan distante y diferentes del suyo, y, convencido de ser un bienaventurado de veras, se retiró al desierto, a comer saltamontes y beber agua de lluvia, que, alternándolos con ciertas hierbas que aprendió a reconocer, le proporcionaron sustento suficiente, aunque adelgazó la tira y le creció la barba, que le llegó prácticamente hasta cubrirle las babuchas.

Con el tiempo, sin embargo, las babuchas no solo no envejecían, sino que aparecían lustrosas como el día que las recogiera del templo, manteniendo toda su fuerza predictiva.

Atal, a todos los que, por casualidad, se acercaban al lugar donde estaba, fundamentalmente caravanas de tribus nómadas, les contaba historias que parecían increíbles sobre lo que iba a pasar dentro de varios siglos, sobre pueblos y gentes de los que nadie había oído hablar ni una palabra. Esos cuentos, como es lógico, no interesaban a nadie en absoluto, por más que a él, le producían esa paz espiritual que embarga a quienes, por haber dispuesto de la posibilidad de ver el futuro, están convencidos de que, sin importar el tiempo o el lugar en que se produzcan, las cosas que hacen los seres humanos, si les afectan a los demás, son, sobre todo, divertidas.

FIN

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El Informe Barquisimeto (Presentación)

4 abril, 2013 By amarias2013 Dejar un comentario

Inicio esta serie de reflexiones el 4 de abril de 2013, en el que la noticia de mayor interés mediático es la imputación de S.A.R. la Infanta Cristina (para entendernos, la guapa).

Las titulo, por lo que luego explicaré, “El Informe Barquisimeto”, y adelanto que toma su inspiración en “El Informe Lugano II”, de Susan George, cuya lectura recomiendo vivamente a los que aún tienen curiosidad por saber, en clave de humor doliente,  el porqué de lo que nos está pasando y el para qué de lo que nos puede pasar.

No me referiré en este Informe Barquisimeto a cuestiones particulares, y menos, de un país marginal, como es España. Por ello, no será motivo de análisis específico, aunque sí adelanto la convicción de que nada sucede de forma fortuita.

No lo es que en los últimos tiempos, un desconocido juez Castro, pertrechado desde una ínsula baratario-mediterránea,  haya osado llamar a declarar a la séptima persona en la línea sucesoria de la Casa Real que ocupa (presiento que transitoriamente) la Jefatura del Estado español.

El asunto por el que Doña Cristina, si la fiscalía no para la movida, deberá comunicar su conocimiento, sin obligación de decir la verdad, pero con la cuenta que le tiene, es acerca de su presunta actuación como coooperadora necesaria en el enriquecimiento, sospechosamente  ilícito, de los Sres. Urdangarín (su todavía cónyuge) y Torres, cuyo fundamento sería (absorto escribo) la combinación de a) sobornos a autoridades para conseguir sustanciosos contratos públicos, inflados por el globo de la codicia, y b) el emblema de la Casa Real, cuando no la propia intervención tuteladora del actual patriarca.

Sin embargo, aún reconociendo el valor publicitario que toda esta carnaza mediática pudiera suponer para mi modesto experimento bloguero, El Informe Barquisimeto se construye como respuesta posible a una cuestión de mucho mayor interés real, es decir, plebeyo.

He imaginado que un grupo anónimo de Solicitantes, pertenecientes a las élites de varios países no-capitalistas, encarga a un comité de intelectuales occidentales el análisis de las perspectivas de evolución de sus países, con la petición expresa de que detecten los puntos fuertes y débiles que les supondrían los acicates y los hándicaps para conseguir el dominio mundial de su filosofía, sea cual fuere ésta.

(seguirá)

Archivado en:Economía, Sociedad Etiquetado con:análisis, angel arias, anti-capitalismo, capitalismo, humor doliente, Infanta Cristina, Informe Barquisimeto, Informe Lugano, ínsula barataria, juez Castro, Mallorca, países comuniistas, Susan George, Urdangarín. Torres

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