Al socaire

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Infantilismo, pasotismo y Alzheimer en la política española

13 diciembre, 2020 By amarias 1 comentario

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Mi comentario evoca, aunque advierto desde el principio que mi tesis difiere, el conocido opúsculo de Lenin “La enfermedad infantil del izquierdismo en comunismo” (1920) que suponía una crítica a los comunistas de izquierda alemanes. Les advertía que, por considerar inútiles los partidos políticos, estaban convirtiendo el partido en una dictadura de dirigentes. Por contra, defendía la necesidad de establecer acuerdos con los sindicatos y con los partidos burgueses.​

Han pasado cien años por encima de esa propuesta y mucha sangre, dolor, fracaso, decepción y recuperación interesada del mensaje, y no me apetece abrir ahora el frasco de mi propia opinión sobre la deriva del comunismo. Solo me interesa poner de manifiesto la esencia del pensamiento de Lenin, en aquel momento: para avanzar desde la izquierda, hay que contar con los partidos burgueses y, particularmente, con los pequeños propietarios.

Ignoro lo que ha leído (y ya no me atrevo a decir, estudiado) el equipo ideológico de socialistas, podemitas, independentistas y diletantes revolucionarios que se han colado en el Gobierno de España y nos obsequian, casi a diario, con las confesiones de la evolución de sus ideas sobre cómo cambiar este país “hasta que no lo conozca ni la madre que lo parió” (frase enfática que subyace como objetivo común de la coalición gubernamental, que antes estuvo en boca de Alfonso Guerra, recuperó María José Montero y que esgrimió, en este caso como acusación, el portavoz del PP, Teodoro García Egea).

Cuando atiendo a los resultados de tal voluntad de cambio, confirmo que la improvisación es la clave que guía el propósito. Como todo vale, los independentistas catalanes, ahora afincados en el Gobierno, se arrepienten de haber elegido el camino equivocado para proclamar su desprecio a la Constitución y orden legal vigente, entonces y ahora. Han sido ingenuos al pensar que el camino de la confrontación era el correcto (pongo por caso, las declaraciones del comunicador mediático Gabriel Rufián en la Sexta en Espejo Público o los testimonios exculpatorios en sede judicial de su poliédrico jefe político, Oriol Junqueras.

Los independentistas vascos no necesitan arrepentirse de nada (al parecer) sino que les basta decir que han cambiado y que son otros, aunque las caras y talantes nos suenen.

No hay necesidad de recordar, para no remover las aguas ácidas y pestilentes, los favores especiales con los que se ha intentado tapar los fervores insolidarios de partidos vascos y catalanes, creados para favorecer un capitalismo de corto alcance, ni poner de manifiesto el adoctrinamiento y falsedad histórica con la que se envenena de anti españolismo a los niños, en las ikastolas y escoles catalanes.

Para qué, lo importante es avanzar en el cumplimiento del objetivo de convertir a España en un estado desmembrado multinacional y falto de solidaridad, ya que no en una República federal desestructurada. Y, para ello, solo les parece necesario destruir la imagen de la Monarquía parlamentaria, aupándose sobre los errores recientes del Rey de antes y despreciando su papel crucial en nuestra actual democracia, modelo mundial hasta que los revolucionarios que improvisan sus papeles tomaron la intención de destruirlo a martillazos.

Si el infantilismo se ha colado por la izquierda, con su desfachatez de improvisar medidas y dar toda acción destructora por válida sin analizar las consecuencias, el Alzheimer se ha introducido en serios estamentos. Estoy pensando, sobre todo, en las increíbles manifestaciones de algunos ex-militares (mandos jubilados), cierto que en un chat privado, defendiendo la sublevación militar (o algo parecido) y apoyando (así puede interpretarse) otra guerra civil, con purga a todo disidente. En personalidades que han crecido en democracia, que ocuparon puestos de relevancia militar, esas confesiones -incluso entre amigos dados a la broma ácida- solo pueden justificarse desde la demencia senil o un Alzheimer avanzado, sin que me atreva a calificar, por respeto y aprecio a las Fuerzas Armadas, ejemplo de transición democrática y respeto a la Ley de Reforma de la carrera militar, a los que han callado, jaleado o tolerado tales manifestaciones.

No entiendo tampoco el comportamiento del Rey de antes, pues por muy fuerte que haya sido la personalidad del Rey Juan Carlos, solo desde una voluntad enferma de autodestruir con varios juegos de artificio su legado excepcional, puede justificarse que haya comprometido su credibilidad patrimonial, su obligación de mantenerse como referencia ética y, según puede colegirse con dolor, situando a su sucesor, Felipe VI y a la Jefatura de Estado en el compromiso de repudiar alguna de sus últimas actuaciones. Como quiero creer que sus asesores no se las han aconsejado, no puedo sino atribuir su autoría a la demencia senil que habrá progresivamente afectado a don Juan Carlos y al descontrol que, falto de vigilancia y por mal entendido respeto, se han visto sometidos sus actos privados cuando abdicó, a lo que, por cierto, nada le obligada (véase el ejemplo de la Reina Isabel II de Inglaterra, casi centenaria y cuya inmensa riqueza, orígenes de la misma y sus propias cualidades como Jefe de Estado están por encima de cualquier debate fundamental).

Sobre el pasotismo de la sociedad civil, aletargada entre la crisis del coronavirus, ayuna de canales para transmitir y realizar un debate crítico y constructivo, y ahogada por la crisis económica, se podría escribir un libro, no un modesto Comentario en un blog de corto alcance.

Publicado en: Política Etiquetado como: Alfonso Guerra, Alzheimer, felipe VI, García Ejea, Lenin, María José Montero, Militares, Podemos, PP, rey juan carlos, sociedad civil

Pegas de egos

9 julio, 2019 By amarias Deja un comentario

Esta mañana, al asomarme por la ventana, vi que en la piscina de los vecinos un juvenil de mirlo común se debatía, tratando inútilmente de salir del agua. Estaba claro que, por sus propios medios, jamás conseguiría salir de esa trampa acuática a la que le habría llevado su inexperiencia volandera. Así que no lo dudé: fui a la casa vecina, llamé a uno de los telefonillos y advertí a la voz que un pajarito se había caído en su piscina. Debía tratarse de un niño, porque respondió con alboroto y me anunció, gozoso, que bajaba de inmediato.

-¡Ayer ya salvamos una cría de vencejo! -me informó, orgulloso de su función de salvador de especies en peligro de ahogamiento en las piscinas comunitarias.

Claro está que la situación de bloqueo político en la que nos encontramos no admite exacta comparación con la historia de la piscina, pero quienes venimos observando el comportamiento de los líderes de los cinco partidos políticos (por reducir a lo que podemos contar con los dedos de la mano las opciones en liza para formar gobierno en España), podríamos imaginar que son egos ahogándose en la piscina de su falta de entendimiento.

Tenemos todos claro que ningún partido alcanzó, en las últimas elecciones cada vez más lejanas, votos suficientes para permitirle gobernar en solitario. No hace falta darle vueltas al manubrio del entendimiento para admitir que el llamado bloque de las tres derechas (Ciudadanos, Partido Popular y Vox) no tendría mayoría suficiente para alzarse con el gobierno de la nación, incluso si consiguieran ponerse de acuerdo en borrar las líneas rojas que Ciudadanos ha trazado contra Vox, dando por admitido que se trata ésta de una facción ideológicamente contaminante, por sus posiciones reaccionarias en algunos puntos.

Por el lado de la izquierda, tampoco PSOE y Podemos, aunque llegasen a un acuerdo entre ellos, tendrían mayoría para gobernar. Necesitarían el apoyo de los independentistas y de los terroristas no arrepentidos, o que se abstuvieran en la investidura hipotética de Sánchez, algunos diputados de Ciudadanos, pongo por caso (rompiendo la disciplina de voto). Como la coalición instrumental entre las posiciones autodenominadas progresistas supondría, por imposición irrenunciable de Unidas Podemos, la incorporación de algunos miembros de su facción como ministros de gobierno del Estado (¡como garantía de que se  cumpla el programa del PSOE!), ha surgido una nueva línea roja en ese lado: entiende el equipo de Sánchez que ese gobierno conjunto sería contaminante para la libre capacidad de acción que desea para sí el socialismo moderado.

Tengo la cabeza como un bombo de tantas líneas rojas. Me he imaginado que Rivera y Sánchez han generado entre sí una animadversión recíproca de la que no son capaces de librarse sin pasar por un sicólogo/siquiatra de los que no hay. La antes fresca opción de Ciudadanos se ha convertido en una piltrafa ideológica de vetos incomprensibles, y si a alguno le parece lógico el abismo que ha trazado contra Vox, a otros no nos parece admisible tampoco el que tiene trazado contra el PSOE.

Incomprensible también, visto desde fuera, el pulso entre PSOE y Unidas Podemos (en realidad, solo desde Podemos, ya que la posición de la izquierda más acrisolada se ha ido por el wáter de un liderazgo inexistente). ¿Desconfía el populista Iglesias de que, si no incrusta ministros de su grey, el gobierno de Sánchez no será propiamente de izquierdas? Pero, ¿qué es la izquierda, qué concepto tiene el matrimonio Iglesias Montero y sus admiradores,  de la socialdemocracia, de la economía de mercado, de la monarquía parlamentaria, de la realidad española?

Si fuéramos, como así parece, a la convocatoria de unas nuevas elecciones, yo no acudiré a votar. Lo siento, pero no se trata de una segunda vuelta para elegir entre dos o tres candidatos, sino que lo que me estarían pidiendo es que cambiara el sentido de mi voto.

Y no es mi voto, ni el de millones de españoles, lo relevante en esta situación de bloqueo. Los líderes de los partidos políticos tienen que ir a la escuela de la realidad mundial, aprender lo que significa pactar, hacer análisis posibilista de una situación compleja. En el mundo de la empresa tenemos la obligación de hacerlo cada día, para sacar adelante un proyecto, una idea que nos pareció genial sobre el papel, pero que, confrontada con la realidad, se cubre de inmediato de la costra de las dificultades que hay que saber valorar, contrastar, evitar, vencer.

Un buen gestor sabe que no puede despreciar ningún recurso. Si se trata de la capacidad de personas, tanto más. Señores líderes de los partidos políticos, no están negociando el futuro del país o de la economía mundial. Son solo cuatro años. Decídanse a eliminar líneas rojas y actúen, déjense de dar aletazos en el agua de la piscina.

Y, por cierto, si tuviera que puntuar actitudes de los cabezas de lista en este tinglado de idas y vueltas que calienta nuestra desesperanza (y consciente de que a nadie habrá de interesar lo que yo piense), pondría en la cima de la sensatez a Pedro Sánchez, a Angel Gabilondo, a Ignacio Aguado o a Iñigo Errejón. Me parece penosa la actitud inflexible de Albert Rivera e Inés Arrimadas y lógicos los argumentos de Miguel Vals o Toni Cantó, razonable en su discreción actual (en distonía con su grave campaña electoral) a Pablo Casado, coherentes en su infumable radicalismo (pero verbalmente muy bien expresado) a Santiago Abascal y Espinosa de los Monteros, y exótica y fuera de contexto socio político a un errático Pablo Iglesias, sobrepasado, además, por una brillante Irene Montero.

Publicado en: Actualidad, Política, Sociedad Etiquetado como: Ciudadanos, egos, negociación, nuevas elecciones, partidos, PP, PSOE, Vox

Sin pulso

11 febrero, 2019 By amarias Deja un comentario

Escribir en vísperas de un suceso de relativa importancia para la política nacional, sin estar en los entresijos del guiso (¡sálveme Dios de tal desventura!), tiene indudables riesgos. Los dos últimos presidentes que nuestro torpe aliño parlamentario nos ha deparado (Rajoy y Sánchez, por orden de desaparición) han sido maestros en el arte de resistir contra natura, y al último de ellos, incluso le han escrito un libro sobre la ingrata cuestión de sostenerse en alto agarrado a la brocha de la ausencia de respaldo popular.

El 10 de febrero de 2019, las microfuerzas movilizables del amplio espectro teórico que va desde el centro derecha a la extrema derecha (división ideológica que debe ser valorada estrictamente desde su peculiar aplicación a nuestro país), han puesto de manifiesto su apatía tumultuaria manifestándose en Madrid contra el delicado estado de salud política del presidente Sánchez y, por extensión de su Gobierno de circunstancias.

En tiempos en que hasta los taxistas son capaces de movilizar unas cuantas decenas de miles de titulares y familiares de su circunstancias para castigarse durante más de una decena de fechas del calendario paralizando su actividad en la capital del Reino y otras capitales secundarias (y, de paso, demostrarnos a los madrileños que se puede vivir igual, e incluso mejor, sin ellos), que los partidos del espectro que va desde Ciudadanos a Vox, pasando por el remozado PP de Casado no consigan reunir sino a cincuenta mil entusiastas con banderas, se debe interpretar como una demostración de la ausencia de pulso político del país.

Resulta que, falto de ideas para solucionar los problemas importantes que nos afectan a todos, el equipo de Sánchez, con la inexpresiva presencia de la vicepresidenta Carmen Calvo, ha expresado que se va a utilizar la figura de un notario, relator, mediador, para facilitar el entendimiento con los separatistas/chantajistas catalanes del equipo de segunda regional que capitanea Puigdemont desde su exilio voluntario.

Podía haber surgido un clamor, un grito desgarrado, contra la propuesta, máxime después de ser testigos todos de la forma singular que utilizan desde la amada Catalunya esos revoltosos que han ocupado el Parlament para torcer nuestra tranquilidad democrática, pero no ha sido así. La convocatoria de manifestación se ha despejado con la lectura de un manifiesto ininteligible, falsario, y con una foto fatal en la que los líderes de los tres partidos convocantes han venido a demostrar que son muy poco amigos de que se les vean juntos.

No hubo gritos, sino murmullos. Y, además, aderezados con mentiras. Sánchez puede creerse, incluso, que no tiene nada que temer, salvo a los facciosos catalanes y sus chantajes.

Qué error, qué inmenso error.

Por favor, démosle una nueva vuelta a la ruleta de los resultados electorales. No estoy seguro de que los que vengan lo hagan mejor (más bien, tengo dudas sustentables), pero hace falta cambiar los aires. Imagino que ganarán, por minoría insuficiente para gobernar en soledad, los seguidores de Pablo Casado, y que a Albert Ribera se le volverá a plantear si se abraza definitivamente con los de la derecha real (incluido el Vox de Abascal) o se alía con lo que quede del PSOE de Sánchez.

Pase lo que pase, será mejor que mantener la situación de interinidad. Los temas importantes se están enquistando. Y lo de Cataluña, la verdad, es una rabieta de revoltosos. La inmensa mayoría de los catalanes, como casi todos los españoles, no tenemos el problema de separarnos. Tenemos el problema de hacerlo mucho mejor cuando trabajamos juntos.


Estas dos ocas de Egipto (o del Nilo, alopochen aegyptiacus) han sido fotografiadas por este cronista de medio pelo saludándose sobre uno de los pretiles que defienden las aguas del Manzanares, -que va dejando de ser aprendiz de río gracias al buen tratamiento que reciben las residuales de los madrileños-,  de los curiosos, paseantes y deportistas que usan el agradable circuito de Madrid río.

 

Publicado en: Actualidad, Política Etiquetado como: Abascal, anticipo, Casado, Ciudadanos, elecciones, manifestación, oca de Egipto, PP, Rivera, Sánchez, Vox

Prioridades

17 mayo, 2017 By amarias 8 comentarios

Si los postulantes a convertirse en el secretario general del PSOE que perderá las próximas elecciones (Díaz, Sánchez y López) han creído que el tema de debate que interesaba a sus posibles votantes era saber quién tenía mejor carisma entre los actuales militantes del deshecho partido, se equivocaron.

No está la cuestión en dilucidar quién será capaz de arrancar los aplausos más enfebrecidos en los mítines que se celebren hasta el domingo 21 de mayo, fecha que marcará el punto de escisión en, al menos, dos facciones, del partido, hasta ahora, más añejo de nuestro maltrecho país.

Para los que analizamos -más o menos-, desde la independencia y el pragmatismo, qué agrupación política será más capaz que otras -sola o en coalición- para impulsarnos colectivamente hacia delante, no nos importan los nombres del cabeza de lista , sino los programas de actuación en los que nos tenemos que involucrar todos. Esto es, las prioridades.

Puede que los independientes y pragmáticos de España seamos un grupo reducido. No hay forma de contabilizarnos.

No somos los mismos que asistimos a partidos de fútbol para entusiasmarnos, o sufrir una decepción, según el resultado del equipo con cuyos colores hemos dejado crecer una identificación que podría analizarse incluso desde las patologías infantiles.

Tampoco somos quienes están persuadidos, con una obsesión que puede bascular entre lo ignorante y lo enfermizo, de que las decisiones económicas o son blanco o son negro. La experiencia reciente ha puesto de manifiesto las burbujas explosivas que se favorecen con la libre circulación de capitales y dejando que la iniciativa e intereses privados se adueñen de la economía. Pero, sensu contrario, tampoco creo que las continuas protestas reivindicativas, el desprecio hacia todos los emprendimientos, el empecinamiento en exprimir la solvencia de los propietarios o la difusión perniciosa de la idea de que todos somos iguales sin distinguir entre actitudes y capacidades,  tengan detrás a un mago con varita y equipo mágicos que nos vayan a solucionar los problemas de la crisis, del paro, los brotes secesionistas o la ruptura del estado social.

Ser independiente y pragmático tiene sus servidumbres, pero, en compensación, presenta notables ventajas para la tranquilidad del espíritu. No nos mueve del asiento si un candidato es más simpático, o tiene mejor vocabulario, o ha nacido cerca de nuestro pueblo. No nos importa que esté o haya estado dispuesto a asociar su coalición con otro partido del espectro político democrático, siempre que nos lo haya explicado desde la perspectiva de lo que es mejor, en ese momento y circunstancia. Ni siquiera nos importa si le están apoyando o no, personas con una determinada trayectoria anterior.

Nos importa saber cuáles son sus prioridades, y lo que van a hacer y proponer hacer, él y su equipo, para resolver los puntos de conflicto económico y social. Si no  son capaces de presentárnoslas, si les preocupan cuestiones internas de sus partidos o facciones, los independientes y pragmáticos nos quedaremos en casa cuando nos llamen a votar, o lo haremos en blanco.

Porque no debemos olvidar que el país se encuentra en una situación concreta, administrada de una manera determinada. Nos puede parecer muy mejorable, estaremos convencidos de que la corrupción es un desastre ético impresentable en una sociedad democrática, que el paro actual es infumable, que faltan medidas activas para corregirlo, que la enseñanza deficiente, que el proyecto europeo precisa una redefinición y un nuevo empuje, o que el proyecto secesionista del actual gobierno catalán exige claridad, diálogo y convicciones, no amenazas…

Los independientes y pragmáticos tenemos bien detectadas las carencias del actual gobierno. También, sus virtudes, porque no nos guiamos por apriorismos, ciegos axiomas, ni pactismos de oportunidad. Por eso, no vamos a impresionarnos por las exhibiciones de tiros al aire, al pie o a la cabeza de un contrincante, sea desde la izquierda o desde la derecha.

A mi, en particular, no me importa quién gobierne, y si cómo lo hace, siempre que (lo he escrito muchas veces) estemos seguros de avanzar hacia el progreso, disminuyendo las desigualdades y garantizando que a nadie le falte trabajo y medios para cumplir con su objetivo vital personal.

El Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza, lo está haciendo, en mi opinión, bastante mal. Oculta información, utiliza recursos del Estado para aumentar su influencia, despilfarra otros, le falta capacidad de convicción y credibilidad.

Pero la oposición, ya sea de Podemos, como del PSOE dividido, les está mejorando la calificación, con sus incongruencias, la emisión de mensajes trapaceros con destino a la galería y una exhibición permanente de sus ignorancias de cómo se cuecen las habas por el mundo. Que algunos somos muy mayores, vaya, para conmovernos con frases de manuales revisionistas o revolucionarios.

Prioridades, y a trabajar en ello, compañeros.


Me gusta traer aquí estas fotos de una bandada de avutardas hembras. Están estas aves majestuosas, de las que en España tenemos una de las mayores colonias de Europa, en celo. Son asustadizas y, cuando levantan el vuelo -pesado como el de las águilas, con un aletear audible en la distancia- ofrecen un espectáculo difícil de olvidar.

Publicado en: Actualidad Etiquetado como: gobierno, Podemos, política, PP, prioridades, PSOE, Rajoy

Las bazas de Mariano Rajoy

9 julio, 2016 By amarias Deja un comentario

Mariano Rajoy, todavía Presidente en funciones del Gobierno de España, es, sin duda, la persona más cualificada para dirigir el país en este momento. Nadie como él atesora experiencia acerca de cómo funcionan las cosas por aquí.

Es cierto que no “ganó las elecciones”, ni las de diciembre de 2015 ni las de junio de 2016, porque, aunque el Partido Popular fue la opción más votada, lo fue por una minoría del total de votantes. No cabe decir, pues, que “el pueblo ha expresado su voluntad de que gobierne el PP”, ni otras retóricas, y falsarias, expresiones con las que los representantes más conspicuos de la derecha española defienden su presunto derecho a seguir gobernando.

Pero la capacitación de Mariano Rajoy que defiendo en este Comentario proviene de su abrumador currículum. Registrador de la Propiedad al año siguiente de terminar la licenciatura de Derecho, concejal del Ayuntamiento de Pontevedra, Presidente de la Diputación de la Provincia homónima, diputado durante décadas, ministro de Educación y Cultura, de Administraciones Públicas, de Interior, de la Presidencia, vicepresidente Primero y Presidente de Gobierno él mismo…¿Quién podrá alardear de una experiencia similar? Nadie.

Nadie como él ha de conocer las triquiñuelas que se vienen realizando desde tiempo inmemorial para compensar, en los discretos despachos anexos al principal, las diferencias entre el precio declarado en las escrituras públicas y el concertado entre comprador y vendedor de inmuebles; siendo Pontevedra lugar de asentamiento clásico de los grandes traficantes de droga de España y de Europa, en donde suntuosas mansiones, barcos de recreo, lugares de placer y lenocinio, han proclamado, sin rubor, durante decenas, el origen misterioso y con seguridad, ilícito, de los dineros con las que se adquirieron tales bienes, no es ajeno, sin duda, al conocimiento de tales maniobras (de las que, por supuesto, siempre se mantuvo al margen).

Rajoy estuvo en los entresijos del derrocamiento a Sadam Husein, -cuya figura alcanza, por cierto, con el tiempo, dimensiones propias de la veneración santificada-, y estar apoyando a José María Aznar en la difícil decisión adoptada, junto a Bush jr, Barroso y Blair, tuvo que darle amplios conocimientos acerca de cómo se mueven los designios del gran capital norteamericano, que han de estar conservados en algún lugar de su prodigioso cerebro.

Como Ministro de Educación, y Ciencia, que fue, y harto brillante (como se puede comprobar en las hemerotecas, propulsor de los nuevos Planes de Formación Profesional) nadie mejor para saber cómo impulsar, de una vez, la pureza de la Universidad española, la regulación del acceso transparente a las cátedras y títulos, la elevación del decaído prestigio de las carreras y profesiones, o la orientación acerca de los puestos de trabajo que se crearán en las ya no tan nuevas, tecnologías, incluidas, claro, las ambientales.

No admito que nadie se jacte de conocer mejor las administraciones públicas -salvando, quizá, al desaparecido en la batalla Francisco (Paco) Sosa, que propugnó una reforma imposible-, porque él fue quien firmó la LOFAGE en 1997,  y, por supuesto, ningún antecesor ni subordinado ha igualado su prestigio como Ministro de Interior, con sus éxitos para doblegar a ETA al aprisco de la deposición de las armas y su Ley de Extranjería, que tanto ha significado para la cobertura de puestos laborales que los españoles despreciaban.

Como Presidente, su ilusión y empuje por impulsar nuevos proyectos empresariales, en negociación continua con los mejores empresarios de este país, además de ponerle en delicado pero efectivo conocimiento de las relaciones subterráneas entre el gran capital y los partidos políticos (si no lo había adquirido antes), ha significado la generación de millones de puestos infra-mileuristas, y el crecimiento de los negocios de algunos grupos empresariales en el extranjero, lo que ha mejorado sus resultados, por supuesto, aunque, desgraciadamente, ha significado la reducción de su capacidad de empleo en España.

No tiene, pues, necesidad de suscribirlo alguien de tanto prestigio pasado como Felipe González. Mariano Rajoy debe gobernar. Y debe hacerlo en solitario, contra todos. Quizá con apoyos puntuales de Ciudadanos, del PSOE, incluso de Unidos Podemos que, como recordamos bien, en el curso de las negociaciones para estudiar la posibilidad de coaliciones de gobierno más aventureras, negó su apoyo -cuando eran solo la mitad de la denominación, aunque más numerosos en simpatizantes.

Nos esperan, por supuesto, tiempos muy difíciles. Pero entretenidos. Mariano Rajoy, con su visión escénica del Estado español, con su conocimiento profundo de la Administración Pública y de las capacidades de iniciativa privadas, nos lo garantiza.

Ah, y que vaya enseñando a los nuevos -esos “chicos” voluntariosos, pero inexpertos aún, llamados Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Alberto Garzón,…cómo se corta el bacalao. Sugiero que los nombre ministros por turnos, y que cuente, en esa hipotética Escuela de Otoño- con la asesoría inapreciable (en el sentido de, gigantesca) de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar; para no ampliar más la nómina de expertos en la política real. Sobre la economía real, habría otro curso, más avanzado, para los que aprobaran el primero.

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Sangre en la arena, toros al corral, corrida destemplada, tiempos muertos

5 marzo, 2016 By amarias Deja un comentario

El resultado era previsible, las duras e irrespetuosas formas empleadas contra el candidato a Presidente de Gobierno por algún contrario que estaba llamado a servir de apoyo expreso o tácito, menos.

Para el conjunto de los españoles, el tiempo de peroratas, en relación con el objetivo constitucional, fue tiempo perdido. Para el candidato, sus replicantes y las respectivas facciones de apoyo, ocupando ya un sitio remunerado en los escaños, no tanto. Si alguien conservaba restos de curiosidad para evaluar la capacidad de improvisación o la finura para desflorar argumentaciones del otro en caliente, vaya para él lo servido por lo comido.

Para el Partido Popular, dirigido por Mariano Rajoy o por su buena fortuna, fue tiempo de milagros. Porque pronto la escenificación dejó claro que lo que se lidiaba allí, en el respetable coso del Congreso de Diputados, no era el debate de investidura del candidato Pedro Sánchez, sino que los equipos se encontraban nuevamente en campaña, y el único programa coherente era no tenerlo o, diciéndolo mejor, seguir empuñando las riendas del gobierno.

Por eso, al advertir que se estaba pedaleando en el vacío, o soplando el viento a favor de lo que todos los demás parecían de acuerdo en combatir, los ánimos se encresparon pronto. Los insultos y las descalificaciones se tornaron frecuentes, pero no para ponerse de acuerdo contra el declarado por todos como objetivo a batir, Mariano Rajoy, sino entre los que querían protagonizar un cambio que se revelaba imposible.

El momento puso entonces a mayor prueba la capacidad de los intervinientes para contener la tendencia natural de la lengua de los que hablan en público, a desconectarse del cerebro; fracasaron muchos. Si alguno sobresalió de tanta quema, fue por aprovechar para largar lo que tenía preparado. Más que muestras de lo agudo de los ingenios, se exhibieron paquetes de vacío.

A efectos de campaña, el marco del que dispusieron los candidatos antes de empezar la campaña a la que el previsible resultado obliga, fue un regalo directo. El auditorio que siguió los juegos florales fue mucho mayor del que puede alcanzarse en la mayor plaza de Toros de España; mejor, incluso, que en un programa televisivo con dos horas por delante y tiempos tasados entre cuatro o seis jefes de partidos.

Cuando, proclamados los resultados que confirmaban que Sánchez y su mini-acuerdo con Ciudadanos no habían conseguido, desde el miércoles 2 de marzo, más que sumar el voto de Coalición Canaria, se apagaron las luces de la ilusión, el vacío se apoderó de la gran sala de experimentos permanentes, para beneficio de terceros, que es España.

Porque si la postulación de Sánchez para aceptar el mandato del Rey Felipe VI -“el ciudadano Felipe”, oí decir a San Alberto Garzón, icono amable de la Genuina Izquierda Testimonial- prometía una excursión pensada para explorar afinidades, al estilo de los programas mediáticos en los que los concursantes son confrontados con un desconocido al que pueden convertir en su media naranja por una temporada, los cuatro partidos en los que los españoles han depositado mayoritariamente su voto, habrían fracasado.

Todos, pero, el que menos, el PP. Si el mensaje -como les gusta decir a todos los políticos- del pueblo votante era que se entendieran para propiciar un cambio, malas antenas captadoras tienen aquellos que no se hartan de proclamar que todo vale menos seguir igual.

Fracaso es que los exploradores enviados por el pueblo para encontrar una tierra mejor -o menos contaminada que la actual- en la que afincarse por, al menos, un par de años,  vuelvan a casa sin noticias. Ni siquiera su comportamiento verbal, ese que significa la representación oficial de sus posturas, ha sido edificante para un pueblo que quiere, y debe, verlos como ejemplo para moverse en la convivencia. ¿Han de enfrentarse a golpes los contrarios en las calles, al estilo de otros países que figuran como menos desarrollados en este equilibrio que llamamos democracia?

Los elegidos para un noble trabajo de prospección de afinidades, han escenificado su voluntad de pelearse, de insultarse y despreciarse. Lo hicieron fieramente y sin necesidad, y, con ello han consolidado el desconcierto.

Sus manos vacías, son una invitación a contemplar la vacuidad de las nuestras.

Al mantenerse en funciones, el gobierno de Mariano Rajoy.  obtiene ventajas que  sabrá aprovechar, especialmente, si la economía mundial se recupera algo y la capacidad española para manejarse en la economía sumergida y apretarse el cinturón dejando a un lado lo superfluo, se perfecciona todavía.

Aunque no se celebren nuevas elecciones, la rotura previsible del pacto entre PSOE y Ciudadanos -el primero estando obligado a negociar con Podemos a cara de perro para no perder la credibilidad del votante de izquierdas, el segundo, por volver a andar por do solía-, permitirá replantear un nuevo acuerdo entre un PP sin Rajoy y sin corruptos al equipo de Albert Ribera, que seguirá prisionero de su programa liberal en lo económico y ponderado hasta lo melifluo en lo social.

A Pedro Sánchez no le quedará más remedio, cuando se le confronte a la propuesta, que ceder el paso y abstenerse, dejando que su partido, con él asumiendo el mismo destino que otras decenas de esforzados que fracasaron en intentos de revitalizar la socialdemocracia, se lama las heridas, se escinda o se convierta.

No fue, a pesar de todo, Sánchez un cándido candidato, ni Rajoy debería presumir de haber sido un visionario. Las cosas fueron así, porque así se conformaron. No había más opciones que mantener, por el primero, la estrategia de no agresión a los votantes de derechas, tratando al mismo tiempo de no pintar con la izquierda el inocuo convenio sellado con la formación de Ciudadanos, y resultar coherente con el objetivo propuesto de lanzar mensajes de tolerancia que condujesen a que se abstuvieran, tanto a su diestra como a siniestra.

Pablo Iglesias, ávido depredador, oliendo la sangre de las heridas del PSOE, como los dragones de Comodo cuando cercan a un búfalo cansado, dio una y otra vez, dentelladas a las patas del partido socialista, menospreciando las carnes del elefante popular, cuya presa le pareció, a lo peor, demasiado grande para dedicarle esfuerzos o considerarlo herbívoro falto de forraje y, por tanto, limitado a subsistir sin lanzarse a la carrera. Sus sátiras, insultos y chascarrillos, con ninguna relación con propuestas concretas de gobierno, dieron materia para risas a los que ven un juego este serio asunto colectivo de encontrar puntos de concordancia entre divergentes con los que abordar el futuro con solvencia.

Vienen tiempos muertos, sí. Pero como la vida no se detiene,  tengo la intuición de que tendremos un gobierno del PP para un rato más, con el sacrificio simbólico de Rajoy. Se abrirá, entonces, un nuevo período de reflexión para la izquierda de este país,  separada entre quienes esgrimen como programa fundamental el catecismo históricamente destrozado de la revolución de las masas, y  la de quienes, pretendiendo respetar el orden legal, no saben desprenderse -o no quieren- del sabor ideológico a vino barato de cosechero.

 

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La energía en los programas políticos de los partidos que optan a gobernar España (1)

5 diciembre, 2015 By amarias Deja un comentario

La infatigable Yolanda Moratilla hizo de presentadora y entrevistadora de tres expertos en temas energéticos, que analizaron, el 2 de diciembre de 2015, y en un acto público en el seno del IIE, la parte energética de los programas de los cuatro partidos con más opciones de participar en el futuro Gobierno de España, en la combinación que resulte de las elecciones del próximo día 20: PP, PSOE, C’s (Ciudadanos) y Podemos.

Quienes hicieron tanto el trabajo previo como la presentación de las conclusiones, además de la catedrática de la Universidad Pontificia, fueron Isaac Alvarez (compañero de la ingeniería minera, directivo emérito de Repsol), Manuel Lozano (catedrático de Física Nuclear en Sevilla) y Victoriano Casajús (ex Director General de REE, presidente de Lysys Real).

Moratilla dilapidó aparentemente la parte misteriosa que pudiera tener el acto, al resumir, apoyándose en un par de transparencias,  los programas energéticos de los partidos, en los que se habían señalado con puntos rojos las propuestas técnicamente  irrealizables, y de amarillo, las inconsistencias detectadas en el propio programa electoral.

“Nucleares y fracking, no; renovables a tope”, era -concretó- el mensaje común de los tres partidos opositores, que, en el caso de Podemos, presentaba una curiosa singularidad: apoyaba el alcanzar el 100% de empleo de energía renovable en la Administración pública (realizable, aunque caro), y clausurar el ATC, además de cerrar de inmediato todas las centrales nucleares (elucubración patafísica, aunque el adjetivo lo pone este cronista por su cuenta) .

Pero advirtió también, que, si el menos dañado por los puntos rojos era el programa propuesto por el PP, lo era más por omisión de propuestas en temas que pudieran resultar conflictivos, quizá por la idea subyacente de que, siendo el actual partido de gobierno, lo que inferirá el elector es que habrá de mantenerse en la misma línea.

A preguntas concretas de la conductora del acto, los invitados fueron desarrollando sus comentarios críticos a los programas. Posteriormente, se admitieron intervenciones y comentarios desde el público, que resultaron en algún caso, polémicos, más por el tono que por el contenido. Lo que no hubo, y lo lamento, fue una propuesta técnica alternativa de lo que podría ser un programa energético óptimo. Al final de esta reseña realizo un esfuerzo petulante en esa dirección..

Casajús, que fue, quizá, el más comprometido en la rotundidad de los análisis, expresó que sería técnicamente imposible, desde el punto de vista de la seguridad de todo el sistema, introducir un porcentaje de energía renovable tal que se comprometiera la sincronicidad.

En lo esencial, se expresó así (aunque utilizo el entrecomillado, transcribo desde mis notas manuscritas).

“Por supuesto, las energías renovables son valiosas en múltiples órdenes y lo serán cada vez más. Pero su incorporación masiva en nuestro actual sistema eléctrico es inviable. Esto es así, porque el sistema de distribución de electricidad es síncrono, -de frecuencia constante-, y ante cualquier variación externa, tiende a autoregularse para mantener su sincronismo.  La incorporación de producciones asíncronas modifica el sistema, que las máquinas instaladas no son siempre capaces de compensar. La situación se convierte en especialmente grave cuando se compromete la falta de periodicidad y la predictibilidad de la generación eléctrica, al superar ese límite por la introducción masiva de energía eólica y solar, que, por su esencia, son asíncronas y, por tanto, perturbadoras de la estabilidad.

“La teoría electromagnética de Maxwell y Cía -explicó el actual presidente de Lyxys Real, para justificar su aseveración- no fue desarrollada a partir de la observación de la realidad, sino en base a experimentos de laboratorio, que sirvieron para concebir los actuales sistemas de suministro. Necesitamos en ellos, mantener la inercia y la capacidad generadora. Para conservar la inercia, son necesarias máquinas rodantes -turbinas, grupos diesel, máquinas de vapor, ciclos combinados, máquinas hidráulicas, etc.- , y si se introducen excesivos elementos que no satisfacen las condiciones de inercia, una parte del sistema, intentan corregir ese desequilibrio y si no fueran capaces de lograrlo, se provocará su desconexión automática”.

Y Casajús prosiguió, extendiéndose en la idea:

“Por su parte, las centrales nucleares son sistemas que proporcionan mucha capacidad de inercia para compensación; la central hidráulica es el elemento ideal -la tubería que comunica los rodetes tiene una reserva de energía importante-. Por el contrario, las centrales solares son sistemas estáticos puros… y, no podemos ignorar que las centrales termosolares no son más que centrales de gas… que se apoyan en el sol para conseguir la fuente de energía primaria.

“Si, en nuestro mix actual, cerráramos de golpe todas las centrales nucleares, el sistema español solo podría admitir un 40 a 50% de generadores asíncronos. Ni siquiera las centrales de ciclo combinado pueden estabilizar el sistema cuando cae la tensión y, por tanto, se altera la frecuencia: el compresor de cabecera baja la velocidad y se queda parado durante un intervalo; ya ha se ha dado ya el caso de un “blackout” (apagón total) cuando el subsistema de generación solo se disponía de centrales de ciclo combinado para alternar con aerogeneradores.”

Con esta concluyente aseveración, la promesa del PSOE de alcanzar el 70% de incorporación de energías renovables, la calificó, por tanto, de irrealizable, al menos, en un horizonte de una o dos décadas.

(continuará)

Publicado en: Actualidad, Energía, Política Etiquetado como: Ciudadanos, Isaac Alvarez, Manuel Lozano, Moratilla, Podemos, PP, programas electorales, PSOE, Victoriano Casajús

Las ideologías adaptadas

9 noviembre, 2013 By amarias2013 Deja un comentario

Creo que es un buen momento para reflexionar sobre el fracaso de las ideologías rígidas, sean de izquierda como de derechas -y no digamos, de centro, que es como decir que se está dispuesto a chiflar con el que más mande-.

Afirmar con rotundidad que no existe -ni podrá existir, siendo maximalista- ninguna ideología que pretenda su implantación práctica por la aplicación inflexible de sus principios dogmáticos, tiene el aval de una amplia experiencia histórica de casi un millón de años y, por supuesto, cuenta con la referencia próxima de lo que estamos conociendo ahora.

En las democracias parlamentarias, los partidos políticos basan sus programas en presentar una serie de aspiraciones ideológicas junto con unas cuantas concreciones, destinadas a captar la atención de los votantes, sobre todo, de los que no se encuentran “ideológicamente comprometidos”.

Es una banalidad, por no decir, una tontería que se ha venido admitiendo como verdad en los países más avanzados en esa entelequia que se ha convenido en llamar democracia, que existen dos corrientes generales de actuación política.

Desde una, se supone que la manera de mejorar la situación de los más débiles y desfavorecidos, es presionando sobre los que más tienen, distribuyendo mejor los excedentes desde el Estado.

Desde la otra, se acepta que todos pueden mejorar en una sociedad si se deja el campo libre a la iniciativa privada, verdadero motor del desarrollo.

Jamás se ha conseguido hacerlo así (al menos, de forma permanente), porque los intereses personales de quienes se han constituído como dirigentes, consiguen de forma inevitable corromper cualquier sistema. Solo funcionarían las ideologías adaptativas, pragmáticas, aquellas que, conociendo la realidad presente, se enfoquen a mejorarlo en el corto plazo.

No creo en los largos plazos en política, y no creo en ellos porque los Estados -en especial, los Estados intermedios y pequeños- no tienen capacidad de actuación en el mundo global, que es movido por los intereses, egoístas, pragmáticos, de los más poderosos.

Por eso, si un partido quiere convencer de su capacidad, más que presentar un programa con una panoplia de deseos irrealizables, debería decirnos cómo entiende que podrá resolver, de forma lo más inmediata posible, los problemas acuciantes de esta sociedad. Y si no sabe cuáles son (y, por tanto, cómo resolverlos) o si lo que se le ocurre son, simplemente, credos ideológicos, que se retire.

Publicado en: Política, Sociedad Etiquetado como: adaptación, aspiraciones, atención, banalidad., centra, compromiso, corto plazo, derecha, fracaso., ideología, ìmplantación práctica, partido, PP, programa, PSOE, socialismo, UPyD, votante, votantes

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